SOBRE LA ELÍPSIS Y EL VOSEO EN LA
LITERATURA
Quiero responder a un par de
preguntas que me han hecho algunos amigos a quienes les he dado a leer
fragmentos de una novela aún inédita, en la cual me refiero a los amores
elípticos de un médico e investigador de nuestra tropical región del planeta.
Más concretamente hablo particularmente sobre nuestra ciudad, amada por el sol.
¿Por qué considerar elípticos los amores de ese curioso personaje a quien
apodan Murmullo, y por qué me atrevo a utilizar el voseado como léxico para
relatarlos?
La primera Ley de Kepler asegura
que cada uno de los planetas del Sistema Solar describe una órbita elíptica,
uno de cuyos focos está ocupado por el Sol. Un elipsoide es el equivalente
tridimensional de una elipse y puede ser descrito comúnmente como una esfera
achatada y su volumen puede ser calculado a partir de la longitud de sus tres
ejes. Hace algunos años, escribí un relato intitulado “Elipse” para hablar de
un indígena en la selva quien se marcha para olvidarse de sus penurias y termina
regresando a sus orígenes a través de un viaje nocturnal con lluvia, y reflejos
de la luna en escenarios fantasiosos. En ese viaje de ida y vuelta, el personaje
se acerca y se aleja y ese giro elipsoidal, nunca es parabólico por lo que no
pretende fin didáctico alguno.
En la gramática tradicional se
dice a veces que la "elipsis consiste en suprimir algún elemento del
discurso sin contradecir las reglas gramaticales". Cuando se habla de
elipsis, en lingüística se trata de ciertas construcciones sintácticas en las
que no aparece alguna palabra que se refiera a una entidad lógica necesaria
para darle sentido a una frase.
Karl Vossler (Hohenheim,
Stuttgart, 1872 - Múnich, 1949) romanista e hispanista alemán, creador de la
escuela del Idealismo lingüístico y de la Estilística, en su análisis teórico
de la sintaxis participó en una polémica histórica concerniente a la naturaleza
de la elipsis lingüística. Precisamente sobre Vossler, y el lenguaje, nos habló
Sábato en un artículo titulado “El voseo” donde señalaba que, “ya Karl Vossler,
con dialéctica hegeliana, nos ha dicho que el lenguaje es una estructura que
oscila entre dos polos opuestos, entre el individuo y la sociedad, entre la
creación y la tradición, entre la originalidad y la convención, entre la
libertad y la determinación, entre la poesía y la acomodación social, entre el
espíritu y la cultura hecha, entre la psicología y la gramática”. Sábato
escribió el artículo en Santos Lugares, Argentina, el año 1966 e insistió en
que, “el único idioma general y universal es el de las matemáticas, porque se
refiere a entes lógicos y helados, no a seres humanos calientes y
contradictorios. Así como bien afirma Rosenblat, hay un castellano de Madrid
otro de Bogotá y otro de Buenos Aires, y todos igualmente lícitos”.
Años más tarde en 1989
refiriéndose a “La lengua de Castilla en el Nuevo Continente”, en una
conferencia dictada en Buenos Aires Ernesto Sábato precisaba que “cuando
hablamos del castellano tenemos que tener presente lo que afirmaba Humboldt,
que el lenguaje no es un hecho cristalizado, sino una energía en permanente
creación”, “porque esa lengua, como todas, difiere de un lugar a otro, sino
hasta de un hablante a su vecino, motivo por el cual hay un castellano
cervantino, otro quevediano y otro gongorino. Y así hasta el infinito”.
Estos comentarios son pertinentes
para discutir el hecho de atreverme a utilizar el voseo para redactar una
novela. Jesús Ángel Parra ha señalado que “el voseo usado en Maracaibo es
diptongado, lo que lo hace genuino, utilizado sólo por algunas comunidades en
la sierra del Ecuador, es único en el mundo y no rompe totalmente con el voseo
español de los siglos XII-XVI, que no es totalmente diferente de aquella
modalidad latina, que comenzó a propagarse en tiempo del Bajo Imperio Romano.
El vos que se fortalecerá en América es el vos que ya había comenzado a
declinar y desaparecer en la Península”. El mismo Jesús Ángel Parra en su
reciente artículo, nos refiere la existencia de movimientos literarios que
propugnan el rescate del habla cotidiana de la calle, e informa que ha
irrumpido cierta literatura en el Zulia en ese sentido, la cual siempre
conllevará “sus aliados y detractores”.
Vaya pues este trabajo para alimentar la polémica sobre el uso del voceo en la
literatura regional y nacional.
Jorge García Tamayo
Maracaibo, noviembre, 2014.
Maracaibo, noviembre, 2014.
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