lunes, 25 de octubre de 2021

Otra vez Colón…

 

Otra vez Colón…

Hay un escritor español, autor por demás prolífico como novelista, estudioso de la Naturaleza apellidado Borja Calderón(1946) quien además se dijo haber sido galardonado en su país, con el Premio Nacional de Medio Ambiente (2001) con una Medalla al Mérito Agrícola, y de haber ocupado sitiales importantes (Ministeriales y en la televisión) pero de quien la nube de internet lo ha desaparecido por motivos para mi desconocidos…

Pocos días antes de esto, me enteraba por la misma “red de la nube”, como aquel señor había asegurado que existió un superviviente de un barco pesquero andaluz quien en 1480, tras una larga travesía, arribó a uno de los puertos de la portuguesa isla de Madeira, con solo un hombre en estado agónico quien relató su historia...

El marino del pesquero andaluz sobrevivía a duras penas y asistido por un buen samaritano quien lo acogió en su casa, se enteró de su aventura mientras pudo relatarle cómo fue que los vientos alisios los empujaron mar adentro hacia el océano “habitado por monstruos marinos y asolado por infernales borrascas y calmas inextinguibles. Sucedería que arribaron a tierras desconocidas pobladas por gentes de rasgos exóticos y cómo sería que tras tener contacto con ellas los marineros contrajeron la sífilis, y así emprendieron la vuelta a casa, pero estaban todos tan enfermos que no pudieron combatir una borrasca y arribaría vivo, solamente él, a Madeira…

El marino quien decía llamarse Alonso Sánchez, era un andaluz y natural de Huelva, pero antes de morir tuvo tiempo de narrar aquellas desgraciadas peripecias, y casualmente sería Cristóbal Colón uno de los que escuchó su aventura. ¡Parece bastante rebuscada la historia! -¡Ni hablar del “borramiento” del tío en la nube googlica!-  Sin embargo  sabemos que cualquier escritor novelero tiene una justificada “patente de corso” para mentir sin vacilación alguna, así que asumí que era  esa la razón que además rima con este arropado Calderón...

 Borja Calderón dijo dar por cierta la historia de aquel pre-descubridor, del “Nuevo Mundo” y consideró que su teoría estaba avalada por varios hechos: -“la soltura con que Colón se mueve por las Antillas a partir de un cierto momento; -la existencia en las islas de algunos nativos con rasgos blancos, fruto quizá de los marinos anteriores; y sobre todo :-la seguridad con que Colón encararía la ruta de vuelta, el tornaviaje, arrumbando hacia el nordeste en busca de los contralisios, fijando la ruta que sería definitiva en los viajes de retorno de América”.

El supuesto escritor español, apoyaba su “certidumbre” sobre el pre-descubridor o “marino anónimo”, nada menos que en la propia redacción de las Capitulaciones, donde los Reyes le otorgarían títulos a Colón sobre las tierras “que ha descubierto”, y se preguntaría el Calderón, si acaso… ¿Será posible que Juan Pérez, monje de La Rábida y confesor de la Reina quebrantara un secreto que en confesión le había confiado Colón? … ¡Vaya pues!...

Los marinos aquellos que en el barco andaluz se enfermarían de sífilis, habrían sido -como lo fueron –supuestamente- los marineros de Colon- acusados como los responsables de difundir la enfermedad en Europa. En 1530, fue bautizada como sífilis, por una poesía didáctica de un médico italiano, Girolamo Fracastorius, natural de Verona, en la que el pastor Syphilus fue castigado con la enfermedad por llevar una vida inmoral y llena de vicio. Para ese entonces, se le achacaba con énfasis la primera epidemia de sífilis a la tripulación de Cristóbal Colon; un mal traído a España desde La Española (Haití).

Vale la pena recordar que no sería sino hasta 1913 cuando Hideyo Noguchi, demostró la presencia de Treponema pallidum, en el cerebro de un paciente con sífilis y parálisis general progresiva, lo que le permitió establecer el origen sifilítico de éste mal, cuyo origen es, aún en estos días, extremadamente debatible, y existen tres teorías que intentan explicarlo. La teoría más antigua fue evidentemente construida sobre prejuicios.

Era cierto que al retornar Cristóbal Colón de América en 1493 hubo un gran brote de sífilis en Europa, por lo que se decidió que la culpa la tenían los indígenas con los que los marineros sostuvieron relaciones sexuales, dando origen a la “Teoría Colombina”. ¡Sería la teoría dominante por casi 500 años! La segunda teoría llamada “Teoría Precolombina” propone que la sífilis estaba presente en Europa desde la antigua cultura greco-romana y posteriormente fue llevada al Nuevo Mundo por los colonizadores.

Finalmente, existe una “Teoría Unitaria”, que propone que la sífilis se originó en África desde los albores de la humanidad y que la bacteria (Treponema) evolucionó para adaptarse a distintas condiciones medioambientales, por lo tanto, se distribuyó en todo el mundo a la par de las migraciones humanas. Actualmente se desarrollan estudios de filogenia (taza evolutiva de la bacteria) y paleopatología (estudios en restos óseos) con el propósito de encontrar el origen de la sífilis en los homínidos.

No parece adecuado terminar este relato sin ampliar un poco más la historia de Colón. Hablábamos de una teoría (la“calderoniana”), basada en el quebrantamiento de un secreto de confesión, que no se sabe cómo ni cuándo le hiciera Cristoforo Colón a un fraile en el Monasterio de La Rábida, y llama la atención que justamente ese Monasterio está ubicado en la provincia andaluza de Huelva, hogar del “marinero anónimo”…

Colón llegó por primera vez al Monasterio de la Rábida donde se hospedó, en 1485. Es sabido que entre los religiosos de este convento encontraría ayuda espiritual y científica de fray Juan Pérez y fray Antonio de Marchena quienes le ayudaron en sus contactos con la corona. Ellos conectarían a Colón con Martín Alonso Pinzón, un rico armador y líder de la zona, y gracias a él, consiguió ayuda económica y reclutó Colón los hombres necesarios para su empresa. Pero… ¿Cuándo y donde se dio la confesión?

Como este embrollo suena a “dimes y diretes” y se infiltró la historia de la sífilis, -también conocida como avariosis, búa, buba (o bubas), gálico, lúes venérea, o mal de bubas- ya recordamos que su nombre fue creado por el cirujano veronés Girolamo Fracastoro con su poema en latín Syphilis sive morbus gallicus (‘Sífilis o la enfermedad francesa’). En ese texto de 1531, Fracastoro registraba que ya en esa época, en Italia y en Alemania la sífilis se conocía como el “morbo francés”, pero en Francia, la llamaban “el morbo italiano”. Pro “chísmene” dirían ahora las señoras mayores…

Todo este lío que casi parece una comedia, y no es comedia de equivocaciones como la que en cinco actos escribiera Shakespeare, sino más bien parece una “tragedia de equivocaciones”. Así las cosas, me han llevado a recordar a un joven quien una vez dijo -probablemente muy orgulloso de poseer una palabra nueva en su léxico de idioma castellano-, que su abuelo era sifilítico y su madre espantada salvó la situación al corregir su error rápidamente: filatélico, mijo, filatélico”… Perdón, pero era necesario cerrar sonriendo, este desaguisado. ¡Gracias por leerme!

Maracaibo, lunes 25 de octubre del 2021

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