martes, 30 de enero de 2024

La Lepra, en Maracaibo…


Quizás ustedes no lo sepan, pero hasta para fortalecer un régimen dictatorial, la lepra fue utilizada como mecanismo político. La dictadura franquista utilizaba la leprosería para hacer propaganda del régimen en un intento de las autoridades españolas para legitimarse internacionalmente a través de su supuesta obra social. En 1946 la leprosería africana de Mikomeseng, era un recinto vigilado por guardias armados en el que las autoridades franquistas metieron a los 4.000 enfermos de lepra de la Guinea Ecuatorial Española.

Historiadores han documentado las atrocidades cometidas por las autoridades franquistas en esa leprosería, casi un campo de concentración. Las autoridades iban por los pueblos y se llevaban a los enfermos a la fuerza. a la leprosería de Mikomeseng, una especie de cárcel amurallada, y “a las personas con lepra les quitaban sus hijos”. La medicación en la década de 1940 era ineficiente y cruel. En un ensayo publicado en 2016, la profesora Benita Sampedro, especialista en estudios coloniales de la Universidad de Hofstra en Nueva York describió la leprosería de Mikomeseng, como “un miniestado semiindependiente, autocontrolado y totalitario, con su propia moneda de metal”.

Hace ya seis años, en 2019, estando en Mississauga, Ontario, en la periferia de Toronto Canadá, extraje de mi novela, “El año de la lepra” algunos datos de interés que traigo nuevamente para ustedes, ahora en 2024, y he querido hacerlo porque estamos viviendo unos meses difíciles, donde algunos compatriotas ilusionados quienes aspiran por un proceso electoral legítimo parecieran no comprender que ciertamente, las ergástulas del “régimen” si se quiere llamar así a este desgobierno, se siguen nutriendo de presos políticos y de sus familiares y particularmente de militares supuestamente “conspiradores todos”…

“Desde el año 1828 cuando Simón Bolívar, presidente de la República de Colombia ordenó la edificación de un leprosario en la isla llamada “de los Mártires” luego denominada de “Providencia” o "de Lázaros”, dejó establecido que para su funcionamiento se contaría con las rentas derivadas de los derechos aduanales de los barcos que fondearan en La Vela de Coro y el proveniente de las numerosas galleras que existían en el Departamento del Zulia. Con tan solo tres kilómetros de largo por dos de ancho y la forma de una tortuga plana y contrahecha, ubicada a 14 kilómetros frente a Maracaibo y a 3 kilómetros de Los Puertos de Altagracia, la isla se halla ubicada en la margen oriental del lago. Luego de haber transcurrido más de 168 años desde su creación y hará ya más de 35 años desde la decisión de terminar con la política de confinamiento para los leprosos nacionales, en el mes de agosto del año 1985, se decidió la evacuación de la isla de Lázaros en el lago Coquivacoa”.

“Con del advenimiento de las Sulfonas, y en particular de la Dapsona desde la década de los 50 del pasado siglo XX, la resolución acordada por los organismos de Sanidad del país que establecía desde el año 1947 la dispersión ambulatoria de los enfermos del mal de Hansen comenzaría a aplicarse. Al utilizar éstos y otros medicamentos locales y sistémicos, los tratamientos ambulatorios tenían que haber suplantado la política de confinamiento de los pacientes en leprocomios. Estas razones hacían que el lazareto en la isla ubicada a la entrada del lago Coquivacoa, desde ese entonces, estuviese irremediablemente, destinado a desaparecer...

Habrían de ser derribados los 17 pabellones para mujeres y para hombres, los locales para la hospitalización capaces de albergar cerca de un millar de enfermos, las 60 casas para las parejas de enfermos que hacían vida marital, la casa de los médicos construida en 1951, las dos iglesias, una para católicos y otra para los protestantes, la escuela de artes y oficios, el cine, la oficina de correos, la cárcel, el cementerio, las plazoletas y demás estructuras físicas que así como las monedas de uso interno, se fueron organizando en aquella isla”...

La lepra no cesa de verse en el mundo, pero es necesario saber que esta “enfermedad bíblica” es un mal que, aunque se esparce mejor en la miseria, el hambre, el hacinamiento y la ausencia de condiciones higiénicas, es una enfermedad curable. Aunque casi todo el mundo piense que la lepra es muy contagiosa, eso no es cierto. Existe una predisposición genética que hace más probable la infección lo cual puede potenciarse en condiciones de vida precarias, pero en situaciones normales es poco probable que una persona transmita la bacteria a otra.

La clave reside en el diagnóstico temprano. En lugares con carencias sanitarias puede florecer este mal, y uno está obligado a pensar en nuestro depauperado país asediado por enfermedades antes ya desaparecidas… Con la lepra, lo máximo que se puede ambicionar, es diagnosticarla de forma temprana para curarla y evitar las tremendas secuelas que deja si no se trata a tiempo. Porque sí, tiene cura.

Relataré una historia que creo ya he contado en otra ocasión, sobre una jovencita maracaibera que terminaba el bachillerato y esperaba entrar en la universidad, quien tenía una pequeña erupción en la frente que no cedía a los tratamientos locales y un dermatólogo había finalmente decidido hacerle una pequeña biopsia. Llegó la joven con su biopsia incluida en parafina sin un diagnóstico preciso (dermatitis crónica) y cortar el bloque y al mirar los cortes en el microscopio se veía una lesión representada por una severa infiltración linfocitaria. ¿Un linfoma? Al hacerle el estudio de inmunohistoquímica, la mayoría eran linfocitos T por lo que como patólogo comencé a mortificarme. Un linfoma T en la cara quizás extendiéndose a la nariz, era lo que llamaban antes “granuloma letal de la línea media”, podría ser un linfoma de linfocitos T realmente destructivo.

Consulté el caso con un experto dermatopatólogo en USA quién pensó que aquella dermatitis linfocitaria era tan solo provocada por el sol. Cada vez más preocupado, hice más cortes y dos semanas después ya yo estaba insomne y con pesadillas. Mirando de nuevo atentamente y consultando con otro colega logré atenderle a la curiosa infiltración linfocitaria perineural y de inmediato al hacer una coloración de Fite-Faraco detectamos los bacilos de Hansen. ¡El problema diagnóstico estaba resuelto!

Unos días más tarde me tocó decirle a la mamá, con la joven presente, que al fin mis temores de lo que pensé era un terrible linfoma muy difícil de tratar, habían cedido. ¿Eso es algo como cáncer?, me preguntó y… Pues sí, le respondí a la señora, y añadiría que la biopsia de la niña me tenía muy preocupado y hasta desvelado, pero que el resultado mostraba unas lesiones de enfermedad que se curaba con antibióticos y que en la Sanidad le iban a proporcionar el tratamiento. Planteado así, el temor natural a la palabra que nombraba la enfermedad de Hansen, la lepra, cedió y el caso se resolvió favorablemente…

En otras ocasiones he llegado a comentar sobre la importancia y la necesidad de que los médicos anatomopatólogos puedan conversar y logren explicar situaciones difíciles alrededor del resultado de sus investigaciones microscópicas a los pacientes, o sus familiares; en realidad nuestros colegas, y en particular los cirujanos, en ocasiones olvidan que los patólogos somos también médicos y somos quienes estamos encargados de estudiar las causas y las consecuencias de las enfermedades en el organismo y debemos estar capacitados para explicar en detalle sobre las biopsias que examinamos a través del microscopio.

La lepra ha sido un tema ya revisado en este blog lapesteloca en otras oportunidades ( vg: julio del 2019, febrero y noviembre de 2021) y se ha comentado sobre los cachicamos o armadillos, animales que son el reservorio de los bacilos de Hansen y de cómo ellos, pueden diseminar la enfermedad.

Escrito desde Miami en La Florida, para lapesteloca el día martes 30 de enero, 2024.

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