viernes, 14 de noviembre de 2025

La Salomé de Oscar Wilde


El drama cuenta la historia de Salomé, hijastra de Herodes Antipas, quien, tras el espectacular baile de la danza de los siete velos, le pidió a su padrastro la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja de plata. La mujer fatal, estaba enamorada del santo y ante el rechazo del santo, ella pidió la decapitación por puro despecho.

En la obra se armó un auténtico escándalo tras el beso de una Salome ensangrentada a la cabeza cortada de Juan. El escándalo en Paris no llego a darse en la Inglaterra victoriana hasta cuando la obra se estrenó públicamente en 1931.

Cuando Wilde comenzó a escribir Salomé, finales de 1891, ya era conocido como autor y crítico, pero aún no se había consolidado como dramaturgo. Había terminado El abanico de Lady Windermere , pero aún no se había estrenado, y sus otros éxitos en el West End, Una mujer sin importanciaUn marido ideal y La importancia de llamarse Ernesto, en realidad, estaban por llegar.  Wilde había considerado el tema de Salomé desde sus años de estudiante en Oxford, cuando Walter Pater le presentó el relato Herodias de Flaubert en 1877. El biógrafo Peter Raby comentaría que el interés de Wilde se vio estimulado por las descripciones de las pinturas de Salomé de Gustave Moreau en À rebours de Joris-Karl Huysmans, así como por Atta Troll de Heinrich Heine , la "Salomé" de Jules Laforgue en Moralités Légendaires y Herodiade de Stéphane Mallarmé.

Wilde escribió la obra durante su estancia en París y al año siguiente explicó a un entrevistador por qué la había escrito en francés: Tengo un instrumento que sé dominar: el idioma inglés. Había otro instrumento al que había escuchado toda mi vida, y quise probarlo para ver si podía crear algo bello con él. La obra la escribí en París hace unos seis meses, donde se la leí a unos jóvenes poetas que la admiraron enormemente. Claro que hay recursos expresivos que un francés de letras no habría empleado, pero le dan cierto relieve o matiz a la obra. 

Son famosos los 17 dibujos que Aubrey Beardsley realizó para la obra de su colega Oscar Wilde. Ambos eran un par de dandys ingeniosos que disfrutaban escandalizando y provocando a su paso el asombro y la admiración, o el desprecio y seguramente que también la envidia de sus contemporáneos.

Beardsley era un joven ilustrador irreverente que estaba de moda n Londres y Wilde no perdió la ocasión para contratarlo e ilustrar la publicación de su obra de teatro. El joven literato irlandés escribiría sobre su amigo: Para Aubrey, el único artista que además de mí, sabe lo que es la danza de los siete velos, y puede ver esa danza invisible.

Antes del estreno, las escandalosas ilustraciones le dieron al texto bastante fama y ambos, Wilde y Beardsley quedaron más que satisfechos, encantados. El estilo de Beardsley con grandes áreas en negro, o en blanco y con pequeñas filigranas en tinta, estaban influidas por las “estampas japonesas”.

Beardsley fue un excéntrico tanto en lo público como en lo privado. Solía decir: "No tengo más que un objetivo: lo grotesco. Si no soy grotesco, no soy nada." Wilde decía que Beardsley tenía "un rostro como un hacha plateada y cabello verde hierba"​ Beardsley era meticuloso en su vestir: trajes de color gris paloma, sombreros, corbatas y guantes amarillos. Se presentaba ante su editor con chaqué y zapatos de salón. Aunque se asociaba a Beardsley con la camarilla homosexual que incluía a Oscar Wilde y a otros miembros del esteticismo, los detalles de su sexualidad siguen en duda. W. B. Yeats, que lo conocía bien, afirma en sus Autobiografía, que él no era homosexual.

En muchos aspectos se estaba quebrando la sociedad mojigata de la época victoriana para ingresar en el ambiguo y caótico, aunque fascinante siglo XX y quedarían las ilustraciones que plasmaban lo escabroso del argumento a pesar de lo moderno de la temática.

La Salome de Wilde con la no menos escandalosa Salome, la opera de Richard Strauss, iba a crear una combinación terrible Wilde/Strauss/Beardsley que se iba a convertir en una leyenda.

Richard Georg Strauss (1864-1949) era alemán y fue un compositor y director de orquesta quien en 1905, produjo su ópera Salomé basada en el drama de Oscar Wilde y la reacción  del público fue tan apasionada y extrema cuando se estrenó en la Ópera del Metropolitan de Estados Unidos que tuvieron que cancelarse las presentaciones posteriores. Sin embargo, la ópera fue exitosa en otras partes, llegando incluso a darle los suficientes ingresos a Strauss para financiarse su casa de Garmisch-Partenkirchen

Aubrey Vincent Beardsley (1872-1898) ​ artista pintor e ilustrador británico, fue un notable crítico de la sociedad victorianasatírico e implacable, ya que su obra despertó admiración y escándalo. Después del escándalo, con la Salome de Wilde, el único editor que le quedaba a Beardsley era Leonard Smithers, especializado publicar cosas que los demás tienen miedo de tocar como Lisistrata, la sátira antimilitarista de Aristófanes, más escandalosa a finales del XIX que cuando fue representada por primera vez en el 411 a. C.

Beardsley dio rienda suelta a su creatividad ilustrando esta apología de la paz con una huelga sexual de las mujeres atenienses para acabar con la Guerra del Peloponeso. Una verdadera orgía de erotismo y mucho humor de la Antigua Grecia, dibujada por Beardsley en blanco y negro.

Quien fuera uno de los mejores ilustradores de la historia, moriría de tuberculosis con sólo 25 años poco después de realizar estos dibujos.

Para lapesteloca, en Maracaibo, el día viernes 14 de noviembre del año 2025

jueves, 13 de noviembre de 2025

Queso frito


En una onda de verdades, el pasado lunes tocaríamos el tema del queso, y de eso, del queso- sin regresar a los malandros -vengo a conversar hoy jueves sobre mero queso-, De esta manera, al retornar con reminiscencias del pasado lejano, sin retomar actuales “malandrajes” (que existen y se repiten como “marullos”) quiero, que sean los quesos el tema actual que es  por demás, muy maracaibero…

El queso Palmizulia es originario del Estado de Zulia. Es un queso fresco, esponjoso, semiblando y con numerosos ojos aromáticos de fermentación muy característicos, de corteza húmeda con color amarillo tenue y con olor láctico y algo acidificado.  Su textura en boca es semiblanda, es algo elástico y es muy jugoso y fresco al paladar con un sabor suave, lechoso y láctico de yogur. Se ha dicho que posee una acidez característica y un regusto afrutado que nos recuerda a avellana fresca.

Hay Quesos duros y Quesos semiduros; hay el Queso telita: originario de los Llanos venezolanos, y el Queso de mano que es uno de los quesos más populares en Venezuela famosos los producidos en el Estado Guárico, y es muy común como acompañante de las cachapas. El Queso de trenza: generalmente es fabricado con leche de cabra y leche de vaca. Existe el Queso palmita con un sabor característico y se consume a temperatura ambiente. La textura es algo blanda y al morderlo suelta suero.

No olvidemos  La Cuajada andina que se obtiene a través del cuajado de la leche y El queso paisa que es también originario del Estado Táchira, y su nombre es una metonimia por la marca comercial Paisa. El Queso llanero es un queso duro que tiene un alto contenido de sal, y el Queso de año es un queso madurado, tradicional, típico del llano venezolano, con un rico e intenso sabor y algo salado. El Queso Santa Bárbara se distingue por su suavidad y escasez de sal. El Queso crineja es un queso hilado, sin corteza, fabricado generalmente en forma de trenzas.

Venía yo hablando ya casi fastidiosamente de los quesos, más debo recordar que “estar enquesándose” en nuestro léxico es estar apropiándose de dinero ajeno. Todos sabemos que hay queso rallado y que puede existir algo tan especial como el queso frito… Al decir quesoquetada entramos en la onda de las verdades y volveremos al Maracaibo de ayer, y con unas canciones, el aroma a queso frito trajo a mi memoria el señor Malangone.  

Después de una noche de cervezas, usualmente acompañadas de canciones, que no solo están para rimar con Malangone, llegábamos insuflados de música, precisamente “a que Malangone”. Este “a que” lo usamos los de por acá, y lo sabe, tutilimundi, que es para indicar un sitio de pertenencia, o sea, la casa. La casa de Paco es, “a que Paco”: pero la casa de Malangone estaba en la mera avenida Bella Vista, por allá, por el templo del Corazón de Jesús… Ya si vos queréis y te ubicáis, será mejor así…

Malangone era un italiano más que robusto, grandote, con un mostacho característico y tenía un carrito ambulante para vender arepas de pernil, que como decían sobre Helene Curtis “eran su especialidad”. El secreto del carrito residía en la palangana, realmente era una olleta que llena de aceite hirviendo que hacia ebullición en el mero centro de aquella cocina rodante. Las arepas de pernil con su “piazo e queso frito” dentro salían crujientes y con unas lechugas y tomates o sin ellas, al gusto de los consumidores, eran una maravillosa delicia gastronómica.

Las arepas de Malangone fritas con queso era ideales para comerse varias… ¿Cuatro, o cinco? Se hacían indispensables para rematar una noche de matizada con canciones y cerveza. En ocasiones, como éramos varios los trovadores, le colocábamos una caja de cartón encima de la maleta del auto y sobre ellas iba Malangone colocándonos las arepas y si éramos tres o cuatro, le dábamos viaje a razón de 4 o cinco cada uno, para quedar “como Crucita, hasta la hoyita”…

¡Miarma, tantas! ¿Y no les hacían daño?  ¿Cómo vais a creer? ¿No dizque vos no comías cochino? Sí, pero el de Malangone era otra cosa. No sé si sería por el queso-frito o más bien porque antes nos habíamos disparado sopotocientas cervezas que tenían que estar como “culoefoca”, seguramente por eso, y es porque como decía Cantinflas “Ahí está el detalle”… Todo aquello, como ven, era un asunto de temperatura; heladas las cervezas, y el queso en las arepas… ¡Frito e bola!

Estas reflexiones alrededor del queso y de las arepas, deberían terminar musicalmente y ahora ante la desaparición de todas aquellas delicias culinarias relatadas, hace ya más años que el cirullo, o quizás que el cimborrio, pero habrá ahora quien quiera inventarse unas nuevas canciones del tipo “Maracaibo nights” (al gusto de algún influencer actual) aunque mejor musicalizaremos aquella que sonaba desde antes sobre las “Noches de Maracaibo, que no podré olvidar”.

El impacto práctico de todo esto que he descrito, desde lo de los quesos hasta las arepas de Malangone, ofrece una explicación medio convincente, si les digo que: “de repente me siento mayor” (¡con tantas jaibas!) y el 22 si Dios quiere, cumplo 86… Sabemos que nuestros sistemas biológicos paulatinamente están sujetos a cambios, y podríamos anticiparnos cuidando más la salud metabólica, cardiovascular o inmunitaria justo antes y durante periodos claves. ¡Ojo con la cabeza de sus femurs!…

 

El conocimiento de patrones ya sabidos, nos permitirá mirar el envejecimiento con otros ojos, y a medida que se amplíen los estudios longitudinales y se integren más capas de análisis molecular, podríamos incluso anticipar con cierta precisión cuándo está a punto de producirse algún salto biológico individual. Finalmente, cuando ya sabemos que nuestra vida no es solo un lento cuesta abajo, sino una serie de etapas estables, interrumpidas por lo que pueden ser momentos de cambio profundo, el secreto para envejecer mejor podría estar en prepararse para saltar cuando llegue el momento de hacerlo.

 

Retrospectivamente puedo decir que, sé que nací en el hospitalito, al lado de la Basílica, en noviembre de 1939, y que mi abuela vivía en la calle derecha a dos cuadras del convento y mi padre trabajó siempre en la Plaza Baralt; de modo que desde niño aprendí a querer a Maracaibo, con esa dosis suprema de regionalismo que nos caracteriza y además, “siempre he estado jochao” por eso. Cuando comencé a estudiar Medicina en la Universidad del Zulia tenía 17 años y me gradué 6 años después, en 1963. En 1971, cuando nos visitaría personalmente el doctor Fernández Morán, se organizó el 1er Simposio Venezolano de Patología Ultraestructural y ese mismo año, durante el VIII Congreso Latinoamericano de Patología en el hotel del Lago, presentaríamos trabajos con el microscopio electrónico (ME) del Sanatorio en aquel evento latinoamericano, cuando conversando con JTNúñez Montiel decidimos usar el ME para examinar el cuello uterino de sus pacientes criollas.

 

Para aquella época, y durante varios años, el cáncer del cuello uterino era la primera causa de muerte por cáncer en la mujer venezolana. En el siguiente Congreso de la Sociedad Latinoamericana de Patología, que se dio en 1973 en Mérida, Yucatán-México, demostramos la presencia del virus del papiloma humano (VPH) en el cuello uterino y señalamos tempranamente y por primera vez, la importancia que este virus tendría en el cáncer cervical.

Hasta aquí, por hoy, ya que no tiene sentido volver a relatar cosas que de todos son conocidas y fastidiaría con la repetición, pero nunca olvidemos que, si bien el queso frito puede ser delicioso, enquesarse, tiene un significado entre nosotros, diferente y de corte delictual.

En Maracaibo, el jueves 13 de noviembre del año 2025

miércoles, 12 de noviembre de 2025

Mi agradecimiento reiterado.

 

En el mes de diciembre del año 2019 escribí en este mi blog (lapesteloca) un artículo rememorando anécdotas personales sobre algunas de mis colegas, profesionales anatomopatólogas a quienes tuve la suerte de conocer mientras eran residentes del Curso de Postgrado de Anatomía Patológica en el Instituto Anatomopatológico (IAP) de la Facultad de Medicina en la Universidad Central de Venezuela. Hace dos años en noviembre de 2023 de nuevo reiteré esas palabras que hoy dos años después voy a repetir, para que las relean si lo desean quienes tal vez ya lo hicieron.  

Hoy, es cada vez más triste situación socio política y económica del país en este siglo XXI. El deterioro de la asistencia pública sigue atravesando una sostenida crisis y la mayoría de los ciudadanos tratan de sobrevivir con sueldos de hambre en medio del padecimiento de las enfermedades. Parece un contrasentido recordar gratas vivencias de colegas quienes ya son desde hace más de 25 años especialistas en Anatomía Patológica. pero al rendirles tributo por su tesonera labor, seguro estoy de que no desmayan por ser cada vez mejores especialistas.

Nuestra especialidad médica se ha visto reducida en número por la migración de muchos brillantes colegas hacia otras latitudes en busca de mejores oportunidades. Son muchos los países de Hispanoamérica donde brillan con luz propia nuestros patólogos. Aquí la Asociación que nos agrupa, tras una década de inactividad, nos obliga a imaginar medidas que nos permita protegernos del intrusismo que existe en esta difícil y compleja especialidad médica. Hemos convenido en que tenemos que proteger a los pacientes con cáncer de las consecuencias de que quienes dictaminan diagnósticos sin ser los médicos especialistas preparados por nuestras universidades.

Afortunadamente este año (2025) ya tenemos una nueva Junta Directiva. Con nombres propios sin apellidos comenzaré por Yanina, quien siempre fue explosión de risa y simpatía. Ella nació en Aragua de Barcelona “la Atenas de Oriente”, y siempre tuvo una chispa especial para presagiar las ideas, antes de nacer y ya ella venía de regreso con alguna feliz ocurrencia. Yanina casada con Héctor de su mismo pueblo, siguen en los llanos apureños y su recuerdo me transporta a orillas del río Arauca escuchando arpa, cuatro y maracas...

Cuando Antonieta, llegó al postgrado de Anatomía Patológica, había sido representante estudiantil ante varios Consejos de la Facultad de Medicina y sería miembro del Consejo Técnico del Instituto brillando en la defensa de sus compañeros de curso y con seguridad sus impresiones eran siempre certeras, Antonieta, inseparable amiga de su compañera y colega Margarita, fueron un ejemplo de amistad solidaria a toda prueba. Admiré el gran corazón de Antonieta quien brillaría después en su ejercicio profesional y durante varios años dirigiría el Servicio de Patología en un famoso hospital oncológico de la capital.

Así como existió el “dúo dinámico”, de Antonieta y Margarita, también AnaElia e Ivonne fueron inseparables. Ivonne y AnaElia, se asociarían al salir del postgrado, como lo harían también las doctoras Gracia “sinceramente” y su compañera “Colmenares” quienes juntas instalarían también eficientes laboratorios de Patología en la capital. El tiempo ha transcurrido y Benjamín, mi dermatólogo quien había sido novio desde niño de Ángela una de nuestras muy eficientes residentes, carita de muñeca quien trabajando en el Oncológico, vencería en  una lucha mediada por interferón, doblegando al virus C de la hepatitis. Benjamín presidente de la Sociedad de Dermatología como excelente músico, nos acompañó en vida muchas veces con el cuatro cantando en el IAP. Ángela brilla ahora en Chile donde como Gracia, y Adriana y Vero, son todas ellas talentosas patólogas venezolanas en la nación austral.

Carmen Cecilia siempre en el postgrado elevaría el rating de las calificaciones de su grupo en competencia con JuanCarlos, un chamo excelente quien también nos dejara hace ya varios años, a quien le sobrevive su hija, quien es ahora también una joven patóloga. Carmen Cecilia nuestra neuropatóloga venezolana, es discípula del queridísimo Jesús Enrique (Henry) González. Recuerdo que por Teresa, luché para que, al finalizar su postgrado, se quedase en el IAP pero era tan dulcemente inteligente que le temían algunos “profesores”, por eso se marchó a la Escuela Vargas desde donde sigue brillando!

Son interminables las historias de mis inolvidables discípulas doctoras de quienes ante el microscopio pude evaluar la sagacidad de sus mentes y la precisión de su memoria visual en el intrincado mundo microscópico para tejer diagnósticos precisos, siempre sorprendentemente acertados. Recuerdo la dedicación y el interés de Sindy con quien ganamos un premio Luis Razetti del Colegio de Médicos, la risa explosiva de Marilú, la religiosa constancia de Crisaida, sin ser “regañona” como Luisita “naturalmente contestataria” a quien quise amansar y la acuciosidad de Irma que la llevaría a dedicarse a la citopatología. Irma era parte de una pléyade de doctoras venidas desde Valencia y sus inmediaciones quienes descollarían en el ejercicio de la especialidad.

Las valencianas dejaron indeleble huella en el IAP y aunque sé que se me escaparán muchos nombres, las ejemplifico con Milagro “la negra” recientemente fallecida y su compañera Manola, que durante muchos años fueron las reinas de la patología del Estado Carabobo. De Valencia y en la Chile, actual Verónica a quien como “los caramelos de cianuro” le pedíamos que despertara al nacer el día, y La Nela, a quien antes de recontratatuarse la conocíamos como La Catira Regional; tantas otras patólogas como Elsie y Janira, todas de la ciudad del lago de límpido azul, crearon un emporio de la patología femenina.

Laura, fue la primera mujer presidenta de la SVAP, y ella siempre será la patóloga de Maracay aunque panameña de nacimiento, Laura había logrado cuanto se proponía, con su delgada y siempre elegante figura, Laura al iniciarse como presidente de la SVAP hizo publicar mi varias veces antes rechazado libro “Reflexiones de un anatomopatólogo” que bautizaría con el apoyo de la Universidad de Carabobo. Laura, salvó también a la SVAP con el respaldo de su presencia y su contribución instalando varias veces Jornadas de emergencia en sus predios aragüeños.

He mencionado dúos de doctoras quienes durante sus estudios de postgrado hicieron historia, pero existieron también tríos; e hizo historia el de MariaElena, Mirian y MaríaTeresa (LaNena), eran jóvenes doctoras de esta tierra venezolana con sus variados ancestros; de MariaElena en tierras de Caripe, LaNena de las orillas del lago de Coquivacoa, y Mirian con del mero corazón del país, en San Sebastián de Los Reyes. Mirian Josefína, formó parte de quienes fueron como los 3 mosqueteros de Dumás, todas para una y una para todas. En lo personal Mirian fue muy especial, pues atravesó el embarazo de su primer hijo varón en paralelo con la llegada de nuestro Pablo Antonio, el primogénito de Saudy. Al trio a menudo se le asociaba Kelly quien con una gracia irresistible, nos decía a sus maestros, los “insen”, abreviando con ello su calificación de “insensatos.

Virginia haría una crisis de hipertiroidismo durante su postgrado y Judith linda portuguesiña venida de la Escuela Vargas, hacía unos desmayos aparatosos que asustaban a todos en el postgrado, no tanto como el emocional “vomito en escopetazo” de Paulina. Las enfermedades de los hijos de las médico-residentes siempre fueron una fuente de preocupaciones que viviríamos por muchos años... Cuando la pandemia del SIDA, hubo tantas historias que mejor me refiero tan solo al interés por preservar la memoria escrita de aquellas difíciles y tan temidas autopsias. MariaEsther y Sindy, Crisaida e Ivonne con otras muchas residentes hicieron el esfuerzo de reseñar en publicaciones sus observaciones macro y microscópicas.

Soraya era dulce como la miel de los cañaverales de la misma tierra de Cheo y de Yaneida, y muy amiga de Soraya siempre fue Cathy, la pequeña gran trabajadora pioneera de la inmunohistoquímica diagnóstica en el país, y es imposible no recordar cosas tan inolvidable como “los chimentos” que el gran maestro JoséAngel  les ofrecería a Vicky y a Mirian, justo al lado” de Cardio,

Había una doctora especial, Lesbia, bella y muy competitiva, tan brava que sus compañeros la apodaban “crotálica”, quien ahora brilla ejerciendo en el Ecuador. Nunca supimos por que  Norma desapareció al terminar su postgrado, pero quien la conoció jamás pudo olvidar la belleza y la paz que irradiaba su presencia. Yo conocí a una doctora con pinta de niñita, quien era capaz de recitar decenas de poemas, y Dilcia era, como Josefina, Samaris y Lila la famosa cardiopatóloga, todas bellas “guaras” representantes de la ciudad de los crepúsculos.

Me he extendido demasiado, y hasta aquí llegaré hoy, porque es preciso afirmar que si no hubiese sido por ellas y por muchas otras a quienes me es imposible nombrar por meras razones de espacio, el IAP de la UCV no hubiese sido el semillero de tantísimas excelentes especialistas que se formaron en el ejercicio de ésta difícil especialidad médica.

Me felicito por haber tenido la suerte de conocerlas y haber podido compartir unos años de sus vidas. Vayan en estas palabras nuevamente escritas, las gracias para todas y cada una de mis queridas discípulas.

Maracaibo, miércoles 12 de noviembre del año 2023

martes, 11 de noviembre de 2025

Misión cumplida…

En la Hamburgergasse, que es una calle perdida de un barrio aledaño de Viena, existía un local con el nombre de Macondo en el año 1987 cuando nos acercamos hasta aquel lugar y les puedo asegurar que no era otra cosa más que un pequeño establecimiento gris, con apariencia de restaurante, donde según el aviso sobre la puerta, “Macondo” decía, algo tendría que esperar por nosotros quienes llegábamos atraídos, no tanto por el recuerdo de los Cien años de soledad de García Márquez, sino porque allí debería esperarnos una “catirita simpática”.

Así fue como penetramos en aquel local con escasa luz que dejaba entrever varias mesas en un cálido ambiente de tonos ambarinos. Pronto comenzábamos a detectar grupos de jóvenes que imaginé, no sé por qué, estudiantes, tal vez de diversas nacionalidades, lo pensé o lo pensamos, y era que arribábamos a aquel sitio, mi amigo Hernando y yo, mientras como en un murmullo, todos parecían estar hablando y no en castellano ciertamente, quizás en alemán, o en inglés, francés y quien sabe en cual otra jeringonza, mientras nosotros avanzábamos pensando que estábamos en una especie de Macondo internacional. Fue entonces, cuando ¡sonó la música! Una guitarra nos dejaba escuchar su rasgueo y yo imaginé que Sevilla tendría que ser 

Hernando siempre inquieto, prontamente indagaría y se enteró de que el dueño del local era un chileno y ante nosotros apareció su hija con unos ojos muy grandes y muy negros y sus mejillas coloradas. Ella era Marisol quien sonreía constantemente y a pesar de la ausencia de la catirita Claudia Hirsch, era muy agradable ver sonreír a una joven de ojos muy grandes y muy negros en la Viena de Strauss… Ella, Marisol, sonríe bonito y su mirada parecía brillar, para mí… Entonces conversamos…

Varios meses atrás, su marido quien era un persa grandote, muy corpulento y bien parecido, un día descuidó su salud…  Aquella historia que nos contaría Marisol, fue la del persa que tenía un furúnculo en la mano, y le dio mucha fiebre y se murió súbitamente... Nosotros, sorprendidos, ambos patólogos latinoamericanos nos dijimos, que era una curiosa patogenia y le aclaramos a la joven viuda que posiblemente Hazim hizo una endocarditis bacteriana y un shock séptico… Hernando y yo estábamos reorganizando la triste historia clínica del difunto persa cando le señalábamos a Marisol que no es lo mismo un furúnculo en una mano que en la nariz, donde el peligro es mucho mayor al no tratarlo a tiempo, es mucho peor…

Así fue como nos enteramos que, hora Marisol vive con sus padres y sus dos hijos, el de año y medio parecido a su padre, pero con la mirada de la madre y el pequeñín, la guagüita de tan solo de tres meses… Pero en Macondo, el restaurante del viejo chileno, hay música todas las noches, aunque no son los valses de Strauss, allí estaba un melenudo franchute, quien parecía intentar hacernos sentir aquello que mentalmente yo tarareaba… están clavaitas dos cruces en el monte del olvido, por dos amores que han muerto, sin haberse comprendido… Están clavaditas dos cruces, ay en el monte del olvido, por dos amores que han muerto, que son el tuyo y el mío

Marisol sonríe entonces de nuevo e insiste en que el guitarrista melenudo no es el único. Nos lo dice ella, la propia, quien nos aseguró insistiendo en que siempre encontraremos algo especial en su Macondo. Ella habla como lo chilenita que es, y nos aclara que no tiene ni idea de quien podría ser nuestra misteriosa rubita, la Claudia que ha faltado a la cita. Conocís a una jovencita y criís que va a venir pues!, no seái bobo,¡ huy no me vengai con cosas, pues!, y pucha ientoncis queriís decir que sois doctores… ¿Sí? Huy papito, vengai a conocer los señores, que lis hubiera mostrado el cabrito y la guagüita pues. ¡Puch qui honor! ¿Sí?

Era esta la historia del Macondo mencionado, en aquel barrio lejano de la Viena vieja de Johan Strauss, donde teníamos una cita… Y allí estuvimos varias horas, no sé cuántas, tomando jarras de cerveza, sin escuchar una cumbia, ni una quena, tan solo las cuerdas de la guitarra del mechudo franchute quien intentaba hacerla sonar para decirnos cosas que nos imaginábamos sobre el Barrio de Santa Cruz con su lunita plateada

En realidad, estábamos citados por Claudia Hirsch, la jovencita catirrucia que conociéramos en el viaje hasta a Budapest por un rio Danubio que no era tan azul, pero sobre sus aguas cantamos, y una semana después, la catirita, añorada nunca apareció en Viena, pero supimos que, en las otras noches de aquel Macondo vienés, se escuchaba también la quena y el tamborcito del altiplano andino. Entonces recordé unas palabras en quechua escuchadas en la boca de la muñequita Claudia, nuestra guía turística, quien no apareció en Macondo...

Ahora está finalizando un concierto. Pero es música de Mozart… Siento que volamos, a una altura de qué sé yo cuantos pies, miles...  May I have a beer, please?, oui, dankz… ¿Dankenschen? Biar, beer, bear, el oso y la birra, “que chabocha” ¿Como en casa, el oso y las polas?

Un sorbito, y está helada, solo un trago, y pienso que aquel periplo austriaco, habría de cerrarse unos días después de lo narrado, cuando en el salón inmenso del Palacio de los Habsburgos, el mismo donde la emperatriz María Teresa recibía las delegaciones extranjeras, bajo una treintena de lámparas con millares de lágrimas de cristal de Bohemia, sobre una gruesa alfombra púrpura para proteger la madera del piso, entre columnas de capiteles dorados, donde los profesores invitados, Karen Ireland, PepeNogales, el profe Kostianovky y nosotros, Hernando y yo, presentamos nuestros casos y entonces, todo fueron aplausos y un gran éxito, así  muy satisfechos, pudimos decir… Misión cumplida.

Para lapesteloca en Maracaibo, muchos años después, ahora el martes 11 de noviembre del año 2025.

 


lunes, 10 de noviembre de 2025

En una onda de verdades


Comienzo este relato y repito en la onda que estoy “desenrollando”, habiendo decidido hablar hace ya un tiempo, sin pelos en la lengua (o “a calzon quitao” si así lo prefieren), y en este caso, lo hago regresando a el tema de la amistad ya frecuentemente comentado en este blog (lapesteloca): vg en febrero 2019, cuando me referí a una “mancheta” de El Nacional que rezaba “Amigo, el ratón del queso”.

He acuñado un dicho que está escrito en mi novela “LaPesteLoca”: “…a los amigos hay que quererlos no con sus defectos, sino por sus defectos”. Es mi opinión con la cual yo planteaba, que los defectos eran precisamente lo que los hacían a los amigos, especiales, diferentes… Luego, en el mes de julio de 2020, personalmente quise hablar sobre mis amigos en un artículo intitulado “Amigos”, al que se puede localizar en el “buscador” del Blog… 

 

Ocasionalmente he hablado sobre profesores universitarios y hoy, siento tener que regresar para mencionar a un personaje de cuyo nombre no quiero acordarme; un “profe” que yo creía que era mi amigo, pero como sabiamente decía Rubén el cantautor panameño “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”, sí señor.

 

Así pues, y a pesar de todo, aquel relato fue escrito para honrar  la memoria de uno de mis más queridos escritores (https://bit.ly/3vWTXiV), uno de mi muy lejana infancia y juventud, el recordado Robert  Louis Stevenson, y cuando pensé en el escritor, decidí ponerle un nombre al “profe”; (ahora lo llaman “doctor” ) pero yo lo denominaría como Jekyll... No es doctor, como el personaje de Stevenson: a Dios gracias...

 

Lo conocí un par de años después de mi regreso a Maracaibo tras largo exilio. En 2006 o 2007, no recuerdo bien la fecha, pero la asociaré siempre con reuniones relacionadas con mi interés como “escribidor” de novelas y con la literatura. Su apariencia era de lo que llamamos ser “buena gente” por lo que nunca dudé de que era mi amigo...

 

Stevenson trata en su novela sobre el desdoblamiento de la personalidad, un aspecto que ya había sido literariamente examinado por otros autores, como el alemán, E.T.A. Hoffmann quien, impresionado por El Monje, de Matthew Lewis publicaría su novela gótica Los elixires del Diablo. Stevenson decidió incorporar en su famosa novela un brebaje que doctor Jekyll se bebería...

 

Resulta que se me antojó comentarle a nuestro vernáculo Jekyll que había terminado de escribir una nueva novela y de inmediato él me ofreció publicarla, en tanto que yo, con cierta suspicacia pensé, que era mejor que no, pues sabía que su editorial estaba cerrada y no quería ponerlo en un compromiso, de modo que preferí ofrecerle una colección de narraciones que tenía represada desde hacía varios años, la cual le hice llegar a su e-mail.

 

“El Dr Jekyll midió unas gotas de la tintura rojiza y añadió una medida ínfima de polvos. La mixtura, que en un comienzo tenía un tinte rojizo, comenzó a oscurecerse conforme los cristales se deshacían, a burbujear audiblemente y a arrojar pequeñas nubes de vapor. De pronto, en un instante, la ebullición cesó y la mezcla adquirió un color púrpura oscuro que poco a poco fue convirtiéndose en verde acuoso”...

 

Eran 39 relatos ya todos antes publicados y “el profe” pronto los revisó y les calculó unas 350 páginas asegurándome que él podría hacer 10 ejemplares en papel bond. Yo sabía que su editorial no estaba funcionando, pero él sin pausa, pero con prisa me dijo que sí, que trabajaría sobre el asunto y sin haber acordado un presupuesto total, ni tener nada por escrito, me dio instrucciones para que comenzara a cancelarle, por partes (al estilo de “Jack el destripador”) y “vía-pronto-pago” directamente depositándole dinero en su cuenta de ahorros...

 

Jekyll se dijo: “Tú que has negado la existencia de la medicina transcendental, tú que te has reído de los que te superaban en saber, ¡mira! Y diciendo esto se llevó el vaso a los labios y se bebió el contenido de un golpe”.


Mi esposa quien es profesora titular jubilada de la universidad, -situación que compartimos ambos-, me advirtió que “ese negocio” era una irregularidad y quiso ver el presupuesto de la empresa u otro inexistente documento para precisar el trabajo de la casa editorial. –Cancelaciones, nunca puede ser a título personal- me dijo, y yo le entendí, pero pensé... Es que Jekyll es mi amigo... ¿Sabes cuál es el costo total? Me lo preguntó ella, pero en realidad ni siquiera eso lo habíamos precisado... Él me pide cancelarle por partes, le dije, y ella de nuevo insistió en que aquello era algo terriblemente irregular...

 

En las dos semanas siguientes y -por partes- llegué a cancelarle a Jekyll en cuotas de 50 US dólares, la cantidad de 6.417,00 Bs que puede no parecer mucho dinero, (actualmente son cifras ridículas) pero… ¡Para un profesor universitario que vive de su sueldo, y de los minúsculos bonos del gobierno, era una suma considerable! Aquello ameritaba una mayor seriedad o claridad, más allá de repetirme: “Deposita otros 50 dólares más”... El profe se ausentó durante una semana y regresó diciendo que necesitaba le cancelara otros 50 US$ que tenía pendientes “para pagarle a sus trabajadores”...

 

Ya en otro tono recibí esta misiva por wasup: “Me preocupa que haya mandado a imprimir una novela y ahora no quiera pagar la edición. Pague su vaina”... Eso sucedería el mismo día de mi cumpleaños 84 en aquel año 2023, ya post pandemia… Recibí una llamada telefónica y entonces ya “el profe” no era Jekyll, era el propio mister Hyde, quien aullaba gritándome textualmente  -“Me pagáis mi verga, viejo coñoemadre”... Escuchando aquel lenguaje prostibulario es difícil comentar mi sorpresa, pero como todo ha quedado escrito -al igual que los comprobantes de los depósitos bancarios- puedo regresar para releer mi respuesta: “Quedará en tu conciencia lo de decirme “me pagais mi verga viejo coñoemadre” cuando traté de explicarte decentemente que leyeras lo escrito... Si lees todo lo escrito verás que nunca has dado un monto total de lo que costarían los 10 libritos. Jamás me lo informaste, (revisa antes de insultar histericamente como lo has hecho)”...

 

Entonces pensé... Hay mucho malandro... Andan por ahí que juegan garrote, hasta disfrazados de promotores culturales y hasta de profesores, y ahora hasta les dicen doctores...

 

Dos días después me escribiría amenazándome de que iba a destruir los 10 libros, -como si aquello tuviese alguna importancia, como si no fuese mucho más grave el haber desvelado en un rapto de insania su personalidad oculta-... ¡Haberme tocado a mí presenciar el fenómeno de Stevenson! Aquella lamentable transfiguración, al ver a Jekyll transformándose en un basilisco para desvelar su oculta calaña de Hyde, en aquella ocasión, sin mediar brebajes burbujeantes, era como para demostrarle al mundo que Stevenson cuando ideó su novela, no estaba lejos de conocer la existencia de estos seres.

 

La desagradable experiencia de comprobar como el profe Jekyll se transformaba en el malandro Hyde, sin necesidad aparente de beberse ninguna poción burbujeante, aquel era un desdoblamiento que se daba solo por “unos cobres”. Muy triste resultaría para mí el espectáculo de ver como aquel “prestigioso profesor” –quien yo juraba era mi gran amigo- sin brebajes -o sea, bueno y sano- era incapaz de controlar su humana condición, e ingresaba al nutrido grupo de los malandrines de oficio.

 

En Maracaibo, el lunes 10 de noviembre del año 2025