El aposematismo (del griego apo "lejos
o aparte", y sema "señal") es un fenómeno que
consiste en que algunos organismos presenten rasgos que son llamativos a los sentidos,
destinados a alejar a sus depredadores. Este
es un fenómeno muy frecuente en la naturaleza.
El aposematismo es una estrategia de
supervivencia usada por numerosos animales (y plantas), la
cual consiste en mostrar los colores más
llamativos y hermosos para indicar su peligrosidad. Así, con esa señal
de advertencia a sus depredadores potenciales: parecen decirles “si me comes habrá consecuencias”.
La “coloración
aposemática” consiste en que los organismos desplieguen colores de
peligro para comunicar a los depredadores que ellos son tóxicos o venenosos y
de esa manera tratar de evitar el ataque; generalmente tienen colores llamativos
y el fenómeno es común verlo en ranas e insectos. Los colores más comunes en
estos organismos son rojo, amarillo y naranja.
La
palabra aposematismo dijimos que se componia de dos raíces
griegas: apo, y sema, que pueden traducirse como
"señales de advertencia". El aposematismo es en un sentido la
antítesis de la cripsis o de camuflaje, y es diferente de la atracción, un fenómeno tan común como el anterior. Cripsis es cuando un ser vivo
presenta adaptaciones que le hacen pasar desapercibido a los sentidos de otros.
Aunque frecuentemente aparezca asociado al mimetismo, se trata realmente de
algo más amplio y en realidad es lo contrario del aposematismo.
Entre los animales es frecuente el aposematismo en especies dotadas de medios defensivos potentes, tales como aguijones o colmillos, o de un sabor desagradable, ya que en los animales el aposematismo es casi siempre defensivo, buscando el reconocimiento como si fuesen más peligrosos de lo que son para engañar a posibles depredadores. El ejemplo más inmediato lo ofrecen las mofetas, mapurites o zorrinos, que con sus colores llamativos avisan de la inconveniencia de aproximárseles. No siempre las señales son visuales: están las serpientes de cascabel, con su distintivo aviso sonoro.
Con sus
inconfundibles tonos amarillos y negros, este pequeño insecto (ver)
nos está lanzando una señal bien clara: tengo veneno y sé cómo usarlo. Este
aguijón (que no es más que un ovopositor modificado) tiene la capacidad de
introducir un compuesto químico de carácter básico (a diferencia del veneno de
las abejas, que tiende a ser de pH ácido) a la vez que realiza movimientos para
ampliar el tamaño de la herida. Con su llamativa combinación de colores, esta
avispa lanza la señal de su peligrosidad a cualquiera que se atreva a
molestarla. No necesita camuflarse, todo lo contrario.
En los animales, el mimetismo acompaña frecuentemente al
aposematismo, implicando a los distintos miembros de un círculo de mimetismo de
tipo batesiano o de tipo mülleriano. En el mimetismo mülleriano,
varias especies (a veces poco emparentadas) comparten un mismo rasgo evitable,
como el veneno, y un mismo aspecto llamativo, lo que facilita el aprendizaje de
esa asociación de rasgos por el eventual enemigo. En el mimetismo batesiano especies
inofensivas “adoptan” el aspecto de otra peligrosa, ganando así cierta ventaja defensiva.
Un ejemplo lo ofrecen las serpientes inofensivas que se asemejan a las de
coral, o las moscas de las familias Syrphidae y Bombyliidae, posándose sobre las flores
para ser confundidas fácilmente con avispas o abejas.
La atracción, es otra cosa, es una
forma opuesta al aposematismo, y es
menos común en los animales que en las plantas. Algunos animales presentan
rasgos que les sirven para atraer a sus presas, como ciertos peces abisales que
agitan delante de su boca señuelos luminosos, o las tortugas caimán Macrochelys temminckii, que mueven la lengua con su boca abierta, lo que
les permite atrapar peces que
la confunden con un gusano.
Dentro de estas peculiares variantes y más raro aún es que un animal busque activamente ser devorado por otro, como ocurre en los parasitos del genero Leucochloridium. Este es el caso de los tremátodos que atraen a las aves hacia los caracoles que tienen por huéspedes intermedios, logrando así infestarlos y los túrdidos, que son aves especializadas en capturar caracoles, son atraídas por los destellos en los tentáculos, producidos por los parásitos. Hablamos de los caracoles en lapesteloca (https://tinyurl.com/26pc65tm) a propósito de “la Guacara” el caracol oriental y esto nos trajo hasta aquí…
Leucochloridium
paradoxum, es un parásito platelminto (o
"helminto") que usa a los gasterópodos (caracoles) como un anfitriones intermedios.
El Leucochloridium paradoxum se encuentra normalmente en
caracoles de tierra del género Succinea (en Europa y América del
Norte) donde infecta los ojos del caracol anfitrión haciéndoles parecerse a orugas
o gusanos y los pájaros los comen creyendo que son gusanitos. Se convierten las
aves entonces en los nuevos anfitriones ya que, en ellas, en su interior,
el leucochloridium paradoxum madura
y pone huevos en su tubo digestivo que más tarde son excretados en las heces
del pájaro. Sobre este extraño caso de aposematismo y del destino de los
depredadores, podemos conversar un rato más aquí en este blog lapesteloca.
Las especies de leucochloridium
paradoxum carecen
de una estructura dura y varían en tamaño y generalmente muestra sacos con
franjas verdes con puntos marrones y negro oscuro. Durante su
desarrollo, el miracidio durante
la primera etapa es largo y claro pero se transforma en esporoquiste, como
sacos que infectan a los anfitriones, los caracol que los han ingerido terminaran
detectando su efecto en sus ojos que palpitan en colores rojo, amarillo y
verde. El gusano en su estado larvario de miracidio, ha viajado
al sistema digestivo del caracol para
desarrollarse en etapas, hasta el esporoquiste.
El esporoquiste crece en tubos largos para formar "sacos" hinchados llenos de decenas a cientos de cercarias. Estos sacos invaden los tentáculos del caracol esos que tienen el ojito en su extremo (prefiriendo el izquierdo), y provocando una brillante transformación de los tentáculos con un aspecto hinchado, palpitante y colorido que imita la apariencia de una oruga o larva. Los sacos pulsan en respuesta a la intensidad luminosa… La infección de los tentáculos de los ojos, inhiben la percepción de la intensidad de la luz. Mientras que los caracoles no infectados buscan áreas oscuras para evitar la depredación, los caracoles infectados tienen un déficit en la detección de luz y son más propensos a exponerse a los depredadores, que serán las aves.
Los túrdidos son
pájaros de plumaje suave, de tamaño medio, viven en zonas arboladas y suelen
alimentarse en el suelo. La mayoría de las especies tienen plumajes grises o de
tonos pardos. El más conocido en Europa es el mirlo (Turdus merula),
cuya especie americana más conocida es el zorzal robín (Turdus migratorius), de pecho
rojizo. Los túrdidos, especializados en capturar caracoles, son
atraídos por destellos luminosos en los tentáculos, en los "cuernos"
de los ojos o en las "orejas" de los caracoles, todos producidos
por los parásitos. En un fenómeno inverso
al aposematismo...
Las aves
son los anfitriones definitivos donde las cercarias
pasan a la etapa adulta dentro de su sistema digestivo. Estas formas adultas se
reproducen sexualmente y ponen huevos que se liberan del huésped a través del
sistema excretor del ave. Estos excrementos son luego consumidos por los
caracoles para completar el ciclo de vida de este gusano parásito.
El
caracol puede parecer muy bonito y es así de hermoso porque está infectado por
el parásito Leucochloridium paradoxum que terminará atrayendo bajo
engaño a mirtos, a zorzales, y a otras aves clasificadas como turdidos, a las
que les encanta comer gusanitos y si son de colores, como los ven desde su
vuelo en los brotados ojos de los caracoles ya radiantes y coloreados por el
parasito Leucochloridium paradoxum, los turdidos pajarillos se los
comen (los confundieron con hermosos y radiantes gusanos) y será en el aparato
digestivo de las aves donde completaran el ciclo los platelmintos invasores
para regresar en sus heces a la madre tierra que los vio nacer. Todo un poético,
o quizás mas bien patético romance natural.
Maracaibo, miércoles 1 de agosto del año 2024
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