Correspondencia de Teresa Cabañas, venezolana trabajando en universidades del Brasil , tras la
lectura de la novela "La Peste Loca", publicada en 1978 y con una 2da edición en EUA.
Amazon: http://www.amazon.com/La-Peste-Loca-Spanish-Edition/dp/1257833790 .
Hola jorge, cómo
estás?
Bueno, qué
peste!!! Comencé por esa y recién la
termino. Me fue absorbiendo y cuándo me di cuenta estaba aplazando otras cosas para continuar
leyéndola, generalmente suelo leer por lo menos dos obras al mismo tiempo,
además del “mollejero” (ya me contaminé!) de lecturas críticas y teóricas,
pero, como te digo, al final sólo fue con ella. Sólo lamento un poco no tenerla
en su formato libro, la leí en el tablet , pero nosotros de la vieja guardia
necesitamos palpar el libro de papel en las manos. A ver cómo hago para tenerla
en libro.
No quiero pasarte
una opinión “académica” antes de mi impresión de lectora. Claro que a estas
alturas de la profesión es difícil desembarazarse del aparataje crítico, pero
siempre hago un ejercicio, apreciar primero el libro existencialmente.
Es como diríamos
por aquí una novela de “fôlego”, de aliento. Es un mosaico agudo de la historia
contemporánea de Vzla y bastante sombrío por cierto, lo que le da todo su
dramatismo real. Por un lado, yo tan distanciada del país fui recordando y
reconociendo episodios de mi propia vivencia allá, con lo que quiero decir que
a los de mi generación, aunque no hayan abandonado el país, les debe pasar lo
mismo, y sobre todo a aquellos que vivieron el entorno universitario. Entonces
por ese lado te digo que la novela me conmovió bastante y me apesadumbró porque
me reiteró sin ninguna piedad los momentos tan sombríos que todavía vivimos y
muchos sin siquiera darse cuenta de eso. Los varios paneles de la novela, donde
se tratan experiencias diferentes (la relaciones personales, las amorosas, las
profesionales) consiguen liarse de una manera perfecta al fundamento principal
de nuestra fallida condición humana, y digo humana, porque lo que trata la
novela transciende el caso venezolano,
que claro puede tener sus particularidades, pero a partir del cual se ilustra
una condición que la vamos a encontrar en tantos lugares, sobre todo en esos
del quase no mundo al que pertenecemos. Toda esa problemática de la
investigación dentro de la universidad la conozco muy bien, aunque sin el grado
de dramatismo que aparece en la novela, motivo por el cual te reitero aquello
de depararnos con la peste que es la condición humana (y no es el título de
Malraux o el de Arendt), sino esa con la que nos tropezamos todos los días de
manera fehaciente en cualquier instancia
de poder por insignificante que sea. Por aquí tenemos un dichito que expresa
bien eso, cuando cualquier tipo de burócrata nos quiere humillar nos dice Sabe
com quem você está falando?
Así pues que la
novela me reafirmó muy a mi pesar que hace mucho la universidad dejó de ser
aquel lugar de luchas que, aunque con las presencias malignas de siempre,
mantenía su rebeldía. Ya debes saber que desde que se fueron las ilusiones,
como dice la música de Kristos, “desde que descubrí que la izquierda también
era ambidiestra” , y se instaló esta ideología neoliberal, pragmática y
productivista, la universidad entró en una derrocada, algunas seguro que más
otras menos pero el proyecto es a largo plazo y terminará venciendo. Y como dice uno de tus narradores, esto no es
el imaginario de Spielberg, sino la pura realidad. Aquí debe ser uno de los
lugares donde ese proyecto alcanzó un éxito total, ya se puede decir, sin
chances de volver atrás. La universidad brasileña olvidó lo que es laborar para
la comunidad y entre pulposos contratos con empresas privadas, salarios nada
despreciables para los profesores y exigencia en muchos sectores casi nulas se
fueron comprando las conciencias y hoy en el área de las humanas se ha
instalado el monstruo baudelairiano del tedio. Ya son algunas generaciones de
descerebrados que se producen en este terreno que se suponía tener una función
clara, promover el fortalecimiento de la conciencia crítica y la producción de
“minerales” como yo los llamo continua viento en popa. Yo ( y también Fernando)
he pasado por rabietas iracundas y rebeldías feroces que nos llevaron una vez a
la suspensión del contrato que teníamos en una universidad pública en la época
que el gobierno del famoso sociólogo Fernando Henrique Cardozo estrangulaba la
educación en todos los niveles e impedía la abertura de concursos públicos. Te
cuento esto sólo para que tengas un ejemplo que se suma a todo lo que esta
peste tuya expone, o sea, la cosa pica y se extiende. Yo soy hoy una pesimista,
nihilista que lucha todavía para no caer en el conformismo pero que reconoce
que cada día más no encuentra alternativa ni
en que palo ahorcarse. De modo que tu novela en lo existencial me
aplastó más de lo que estoy y ciertamente me dejará por varios días sumida en
un caldo de cabeza, al final la buena literatura, como el buen cine, tiene esa
función. Y yo me presto a este ejercicio masoquista sólo para no olvidar mi
propia condición humana.
La novela no es
nada complaciente, es de una lúcida crueldad que no salva a nadie, por eso
entiendo porque su publicación en vzla no ha sido nada fácil, a muchos sujetos
reales les deben servir los sayos que visten muchos de sus personajes y sobre
todo ahora con el clima paranoico que se ha instalado las referencias pueden
resultar alegóricas a posteriori. Así, fíjate que la cosa con la novela es bien
peliaguda porque diseña un proceso que sólo podría terminar en lo que hoy es el
país. Premoniciones? o el ojo del escritor…..
Pero como uds
escritores saben y los buenos críticos idem, el tema o contenido es nada si no
se expresa en una forma idónea y competente, o, como yo digo, el contenido es
la forma que es. La novela tiene entonces un buen contenido porque la
estructura es buenísima; la opción de esos múltiples puntos de vista, con voces
narrativas diferentes, que muchas veces no se sabe bien de quién es, pareciendo en algunos momentos una suerte de coro griego, que se expresa al
son de una rima-ritmo casi, o de por sí, rapero (rap), es de lo mejor que he
leído (y mira que leo bastante). Así también en algunas partes la elección del
narrador en segunda persona, que no es muy común en literatura (y que le gustaba a Carlos Fuentes, como lo usa
en Aura o en La muerte de Artemio Cruz) está muy bien explorada, así como las intervenciones
del repertorio musical a lo largo de
todo el texto, que me agradaron mucho y que van un poco más allá o reactualizan
ciertos experimentos ya hechos con ese recurso , como la novela Pero sigo
siendo el rey, del colombiano Rafael Sánchez Julio, o la Guaracha del Macho
Camacho, del portorriqueño Luis Rafael Sánchez, o Bomba Camará de Umberto
Valverde, también colombiano.
Esta estructura en
paneles de voces narrativas diferentes, contribuye para que la narración sea
percibida por el lector desde varios
puntos de vista, o sea, no tenemos un único narrador omnipotente dirigiendo la
óptica de interpretación, que siempre está en los subterráneos de cualquier
escrito, no podemos escapar a ella pero sí fragmentarla de modo que eso crie
sobre la interpretación un mejor efecto, pues deja trasparecer los posibles
diversos modos de vivir una misma cosa, lo que sin duda enriquece el relato
pues permite mostrar las dudas, contradicciones y conflictos de algunos de los
personajes. Esto que digo en tu novela se junta, en el plano estructural, a
otras dos buenas implementaciones: esa del repertorio musical y una fundamental
que es la jerga popular (sea la
regionalista maracucha o la usada por sectores subalternos de la sociedad),
todo lo cual me parece propicia uno de los efectos principales de la novela,
esa atmosfera de distanciamiento que crea. Me explico: los acontecimientos que
narra son terribles. Desde aquellos que se refieren a la opciones personales,
que llevan a los individuos a traicionarse a sí mismos (como lo que se ilustra
en la primera fase de la vida de Emigdio y después Lucidio), hasta los que
muestran la sordidez maquiavélica de los subterráneos del poder. O sea, el
mundo particular va y viene al son de la marea social, esta lo atropella, se le
impone pero también, y es lo que la novela muestra, los destinos son producto
de decisiones personales, y cada una tiene un costo, para el honesto y para el
sinvergüenza (aunque a este último no le pese nada). Con eso el panorama que se
tiene es el de la buena y vieja dialéctica, a partir de la cual se podría
explicar el enmarañado del sistema que se echó a rodar (y que es el mismo que
comanda nuestras vidas insignificantes) y que ahora parece que anduviese sólo, con
vida propia, lo que parece hacerlo inexpugnable.
Dicho esto, vuelvo
a lo que me interesa, el plano de la composición, de donde sale eso que llamo
distanciamiento. La jerga y la interposición del repertorio musical causan en
la novela una gracia leve, no diría propiamente humor, mas sí algo que gira en
su órbita. A ver, la intervención de
esos dos elementos es una irreverencia en relación a la norma culta, porque se
burla de ella y la insistencia con que esos dos recursos son usados en la
novela además de darle protagonismo a registros “menores” dentro de la
jerarquía social del lenguaje, introduce una marca propia de la acidez irónica
(sobre todo a través de ese uso que haces de la jerga) que si por un lado
expone la vileza extrema de la situación narrada, porque la torna casi
hiperbólica, trae también el efecto contrario, la torna casi irreal, de tan
abyecta, de eso último me parece,
entonces, que procede ese distanciamiento narrativo, de una voz (o voces) que
parece tan más real porque como el ojo de una cámara parece que filmase lo que
está. Por aquí tenemos un escritor que
me gusta mucho, Rubem Fonseca, no sé si lo has leído. Su escritura fue definida
por Antonio Candido como realismo feroz, justamente para tratar de definir un
realismo tan real que raya otras dimensiones. Es una opción narrativa que
precisa acabar con los sentimentalismos y eso compete no a lo que se dice sino
a cómo se dice, por eso es un asunto del plano compositivo. Las teorizaciones
de Bajtin sobre el humor y sus allegados ya nos mostraron hace tiempo el poder
crítico que este emana, pero haciéndolo de una manera especial, esa sin
dramatismos. Pero es lo más curioso y paradojal porque ese apagamiento
potencializa la naturaleza dramática de lo que trata. Parece magia, pero en verdad
es la apropiada manipulación de las potencialidades del lenguaje (palabra y estructura). Hablando del ruso se
me ocurre que tu novela podría estar
dentro de lo que él llama novela polifónica, o polifonía, no tenemos en la
peste ninguna solución, las contradicciones quedan como están y el conflicto
debe resolverse en otro orden que no es el de la ficción. Por eso ese tipo de
novela, como la tuya, no reconforta, al contrario nos pincha, nos deja con una
profundísima sensación de desagrado.
Bueno jorge en un
email me decías que no sabías si lo que escribías eran disparates, claro que
sabes que no lo son, además de que esta novela tiene contextura y complejidad
literaria. No sé a cómo anda la producción venezolana de los últimos 20 años,
le perdí totalmente la pista, de modo que no puedo hacer ese balance que
ayudaría a percibir también la importancia de tu novela en un contexto de
producción específica. Pero he acompañado en la medida que este país hablante
de portugués permite, la producción de algunos escritores de países vecinos,
algunos muy buenos y te digo que tu novela no desmerece en absoluto. Es un buen
filón tu decisión de escribir desde otro punto geográfico que no es caracas (ya
sabes la prepotencia de aquel famoso dicho “caracas es caracas y el resto monte
y culebra”). Fíjate que en algo me recordó a un escritor chileno Hernán Rivera
Letelier que construye sus novelas en un pedazo de la geografía chilena que
muchos ni sabíamos tan rico en historia, las salitreras, algo que nadie había
escogido como materia literaria. Por otro lado, entiendo lo que es lidiar con
la indiferencia. Creo que el ambiente de la crítica literaria en Vzla no debe
ser el mismo en el que yo me formé, en un momento en que gente como angel rama, nelsón osorio y otros profesores nos
empujaban a fijarnos en lo nuevo que estaba apareciendo o en aquello que la
crítica tradicional no había querido estudiar. Si fuera en ese contexto esta tu
peste ya habría sido tema de investigación
de maestrías y doctorados. Tampoco sé si has establecido algún contacto
con editoras de fuera (imagino lo que hoy debe ser monte ávila), o si tienes un
agente literario. Sabes cómo suelen moverse esas cosas, hoy la literatura es
más que nunca una mercancía y así se la trata independientemente de su calidad
estética o por su calidad estética.
Entiendo
perfectamente esto del narcisismo del autor (no te ofendas), es perfectamente
natural que el que escribe quiere ser leído y para eso precisa de un público al
que le lleguen sus creaciones (me pasa a mí que escribo unos pinches y
aburridos textos críticos!). Esta es otra batalla a enfrentar, en tu suelo
patrio dudo que puedas, la salida es buscar una buena editora de fuera que
garantice la distribución, pues no adelanta editar para que el libro no llegue
al público.
Bueno jorge podría
decir más cosas de tu novela, pero ahí ya iba a dar un artículo “académico”
para alguna revista universitaria, lo que me demandaría algo más que estas
escuetas notas que te escribo. De más está reiterarte lo mucho que me gustó la
obra, insistiré con mi compa para que la lea, él es , en verdad, del núcleo
“familiar” el expert en narrativa, ya que yo recién estoy volviendo a ella como
estudiosa (no como lectora pues siempre la leí), pues estuve durante años
dedicada al estudio de la poesía. Pasa que el hombre es más tradicional y no sé
si podrá acostumbrase a leer en el tablet, pero haré toda la propaganda
posible.
Voy a descansar de
ti unas dos semanas, para tener respiro y meterle el ojo a esa que me mencionas sobre el Bosco, él y Bruegel
siempre me impresionaron mucho.
jorge, fue un
encuentro internético providencial este nuestro, me alegra mucho haberte
reencontrado, tanto por el ser humano de quien siempre guardé mucho respeto y
ahora como el excelente escritor que eres.
Un gran abrazo y espero que
continuemos nutriendo este diálogo.
t
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