martes, 1 de octubre de 2024

Las sustancias inertes

 

Cuando los rayos de la luz del sol se cuelan por las ventanas e iluminan las partículas suspendidas en el aire, y hace unos días ya hablábamos sobre el tema, que no es una patraña, el polvo que flota (https://tinyurl.com/mryf8uhy) cual sutil trama, que es invisible, ya lo dijimos, es en parte una mezcla de tus propias células, con tus ácaros y hasta algunas otras partículas de quien sabe que más, las cuales suspendidas, como si fuesen parte de tu vida, van tapizando todo el entorno de tu hogar. De esto ya hablamos hace unos días, lo repito y hasta sonaba casi a poesía, ¿recuerdan cómo brevemente logramos conversar?…

 

Dicen que la composición del polvo puede variar según la ubicación del sitio donde estemos, o de como quiera uno describir esas finas partículas, y tenemos, que recordar inicialmente que como ya dijéramos, los seres humanos somos fábricas ambulantes de células y constantemente, estamos desprendiéndonos de las que ya muertas se mezclan con las fibras de nuestra ropa, caen en las alfombras o sobre las cortinas y se acumulan en el polvo que flota, dándole su curiosa inconsistencia.

 

Este es un universo donde los ácaros son reyes, ellos que son parientes lejanos de las arañas, tan pequeños son que solo pueden verse con un microscopio, algunas veces han sido examinados con cierta maña y les hemos dedicado especial interés en otras ocasiones variadas en este blog (https://tinyurl.com/5bp3yr35) lapesteloca. Los ácaros del polvo adoran los lugares cálidos y húmedos y su plato preferido son las células muertas de los seres humanos. Ellos se arrastran por todas partes de forma sibilina, y silenciosos y casi ni de dejan ver, tal vez creo que es porque son tristemente muy feos…

 

A pesar de que no muerden ni pican, los ácaros pueden ser los responsables de algunos problemas que atañen a nuestra salud, (https://tinyurl.com/5bp3yr35). Sus excrementos son precisamente muy alergénicos y pueden provocar reacciones en personas sensibles (que no es igual, lo advierto, que decir “delicadas”). Así pues, junto a los ácaros del polvo, siempre tendremos a las bacterias y los hongos nunca olvidados, y todos ellos encuentran en este paraíso del cuerpo humano un ambiente adecuado, cálido y húmedo, ideal para crecer y reproducirse. Podremos mirarlos poéticamente o a manera de chiste-al fin y al cabo, son los bichitos que habitan con la gente y que, por su tamaño, no los podemos ver. Sencillamente creí que valdría la pena conversar nuevamente sobre todos ellos…


Recientemente en un diario español, avisaban que hay seres que viven en la regadera de tu ducha y crean todo un ecosistema microscópico que te observa desde las alturas… La fértil imaginación de Pedro Gargantilla Madera (Madrid, 1972) un médico, escritor y divulgador científico, quien es miembro de la Asociación de Médicos Escritores y Artistas, así como también es profesor de Historia de la Medicina en las universidades de Madrid y Francisco de Vitoria, ha examinado a fondo este peliagudo tema…


Bien, pues el destacado colega, ha querido imaginar que la “regadera” de su ducha (que él prefiere comparar con una “alcachofa”) es como “una pequeña ciudad medieval” y la describe como: “húmeda y cálida, llena de callejuelas estrechas y de rincones oscuros, especie de laberinto de tuberías y orificios en el que habitan una variedad de microorganismos, formando una comunidad microbiana única, de bacterias, hongos y hasta de virus”. 

 

Esta comparación de mi estimado colega Gargantilla (quien el año 2020 recibió el Premio Princesa de Asturias de la Concordia junto al resto de los sanitarios españoles que trabajaron en primera línea contra la Covid-19),  me ha gustado mucho, quizás por las connotaciones personales con mi trajinada Edad Media, y me estoy refiriendo a mi libro de “historietas” o “comics” recientemente publicado en la plataforma Amazon como Historia del Mundo en la Edad Media (Spanish Edition) Tapa blanda – 28 Julio 2024”.


Por todas estas coincidencias, me han conducido de vuelta a las bacterias, que son, sin duda, las más numerosas y diversas de ese conglomerado de seres vivos (el de la ducha, regadera con aspecto de alcachofa del Dr Gargantilla), y van desde las conocidas Echerichias coli, que escapan de nuestros intestinos, hasta las terrible Pseudomonas, amantes de la humedad y muy capaces de formar biopelículas deslizantes y pegajosas para actuar a modo de escudos protectores, resguardando a las bacterias y facilitando su supervivencia, y no olvidemos que están también los hongos, microorganismos filamentosos que encuentran en la regadera un festín de nutrientes, como pueden ser los restos de jabón y de champú, ideales para formar colonias ramificadas que se adhieren tenazmente a las superficies, creando un aspecto blanquecino y viscoso (“guácala” decía una niña que conocí años atrás)…

 

Pensemos que la primera fase en la formación de estas pastosas biopelículas es la adhesión, un fenómeno biofísico que básicamente consiste en que las bacterias nadan libremente en el agua y al llegar hasta una superficie adecuada, -como puede ser el interior de la regadera- a ella se aferrarán gracias a unas estructuras bacterianas llamadas las pili. Creo que la palabra Pili (lo que trae a nuestra mente es la bella Pilin León) pero aquí es el plural de pilus (que significa pelo). Son unos apéndices muy cortos en forma de pelos que se encuentran en la superficie de muchas bacterias y cuya función es permitirles establecer contacto y/o intercambiar material genético con el exterior. (Lo podemos observar esquemáticamente en un Mycrobacterium tuberculosis, donde se ve que presentan los  pilis salientes de la pared celular).

 

Activados los pilis y una vez adheridas, las bacterias comienzan a producir la matriz extracelular, que es esa otra sustancia inerte y pegajosa que las une entre sí y aumenta su adherencia a la superficie. Poco a poco esta biopelícula va creciendo, y mientras la matriz se vuelve más gruesa y compleja, va formando canales que permiten la circulación de nutrientes y la eliminación de desechos. Cuando las condiciones ambientales se vuelven desfavorables, algunas bacterias pueden desprenderse de la biopelícula e iniciar una peregrinación que las lleva a colonizar nuevos lugares.

 

A pesar de que hemos descrito a nuestra regadera de la ducha como una comunidad armónica, no se lo crean, la vida en ella es compleja y existe una lucha constante por los recursos. Las bacterias compiten por el espacio y los nutrientes, mientras los hongos expanden sus colonias y los virus buscan nuevas células a las que infectar. A todo esto, hay que añadir el agua caliente y el jabón que utilizamos para limpiar nuestros cuerpos, los cuales crean un ambiente dinámico y cambiante, favoreciendo la proliferación de microorganismos.

 

Atendiéndole a las advertencias del colega Gargantilla, tendremos que decirle que ahora que ya usted lo sabe, la próxima vez que se duche (dependiendo de las costumbre y de la nación o del país donde habite, pues estos “baños con regadera”, (sea vista como ducha o como alcachofa) pueden no suceder varias veces al día como acostumbramos -“por estas calles”-, y como debe ser dirá el lógico sentido de nuestra gente tropical- no es el mismo-de vez en cuando allá en Europa- aunque por acá depende de “si nos llega el agua”. Entonces resumiendo, siempre y doquiera que esté usted viviendo, recuerde que desde su regadera, ducha o alcachofa no está solo, que hay millones de microrganismos observándole desde las alturas. Ojo… ¡Te están viendo!

Maracaibo miércoles 1 de octubre del año 2024

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