De Ayiti a Saint-Domingue
Cristóbal Colón llegó a la isla que hoy alberga las Repúblicas de Haití y Dominicana en diciembre de 1492, y reclamó la isla para la Corona de Castilla en un área que actualmente se conoce como Môle-Saint-Nicolas. Diecinueve días más tarde, su nave la Santa María encalló cerca del actual sitio de Cabo Haitiano. Cuando Colon asumió a la isla como territorio de la corona española, la bautizó como La Hispaniola o La Española, conoció a los nativos, que eran los taínos, y los llamó "indios" y en compañía de estos extraños seres humanos pasó su primera Navidad en el “Nuevo Mundo”. Colón dejaría 39 hombres en la isla, y ellos fundaron el asentamiento de La Navidad, con lo que la isla se incorporó al Imperio español.
Antes de la llegada de los primeros europeos, la isla llamada La Española estaba habitada por dos etnias: los arahuacos -cuya rama local es conocida como los taínos- y los caribes quienes habían iniciado su ingreso a la isla poco tiempo antes de la llegada de los españoles. Los caribes estaban desplazando a los taínos de sus posiciones; no obstante, en la sección occidental más montañosa de la isla, denominada Ayiti por sus pobladores, la gran mayoría de la población era de origen taíno, reunida en los cacicazgos de Marién y de Jaragua.
Los taínos era en realidad un pueblo que había llegado procedente de América del Sur, específicamente de la desembocadura del Orinoco. Pasarían de isla en isla, y llegaron hasta Cuba reduciendo o asimilando a los pobladores más antiguos, como los guanahatabeyes y los ciguayos. Según los arqueólogos los que ocuparon La Española son llamados taínos clásicos, y comparten algunos rasgos culturales con los taínos de Puerto Rico y del oriente de Cuba. La sociedad taína se dividía en cinco cacicazgos controlados por caciques, quienes tenían poder absoluto sobre estos.
El cacicazgo Marién era gobernado por el cacique Guacanagarix y estaba dividido en 14 nitaínos. Este cacicazgo sostuvo una fuerte lucha contra el cacique Caonabo, jefe del cacicazgo de Maguana, por el control del espacio mítico de la diosa Madre Iermao que significa "Cuerpo de Piedra" y era la diosa del cacicazgo de Marién, El cacicazgo de Maguá gobernado por el cacique Guarionex, estaba dividido en 21 nitaínos. Maguá significa ‘piedra’ en idioma taíno, y su diosa madre era Guacar (piedra madre). Este cacicazgo comprendía todo el nordeste de la isla, Originalmente este territorio estuvo poblado por los ciguayos, que ocupaban principalmente la península de Samaná. Según Bartolomé de las Casas, el idioma ciguayo estaba en un estado moribundo hacia 1502 y definitivamente extinto hacia 1527. Para 1508 quedaban unos 60 000 taínos en La Española y treinta años después, tras la explotación y las enfermedades, para 1531, se había reducido su número a 600.
Los marineros portaban enfermedades infecciosas endémicas de Europa. Los nativos carecían de inmunidad a estas nuevas enfermedades y murieron en gran número debido a las epidemias; la primera epidemia de viruela registrada en América estalló en La Española en 1507. Paralelamente, los indígenas fueron sometidos al sistema de encomienda, que vinculaba a los nativos a trabajar de manera obligatoria en las plantaciones; por lo que fueron trasladados desde sus pueblos para llevarlos a los lugares donde trabajar en las plantaciones, minas o industrias específicas. Posteriormente, La Corona Española aprobó en 1512 y 1513 las Leyes de Burgos, que prohibieron el maltrato de los nativos, y fomentaron la educación en la doctrina cristiana, dándole además el marco legal a las encomiendas que mejoró la situación de los trabajadores; no obstante, la población indígena siguió disminuyendo en proporción a la inmigrante, formada principalmente por europeos y esclavos africanos comprados.
El interés por la parte occidental de la isla La Española, disminuiría en la medida de conocerse las ventajas de la explotación de yacimientos de oro y otras riquezas, tierras adentro en el Nuevo Mundo, riquezas que evidentemente a los colonizadores les parecerían más rentables que la producción azucarera. Los bucaneros ingleses, holandeses y franceses se disputaron entonces el territorio de lo que los nativos taínos habían conocido como Ayiti, hasta que finalmente los que viajaban con la bandera de Luis XIV, "el Rey Sol" francés, asumieron gradualmente el control de esa esquina montañosa de la isla y sería en 1665 cuando Francia la reclamó formalmente y la nombró Saint-Domingue.
Vendría a ser 30 años más tarde, cuando Madrid de España le cedería formalmente un tercio de La Española a París de Francia y se entronizaría entonces el nombre de Haití que proviene del arahuaco, la lengua de los habitantes nativos de la isla, y que significaba “tierra de montañas” ya que era ese el nombre que le daban los antiguos pobladores naturales, los taínos, a la parte oeste de la isla
Cuando Colón tomó posesión de la isla en 1492 y la llamó “La Isla Española”, Fray Bartolomé de las Casas acortó el nombre a “Española”, y más tarde Pedro Mártir de Anglería la nombró como “La Española”, pero el nombre Haïti fue adoptado por el revolucionario haitiano (https://bit.ly/3eCnEP5) Jean-Jacques Dessalines como nombre oficial después de la independencia de Saint-Domingue, como un tributo a los antecesores indígenas taínos.
Haití proclamó su independencia el 1 de enero de 1804, siendo el segundo país del continente americano en hacerlo (https://bit.ly/3fsv5cS) y el primero de América Latina en acceder a ella tras un singular proceso revolucionario de carácter abolicionista, iniciado en 1791, que desembocó en una prolongada lucha armada contra Francia, la potencia colonizadora desde finales del siglo XVII. Su base étnica poblacional habría de ser de origen africano-subsahariano.
El de Ayiti sería el primer caso en la Historia Universal en que la rebelión de una población sometida al sistema de esclavitud que condujo a su emancipación, no sucedería igual con otros alzamientos posteriores (https://bit.ly/3FqrvdN) aunque sentaría un precedente definitivo para la supresión del comercio transatlántico de personas. Este episodio es específicamente recordado por las Naciones Unidas mediante la Resolución 29/C40, conmemorando cada 23 de agosto, y la institución de la medalla Toussaint L’Ouverture, en homenaje a uno de los líderes de la revolución haitiana.
A mediados del siglo XVIII, el Saint-Domingue colonial, ocupado por Francia bajo un férreo sistema esclavista, abolidas ya las encomiendas, contaba con una población de 300 000 esclavos y apenas 12 000 personas libres, blancos y mulatos principalmente y en 1790, Santo Domingo era la colonia francesa más rica de América gracias a los inmensos beneficios generados por el trabajo de los esclavos en las industrias del azúcar y el índigo. Decenas de miles de africanos eran deportados cada año como esclavos para dirigir estas industrias (en la década de 1780, eran deportados a la colonia a un ritmo de 36.000 por año para reemplazar a sus predecesores que habían muerto en el trabajo); su destino estaba regulado legalmente por el Code Noir, pero en la práctica a menudo eran tratados peor de lo que el código prescribía.
La vida del hombre caribeño; sus creencias, costumbres, música, intereses y hábitos alimentarios, lo típico en sentido general de los individuos que habitaban Haití, están presentes en la novela de Alejo Carpentier (https://bit.ly/2NlghiS) “El Reino de este mundo”; pero sería el estancamiento económico como resultado de inapropiadas políticas económicas, la inestabilidad política, la escasez de tierras cultivables, el deterioro medioambiental, el uso continuo de tecnologías inadecuadas, la falta de inversión pública en recursos humanos, la migración de grandes grupos de la población calificada, y me pareciera estar hablando de mi país actual pues en Haití se complementó la desgracia con las catástrofes naturales de terremotos y huracanes lo que lo transformaría en uno de los países menos desarrollados y más pobres del mundo. Así nació, y azotada por ciclones y por dramas políticos creció lo que ahora es el país que en América se disputa con Venezuela el liderazgo de tener la población más depauperada del Continente. “Quién tenga ojos, que vea”…
Maracaibo, martes 1 de febrero del año 2022
1 comentario:
Muy buen relato histórico. Es de resaltar los procesos de conquista territorial y asimilación o exterminio, entre tribus originarias. Poco se comenta de ese aspecto, cuando se acusa a los españoles con toda clase de argumentos como conquistadores y depredadores de esas mismas poblaciones originarias. Una pregunta: ¿Qué tan veraz es la matanza de la población blanca, en la revolución haitiana?
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