lunes, 31 de enero de 2022

OSIRIS-REx y el asteroide Bennu

 OSIRIS-REx y el asteroide Bennu

Los asteroides suelen ser más grandes que los cometas y están compuestos de roca y de metal, por lo que nos les afecta casi el calor del sol. Los cometas están formados por hielo, roca, polvo y compuestos orgánicos. Los asteroides y los cometas se diferencian por su composición y por su tamaño. Meteoroide es el nombre que se le da a la materia que gira alrededor del Sol o a cualquier objeto del espacio interplanetario que sea demasiado pequeño para ser considerado como un asteroide o un cometa. Los meteoritos son meteoroides que alcanzan la superficie de un planeta y no se desintegra por completo en la atmósfera.

La mañana del 15 de febrero de 2013 en la ciudad de Cheliábinsk en la zona sur de los Montes Urales de Rusia, un meteoroide sobrevoló varias provincias y la ciudad de Cheliábinsk en el momento de entrar en la atmósfera terrestre, hasta llegar a impactarse a 80 km de dicha localidad. Alcanzaron el suelo entre 4.000 y 6.000 kg de fragmentos del meteorito, incluido un fragmento de unos 650 kg que fue recuperado posteriormente en el lago Chebarkul. ​

El bólido seguía una órbita que lo acercaba al Sol, a una distancia similar a la que tiene Venus al Sol y terminaría alejándose hasta el cinturón de asteroides. Liberó una energía de 500 kilotones, treinta veces superior a la bomba nuclear de Hiroshima, y explotó aproximadamente a 20,000 metros de altura. También se afirma que, tiempo atrás, el asteroide progenitor chocó contra otro objeto o se aproximó demasiado al Sol antes de cruzar la atmósfera de la Tierra como una bola de fuego. La mayor parte de la energía se liberó entre los 5 y 15 km de altura, lo que hizo muy peculiar este evento; aunque objetos como estos caen varias veces al año y suelen quemarse a mayor altura, a los 30 a 50 km tras penetrar la atmósfera.

Uno de los precedentes más populares fue el bólido de Tunguska, durante el reinado del zar Nicolás II, en la Rusia Imperial. Fue una gran explosión y ocurrió 105 años antes del episodio de Cheliábinsk en la mañana del 30 de junio de 1908 cerca del río Podkamennaya, Tunguska, en la gobernación de Yeniseysk, en Rusia.​ La explosión sobre la estepa siberiana oriental escasamente poblada aplastó aproximadamente 80 millones de árboles en un área de 2.150 km² de bosque, y al menos tres personas pudieron haber muerto en el evento. La explosión generalmente se atribuye a la explosión de aire de un meteoroide. Se clasifica como un evento de impacto, y aunque no se haya encontrado nunca un cráter de impacto; se cree que el objeto se desintegró a una altitud de 5 a 10 kilómetros en lugar de haber golpeado la superficie de la Tierra.


 

Vamos pues a adentrarnos en el tema que nos ocupa y que le da el título a este reportaje. En la tarde del 3 de diciembre del año 2021 llegaría a su destino después de dos años de viaje, la nave OSIRIS-REx de la NASA. Arribaría a Bennu, un asteroide primitivo del tamaño del Empire State Building de Nueva York. La sonda que viajó durante 2 años, tenía como objetivo recolectar una muestra de la roca espacial y traerla a la Tierra, para lo que se tomaría su tiempo, ya que pasó casi un año realizando observaciones antes de decidir de dónde va a “robarle” un pedazo al asteroide.

El objetivo científico de aquella misión es triple: 1-Bennu es considerado potencialmente peligroso para la tierra por su cercanía y su tamaño, así que: 2-Va a resultar tranquilizador conocer bien su trayectoria y: 3- Bennu es tan antiguo que puede desvelar muchos secretos sobre los orígenes del Sistema Solar. Además, los investigadores podrán intentar saber si sus recursos minerales y su contenido en agua puedan ser explotados en el futuro.

NASA ha informado que OSIRIS-REx, es una sonda de seis metros de largo con sus paneles solares desplegados, que se lanzó en septiembre de 2016 desde Cabo Cañaveral (Florida), rumbo a Bennu, pero es muy interesante conocer como su camino hacia Bennu no ha sido en línea recta. La sonda orbitó el Sol durante un año y entonces, en una colosal maniobra llamada “asistencia gravitacional”, realizó un cercano sobrevuelo sobre nuestro planeta para utilizar su gravedad como si fuera una honda y el impulso la llevó disparada hacia la roca. Un histórico logro y la primera vez que una nave de la NASA de apenas 510 metros y que viaja a más de 100.000 kilómetros por hora, consigue posarse sobre esa piedra…

La nave pasaría casi un año en Bannu y escaneó su superficie, establecería su composición y la distribución de sus elementos minerales y orgánicos. En julio del 2020, sin posarse aun, tocaría brevemente la superficie de la roca con su brazo robótico, una técnica llamada «touch and go» donde el brazo contacto durante cinco segundos, liberó una explosión de gas nitrógeno que agitaría la superficie para recoger un mínimo de 60 gramos y un máximo de 2 kilos. La cápsula con el material ya sellado y la nave retornarían a la tierra en marzo del 2021. Viajará durante dos años y medio y llegará a la Tierra en septiembre de 2023 cuando  se activarán unos paracaídas y la caja con la muestra será lanzada cerca de la ciudad de Salt Lake City en Utah, EUA, donde será recogida. Mientras, la sonda se quedará orbitando alrededor del Sol.

 Cuando reciba la muestra, el equipo de ciencia que tome el relevo de la misión para catalogarla podrá realizar distintos análisis de un material con un gran valor científico. Lo que llegue a nuestro planeta habrá permanecido prácticamente inalterado desde hace cuantromil quinientos (4.500.000.000) millones de años, y posiblemente ha de revelar importante información sobre los orígenes del Sistema Solar. Los científicos también tienen interés en conocer cuál es la trayectoria más aproximada de la roca, ya que está considerada como potencialmente peligrosa para la Tierra. Se estima que en 2135, podría pasar cerca de la Tierra, más cerca aún que la Luna, y posiblemente incluso más cerca entre 2175 y 2195. La probabilidad de impacto es de una entre 3.000.

La misión también explora la posibilidad de la explotación minera de asteroides de forma comercial, una idea planteada por algunas compañías privadas. Esas rocas pueden ser fuente de minerales raros o incluso combustible para futuras misiones espaciales. Si OSIRIS-REx tiene éxito, puede servir como ejemplo para esos proyectos. No es la primera vez que una nave se dirige a un asteroide para tomar una muestra. Ya lo hicieron antes con éxito las misiones japonesas Hayabusa I y II. La primera logró traer a la Tierra muestras del asteroide Itokawa en 2010 y la segunda, que intentará hacer lo mismo, fue pionera en depositar dos pequeños rovers sobre la superficie del asteroide Ryugu el pasado septiembre.

Bennu es entre 4.000 a 5.000 veces más masivo que el meteorito que explotó sobre Chelyabinsk en Rusia en 2013, dejando un millar de heridos. La idea de que se nos venga encima resulta inquietante, motivo por el cual tanto la sonda como el asteroide han sido bautizados con nombres de la mitología egipcia relacionados con la vida y la muerte. Osiris es el dios de la muerte y la resurrección, mientras que Bennu es su ave mitológica.

Maracaibo, lunes 31 de enero del año 2022

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