lunes, 4 de diciembre de 2023

Mardonio


En 492 a. C. y en 480 a. C., Mardonio (¿?-479 a. C.), era un noble persa, importante comandante del ejército del Imperio aqueménida durante las Guerras Médicas, en la primera mitad del siglo V a. C. Mardonio era hijo de Gobrias, uno de los seis nobles persas que habían ayudado a Darío I a hacerse con el trono asesinando al ursurpador Gaumata el 522 a.C. Como era habitual en estos casos, la alianza entre amigos quedó reforzada por matrimonios diplomáticos: Darío tomó por esposa a una hija de Gobrias y este se casó con una hermana del rey, Radušdukda, hija de Histaspes.

Si retrocedemos a la primavera de 492 a. C., se había creado una fuerza expedicionaria, que debía ser dirigida por Mardonio, el yerno de Darío. La primera campaña en el 490 a. C., estaba dirigida por Mardonio quien subyugaria a Tracia y obligaria a Macedoria a ser vasallada por los persas. La fuerza comandada por Mardonio consistía en una flota y un ejército de tierra cuyo objetivo principal era castigar a Atenas y Eretria, y como objetivo secundario tenía subyugar tantas ciudades griegas como fuera posible.​

Es probable que Mardonio fuera el primer hijo de Gobrias y la hermana de Darío, ya que tiene el mismo nombre que el padre de Gobrias. Sabemos tambien que Mardonio se casó con una mujer llamada Ardušnamuya, posiblemente en marzo del 495 a. C., contradiciendo las palabras del historiador griego Heródoto de Halicarnaso, quien asegura que Mardonio "era aún un hombre joven que se había casado recientemente con Artozostra, una hija de Darío", en el 492 a. C. Por otra parte, no hay razón para dudar de que Artozostra / Ardušnamuya fuera realmente la hija de Darío y de su amada esposa Artistona.

Mardonio partiría de Cilicia, y envió al ejército a través del Helesponto, mientras él viajaba con la flota y navegaría bordeando Asia Menor hasta Jonia, donde dedicó un tiempo a abolir las tiranías que gobernaban las ciudades jónicas. Irónicamente, dado que el establecimiento de gobiernos democráticos había representado un factor clave en la revuelta jónica, Mardonio reemplazó las tiranías por democracias. Desde allí la flota de Mardonio se dirigió al Helesponto y cuando todo estuvo dispuesto, embarcó a las tropas de tierra para que cruzaran a Europa.

Cuando en el desfiladero de las Termópilas, buscando el tiempo suficiente para asegurar la defensa de Grecia en el istmo de Corinto, el rey espartano Leónicas I situó a unos 300 soldados espartanos y 1000 más de otras regiones y Jerjes les envió un mensaje exhortándoles a entregar las armas. La respuesta fue: “Ven a tomarlas”. Tras cinco días de espera, y viendo que su superioridad numérica no hacía huir al enemigo, los persas atacaron.  Un traidor llamado Efialtes condujo a Jerjes a través de los bosques para llegar por la retaguardia a la salida de las Termópilas. Leónidas decidió dejar partir a los que quisieran marcharse, quedándose él, y su ejército de 300 espartanos y 700 hoplitas de Tespias, firmes en sus puestos. Atacados por el frente y la espalda, los espartanos y los tespios sucumbieron después de haber aniquilado a 10.000 persas. Posteriormente se levantaría en ese lugar una inscripción (Heródoto VII 228): “Extranjero, informa a los espartanos que aquí yacemos obedeciendo a sus preceptos”.

Tras la derrota de Leónidas, la flota griega abandonó sus posiciones y evacuó Atenas, buscando refugio para las mujeres y los niños en las cercanías de la isla de Salamina. Desde ese lugar presenciaron el saqueo e incendio de la Acrópolis por las tropas dirigidas por Mardonio. La flota griega había huido a Salamina, la isla frente al puerto ateniense, separada del continente por un pequeño estrecho. Temístocles aún tenía el plan de atraer a la flota persa y entablar batalla en Salamina, con una estrategia que lograría vencerles. Desafortunadamente para los persas, cuando su flota trató de atacar a los griegos en sus nuevas posiciones, sufrieron graves pérdidas.

La batalla de Salamina, da final a la segunda guerra médica, pero en realidad, la guerra continuó al volver el ejército persa para invadir el Ática en el 479 A.C., comandado por Mardonio bajo las órdenes de Jerjes I. Mardonio ofreció la libertad a los griegos si firmaban la paz, pero el único miembro del consejo de Atenas que votó a favor fue condenado a muerte por sus compañeros. Para los persas esta derrota fue un contratiempo menor. Jerjes había ganado la batalla naval de Artemisio y la terrestre de las Termópilas. Había añadido Tesalia y Beocia a sus posesiones y tomado Atenas. A pesar de las pérdidas de Salamina, Jerjes podía sinceramente afirmar que gobernaba sobre todos los griegos.

Al enterarse de que el ejército espartano, se dirigía contra ellos, los persas se retiraron hasta Platea. Mientras tanto, Mardonio quedó como comandante supremo de las fuerzas expedicionarias persas. Su ejército era comparativamente muy pequeño en relación con el que había invadido Grecia, probablemente 150.000 hombres. Después de todo, se necesitaba un gran contingente para Babilonia. Para alimentar a estos hombres se retiró a Tesalia y abrió negociaciones con Atenas. Ofreció a la ciudad una posición predominante en el imperio aqueménida sólo a cambio de reconocer el dominio del rey Jerjes.

En la primavera, Mardonio marchó al sur de nuevo, reocupando Beocia y dirigiéndose a Atenas. Esperaba que los atenienses estuvieran más dispuestos a aceptar su ofrecimiento, pero se equivocó. Habiendo recibido un nuevo rechazo de rendición, Mardonio saqueó la ciudad. Parecía que Mardonio era el dueño de la situación. Los espartanos, quienes tenían la mejor infantería de toda Grecia, rechazaban ayudar a Atenas. Fue sólo después de un ultimátum, que los atenienses enviaron un ejército al norte e invitaron a todos los griegos a unirse a ellos en la difícil misión de la liberación de Grecia.

Los griegos se reunieron en el sur de Beocia, en las faldas del monte Citerón. Eran unos 100.000 hombres. Casi cada griego en edad de tomar armas se había presentado. Por ejemplo, los atenienses se habían quedado sólo tripulando algunas galeras. El resto de los remeros y marinos estaban ahora en el monte Citerón. El ejército griego permaneció allí, y debido a que ninguno de los dos adversarios parecía pretender avanzar, empezó una guerra de nervios.

Mardonio empezó a tener problemas, sus suministros se estaban acabando y veía crecer al ejército griego día a día. Uno de sus consejeros le advirtió que lo mejor sería retirarse a Tesalia y usar oro y plata para sobornar a los líderes griegos. Mardonio no le hizo caso, aún creía que podía resolverse el problema de una manera honorable, por medios militares.

Heródoto cuenta que una noche, el rey macedonio Alejandro I, fue a visitar a los atenienses para advertirles que Mardonio atacaría al amanecer. Los oficiales atenienses informaron al comandante griego, el príncipe espartano Pausanias quien pensó que era preferible tener a los bien entrenados espartanos en el ala izquierda defensiva para contrarrestar la fuerza principal persa, y los experimentados atenienses, quienes ya habían salido victoriosos en Maratón, en el ala derecha, pero al amanecer, los dos contingentes intercambiaron posiciones y volvieron a sus posiciones originales. Es poco probable que Alejandro I de Macedonia pudiera dejar el campamento persa sin ser visto y Mardonio había enviado al rey macedonio precisamente para esa misión. Esta jugada brillante para crear el pánico entre los griegos y el día pasó sin lucha. Mardonio estaba cada vez más ansioso por atacar y durante la noche, sus arqueros montados atacaron la fuente de la que se abastecían los griegos entre Platea y el Asopo, esperando forzarlos a retroceder de nuevo a las montañas. Los griegos mantuvieron posiciones durante el día, siendo continuamente hostigados por los arqueros persas, pero después de la puesta de sol, se retiraron tal y como Mardonio había planeado.

Al ocaso, Mardonio se enteró de que los adversarios habían huido, y pensando que ya había ganado la batalla, ordenó la persecución de los griegos. Primero atacó a los espartanos, quienes se vieron forzados a retroceder. Pausanias incluso tuvo que enviar un mensajero para pedir ayuda a los atenienses, pero éstos fueron incapaces de ofrecer asistencia, ya que fueron interceptados por aliados griegos de Mardonio. Uno de los contingentes persas llegó incluso a romper la línea de batalla griega alcanzando las faldas del Citerón.

En ese momento, mientras estaba persiguiendo a los espartanos en retirada, Mardonio fue abatido. No se sabe cómo ocurrió, pero podemos estar seguros de que, sabiéndose ganador de la batalla, murió como un hombre feliz y este incidente cambió el curso de la batalla. Los persas perdieron coraje, lo que dio a los espartanos la oportunidad de reagruparse y atacaron al contingente persa que los perseguía, los cuales, desmoralizados, acabaron poniéndose en fuga.

Los griegos, espartanos y atenienses, lograron aquella importante victoria sobre los persas en la batalla de Platea, el 27 de agosto 470 A., C. Poco tiempo después el hundimiento de la flota persa en Mícala, marcaba el levantamiento de los jonios contra sus opresores. Los persas se retiraron de Grecia y eso significó el final de la guerra. Uno de los subordinados de Mardonio en la reserva, Artabazo I, fue capaz de llevar de vuelta a casa a un gran contingente sano y salvo, acto por el que fue recompensado por Jerjes, quien le ofreció la satrapía de la Frigia Heslespóntica. El enfrentamiento en Platea tuvo lugar en el verano del 479 a. C., probablemente la semana del 15 de agosto.

Maracaibo, lunes 4 de diciembre del año 2023

 

No hay comentarios: