Se me ocurrió hoy
escribir algo que quiero dedicárselo a Miriam quien estaba en estos días en La
Asunción, visitando a su hijo, un periodista deportivo quien nació el mismo día
que mi hijo menor, Fernando Augusto, quien es cocinero en Madrid… ¡Las vueltas
que da la vida!
Puede que no me lo
quieran creer, pero hace ya un tiempo que pude escuchar esta conversación entre
dos maracuchos, que se las daban dizque de musicólogos…
-¿Vos
no sabéis como se llama la madre del indiecito guaraní?
-¡A
la jaiba! ¡Que motrenca! Vos ya no halláis que inventar…
-¿I
vos no lo sabéis? Versia, si eso, es algo que lo sabe todoelmundo…
-Si,
a las dos pasadas, hasta Raymundo, y tooermundo, Ajá…
-¿Ajá?
Vai, cantá la canción pues pa que vos mismo veáis…
El chamo que si se la
sabía, pa los que creen que solo los viejos conocieron a el pájaro Chogüi, de
manera que arrancó cantando, hecho el
wuillymais …
“Cuenta la leyenda que en
árbol se encontraba encaramado un indiecito guaraní/ y que sobresaltado por el
grito de su madre Perdioapoyo, y cayendo se muriooó/”…y que entre los brazos maternales por extraño
sortilegio en Chogüi se convirtió/… Chogüi, chogüi, chogüi… ¿Qué mas queréis?
-¡Véis!
La mama del indiecito se llamaba “Perdioapollo”,
un nombre guaraní para quien seguramente era una madre paragüaya autóctona…
-¡Vértica! ¡Que molleja de inventor sois vos! Maginate que yo hasta sabía
que Che Pykasumi, en guaraní significa mi pequeña paloma, y que hasta hay una película
sobre el tema musical de la canción Che
Pykasumi, que además, fue internacionalizada por el cantautor catalán Joan
Manuel Serrat. Yo si se de lo que te estoy hablando… ¡Noooj!
-Pues pa que sepáis vos, en el año 2011 Ermes
Medina Valiente filmó una película, de las que le dicen
largometraje, aunque solo dura 20 minutos, con el nombre de Che Pykasumi sobre un poema que el poeta
Cecilio Valiente escribiera en 1928 para que años más tarde Eladio Martínez le
compusiera la música completada por José Asunción Flores y la cantó Serrat…
Reacomodemos el negocio:
en realidad el Pájaro Chogüí, es una polka
paraguaya del músico argentino Guillermo Breer, fue compuesta
en 1945 y es conocida en Paraguay como Pájaro Choguy. La canción hace
alusión al celestino, o chogüí un pajarito que gusta
comer naranjas. Es una de las polkas paraguayas que internacionalmente ha sido más
interpretadas y suena a través del arpa
paraguaya e instrumentos
andinos. Guillermo Breer publicó la obra a mediados del siglo XX bajo el seudónimo de Pytaguá
(extranjero en guaraní).
-¡¡Vertiale, vos sabéis más que el gas!! Pero
no te olvidéis de Néstor Zavarce que la popularizó en Venezuela.
Ahora vengo yo a decirles que como todo este cuento ha sido una especie
de “atentado poético-musical”, el mismo se originó por culpa de Miriam quien estaba de
visita en Paraguay. Entonces, se me ocurrió indagar sobre el nombre de Miriam, si,
así con M al final. Es que además de la mamá con el hijo en Paraguay, mi
secretaria en la dirección del IAP de la UCV también se llamaba Miriam y desde
los tiempos del uso del papel carbón para copiar las paginas, hasta ingresar en
la modernidad de la informática y las computadoras, ella fue siempre de una
eficiencia impresionante. Lo afirmo yo quien para aquel entonces era un
“escribidor” principiante.
Míriam era
hija de Amram y Iojebed,
era la hermana mayor de Aarón y
de Moisés.
Esto era según el Viejo Testamento de la Biblia, el período en que los
israelitas vivían en Egipto como esclavos y el faraón había decidido matar a
todos los hijos varones que nacieran. Eran “tiempos recios” para usar
el título de una novela de Vargas Llosa.
Resulta que Iojebed, dio a luz a Moisés y, para protegerlo, intentó
mantenerlo escondido, pero, no pudiendo ocultar más al recién nacido, por miedo
a que lo delataran los llantos y toda la familia muriera, Miriam "tomó una barquilla de juncos y la
calafateó con asfalto y brea, y colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal
a la orilla del río" (Éxodo 2:3-4).
La canasta fue encontrada
por la hija del faraón, quien, al verlo, decidió adoptarlo. Míriam salió de su
escondite, para decirle que le traería a una mujer que le diera pecho al bebé,
enviándole a su propia madre. Al
niño lo llamaron Moisés. Según el
relato bíblico fue Miriam quien, a pesar de su edad avanzada, inició las danzas
y los cantos para dar gracias a Dios por el milagroso paso del mar Rojo que permitió al pueblo de Israel
escapar de Egipto. Míriam se encontraba a la cabeza de las mujeres del pueblo
de Israel.
Si estuviésemos en la
Semana Santa, pudiesen quizás como otrora, ver “Los diez Mandamientos” de
Cecil B de Mille, “una fija” en la
televisión, pero vivimos en otros tiempos (el siglo XXI) y como estamos en
diciembre, puedo recomendarles más bien revisar el filme Ben-Hur, donde el mero Charlton
Heston que era Moisés en el
filme de, de Mille, aquí es Judá, que ayuda a Jesúcristo cuando cae con la cruz
y se produce el milagro de curación de la lepra de su madre y de su hermana
Tirzah quienes estaban condenadas a prisión por Messala, el mismo actor inglés de
la famosa e inolvidable carrera de caballos en el circo…
Podemos aprovechar esta oportunidad para
recordar que el autor de la novela Ben-Hur fue Lew Wallace (1827-1905) un norteamericano que
combatió en la guerra de Secesión llegando al grado de general de la Unión, y quien
había dedicado 5 años de su vida a investigar lo necesario para poder armar el
argumento de la novela Ben-Hur: A Tale of the Christ, una novela escrita, hasta el día 12 de noviembre de 1880
cuando a Editorial Harper decidió publicarla.
El libro
convirtió a Lew Wallace en una celebridad quien decía: “No daría ni un céntimo por el estadounidense que no haya intentado al
menos una de estas tres cosas: pintar un cuadro, escribir un libro o patentar
algo carece del verdadero espíritu estadounidense”- y añadiría: “que no haya intentado tocar algún
instrumento musical. Ahí está el genio del verdadero estadounidense en esas
cuatro cosas: arte, literatura, invención y música”.
No es
casualidad que el propio Lew Wallace sobresaliera en las cuatro. Además de ser
héroe de la Guerra Civil, gobernador de Nuevo México y, posteriormente,
embajador en Turquía, este gringo nativo de Indiana fabricaba y tocaba sus
propios violines, dibujaba y pintaba con maestría, y poseía ocho patentes para
diversos inventos, incluyendo un carrete retráctil oculto en el mango de una
caña de pescar. Pero fue en la literatura donde Wallace realmente dejó su huella.
Es el único novelista homenajeado en el Salón Nacional de las Estatuas del Capitolio
de los Estados Unidos.
Hasta aquí
por hoy pues hemos recorrido desde una discusión en Maracaibo sobre el nombre
de una madre guaraní, que si Che
Pykasumi, o Perdioapllo, hasta los orígenes bíblicos del nombre de Miriam,
y finalmente las habilidades del militar escritor de la novela Ben-Hur.
En Maracaibo, el domingo 7 de diciembre del año
2025