sábado, 15 de febrero de 2020

¡Fernández Morán! (3)


¡Fernández Morán! (3)

Durante el año 1974, Fernández Morán presentó un Proyecto Global ante la Academia Nacional de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela sin obtener respuesta. En esos días estuvo en Maracaibo y volvimos a vernos personalmente. Conversé con él en el Centro Médico de Occidente y le confié mis preocupaciones. El Sanatorio Antituberculoso se había transformado en el Hospital General de Sur. En el curso de siete años desde la creación del Laboratorio de Microscopía Electrónica yo no había logrado interesar a los patólogos sobre la utilidad diagnóstica de nuestro trabajo. Por el contrario, a pesar de tener numerosas publicaciones existían desavenencias con el jefe de Patología y los recursos para hacer investigación eran absorbidos por las obligaciones del nuevo hospital general. El doctor Iturbe estaba dejando la dirección del hospital entusiasmado con la Medicina Familiar y en esta situación me estaban proponiendo que me fuese a Caracas a trabajar en Neuropatología. 

Conservo una tarjeta personal de Fernández Morán fechada el 29 de octubre de ese año 1974. La recibí unos días después de nuestra entrevista. En ella con su minúscula caligrafía me decía: "He estado pendiente de sus trabajos y le felicito por sus recientes trabajos sobre virus neurotrópicos, especialmente rabies; yo puedo asegurarle que próximamente instalaremos parte de mi laboratorio de electromicroscopía en esta región. Desearía mucho hablar con usted, para considerar que podamos lograr una colaboración satisfactoria sin necesidad de trasladarse a Caracas. Perdóneme si sugiero que nos veamos en el Hotel del Lago, cuarto 468, si es posible a las 5.00pm. Reciba un cordial saludo extensivo a su apreciada familia. Humberto Fernández Morán."  Esta, en lo personal es una parte dolorosa de mi historia. Estaba yo convencido de que nuestro sabio Quijote como el Libertador, parecía estar destinado a “arar en el mar”. Esta percepción la había visto venir in crescendo a medida que las dificultades para hacer investigación se multiplicaban en nuestro laboratorio. Los problemas surgían paralelamente a la bonanza petrolera que ya mostraba destellos de lo que habría de ser la llamada "Gran Venezuela". 

En el año 73, Carlos Andrés Pérez ya era el nuevo presidente y la Venezuela Saudita del derroche y del consumismo delirante, emergía plena de proyectos faraónicos, en los que todo hacía pensar que los sueños del científico más importante que había existido en el país, estarían excluidos por razones obvias. Asistí a la cita en el Hotel del Lago. En su habitación, hablamos un largo rato. Me pidió que no cometiese el mismo error en el que él había incurrido años atrás, que no saliese de mi terruño, que irme a la capital era un disparate, pues él estaba convencido, y creo que me hablaba con toda sinceridad, estaba seguro de que a más tardar en dos años ya sus laboratorios estarían instalados y marchando en el occidente del país. A pesar de mi incredulidad no quise ser drástico, callé sobre mis temores y acepté esperar, uno o dos años: serían suficientes, eso le dije, pero internamente tenía el doloroso convencimiento de que otra vez le estaban engañando con falsas promesas.

Aquella conversación, muy sentida, me estrujó el corazón. Busqué con la ayuda del doctor Iturbe una salida Salomónica. Esperé meses durante la tramitación de un año sabático de mi universidad para hacerlo en Caracas. Propuse a un investigador, el doctor Etanislao del Conte para que me supliera al frente de mi laboratorio. Esperé impaciente por los sueños del sabio sin escuchar más noticias. Sueños son, parecían decirme las semanas y los meses. A comienzos del año 1975, ya el Rubicón estaba cruzado. Después de trabajar un año como Neuropatólogo en el hospital Vargas de Caracas, debí trasladarme al Instituto Anatomopatológico de la Universidad Central de Venezuela y logramos con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONICIT) un microscopio electrónico nuevo para desarrollar, entre otros, mis proyectos de investigación con el virus de la encefalitis equina venezolana. Estaba en un Instituto de Investigación de la Universidad Central y, finalmente, interactuaba con patólogos que entendían que la patología ultraestructural era importante.  
       
En el año 1978 tuve la oportunidad de conversar de nuevo con el doctor Fernández Morán. Él, otra vez visitaba a Venezuela. Había estado en Maracaibo en el Primer Congreso de Neurociencias y sus brillantes conferencias eran destacadas en la prensa nacional. Parafraseando a nuestro colega el neurólogo Humberto Gutiérrez, ya estábamos ante un "…lamentable resultado, el que prácticamente hayamos perdido las enseñanzas y la ilustración de este auténtico valor científico nacional…”. Como dijera Acosta Sainges del Libertador, Fernández Morán parecía ser en su tiempo "el hombre de las dificultades."
 
En esos días, supe que estaba en Caracas y me acerqué hasta el hotel Ávila para conversar con él. Yo le conté sobre la ayuda lograda con el CONICIT y le hablé del nuevo microscopio electrónico, de mis colegas del Instituto en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y de los trabajos que estábamos publicando. Sin mucha convicción, porque dudaba sobre las ofertas que parecían hacerle, le ofrecí de nuevo regresar con él si algo se concretaba en el Occidente del país. Fue un mero formulismo; regresar a Maracaibo, era un sueño... Fernández Morán seguía dictando conferencias. "Es de hacer notar, que no es el IVIC quien lo invita", diría Jiménez Maggiolo. En Pequiven y en el Centro Médico Docente La Trinidad, habló sobre Virus Oncogénicos, Biología Molecular, Microscopía Electrónica y la Medicina Clínica y sobre los Bancos de datos, computadoras y satélites. 

Era impresionante, haber podido percibir como a pesar de la importante y privilegiada posición de nuestro científico en el mundo, su destino de Ulises irredento parecía perseguirle. El genial investigador de la NASA, el inventor del cuchillo de diamante, el descubridor de las partículas elementales de las mitocondrias, persistía en sus esperanzados sueños y al hablarme, insistía en que yo debería regresar a mi tierra, pues todo estaba ya dispuesto para él; que estaba casi casi a punto… Con gran respeto y admiración ante aquel hombre genial, asentí ante sus planteamientos, confundiendo la tristeza con la desesperación, y sentí furia contra quienes desde las sombras maquinaban fríamente y comprendía yo que al final impedirían para siempre sus ilusionados proyectos.  En el curso de los años que siguieron a esta conversación, llegaría a enterarme de que el microscopio electrónico del laboratorio del hospital General del Sur de Maracaibo sería abandonado e impunemente destruido, pero esa otra historia, que también lamentable demostraría por escrito en “Desidia vs crimen” uno de los artículos presentes en “Reflexiones de un anatomopatólogo”, un libro de ensayos que finalmente publicó la Sociedad Venezolana de Anatomía Patológica el año 1991.  

Siete años más tarde, en 1985 de nuevo visitando a su ciudad natal, Maracaibo, Fernández Morán hablaría ante los investigadores médicos de la Universidad del Zulia y sobre esta plática, citaré las impresiones de Américo Negrette quien consideró que la ocasión memorable pareció ser "un momento de magia": ... “Escuchando a este hombre en esa noche, viendo el entusiasmo por la ciencia, cualquiera puede ser mezquino, pero solamente los grandes saben ser generosos a tal grado, - el hombre que descubrió las partículas elementales de las mitocondrias... que ha desarrollado adelantos de la tecnología científica que son utilizados por científicos en todo el orbe, bajó del pedestal que le han forjado sus propios méritos, tan llanamente, tan espontáneamente, para estimular a unos hombres simples, - que su grandeza se hizo mayor... Esa será una noche inolvidable, increíble. Ver aplaudiendo a sus científicos, un pueblo que ha sido entrenado para aplaudir solamente a deportistas, políticos y faranduleros, es increíble. Esa es otra Venezuela. Una Venezuela que aunque fuera una noche, hizo posible la magia de un científico grande, la generosa magia de Humberto Fernández Morán." 

En 1986, Fernández Morán regresaría a Venezuela con nuevos proyectos. Esperaba lograr apoyo de la Universidad del Zulia y de la Universidad de Los Andes para crear un Laboratorio de Astronomía que debería estar situado al sur del lago de Maracaibo. Todo era retórica pues la situación política del país no se había modificado. En 1989, en la oportunidad de estar dictando un Curso sobre Ultraestructura de Tumores en un Congreso Iberoameroamericano de Biología Celular en La Habana, me enteré a través de la doctora Haydée de Castejón de la enfermedad que aquejaba a nuestro sabio. Un accidente cerebrovascular en diciembre del año 1988 había revelado una malformación vascular en el cerebro medio y casi nadie sabía mucho sobre su salud. Sus compromisos en la Universidad de Chicago ya habían concluido y Humberto Fernández Morán había decidido regresar a Suecia con su mujer y sus hijas. En 1992, a pesar de sus dolencias que progresivamente iban incapacitándolo para cumplir algunas funciones, volvería al país y en Mérida durante el Primer Congreso Atlántico de Microscopía Electrónica hablaría sobre sus inquietudes de toda la vida. Cito sus palabras: "…La Microscopía Electrónica ha sido y será siempre una disciplina fundamental de todos los ramos del saber humano en este planeta y en el espacio extraterrestre…" …"He tenido la suerte de trabajar en varios continentes y de conocer a casi todos los protagonistas a lo largo de los cinco decenios transcurridos desde los comienzos de estas pesquisas... " …"La obra inmortal de Cajal ha sido continuada por los descubrimientos del argentino Eduardo De Robertis, y por nuestra propia descripción de las fibras nerviosas submicroscópicas, de las vesículas sinápticas, las partículas elementales de las mitocondrias y de otros complejos macromoleculares”.

El 19 de julio de 1995, desde su casa en Suecia, Humberto Fernández Morán le escribiría una carta a su condiscípulo del Colegio Alemán de Maracaibo, Enrique Auvert. En ella le relataba como…: "los inviernos aquí son muy largos, oscuros y fríos". Le comentaría luego sobre sus dificultades para escribir a mano, cada vez mayores. En esta misiva de dos páginas escritas a máquina, el sabio nuevamente se muestra visionario sobre el futuro de la ciencia y de la humanidad. Quisiera concluir, citando algunos párrafos de esta carta que es la del científico a su amigo de la infancia. Estos detalles han sido tomados del libro del doctor Roberto Jiménez Maggiolo y no guardan la secuencia original, pero creo que pueden ayudarnos a cerrar esta sucesión de trágicas vivencias que he enumerado sobre la vida del gran venezolano que fue el doctor Humberto Fernández Morán.

"…Si sabiduría radica en conocer lo vasto de la ignorancia, entonces yo soy bastante sabio, pues soy ignorante experto…"     "…Yo si me he equivocado y eso garrafalmente, pero al darme cuenta he reaccionado; y hasta el final de mis días trataré de rectificar, corrigiendo entuertos…." "…Yo soy optimista, y aunque esta era semi-oscura e inclemente parece negar todo lo positivo del pasado, la especie humana seguirá evolucionando con la ayuda de Dios y pese a los cataclismos planetarios. Lejos de una visión apocalíptica - tan popular en nuestro siglo - creo que el futuro nos reserva desarrollos insospechados. El milenio que se avecina contará con grandes dolores, pero también con profundas alegrías, pues apenas experimentamos un principio en esta expansión cósmica."     "…El haber pasado por este valle de lágrimas, no me ha dejado confuso y desamparado, pues intuyo límites incandescentes donde otros ven barreras…".

Estas palabras plenas de optimismo en medio de tanta adversidad, expresadas al final de su vida por nuestro genial científico, quizás pueden servir para darle fin a esta sucesión de trágicas vivencias padecidas por un gran venezolano, un hombre de ciencia para toda la humanidad, el doctor Humberto Fernández Morán. El 17 de marzo de 1999, fallecería en Estocolmo.

Lo que ocurrió después de su muerte, con sus pertenencias, manuscritos, trabajos inéditos y hasta microscopios electrónicos legados por él a su querida patria Venezuela es también una tragedia. Su herencia fue rechazada sistemáticamente, porque nadie quería hacerse cargo de los costos del traslado, hasta que por fin pudieron llegar sus bienes a manos de la Universidad del Zulia. La verdadera historia es insólita. Estuvieron olvidados en unos "containers" en la Aduana de Maracaibo, expuestos al sol y la lluvia durante meses. En la actualidad, en la Universidad del Zulia, se intenta recuperar parte de la malquerida herencia del sabio, deteriorada por la indiferencia de sus conciudadanos. Es algo ciertamente triste, pero, quisiera creer que sus palabras podrán, de alguna manera servir para mitigar el dolor de lo pasado y para que nunca más olvidemos las crueles realidades de nuestra historia. Ojalá podamos enfrentar, atreviéndonos a aceptar la realidad histórica de nuestro pasado cercano, los retos que el desarrollo científico y tecnológico del país nos depara hacia el futuro, el cual deberá estar, como lo veía nuestro brillante científico, lleno de esperanzas.

Recientemente el doctor José Esparza con Raúl Padrón, ambos calificados investigadores del IVIC, han revisado la historia del doctor Fernández Morán tratando de despojarla de las tantas versiones controversiales alrededor de su actuación personal, así como sobre el tema del premio Nobel y la supuesta negativa del mismo por no haber sido apoyado HFM por su país. Las referencias están en la Gaceta Médica de Caracas para los interesados en ampliar el tema: (Esparza J, Padrón R. Un análisis de la obra científica de Humberto Fernández-Morán, a los veinte años de su muerte. Gac Méd Caracas 2018;126 (4):304-325; Esparza J, Padrón R. La Nominación de Humberto Fernández-Morán al Premio Nobel en Fisiología o Medicina de 1968. Gac Méd Caracas 2019;127(1):29-31)
Finaliza aquí la 3ra y última parte de “¡Fernández Morán!”, en este año 2020. 

Maracaibo, sábado 15  de febrero, 2020
NOTA: En este blog (lapesteloca.blogspot.com) he citado varias veces en diversos artículos al doctor Humberto Fernández Morán: (diciembre de 2014 https://bit.ly/2vevCLN,   enero de 2014 https://bit.ly/2HaQd6q,  https://bit.ly/2UFfOw2, octubre de 2015, https://bit.ly/31BNhJo  abril 2018,    https://bit.ly/39d21B0 noviembre 2018). El texto original utilizado para la realización de este documento, fue presentado como conferencia con apoyo audiovisual dictada inicialmente en : 1-Primeras Jornadas de Actualización Citohistológicas y de Ciencias de la Salud en la Facultad de Ciencias Veterinarias y Agronomía de la Universidad Central de Venezuela, del 21 al 23 de junio del año 2000, en Maracay, Edo. Aragua, Venezuela. 2-Jornadas Nacionales de la Sociedad Venezolana de Anatomía Patológica en Puerto Ordaz, Estado Bolívar, , en octubre del año 2001.3-Conferencia dictada en el auditórium del Instituto de Investigaciones Clínicas en Maracaibo en febrero del año 2002. 4-Festival Juvenil de la Ciencia de ASOVAC en el año 2002, en Maracaibo. 5-Rotary Club de San Francisco, Maracaibo, octubre, 2006. 6-Reunión Anual de la Latin American Pathology Foundation, durante el Congreso Norteamericano y Canadiense de Patología, en Denver, Colorado, EUA, febrero, 2008. 7-Conferencia dictada en el XIII Congreso Venezolano de Microscopía y Microanálisis, en Cumaná, Edo. Sucre, Venezuela, en noviembre del año 2008… Después dejé de apuntar donde decía estas cosas…

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