domingo, 24 de enero de 2016

Historias dentro de las novelas. ¿Escriben los personajes?





      HISTORIAS DENTRO DE LAS NOVELAS. ¿Escriben los personajes?

        El recurso de incluir una o varias historias dentro de la narrativa principal de una novela es antiguo. En “La Odisea” el protagonista se convierte en el curso del relato en el narrador de sus propias aventuras. En el conocido libro de “Las Mil y una noches”, Scheherazada la hija del visir que se ofrece como esposa del sultán desde la primera noche le sorprende contándole un cuento que ella interrumpe antes del alba prometiendo el final para la noche siguiente. Así, con muchas historias durante mil y una noches salvará su cabeza. En “El Decamerón” de Boccacio y en “Los cuentos de Canterbury” de Chaucer se reúnen historias una tras otra, las que relatan los florentinos que huyen de la peste, o las de los peregrinos que van a Canterbury a ver la tumba de Tomás Becket; todas son historias de la vida cotidiana. “Don Quijote de la Mancha” escrita por Cervantes es la  novela estelar de la literatura y está constituida por las historias de don Alonso Quijano y de Sancho Panza en su correrías por tierras españolas. Cumbres Borrascosas, de Emily Brontë usa el recurso de intercalar todo una narración ára relatar la historia de Heathcliff y Catherine. Lo mismo se podría decir de Joseph Conrad en el corazón de las tinieblas, o de Frankenstein, de Mary Shelley donde Robert Walton le comentará por carta a su hermana una historia que a su vez le relató el doctor Víctor Frankenstein. Recientemente comentaba en este mismo blog, como Paul Auster escribió “La noche del oráculo” en lo que parece un juego de muñecas rusas ya que nos hallamos ante una novela que dentro lleva otra novela que está insertadas en otra novela. Una historia generará otra historia, y ésta a su vez originará otra historia, y ésta otra, en un interesante movimiento continuo. Es una interesante y atractiva manera de, novelar.

       Quisiera referirme en esta oportunidad a algunas de mis novelas publicadas donde además del recurso de mezclar historias dentro de la trama original de las novelas, presentan un detalle particular, y es suponer que están escritas por un personaje concreto, quien finalmente le hará llegar sus notas manuscritas al autor, quien terminará por publicarlas como si fuese una novela.
1- Al final de la novela “Escribir en La Habana” (Eds de 1994,1997 y 2011), después de un Epílogo esclarecedor, se lee en una nota que señala: “Las anotaciones del doctor Marcelo González, manuscritas en La Habana durante la semana del primero de mayo de 1989, permanecieron en sus manos y sin hacerse públicas hasta el mes de diciembre de 1993, cuando por un azar del destino tuve la suerte de poder revisarlas”.
2- En las dos últimas novelas publicadas por la Editorial elotro@elmismo, “Ratones desnudos”(2011) y “El año de la lepra”(2012), se puede observar una modalidad semejante.
 En “Ratones desnudos” el personaje se llama Hernando Salazar, un comunicador social, sociólogo y ensayista, que intenta descifrar el misterio de los ratones desnudos en un desaparecido instituto de investigaciones (el INP). Salazar regresa al teatro de los acontecimientos diez años después para indagar sobre el INP y entrevistará a varias personas hasta reunir una amplia documentación como resultado de sus entrevistas, la cual discute con el autor, su amigo, y ambos transcribirán el producto de las notas manuscritas, que se transforman en varias historias sobre los entrevistados y escribirán la novela a la limón. Al final señalan la decisión de que la autoría la asumiría uno de ellos, quien previamente ya había publicado un par de novelas…
3- El Capítulo 2 de mi novela “El año de la lepra” comienza así: “Mi nombre es Alejo Plumacher y estoy decidido a escribir”… No tengo otra salida. Lo voy a hacer. Es mi decisión. Tengo que atreverme. Comenzar, pareciera ser siempre lo más difícil… Me veo en la imperiosa necesidad de poner por escrito ciertos hechos que involucran mi historia personal, y sé que el hablar conlleva riesgos, pero callar sería imperdonable. No lograría aplacar la voz de mi conciencia”… Además de las diversas historias, en esta novela existe un diario íntimo y Plumacher más adelante señalará que le preocupa su decisión de utilizar el diario de su mujer (Ruth Romero) para darle cuerpo a lo escrito. Finalmente ya en el último capítulo, a pesar de su desorden natural y de sus etapas depresivas, llegará para Alejo Plumacher el momento cuando su novela sobre el médico de Cumaná pareció estar lista para la imprenta, y será esa historia verdadera novelada, sobre Luis Daniel Beauperthuy la que se leerá en los capítulos impares de la novela “El año de la lepra”. El trabajo de Plumacher será compilado por otro personaje Arístides Sarmiento, quien aclara que estará incluyendo retazos del diario de la mujer de Alejo, y como él dice, lo que ha “garrapateado” en sus cuadernos. Igualmente señala que ha utilizado la trascripción de algunas grabaciones suyas en cintas magnetofónicas, y varias resmas de papel escritas de su puño y letra. Terminará insistiendo en que escribe desde un pequeño pueblo en el Norte de Santander, y al final, todavía hay una nota indicada como, Nota del autor que dice: “el manuscrito del profesor Arístides Sarmiento recibido en el mes de febrero de este año 2011, “el año de la lepra”, ha sido enviado a publicación sin hacerle modificaciones de fondo”.
       Finalizo esta retahíla de comentarios explicándoles que pensé pudiesen ser de interés sobre el tema de la creación literaria, y en concreto, de la escritura de novelas. Vale recordar que la literatura, según decía Oscar Wilde, “es el arte de mentir”, frase ésta que resume una gran verdad sobre el escritor y especialmente de quien escribe novelas, pues tendrá siempre en ellas, el poder o la opción de ser él y ser otro. El ejemplo del personaje narrador que aparece inmerso en la misma novela es un buen ejemplo. En esa búsqueda de cuanto haya que imaginar, y para acometer la empresa de escribir la novela, solo se posee un instrumento, y este será el lenguaje. Goethe, señalaba que todo ya está dicho, y lo difícil es saber cómo decir esas mismas cosas otra vez. Por estas razones, el planteamiento de cómo escribir, no siempre resulta sencillo, pues no basta con repetir historias, no se trata de volver a decir ciertas cosas, hay que escribirlas y para cumplir ese cometido habrá que hacerlo de un modo especial buscando siempre un nivel de excelencia en el lenguaje. No se trata de “echar cuentos”. El asunto es más difícil. No es “como decirlo”, se trata de “como escribirlo”. Por eso hemos repetido que escribir literatura es un oficio que requiere mucho trabajo y en particular en el caso de las novelas, el cometido debe ser cumplido con paciencia, resistencia y mucha pasión.

Maracaibo 23 de enero del año 2016

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