Javier Marías Franco (1951-2022) escritor, traductor
y editor
español,
quien fuera miembro de número de la Real Academia Española
desde 2008 hasta su fallecimiento el año 2022, y de quien hablamos en este blog
(https://bit.ly/3RU8Qhz) lapesteloca en septiembre de ese año 2022,
publicaría un libro “Vidas escritas”(Santillana
SA 2002) sobre divertidas y melancólicas historias en la vida de varios
escritores, un texto sazonado con pintorescas anécdotas.
Para lograr este nutrido catálogo,
el autor se apoyaría en su “Memoria Personal”, una serie de libros escritos y traducidos
por él mismo al inglés sobre William Faulkner (Alfaguara 1967), Joseph Conrad
(Hyperion 1982), Isack Dinesen (Brugera 1984), Robert L.Stevenson (Hyperion
1980), Vladimir Novokov (Alfaguara 1999), Laurence Stern (Alfaguara 1999), Thomas
Hardy (Alianza, 1984) y William Butler Yaets (Alfaguara 1985).
Marías relata como siendo Joseph Conrad un conocido
marinero, pasaría los 30 últimos años de su vida “en tierra” y su carrera
literaria, hecha en perfecto inglés, idioma que dominó mejor que nadie en sus
tiempos, no cuadraba con su lenguaje de marcado acento extranjero. Detalles
como este, en la vida de 20 escritores y de Emily Brönte, se apoyan en una
extensa bibliografía y en la magistral escritura del autor de “Mañana en la batalla piensa en mí”
premio Rómulo Gallegos 1966. Habiendo comenzado hablando de la
pericia de Conrad para escribir en perfecto inglés, voy a circunscribirme a
algunos de los escritores descritos quienes se desempeñaron en su trabajo en el
lenguaje de William Shakespeare.
Henry James
(1843-1916) a quien citamos en octubre de 2017
en este blog, a propósito de su novela corta (https://tinyurl.com/43nk85un) los papeles de Aspern. Era bien conocido por su “técnica del punto de vista”, con análisis psicológicos de los
personajes. Henry James norteamericano, pasó su juventud estudiando literatura
en universidades como Harvard y Cambridge, aunque la mayor parte de su vida
transcurrió entre París y Londres, donde finalmente obtuvo la nacionalidad
británica. Gordo y calvo, dice Marías, que su apariencia era
de teólogo con mirada de hechicera. James, el escritor acostumbraba a pasearse
de un lado a otro mientras dictaba sus libros. Era James también, muy puntilloso
en el lenguaje con horror a una inexactitud o un equívoco, y usaba frecuentes
incisos y paréntesis. Una vez fue a visitar a Flaubert en compañía de Turgienev
y lo detestaría desde aquella ocasión por haberles recibido en “bata de casa”.
James fallecería de 72 años tras una larga enfermedad.
Sir
Arthur Conan Doyle (https://tinyurl.com/mwdr4s8w) fue otro de los escritores británicos
examinados por Javier Marías quien nos relataría como Sir Arthur se presentó en
1900 a elecciones para el Parlamento y perdería tras una campaña desatada en su
contra recordándole que había nacido católico y que había estudiado con los
jesuitas. Fue un defensor a ultranza de “la mujer”, insistiendo en que “ninguna
mujer es fea”. Su primera esposa (Touie) padeció de tuberculosis. Sir Arthur se
casó luego con Jean Lackie y la hizo “Lady Conan Doyle”, aunque nunca desamparó a Touie en su enfermedad.
Conan Doyle terminaría por convertirse en su propio personaje: Sherlock Holmes
y fallecería a los 77 años, siempre muy enamorado de Lady Lackie.
El otro escritor británico cuya vida fue comentada por Javier Marías en su Vidas Escritas fue Robert Louis Stevenson sobre quien hemos escrito en este blog en varias ocasiones desde 2017 (https://tinyurl.com/mth64erf ). Los conflictos familiares y una salud precaria con hemorragias pulmonares, hizo de Stevenson un viajero incansable. En 1876, a los veintiséis años, en Francia conoció a Fanny Osbourne, y fue a buscar a la señora en California cruzando en trenes los Estados Unidos.
Su obra, especialmente novelística, tendrá mucho que ver con sus viajes por el mundo. Tras casarse con Fanny, ella se transformó en su enfermera y aya. Ya al final de sus días en los Mares del Sur, estaría cuidando su deteriorada salud. Dice Marías que “el Mal” le interesó siempre y no rehuía compañías por lo que hubiesen hecho. También después del éxito de La isla del tesoro les enviaba dinero a sus amigos necesitados. Admiraba a Henry James y eran amigos, pocos han leído los ensayos de Stevenson que se cuentan entre los más penetrantes y vivos de su siglo. La historia de su muerte y sus últimas palabras tras ir en busca de una botella de vino se han asociado con su novela sobre Jekyll y Mr Hyde. Su lápida en Samoa reza “… “Aquí yace donde quiso yacer/ de vuelta del mar está el marineo, /de vuelta del monte está el cazador”.
Oscar Wilde es otro de los escritores escrutado por
Javier Marías en Vidas escritas. Tras describir lo repelente de su
aspecto elogiaría su verbo cautivador que ponía “a comer en la palma de la
mano” hasta a sus más grandes detractores. Relata un episodio con el Marqués de
Queesberry, quien hizo del boxeo un “deporte de caballeros”. “El Marqués
Escarlata” lo llamaba Wilde quien se dio el gusto de expulsarlo de su casa con
estas palabras: “Este hombre es el más
infame bruto de la ciudad de Londres y no vuelvas a dejarle entrar en esta
casa: ¡Salga! Al final el Marqués lo llevaría a la cárcel. A pesar de su
aparente blandura, Wilde era un hombre firme. En la cárcel, dice Marías, que
aprendería a tener miedo; ya envejecido y cada vez más sordo, adoptó el nombre
de Sebastián Melmoth pero lo único que nunca perdió fue su capacidad
conversadora. Detalles sobre “el bisexualismo” de Wilde, de su matrimonio y los
dos hijos que tuvo con Constance Lloyd quien luego se casaría con Bram Stoker (de Dorian Grey a Drácula), o sobre su
visita al Papa y detalles sobre su relación temprana don Sir Alfred Douglas
(Bossie) y su De profundis escrito en
prisión fueron aspectos escrutados por Javier Marías en su libro.
Wilde,
como Laurence Sterne y James Joyce habían nacido en Irlanda, pero dadas las numerosas
agudas y extensas citas sobre Wilde en el libro de Marías, he decidido terminar
aquí este artículo del Blog donde resumo
solo parte del acucioso trabajo que desarrollara el escritor español fallecido
en 2022.
En Maracaibo, el jueves 2 de enero del año 2025
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