jueves, 24 de febrero de 2022

La novela indigenista en América (1)

 

La novela indigenista en América (1)

Quisiera hablar hoy y mañana, de varios personajes, de la literatura suramericana; el boliviano Alcides Arguedas Díaz, el ecuatoriano Jorge Icaza y los peruanos Ciro Alegría, y José María Arguedas Altamirano quienes conforman un ciclo de escritores al que añadiré a Manuel Scorza, también peruano en una corriente literaria que trata sobre los indígenas de América Latina y sus problemáticas vidas. Ellos son los principales representantes de la novela indigenista, tendencia que convivió con la narrativa realista en las primeras décadas del siglo XX.

 

Alcides Arguedas Díaz (1879-1946) fue un escritor, político e historiador boliviano, cuya obra literaria, aborda temas relacionados con la identidad nacional, el mestizaje y la problemática indígena, tuvo una profunda influencia en el pensamiento social boliviano de la primera mitad del siglo XX. Su novela cumbre, Raza de bronce, es considerada una de las mejores novelas de Bolivia y es precursora del indigenismo.

 


 

Arguedas es uno de los escritores bolivianos más reconocidos. En su obra describe a la sociedad boliviana y a sus pueblos indígenas, con desesperanza y pesimismo. Sus libros, están cargados de análisis social, y de los conflictos entre culturas, el mestizaje y la relación a veces violenta entre el mundo indígena y el criollo/mestizo, desde una perspectiva distinta a las otras corrientes del pensamiento, incluida la indigenista. Sus primeros textos literarios datan de su época de estudiante, la novela Pisagua, apareció en 1903. Al año subsiguiente sacó Wata-Wara. Su producción novelística seguiría con Vida criolla (1912) y culminaría con Raza de bronce.

 

Alcides estudió Derecho y Ciencias Políticas (1904) en la Universidad Mayor de San Andrés. Colaboró en diversos medios, comenzando por El Comercio; luego en El Diario escribió la columna A Vuelo de Pluma (1908). Trabajó en la efímera Revista de América y Mundial; y llegó a ser subdirector de El Debate (1915). Como diplomático fue segundo secretario de la Legación de Bolivia en París (1910), donde conocería a Rubén Darío y a Francisco García Calderón. Posteriormente, fue enviado a Londres.

 

Tras regresar a Bolivia, y elegido diputado en 1916 por el Partido Liberal, fue  el representante boliviano en la creación de la Liga de las Naciones(1918). Fue cónsul general en París(1922), y ministro plenipotenciario en Colombia(1929), destituido en 1930 por  criticar al presidente Hernando Siles. ​ Por  su posición crítica, fue cesado en sus cargos e incluso abofeteado por el presidente Germán Busch y desterrado en1906. En 1940 fue Senador por el departamento de La Paz. Llegó a encabezar su partido y bajo el gobierno del presidente Enrique Peñaranda, y sería ministro de Agricultura, Colonización e Inmigración (1940). Luego partió a Venezuela en calidad de ministro plenipotenciario (1941).

 

Su ensayo Pueblo enfermo, publicado en Barcelona en 1909, marcó su consagración en las letras hispanoamericanas, consiguiendo el elogio de importantes escritores, como Miguel de Unamuno o Amado Nervo. Sin embargo, en Bolivia suscitó polémica y Franz Tamayo respondió críticamente a sus ideas en los editoriales que en 1910 serían compilados en el libro Creación de la pedagogía nacional. Arguedas expone en esa obra "su radical pesimismo", según el cual "una mezcla de fatales leyes biológicas, razones históricas y circunstancias ambientales han hecho del indígena una raza atrofiada o enferma”. No es de extrañar, que algunos críticos identifiquen a Arguedas con una visión de desprecio a la sociedad boliviana y niegan que sea un autor indigenista. Sin embargo, en su novela cumbre, Raza de bronce, Arguedas toca varios temas que posteriormente serán fundamentales en el desarrollo de la literatura boliviana, como la opresión criollo-mestiza a los indígenas, la capacidad de alzamiento de éstos ante los abusos, el lugar en la sociedad de los cholo-mestizos, el desencuentro entre las sociedad criolla y la indígena en Bolivia.

 

Arguedas estuvo escribiendo la novela Raza de bronce prácticamente hasta los últimos años de su vida, aunque publicó una primera edición en 1919, continuó corrigiéndola y reeditándola hasta lanzar la definitiva en 1945. El relato de Raza de bronce es una evolución de su segunda novela, Wata-Wara, que pasó relativamente desapercibida al momento de publicarse. A posteriori, ha sido catalogada por expertos como una de las obras esenciales de la bibliografía nacional.

 

El primer volumen de su Historia general de Bolivia fue publicado con el auspicio del barón del estaño, Simón I. Patiño. Concluyó solo cinco de los ocho tomos proyectados de esa colección, que abarca desde el periodo fundacional hasta la época del caudillismo. En 1935 Arguedas recibió el Premio Roma en Francia, por su libro autobiográfico La danza de las sombras.  Arguedas contrajo matrimonio con Laura Tapia Carro en 1910, y quedó viudo en 1935. La pareja tuvo tres hijas. En 1944 pasó una temporada en Buenos Aires enfermo y regresó a Bolivia al año siguiente. Fallecerá de leucemia en la localidad de Chulumani​ el 6 de mayo de 1946, a los 66 años de edad.

 

Jorge Icaza Coronel (1906 -1978) fue un novelista ecuatoriano que había escrito seis obras teatrales, cuando en 1934 fue publicada su novela, Huasipungo, que le daría fama internacional y que lo llevaría a ser el escritor ecuatoriano más leído de la historia republicana. Con el boliviano Alcides Arguedas y los peruanos Ciro Alegría y José María Arguedas, Jorge Icaza es uno de los máximos representantes del ciclo de la narrativa indigenista del siglo XX.

Nació en Quito, Ecuador y cuando tenía tres años, fallecería su padre, José Antonio Icaza Manzo. Fue llevado a la Hacienda de Chimborazo, propiedad de su tío materno donde entró en contacto con la realidad social ecuatoriana; la cercanía con los indígenas lo hizo muy sensible a la realidad del sometimiento y la pobreza. A los seis años, su madre, Amelia Coronel Pareja se casó en segundas nupcias y lo abandonó. La familia Salazar Gómez lo acogería hasta que su madre se trasladó de nuevo a Quito. Jorge estudió en el Colegio San Gabriel regentado por los padres jesuitas, pero se graduaría en el Instituto Nacional Mejía, de carácter público. Decidido a estudiar Medicina en la Universidad Central del Ecuador, luego de la muerte de su padrastro y de su madre, abandonó la carrera. Después de abandonar los estudios de medicina, se convirtió en actor, y recorrería su país para descubrir la situación infrahumana del indio. Contrajo matrimonio con la actriz Marina Moncayo, y se inició como autor dramático.

Su obra narrativa, que comenzó con el libro de cuentos Barro de la sierra (1933), en donde ya se hace patente el tema de la situación del indio ecuatoriano. En 1934, gracias a la obra Huasipungo, obtuvo el premio Revista América en Buenos Aires y durante ese año gozó de gran popularidad al ser considerado como el mejor de su continente. En 1935 ganó el Premio Nacional de Literatura en su país con la novela En las calles (1935) que narra la situación del indio perdido en la ciudad, lugar donde sus protestas se esfuman sin alcanzar nunca las altas esferas del gobierno.

Icaza es una figura sobresaliente del indigenismo en la narrativa ecuatoriana: en su primera novela, Huasipungo (1934), expone la degradada situación en que se encuentran los indios, sometidos a esclavitud por los patronos que cuentan con el apoyo de la autoridad civil y eclesiástica, se ha convertido en una obra fundamental en la evolución de la corriente indigenista del Ecuador. Con él, la novela ecuatoriana entra de lleno en la tendencia del compromiso social de la novelística actual. Jorge Icaza falleció en Quito el 26 de mayo de 1978.

Ciro Alegría (1909-1967) el escritor, político y periodista peruano fue uno  de los máximos representantes de la narrativa indigenista que estuvo marcada por la creciente conciencia sobre el problema de la opresión indígena y por el afán de dar a conocer esta situación. Las obras representativas de Ciro Alegría son las llamadas “novelas de la tierra”. A Ciro Alegría se le recuerda también por su calidad humana y su bonhomía, salpicada de un humor muy peculiar. Hijo de hacendados ricos y blancos, él se consideraba un cholo serrano, ya que nació en la sierra y convivió durante sus primeros años con indios y cholos, peones y empleados de los inmensos latifundios pertenecientes a su familia. Ciro hizo sus estudios escolares en su misma región andina de nacimiento, donde tuvo como maestro a César Vallejo y se comprometió tempranamente en la lucha política como miembro de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), militancia que le valdría dos estancias en prisión (en 1931 y en 1933) y su posterior exilio en Chile en 1934.


 

 

Ciro Alegría escribió la parte más significativa de su obra entre 1935 y 1938 y ganó tres premios literarios. Después de publicar La serpiente de oro, en 1935 y dos años después Los perros hambrientos, en 1941 Ciro Alegría obtuvo el Gran Premio de Novela Continental con El mundo es ancho y ajeno, una de las mejores muestras del género indigenista: la aldea de Rumi resulta ser la auténtica protagonista de la novela, cuya vida se describe y es objeto de la codicia del terrateniente blanco, hasta que destruida la aldea, sus habitantes se dispersan: unos mueren, otros son reducidos a esclavos o marchan a las grandes ciudades.

 

El mundo es ancho y ajeno es un gran cuadro épico de las luchas de una arquetípica comunidad indígena contra los tres poderes que quieren destruirla: la oligarquía terrateniente, el Ejército y el Gobierno al servicio de los intereses estadounidenses. El uso de las técnicas narrativas modernas y el aliento heroico de la composición le permiten presentar un relato río que arrastra materiales heterogéneos para crear un mosaico tan variado y dramático como la vida indígena misma. En 1948 volvió a su país después de permanecer en los Estados Unidos desde 1941. Se dedicó al periodismo y fue elegido diputado tras haber renunciado al Partido Aprista. En esta época publicó un libro de cuentos: Duelo de caballeros (1963).

 

Pero es por hoy suficiente y dejaremos hasta aquí y para mañana la historia de José María Arguedas Altamirano, el  autor de Los ríos profundos, así como algo sobre la vida y obra de José Scorza conocido por su novela Redoble por rancas y otras de la literatura indigenista en América del sur del pasado siglo XX.

Maracaibo, jueves 24 de febrero del año 2022

miércoles, 23 de febrero de 2022

Otra vez los pulpos

Otra vez los pulpos

En diciembre del año pasado (https://bit.ly/32PcrJ2) decía que los pupos “tienen un sistema de ganglios que forman centros nerviosos y envían mucha información desde todo el cuerpo: algo similar a una red, como Internet”; hoy día, añado algunos datos sobre estos curiosos invertebrados cefalópodos.

¿Sabías que los pulpos, pueden padecer dolores emocionales complejos? Para Martin Heidegger, la angustia deviene del reconocimiento del ser humano como un ser-ahí. Es un sentimiento abrumador que se decanta de tener que estar presentes, de existir. El filósofo alemán atribuía esta condición únicamente a los seres humanos, que tienen que cargar con el peso de su existencia. El dolor en los pulpos no se limita a una respuesta orgánica ante lesiones o estímulos dañinos. El dolor o pesar ya se había observado en vertebrados, como los chimpancés y los perros domésticos que lo padecen, recientemente, un estudio reveló que los pulpos también tienen esta capacidad. Los pulpos son los invertebrados más completos a nivel neurológico.  


 

Robyn Crook, neurobióloga de la Universidad Estatal de San Francisco, afirma que los pulpos pueden sentir dolores emocionales. Los pulpos no sólo sufren a nivel físico. En ausencia de pruebas sobre la conciencia o la sensibilidad en los cefalópodos, las respuestas demostradas por los pulpos son similares a las que expresarían los mamíferos que experimentan dolor. Las investigaciones de la doctora Crook demuestran que, además de ser capaces de responder reflexivamente a estímulos nocivos, tienen la capacidad incluso de sentir vergüenza.

Un grupo de investigadores decidió romper su código de ADN de los pulpos con la esperanza de entenderlos mejor. Su historia evolutiva  se remonta a más de 500 millones de años, habitan en casi todos los océanos en casi cualquier profundidad. el sistema nervioso más grande encontrado entre los invertebrados, poseen cerebros muy desarrollados considerados como los invertebrados más inteligentes demuestran comportamientos de resolución de problemas complejos.

La decisión de investigar las bases moleculares del cerebro de los cefalópodos, se basó en  la capacidad de su memoria y del aprendizaje para adaptarse al instante que es una de las propiedades de sus redes neuronales. Los pulpos son en realidad completamente diferentes de cualquier otro animal en nuestro planeta. Su genoma muestra un nivel nunca antes visto de complejidad con la asombrosa cifra de 33.000 genes codificadores de proteínas identificadas, más que en un ser humano, tantos que un investigador estadounidense, el Dr. Clifton Ragsdale, de la Universidad de Chicago, afirmaría que: El pulpo parece ser totalmente diferente de todos los otros animales, incluso de otros moluscos, con sus ocho brazos prensiles, su gran cerebro, y sus habilidades para resolver problemas de una manera inteligente.

Ya en 2017 decía en este blog lapesteloca que ya sabemos que un animal no puede ser el autor de su propia inteligencia, pero sabemos que existe la maravilla de “la programación adaptativa” incorporada en la biología. Los darwinistas interpretan este prodigio como “una manera especial de evolución”. Si los cefalópodos y el complejo procesado de la información que los hace tan singulares son en realidad el resultado de un Programador (de un Diseñador), las aguas de la biología se ven mucho menos ennegrecidas de tinta...

Mi sangre aunque plebeya también tiñe de rojo el alma en que se anida, mi incomparable amor” cantaba el inolvidale Pedro Infante en “El Plebeyo” sin duda refiriéndose a no ser un tipo “de sangre azul” y ya en el año 2017 también señalaba en  lapesteloca la existencia (https://bit.ly/3I5nlKF) de “pulpos de sangre azul”, destacando que los peces antárticos, pueden regular el abastecimiento de oxígeno a través del “pigmento” de la sangre, la hemoglobina, pero los pulpos antárticos ajustan su hemoglobina de forma que sigue liberando suficiente oxígeno a los tejidos incluso a 0 ºC.

Los peces antárticos, pueden regular el abastecimiento de oxígeno a través de un pigmento de la sangre, la hemocianina. Los pulpos antárticos ajustan su hemocianina de tal forma que sigue liberando suficiente oxígeno a los tejidos incluso a 0 ºC.” La hemocianina es una proteína que está presente en la ‘sangre’ de algunos crustáceos, arácnidos y moluscos y en lugar de contener hierro, contiene cobre, lo que hace que el color de la hemocianina cargada de oxígeno no sea rojo, sino azul.


 

Recientemente han hallado un cefalópodo minúsculo, gelatinoso y de tonos pastel, es el pulpo Dumbo gordito y con par de aletas redondas que le coronan la cabeza. Este cefalópodo apareció a 4 mil 500 metros por debajo de la superficie del mar. Llamado el Emperador Dumbo tiene la capacidad de cambiar de color según su estado de ánimo pero sus ocho brazos están unidos, como palmeados. Esta nueva especie, fue descubierta en 2016 y es capaz de nadar a más profundidad que sus primos. Se dieron cuenta de que Dumbo era un nuevo espécimen que tenía un  mayor número de ventosas en sus tentáculos y contaba con branquias y pico diferentes a los de otros pulpos.

Maracaibo, miércoles 23 de febrero del año 2022