domingo, 31 de octubre de 2021

Maestros

Maestros                   

El martes, 14 de julio de 2020, decidí hablar sobre mis maestros en el arte de la Medicina. Lo hice en el blog y recordé que había sido “En octubre del año 2027” cuando en la Academia de Medicina del Zulia… (Realmente fue el año 2017- y hoy corrijo la fecha-). En aquel entonces diría que ya estaba a un par de años de llegar a los ochenta y reflexioné sobre los tropiezos para hacer investigación. Esperaba que lo dicho pudiese servir como catarsis, ante lo complicado que se vislumbraba, el futuro del país… Hoy ya en el segundo año de la pandemia de Covid-19, traigo de nuevo este texto como homenaje a mis Maestros ya desaparecidos y para algunos quienes aún tienen la suerte de sobrevivir. 

“Conservo vivo el recuerdo de mis profesores en la Facultad de Medicina, desde Julio Árraga Zuleta, hijo de nuestro famoso pintor Julio Árraga, con un gran don de gente y extensa cultura literaria, él fue fundador de nuestra Academia de Medicina del Zulia. Entre los cirujanos recuerdo a Rodolfo Urrutia Loaiza, impulsor de la Cirugía experimental en el Zulia con innovadoras técnicas en cirugía gastrointestinal y de la vesícula biliar. En el mismo hospital Chiquinquirá como estudiantes mucho aprendimos al ver actuar al siempre actualizado José Trinidad Martínez, todavía ilustre experto ginecólogo de Maracaibo y no puedo olvidar a otro José Trinidad, JTNúñez Montiel el brillante colposcopista y estudioso ginecólogo que me condujo hacia la investigación ultraestructural sobre el virus del papiloma humano (VPH), en trabajos que adelantaríamos juntos a comienzos de los 70. 

Inolvidables fueron las clases magistrales de José Ordoñez Marín quien fuera decano fundador de nuestra Facultad de Medicina. Como internista imposible no citar al Master Jorge Quintero Atencio brillante filósofo con una mente privilegiada, y al tempranamente fallecido Oswaldo García Arenas fundador del Servicio de Medicina Interna en el hospital General del Sur; recuerdo a Jorge Hómez Chacín el dermatólogo venereólogo y parasitólogo de la escuela francesa y al mencionar la parasitología debo mencionar a Adolfo Pons y su revista Kasmera, y por las revistas, ninguna como Investigación Clínica del genial Américo Negrette. Negrette fue nuestro maestro de Semiología en las salas del hospital Central, y despertó mi interés por la investigación, y me unió a los jóvenes investigadores que en aquellos días ayudarían a Negrette para crear el Instituto de Investigación Clínica… 

Tengo que confesarles que esperaba ser un cirujano como Humberto Rivera, entusiasmado al ver los cuidados postoperatorios que le prodigaba a los pacientes quirúrgicos… Pero terminé decidiéndome por examinar en el hospital universitario, las causas y las consecuencias de las enfermedades bajo la tutela del doctor Franz Wenger. Es importante recordar el rol que jugó Wenger en su lucha para hacer despistaje de cáncer por citología. Fundó una Sección especial para entrenar citotecnólogos en el hospital universitario de Maracaibo, en aquellos tiempos cuando los radio- y quimioterapeutas oncólogos eran Luis Guillermo Borjes Duarte y Jesús Acosta Galván. Todos ellos fueron mis profesores y muchos más a quienes no he podido nombrar,  les conocí estudiado Medicina y hoy aprovecho para agradecerles públicamente por lo mucho que me enseñaron…

Les decía que hice anatomía patológica con el doctor Wenger desde mi graduación en julio del año 63 hasta febrero del año siguiente, 1964, y sería el propio Wenger, al verme a dedicación exclusiva pero sin sueldo, quién me consiguió una beca de un Club Rotario en Wisconsin y fui a parar a los Estados Unidos. Tras 4 años de entrenamiento como residente, en Wiscosin y en Filadelfia, tengo que nombrar a tres Maestros de aquel entonces; el profesor William Ehrich, la baronesa Gabrielle Zurhein y Enrique Valdivia, quienes me enseñaron a hacer investigación sobre la patología de las autopsias, en neuropatología y en patología pulmonar y a trabajar en microscopía electrónica, Una noche, viviendo en el helado clima de Wisconsin, el doctor Pedro Iturbe me contactó telefónicamente y me informó que había conseguido un microscopio electrónico (ME) para su Sanatorio. Iturbe, el padrino de nuestra promoción médica, me pidió que fuese hasta Chicago para visitar a Fernández Morán. Lo hice, y ya de regreso, en 1968, instalaríamos el ME para hacer investigación en el Sanatorio Antituberculoso de Maracaibo siguiendo las instrucciones del doctor Fernández Morán.


Mis colegas patólogos no creían en el ME. El elefante gris lo denominaba el jefe del Servicio. Los patólogos no estaba interesados en hacer investigación. Instalamos el Laboratorio de ME del Sanatorio y ya en 1971, nos visitaría personalmente el doctor Fernández Morán, y organizamos el 1er Simposio Venezolano de Patología Ultraestructural y asistió invitado el ya famoso doctor Rui Pérez Tamayo.  Luego, ese mismo año, durante el VIII Congreso Latinoamericano de Patología que se dio en el hotel del Lago, presentaríamos trabajos con el ME sobre encefalitis equina, rabia, amibiasis, y la ultraestructura de tumores. Después de aquel evento latinoamericano, conversando con JTNúñez Montiel y decidimos usar el ME para examinar el cuello uterino de sus pacientes. 

Para aquella época, y durante muchos años, el cáncer del cuello uterino era la primera causa de muerte por cáncer en la mujer venezolana. Habíamos ya publicado varios trabajos sobre la ultraestructura del cérvix y de las tricomonas, y en el siguiente Congreso de la Sociedad Latinoamericana de Patología, que se dio en 1973 en Mérida, Yucatán-México, demostramos la presencia del virus del papiloma humano (VPH) en el cuello uterino y señalamos tempranamente y por primera vez, su importancia en el cáncer cervical.

En unos años, el Sanatorio se transformó en hospital General y el doctor Iturbe se fue a la Medicina Familiar; mis técnicos buscaron mejores posiciones y a pesar de existir una veintena de publicaciones en revistas indexadas, el laboratorio comenzó a quedar desamparado y su situación, y la mía personal, se hizo cada vez más complicada… Decidí entonces aceptar una oferta para trabajar un año como neuropatólogo en el hospital Vargas de Caracas y lo hice aprovechando mi año sabático de la Universidad del Zulia.

Pero esa ya es otra historia y tan solo he querido aprovechar esta ocasión para permitirme mencionar en este, mi blog lapesteloca.blogsport.com, a algunos de mis profesores, a quienes recuerdo con respeto y admiración, quienes fueron mis Maestros en Medicina.

 

Maracaibo, domingo 31 de octubre  del año 2021

 

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