jueves, 1 de agosto de 2024

Aposematismo


El aposematismo (del griego apo "lejos o aparte", y sema "señal") es un fenómeno que consiste en que algunos organismos presenten rasgos que son llamativos a los sentidos, destinados a alejar a sus depredadores. Este es un fenómeno muy frecuente en la naturaleza.

 

El aposematismo es una estrategia de supervivencia usada por numerosos animales (y plantas), la cual consiste en mostrar los colores más llamativos y hermosos para indicar su peligrosidad. Así, con esa señal de advertencia a sus depredadores potenciales: parecen decirles “si me comes habrá consecuencias”.

 

La “coloración aposemática” consiste en que los organismos desplieguen colores de peligro para comunicar a los depredadores que ellos son tóxicos o venenosos y de esa manera tratar de evitar el ataque; generalmente tienen colores llamativos y el fenómeno es común verlo en ranas e insectos​. Los colores más comunes en estos organismos son rojo, amarillo y naranja.

 

La palabra aposematismo dijimos que se componia de dos raíces griegas: apo, y sema, que pueden traducirse como "señales de advertencia". El aposematismo es en un sentido la antítesis de la cripsis o de camuflaje, y es diferente de la atracción, un fenómeno tan común como el anterior. Cripsis es cuando un ser vivo presenta adaptaciones que le hacen pasar desapercibido a los sentidos de otros. Aunque frecuentemente aparezca asociado al mimetismo, se trata realmente de algo más amplio y en realidad es lo contrario del aposematismo.

 

Entre los animales es frecuente el aposematismo en especies dotadas de medios defensivos potentes, tales como aguijones o colmillos, o de un sabor desagradable, ya que en los animales el aposematismo es casi siempre defensivo, buscando el reconocimiento como si fuesen más peligrosos de lo que son para engañar a posibles depredadores. El ejemplo más inmediato lo ofrecen las mofetas, mapurites o zorrinos, que con sus colores llamativos avisan de la inconveniencia de aproximárseles. No siempre las señales son visuales: están las serpientes de cascabel, con su distintivo aviso sonoro.

Con sus inconfundibles tonos amarillos y negros, este pequeño insecto (ver) nos está lanzando una señal bien clara: tengo veneno y sé cómo usarlo. Este aguijón (que no es más que un ovopositor modificado) tiene la capacidad de introducir un compuesto químico de carácter básico (a diferencia del veneno de las abejas, que tiende a ser de pH ácido) a la vez que realiza movimientos para ampliar el tamaño de la herida. Con su llamativa combinación de colores, esta avispa lanza la señal de su peligrosidad a cualquiera que se atreva a molestarla. No necesita camuflarse, todo lo contrario.

 

En los animales, el mimetismo acompaña frecuentemente al aposematismo, implicando a los distintos miembros de un círculo de mimetismo de tipo batesiano o de tipo mülleriano. En el mimetismo mülleriano, varias especies (a veces poco emparentadas) comparten un mismo rasgo evitable, como el veneno, y un mismo aspecto llamativo, lo que facilita el aprendizaje de esa asociación de rasgos por el eventual enemigo. En el mimetismo batesiano especies inofensivas “adoptan” el aspecto de otra peligrosa, ganando así cierta ventaja defensiva. Un ejemplo lo ofrecen las serpientes inofensivas que se asemejan a las de coral, o las moscas de las familias Syrphidae y Bombyliidae, posándose sobre las flores para ser confundidas fácilmente con avispas o abejas.

 

La atracción, es otra cosa, es una forma opuesta al aposematismo, y es menos común en los animales que en las plantas. Algunos animales presentan rasgos que les sirven para atraer a sus presas, como ciertos peces abisales que agitan delante de su boca señuelos luminosos, o las tortugas caimán Macrochelys temminckii, que mueven la lengua con su boca abierta, lo que les permite atrapar peces que la confunden con un gusano.

 

Dentro de estas peculiares variantes y más raro aún es que un animal busque activamente ser devorado por otro, como ocurre en los parasitos del genero Leucochloridium. Este es el caso de los tremátodos que atraen a las aves hacia los caracoles que tienen por huéspedes intermedios, logrando así infestarlos y los túrdidos, que son aves especializadas en capturar caracoles, son atraídas por los destellos en los tentáculos, producidos por los parásitos. Hablamos de los caracoles en lapesteloca (https://tinyurl.com/26pc65tm) a propósito de “la Guacara” el caracol oriental y esto nos trajo hasta aquí…


Leucochloridium paradoxum, es un parásito platelminto (o "helminto") que usa a los  gasterópodos (caracoles) como un anfitriones intermedios. El Leucochloridium paradoxum se encuentra normalmente en caracoles de tierra del género Succinea (en Europa y América del Norte) donde infecta los ojos del caracol anfitrión haciéndoles parecerse a orugas o gusanos y los pájaros los comen creyendo que son gusanitos. Se convierten las aves entonces en los nuevos anfitriones ya que, en ellas, en su interior, el leucochloridium paradoxum madura y pone huevos en su tubo digestivo que más tarde son excretados en las heces del pájaro. Sobre este extraño caso de aposematismo y del destino de los depredadores, podemos conversar un rato más aquí en este blog lapesteloca.


Las especies de leucochloridium paradoxum carecen de una estructura dura y varían en tamaño y generalmente muestra sacos con franjas verdes con puntos marrones y negro oscuro. ​ Durante su desarrollo, el miracidio durante la primera etapa es largo y claro pero se transforma en esporoquiste, como sacos que infectan a los anfitriones, los caracol que los han ingerido terminaran detectando su efecto en sus ojos que palpitan en colores rojo, amarillo y verde. El gusano en su estado larvario de miracidio, ha viajado al sistema digestivo del  caracol para desarrollarse en etapas, hasta el esporoquiste.

 

El esporoquiste crece en tubos largos para formar "sacos" hinchados llenos de decenas a cientos de cercarias. Estos sacos invaden los tentáculos del caracol esos que tienen el ojito en su extremo (prefiriendo el izquierdo), y provocando una brillante transformación de los tentáculos con un aspecto hinchado, palpitante y colorido que imita la apariencia de una oruga o larva. Los sacos pulsan en respuesta a la intensidad luminosa… La infección de los tentáculos de los ojos, inhiben la percepción de la intensidad de la luz. Mientras que los caracoles no infectados buscan áreas oscuras para evitar la depredación, los caracoles infectados tienen un déficit en la detección de luz y son más propensos a exponerse a los depredadores, que serán las aves.

 

Los túrdidos son pájaros de plumaje suave, de tamaño medio, viven en zonas arboladas y suelen alimentarse en el suelo. La mayoría de las especies tienen plumajes grises o de tonos pardos. El más conocido en Europa es el mirlo (Turdus merula), cuya especie americana más conocida es el zorzal robín (Turdus migratorius), de pecho rojizo.  Los túrdidos, especializados en capturar caracoles, son atraídos por destellos luminosos en los tentáculos, en los "cuernos" de los ojos o en las "orejas" de los caracoles, todos producidos por los parásitos. En un fenómeno inverso al aposematismo...


Las aves son los anfitriones definitivos donde las cercarias pasan a la etapa adulta dentro de su sistema digestivo. Estas formas adultas se reproducen sexualmente y ponen huevos que se liberan del huésped a través del sistema excretor del ave. Estos excrementos son luego consumidos por los caracoles para completar el ciclo de vida de este gusano parásito.

 

El caracol puede parecer muy bonito y es así de hermoso porque está infectado por el parásito Leucochloridium paradoxum que terminará atrayendo bajo engaño a mirtos, a zorzales, y a otras aves clasificadas como turdidos, a las que les encanta comer gusanitos y si son de colores, como los ven desde su vuelo en los brotados ojos de los caracoles ya radiantes y coloreados por el parasito Leucochloridium paradoxum, los turdidos pajarillos se los comen (los confundieron con hermosos y radiantes gusanos) y será en el aparato digestivo de las aves donde completaran el ciclo los platelmintos invasores para regresar en sus heces a la madre tierra que los vio nacer. Todo un poético, o quizás mas bien patético romance natural.

 

Maracaibo, miércoles 1 de agosto del año 2024 

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