Cuando los rayos
de la luz del sol se cuelan por las ventanas e iluminan las partículas
suspendidas en el aire, y hace unos días ya hablábamos sobre el tema, que no es
una patraña, el polvo que flota (https://tinyurl.com/mryf8uhy) cual sutil trama, que es invisible,
ya lo dijimos, es en parte una mezcla de tus propias células, con tus ácaros y
hasta algunas otras partículas de quien sabe que más, las cuales suspendidas, como
si fuesen parte de tu vida, van tapizando todo el entorno de tu hogar. De esto ya
hablamos hace unos días, lo repito y hasta sonaba casi a poesía, ¿recuerdan
cómo brevemente logramos conversar?…
Dicen que la
composición del polvo puede variar según la ubicación del sitio
donde estemos, o de como quiera uno describir esas finas partículas, y tenemos,
que recordar inicialmente que como ya dijéramos, los seres humanos somos
fábricas ambulantes de células y constantemente, estamos desprendiéndonos de las
que ya muertas se mezclan con las fibras de nuestra ropa, caen en las alfombras
o sobre las cortinas y se acumulan en el polvo que flota, dándole su curiosa inconsistencia.
Este es un universo donde los ácaros son reyes, ellos que son parientes
lejanos de las arañas, tan pequeños son que solo pueden verse con un
microscopio, algunas veces han sido examinados con cierta maña y les hemos
dedicado especial interés en otras ocasiones variadas en este blog (https://tinyurl.com/5bp3yr35)
lapesteloca. Los ácaros del polvo adoran los lugares cálidos y húmedos y su plato
preferido son las células muertas de los seres humanos. Ellos se arrastran por
todas partes de forma sibilina, y silenciosos y casi ni de dejan ver, tal vez
creo que es porque son tristemente muy feos…
A pesar de que no muerden ni pican, los ácaros pueden ser los responsables de algunos problemas que atañen a nuestra salud, (https://tinyurl.com/5bp3yr35). Sus excrementos son precisamente muy alergénicos y pueden provocar reacciones en personas sensibles (que no es igual, lo advierto, que decir “delicadas”). Así pues, junto a los ácaros del polvo, siempre tendremos a las bacterias y los hongos nunca olvidados, y todos ellos encuentran en este paraíso del cuerpo humano un ambiente adecuado, cálido y húmedo, ideal para crecer y reproducirse. Podremos mirarlos poéticamente o a manera de chiste-al fin y al cabo, son los bichitos que habitan con la gente y que, por su tamaño, no los podemos ver. Sencillamente creí que valdría la pena conversar nuevamente sobre todos ellos…
Recientemente en
un diario español, avisaban que hay seres que viven en la regadera de tu ducha
y crean todo un ecosistema microscópico que te observa desde las alturas… La
fértil imaginación de Pedro Gargantilla Madera (Madrid, 1972) un médico,
escritor y divulgador científico, quien es miembro de la Asociación de Médicos
Escritores y Artistas, así como también es profesor de Historia de la Medicina
en las universidades de Madrid y Francisco de Vitoria, ha examinado a fondo este
peliagudo tema…
Bien, pues el destacado
colega, ha querido imaginar que la “regadera” de su ducha (que él prefiere
comparar con una “alcachofa”) es como “una pequeña ciudad medieval” y la
describe como: “húmeda y cálida, llena de
callejuelas estrechas y de rincones oscuros, especie de laberinto de tuberías y
orificios en el que habitan una variedad de microorganismos, formando una
comunidad microbiana única, de bacterias, hongos y hasta de virus”.
Por todas estas
coincidencias, me han conducido de vuelta a las bacterias, que son, sin duda,
las más numerosas y diversas de ese conglomerado de seres vivos (el de la
ducha, regadera con aspecto de alcachofa del Dr Gargantilla), y van desde las
conocidas Echerichias coli, que escapan de nuestros intestinos, hasta las terrible
Pseudomonas, amantes de la humedad y muy capaces de formar biopelículas deslizantes
y pegajosas para actuar a modo de escudos protectores, resguardando a las
bacterias y facilitando su supervivencia, y no olvidemos que están también los
hongos, microorganismos filamentosos que encuentran en la regadera un festín de
nutrientes, como pueden ser los restos de jabón y de champú, ideales para
formar colonias ramificadas que se adhieren tenazmente a las superficies,
creando un aspecto blanquecino y viscoso (“guácala” decía una niña que conocí
años atrás)…
Pensemos
que la primera fase en la formación de estas pastosas biopelículas es la
adhesión, un fenómeno biofísico que básicamente consiste en que las bacterias
nadan libremente en el agua y al llegar hasta una superficie adecuada, -como
puede ser el interior de la regadera- a ella se aferrarán gracias a unas
estructuras bacterianas llamadas las pili. Creo que la palabra Pili (lo
que trae a nuestra mente es la bella Pilin León) pero aquí es el plural
de pilus (que significa pelo). Son unos apéndices
muy cortos en forma de pelos que se encuentran en la superficie de muchas bacterias y cuya
función es permitirles establecer contacto y/o intercambiar material genético con el
exterior. (Lo podemos observar esquemáticamente en un Mycrobacterium
tuberculosis, donde se ve que presentan los pilis salientes de la pared celular).
Activados los
pilis y una vez adheridas, las bacterias comienzan a producir la matriz
extracelular, que es esa otra sustancia inerte y pegajosa que las une entre sí
y aumenta su adherencia a la superficie. Poco a poco esta biopelícula va
creciendo, y mientras la matriz se vuelve más gruesa y compleja, va formando
canales que permiten la circulación de nutrientes y la eliminación de desechos.
Cuando las condiciones ambientales se vuelven desfavorables, algunas bacterias
pueden desprenderse de la biopelícula e iniciar una peregrinación que las lleva
a colonizar nuevos lugares.
A pesar de que
hemos descrito a nuestra regadera de la ducha como una comunidad armónica, no
se lo crean, la vida en ella es compleja y existe una lucha constante por los
recursos. Las bacterias compiten por el espacio y los nutrientes, mientras los
hongos expanden sus colonias y los virus buscan nuevas células a las que
infectar. A todo esto, hay que añadir el agua caliente y el jabón que
utilizamos para limpiar nuestros cuerpos, los cuales crean un ambiente dinámico
y cambiante, favoreciendo la proliferación de microorganismos.
Atendiéndole a las advertencias del colega Gargantilla, tendremos que decirle que ahora que ya usted lo sabe, la próxima vez que se duche (dependiendo de las costumbre y de la nación o del país donde habite, pues estos “baños con regadera”, (sea vista como ducha o como alcachofa) pueden no suceder varias veces al día como acostumbramos -“por estas calles”-, y como debe ser dirá el lógico sentido de nuestra gente tropical- no es el mismo-de vez en cuando allá en Europa- aunque por acá depende de “si nos llega el agua”. Entonces resumiendo, siempre y doquiera que esté usted viviendo, recuerde que desde su regadera, ducha o alcachofa no está solo, que hay millones de microrganismos observándole desde las alturas. Ojo… ¡Te están viendo!
Maracaibo miércoles 1 de octubre del año 2024
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