NOTICIA DE PRENSA EN EL AÑO 2008
EL UNIVERSAL
29 Febrero 2008
Colapsó la morgue por falla en el sistema de cloacas. El mal olor impide a los empleados laborar
dentro de la sala de autopsias Los trabajadores
y empleados de la morgue de Bello Monte esperaban ayer que llegara un inspector
del Ministerio del Trabajo y funcionarios del Ministerio de Salud para que
constataran las precarias condiciones en que laboran, pues desde hace ya una
semana no pueden hablar durante su jornada laboral por temor a que las moscas
los infecten.
Cita:
"En la sala de autopsias no existe aire
acondicionado. Trabajamos taqueteados como hacemos con los muertos. Nos ponemos
algodón en las fosas nasales y en las fosas auriculares", dijo un empleado
que no desea identificarse por temor a
represalias de carácter administrativo. Los trabajadores de la dependencia
donde realizan las autopsias a las víctimas de la inseguridad denunciaron que
el servicio de aguas negras colapsó de nuevo, por lo que no pueden lavar los
cadáveres antes de entregarlos a sus familiares.
"Si nos quejamos nos acusan de ser financiados por
la CIA, nos abren una averiguación disciplinaria y además nos expulsan de la
institución", dijo un funcionario quien pidió resguardar su
identidad. Denunciaron que en Caracas
existe una sola unidad furgoneta y por ello los parientes de los muertos los
agreden verbalmente porque tardan más de seis horas en llegar a un sitio. La única furgoneta de la morgue prende
empujada La furgoneta, que además se
encuentra chocada, debe ser empujada para que encienda y a veces los familiares
de los muertos deben ayudarlos para corregir la falla en el sistema de
arranque. Se informó que en la morgue hay 16 cadáveres en estado de
descomposición.
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UNA CARTA DE FELICITACIÓN CON UN ARTÍCULO DE “El Globo”
ESCRITO
16 AÑOS ANTES: NUNCA RESPONDIDA …
Lic
Gabriela Perozo:
Globovisión.
Caracas
DC.
Estimada
Licenciada Perozo:
Soy médico cirujano, graduado hace ya más de 45
años en LUZ, anatomopatólogo, Profesor Titular ya jubilado de la UCV, he sido 2 veces
presidente de la Sociedad Venezolana
de Anatomía Patológica, fui durante 12 años (del 84 al 96) Director del
Instituto Anatomopatológico de la
UCV, y le estoy escribiendo por que quiero felicitarla por
el excelente reportaje sobre las MORGUES forenses Venezolanas presentado hoy
por Globovisión.
Le remito en anexo copia de un artículo
publicado en el diario capitalino “El Globo” el año 1992. Como verá, hace 16
años la situación era similar y no ha mejorado, por el contrario, como bien lo
mostró usted, la criminalidad creciente y el obsesivo deseo de ocultar el
desastre gubernamental, nos lleva a estar cada día peor. En aquellos días,
después de leer mi artículo intitulado “Bello Monte sabatino”, fui llamado por
el Ministro de Sanidad Dr. Rafael Orihuela para conversar y plantear
soluciones, y el Ministro de Justicia de la época, creo que era de apellido
Mendoza, ante mi propuesta de invertir dinero del Ministerio de Justicia y no
de los hospitales de Sanidad para mejorar las Morgues, lo que le respondió a su
colega del MSAS fue, que… “ si ni podía con lo vivos en las cáceles, que iba a
estar pensando en solucionar problemas de muertos”...
Me gustaría
igualmente hacerle llegar un ejemplar de mi novela “Para subir al cielo…” ( Premio Narrativa en la Bienal Elías David Curiel en
1997 del Estado Falcón), cuya lectura pienso le puede interesar. Si me indica
un sitio donde hacerle llagar un ejemplar. Actualmente, desde el año 2005 vivo
en Maracaibo donde trabajo en inmunohistoquímica como ayuda para el diagnóstico
del cáncer. Quedo a sus órdenes para cualquier información que pueda servirle
en su importante trabajo.
Con un cordial saludo, de Ud.
Atentamente
Jorge García Tamayo
Correo electrónico: novapath@yahoo.com, Tels 0261 742 9786
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NOTICIA EN LA PRENSA CAPITALINA
EN MARZO DEL AÑO 1992
El Globo, Caracas 8 de marzo de
1992.
BELLO MONTE SABATINO
Un vaho pestilente, denso como un
eructo, regurgita hacia la superficie atravesando el largo túnel. Desciendo por
la escalera interminable y me encuentro en un sótano infecto y maloliente. Esto
es lo que los periódicos denominan “La Morgue de Bello Monte”, donde traen para hacerles
“la autopsia de ley” a los cadáveres de los ciudadanos que han fallecido por
causas no naturales, desde Guatire a Caricuao y de Petare a La Pastora como diría Ilan.
Circunstancia esta común y estadísticamente significativa en los fines de
semana para los habitantes de la capital de la República. Avanzo hasta la sala que es
amplia, con baldosas blancas en las paredes que lucen chisguetes de todo tipo,
especialmente de sangre negruzca hasta la altura de dos metros, donde el techo
no escapa al pringue. Hay siete mesas de metal ocupadas por cuerpos desnudos
ensangrentados, abiertos en canal o de espaldas y me veo obligado a saltar
entre otros cuerpos, algunos vestidos, mujeres y hombres muertos que están
tirados en el suelo como si durmieran esperando turno. Por una puerta entreabierta logro atisbar
otra mesa de autopsias, está en un área reservada para las exhumaciones, es el cuarto
de los podridos, los carbonizados y esas cosas. Aquí el hedor es más espeso.
Quizás por eso, dos cabezas rapadas y negras sobre la mesa parecen mirarme
pelándome los dientes. Camino unos pasos mirando al piso que es magma de
manchas antiguas oscuras y líquidos recientes que exudan una fetidez ambigua.
En otro reducto alfombrado de sangre coagulada, diviso cuatro cavas chorreando
un mezclote negro verdoso. Pienso en el Dr. Quincy, el de la TV y me estremezco. En una
esquina hay trozos de madera para ataúdes desechables, pelos, trapos sucios y
tobos que reciben el goteo de tubos que me recuerdan que estoy en un sótano. No
voy a describir los cadáveres, ni el pandemónium de los ayudantes semivestidos
con harapos verdes, cosiendo o disecando los muertos entre cigarrillos y
cancioncitas, buscando proyectiles perdidos o anotando el largo de las heridas
por arma blanca. Tampoco diré nada de
los abnegados funcionarios policiales de corbatica y pistola al cinto, Dantes
criollos descendiendo a cumplir con sus labores de necrodactilia y afines. Hay
una figura envuelta en unos trapos verdes que domina la escena. Es el patólogo
forense de guardia. Tiene un café y una bolsa con un pan con queso en una de
las gavetas de su única pertenencia, un escritorio abollado, sobre el cual, entre cientos de papeles manchados está una
botella de agua mineral. No tiene un
perchero, ni un filtro de agua, menos aún una máquina de escribir, ni un
microscopio, ni siquiera unos frascos con formol o un rollo de papel toilette.
Es un médico-cirujano y además, ¡es especialista! El es un funcionario mal pagado por el
Ministerio de Justicia para cumplir con el deber, su guardia durante todo ese
interminable día sábado. Aspiro en aquel ambiente de carroña que nos sofoca y
le pregunto. ¿Porqué tú, un médico, aceptas trabajar en este caos? ¡No negarás
que esto es una inmundicia! Con una mirada triste me dijo. “chico, es que si
nosotros no hacemos las autopsias entrabaríamos la administración de justicia
en el país”. Yo pensé. ¡Vaya pal Callao! Enfurecido le dije que para mí, era denigrante
esa situación. ¡Carrizo, él era al fin y al cabo, un doctor! Tanto estudiar,
tantísimos años dedicado a aprender como curar a los enfermos o como
diagnosticar las causas y los efectos de las enfermedades para venir a trabajar
en esas condiciones! Deberías haber visto esto hace unos años. Me lo dijo con
pasiva calma. Entonces si daba, no asco, miedo daba el trabajar aquí. Esta
Morgue fue planeada para una Caracas de 500.000 habitantes, y deberían existir
por lo menos cuatro como esta; es que chico, simplemente no nos damos abasto!
Con paciencia franciscana concluyó diciéndome: “¿Tú crees que el Ministerio de
Justicia va a invertir dinero en muertos, si no puede con los vivos que están
abarrotando las cárceles en hacinamiento y promiscuidad?” Pobrecito el
Ministerio de Justicia. No tiene presupuesto para mejorar estas condiciones
vergonzantes de trabajo. Yo volví a pensar en Quincy; por contraste, el nivel
científico del trabajo de estos especialistas médicos es bastante rudimentario.
Quizás hay que tratar de entenderlos; si no aceptan estas condiciones y
protestan por la situación, o si acaso renuncian, ya vendrán otros a llenar la
vacante. ¿Será que existe un proletariado médico citadino en la especialidad
que agrupa a los anatomopatólogos? Otro saltará a la palestra para salvaguardar
cualquier descalabro el Poder Judicial del país nacional por la parálisis de
los expedientes forenses. Si no fuera
por estos sufridos e impasibles médicos, el proceso rápido y certero de
impartir justicia padecería de insólitos retados en la Venezuela de hoy. ¿Cómo
la ves tú? ¡Esto no es cuento! El mal es crónico y se extiende a lo largo y
ancho del país. En otras ciudades, Dante y Virgilio disfrazados de Esculapio,
también descienden al Averno envueltos en trapitos verdes y escuchan en el coro
de plañideros ciudadanos, familiares y amigos de los occisos, variaciones sobre
el mismo tema.
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