jueves, 30 de abril de 2020

Winslow Homer


Winslow Homer

Winslow Homer (1836 -1910), fue un pintor estadounidense del siglo XIX. Un artista autodidacta, quien en 1857 empezó a trabajar como ilustrador de revistas. Durante la Guerra Civil, Homer visitó en ocasiones el frente de Virginia donde habría de pintar su primer cuadro al óleo importante, Los prisioneros del frente (1866), que se encuentra en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, y es notable por su fría objetividad y su vigoroso realismo. 

Fue el segundo de los tres hijos varones de Henrietta Benson y Charles Savage Homer. De formación prácticamente autodidacta, trabajó como aprendiz con un litógrafo de Boston, y tomó lecciones de pintura con Frédéric Rondel. Tras este breve aprendizaje, en 1857comenzó a trabajar como ilustrador de revistas, y se convirtió en un colaborador asiduo de la conocida Harper's Weekly

En 1859 se trasladó a Nueva York, donde comenzó su carrera como pintor. Durante la Guerra Civil, sus primeras composiciones tenían como tema la guerra. En 1866 hizo un viaje a Francia, donde conoció el naturalismo francés. En 1873 comenzó a utilizar la acuarela, que sería tan importante en su obra como el óleo. Durante la década de 1870 los temas predominantes de sus obras fueron los de inspiración rural o idílica: escenas de la vida agrícola, niños jugando y escenas de lugares conocidos poblados de mujeres elegantes. De estas últimas el ejemplo más conocido es Long Branch, Nueva Jersey (1869, Museum of Fine Arts, Boston). En 1875 envió su último dibujo al Harper's Weekly, y abandonó definitivamente su carrera como ilustrador.

El año transcurrido en Inglaterra (entre 1881 y 1882), durante el cual Homer vivió en un pueblo de pescadores, provocó un cambio definitivo en la temática de su obra. A partir de entonces se concentró en escenas de la naturaleza a gran escala, en particular escenas marinas, de pescadores y sus familias. Desde ese momento el mar constituyó el tema predominante de la obra de Winslow Homer.

En 1890 pintó la primera de su admirada serie de marinas en Prouts Neck. Fue allí donde pintó algunas de sus obras maestras del realismo americano, tales como Eight Bells, donde el dramatismo de la escena marina con una cualidad épica y heroica representa el tema dominante de su madurez: la lucha del hombre con las fuerzas de la naturaleza. Una de sus obras más impresionantes, La corriente del Golfo, en la que un solitario marinero negro navega en una embarcación rodeada de tiburones en medio de un mar con fuerte oleaje. Sus últimos cuadros, con una composición original y un brillante colorido, reflejan un interés creciente por las posibilidades abstractas y expresivas del arte. La grandiosidad de su temática y la fuerza expresiva de sus obras ejercieron una gran influencia en la pintura realista de Estados Unidos. El pintor falleció en Prouts Neck, en Maine, en septiembre de 1910.
Maracaibo, miércoles 30 de abril, 2020

miércoles, 29 de abril de 2020

El efecto mariposa


El efecto mariposa

Cada vez está más claro que los fenómenos caóticos abundan en la naturaleza. Los podemos encontrar en dominios propios de la economía, de la aerodinámica, la biología de poblaciones, la termodinámica, química y, por supuesto, en el mundo de las ciencias biomédicas; un ejemplo de estas pueden ser algunas arritmias cardíacas. Parece que los fenómenos caóticos pueden manifestarse incluso en los aparentemente estables movimientos planetarios.

El meteorólogo teórico estadounidense Edward Norton Lorenz (1938-2008), descubrió que pequeñas perturbaciones en la atmósfera pueden cambiar el clima en  grandes proporciones y presentó sus resultados en 1963, en un artículo que constituyó uno de los grandes logros de las ciencias físicas del siglo XX. Después del trabajo de Edward Norton Lorenz, en las décadas siguientes, las ciencias físicas iban a cambiar y mucho de ese cambio tuvo que ver con una frase que se hizo célebre: “El aleteo de una mariposa en Brasil puede producir un tornado en Texas”. La frase fue dicha por Lorenz en una conferencia que pronunció el 29 de diciembre de 1972 en una sesión de la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia. 

Edward Lorenz estaba trabajando en sus investigaciones sobre el tiempo atmosférico, y desarrollando modelos matemáticos simples cuyas propiedades exploraba con la ayuda de ordenadores, cuando, en 1960, observó que algo raro ocurría... He aquí como él mismo reconstruyó los acontecimientos y su reacción en un libro que escribió años después,
“La esencia del caos”: “En un momento dado, decidí repetir algunos de los cálculos con el fin de examinar con mayor detalle lo que estaba ocurriendo. Detuve el ordenador, tecleé una línea de números que había salido por la impresora un rato antes y lo puse en marcha otra vez. Me fui al vestíbulo a tomarme una taza de café y regresé al cabo de una hora, tiempo durante el cual el ordenador había simulado unos dos meses de tiempo meteorológico”...“Los números que salían por la impresora no tenían nada que ver con los anteriores. Inmediatamente pensé que se había estropeado alguna válvula o que el ordenador tenía alguna otra avería, cosa nada infrecuente, pero antes de llamar a los técnicos decidí comprobar dónde se encontraba la dificultad, sabiendo que de esa forma podría acelerar la reparación. En lugar de una interrupción brusca, me encontré con que los nuevos valores repetían los anteriores en un principio, pero que enseguida empezaban a diferir, en una, en varias unidades, en la última cifra decimal, luego en la anterior y luego en la anterior. La verdad es que las diferencias se duplicaban en tamaño más o menos constantemente cada cuatro días, hasta que cualquier parecido con las cifras originales desaparecía en algún momento del segundo mes”...“Con eso me bastó para comprender lo que ocurría: los números que yo había tecleado no eran los números originales exactos sino los valores redondeados que había dado a la impresora en un principio. Los errores redondeados iniciales eran los culpables: se iban amplificando constantemente hasta dominar la solución. Dicho con terminología de hoy: se trataba del caos.»

Edward Norton Lorenz (1917-2008) sería el matemático y meteorólogo, que desarrolló ideas innovadoras sobre la rotación de los fluidos y realizó importantes contribuciones que ayudaron a comprender la dinámica de la atmosfera y las predicciones climatológicas. Pionero en el desarrollo de la teoría del caos. E. N. Lorenz introdujo el concepto de atractores extraños y acuñó el término efecto mariposa.
 
La curva mariposa, como su nombre indica, es una curva plana algebraica dada por una ecuación en coordenadas cartesianas o una curva plana trascendente dada en ecuaciones paramétricas, o con una ecuación en coordenadas polares. Su construcción en ambos casos (más en el segundo) gráficamente asemeja a una mariposa, de ahí su nombre. Generalizando la ecuación en coordenadas polares, en el caso de la curva trascendente, y se puede, alterando los parámetros, construir las llamadas curvas mariposa, con efectos singulares.

E. N. Lorenz nació en West Hartford, Connecticut, el 23 de mayo de 1917. Estudió matemáticas en el Dartmouth College en Nuevo Hampshire y en la Universidad de Harvard en Cambridge, Massachusetts. Su padre fue Edward Henry Lorenz nacido en Hartford en 1882 quien asistió a Hartford High School y al Trinity College; obtuvo el grado en ingeniería mecánica en el Instituto de Tecnología de Massachusetts. La madre de Edward, Grace Norton nació en Auburndale, Massachusetts, in 1887 y siendo muy joven se mudó a Chicago con su madre. Posteriormente se convirtió en profesora e hizo varias contribuciones para organizaciones cívicas. Sus padres se conocieron en unas vacaciones de verano en Waterville Valley, New Hampshire y se casaron en 1916

Edward Norton entró en Dartmouth muy joven, en 1934, y después decidió especializarse en matemáticas. En 1938 ingresó a la escuela de posgrado del departamento de matemáticas en Harvard, donde se expuso por primera vez a temas como la teoría de grupos, teoría de conjuntos y topología combinatoria enseñada por Saunders Mac LAne, Marshall Stone, y James Van Vleck. En 1942, en el inicio de la segunda guerra mundial se enlistó para la fuerza aérea estadounidense, donde fue capacitado para formar parte del equipo de pronosticadores meteorológicos del ejército. En 1944 junto con algunos colegas realizó una operación para realizar pronósticos meteorológicos, en apoyo a los bombardeos aéreos. 

Obtuvo su doctorado en 1948 en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), con un trabajo que describió la aplicación de ecuaciones dinámicas de fluidos para la predicción del movimiento de las tormentas. Después fue profesor Professor Emeritus en el MIT desde 1981.  Murió el 16 de abril de 2008 a la avanzada edad de 90 años en su casa de Cambrige, Massachusetts. 

El efecto mariposa (The Butterfly Effect) fue también tel nombre que recibió una película del 2004 de suspenso y ciencia ficción dirigida por Eric Bress y protagonizada por Ashton Kutcher, Amy Smart y William Lee Scott. La película que no tiene nada que ver con la teoría del caos (a menos que sea por lo caótica que resulta la trama) tuvo una mala recepción de la crítica aunque curiosamente fue un éxito comercial; ganó el Premio del Público Pegasus en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Bruselas, y fue nominada a la Mejor Película de Ciencia Ficción en los Premios Saturn y Choice Movie.
Maracaibo  miércoles 29 de abril, 2020

martes, 28 de abril de 2020

Aimé, alias Bonpland


Aimé, alias Bonpland

En el mes de diciembre, del año 2015, en este blog publicaría un par de trabajos (https://bit.ly/3byoRok) y (https://bit.ly/3eJJj7A) sobre el botánico francés Aimé Bonpland y hoy en 2020, año de pandemia y confinamiento, quisiera añadir algunos comentarios extraídos de los mismos, para complementar lo señalado hace unos días por el excelente periodista Martín Caparrós en su artículo del 19 de abril en El País, titulado  El gran confinado”.

Resumo lo que decía Caparrós sobre Bonpland… “Le gustaba, contar su historia. Corría 1773, unos años después el mundo cambiaría para siempre gracias a una bandera tricolor y un par de guillotinas. Entonces Bonpland estudiaba botánica y medicina. A sus 27, el científico más famoso de esos tiempos, Alexander von Humboldt, lo invitó a acompañarlo en un viaje de exploración. Querían ir a Egipto y terminaron en Estados Unidos, Cuba, Venezuela, Colombia y varios más. Cinco años de  “redescubrir América” diría Bolívar y surcarla en uno de los viajes más influyentes de la historia”.

Caparrós continuaría relatando que…“Bonpland volvió a París, dirigió el jardín botánico de la emperatriz, escribió libros, y cuando Napoleón fue derrocado decidió irse y eligió, Buenos Aires… Esperó, fue médico, desesperó, y se fue para instalarse en el noreste del país, frontera con Paraguay. Bonpland, se puso a estudiar y a cultivar la yerba mate, desde que, (https://bit.ly/3ahBXoq) dos siglos antes, los jesuitas empezaron a cultivarla y exportarla. Pero Paraguay tenía un Dictador Supremo(https://bit.ly/2WGqCeh) don José Gaspar Rodríguez de Francia. Una noche, 400 soldados invadieron la plantación, la destruyeron, mataron a la mayoría de sus trabajadores y se llevaron al francés. Allí le ordenaron quedarse, confinado por el delito de haber plantado yerba mate. Su Gobierno mandó enviados y ultimatums; Humboldt y San Martín clamaron a diestra y siniestra; su viejo amigo Simón Bolívar amenazó incluso con invadir Paraguay si su dictador no lo soltaba, pero nada”. 

Hoy como ya señalaba antes, quisiera complementar la historia de nuestro personaje con lo dicho al finalizar los artículos del blog en diciembre 2015, de esta manera: “Adeline regresó a Europa, allí escribió y publicaría una novela, y cuando solicito ayuda de sus amigos Arago y Humboldt, éste al saber de las andanzas de la mujer de Bonpland escribió “la sentimental señora de Bonpland es una bribona”. Aimé Bonpland estuvo diez años arrestado y como era amigo de San Martín, Ribadavia y de Bolívar, todos le ayudaron solicitando su liberación. Simón Bolívar le escribiría al dictador doctor Francia: “Dígnese oir Excelencia, el clamor de cuatro millones de americanos liberados por el ejército que yo mando, todos los cuales a mi vera imploran la clemencia de Vuestra Excelencia en homenaje a la humanidad, la sabiduría y la justicia y en homenaje al señor Bonpland… Yo mientras tanto lo esperaré con la ansiedad de un amigo y el respeto de un discípulo, a tal punto que sería capaz de marchar hasta el Paraguay para liberar al mejor de los hombres y el más famoso de los viajeros”

Finalmente esta historia de un largo confinamiento, terminaría cuando “Bonpland no dejó de prestar servicios como médico. Los testimonios parecen exceder la leyenda de que quizás este hecho atraería la atención del dictador Francia, quien al visitarlo, decidiría optar por expulsarlo del país. Al ser liberado, Aimé no buscó a Adeline ni a Emma. Mientras Adeline le había buscado en lo que sería toda una aventura recorriendo América hasta el Cabo de Hornos, Bonpland se enamoraba de nuevo y se casaría con María, hija de un cacique guaraní, con quien tendría dos hijos. Aimé Bonpland terminó volviendo con María a su estancia en Corrientes, en el Paso de los Libres, el lugar lugar en el que seguiría trabajando y donde murió a los 86 años cuidado por su hija Carmen, posiblemente añorando volver a ver a su gran amigo Humboldt y quién sabe si pensando su adorada Francia”…

Maracaibo. Martes 28 de abril, 2020