miércoles, 14 de octubre de 2020

Remembranzas del Centro

 

Remembranzas del Centro

En agosto 2020 escribí un artículo (https://bit.ly/328YtO4) titulado “Remembranzas del Sur” con recuerdos de cosas sucedidas durante muchos años en mis visitas a países al sur de Venezuela. Intentaré hoy seguir un orden geográfico atemporal ya que los países de América Central son varios y nunca he visitado a Belice ni he estado en Honduras, pero de las otras naciones tengo felices recuerdos, hasta sentir que tengo en sus países muy buenos amigos.

Si para movernos como camina el sol de oriente hacia occidente, comienzo en Panamá, y recuerdo sin precisar la fecha, que hace un montón de años, -ya conocía al doctor MacKensy, un arbovirólogo-, cuando se me ocurrió detenerme en la Ciudad de Panamá para visitarlo en el Instituto Gorgas. Hasta allí fui a conversar para saber más de los zancudos, de los arbovirus y las encefalitis. En esa ocasión tuve la oportunidad de ver un gigantesco bioterio de primates, que recuerdo siempre que pienso en los araguatos y la fiebre amarilla, o cada vez que se desata una epidemia de ebola en el África...

El doctor Moisés Espino, es un patólogo a quien le decían “el Chicho” y él organizó muchos eventos en Panamá, pero para mí la reunión de la SLAP del año 1999, resultó muy importante por varias razones. Estando en Panamá, me informó Hernando que padecía una leucemia y pude verlo por última vez; allá lo recuerdo, bailando animadamente una cumbia en el escenario. Me enteré igualmente de que Mario Armando tenía problemas de salud que lo obligaron a retirarse del evento cuando estaba iniciándose. También ese año vería por última vez a dos amigos patólogos muy queridos, Horacio Oliva Aldamiz y José Nicolás Astacio. Yo había dejado en casa a Saudy recibiendo quimioterapia por su cáncer de colon… Decidí asistir a esta reunión de la SLAP pues mis discípulos, Eduardo Caleiras y David Parada, presentaban sus trabajos libres, y lo hicieron con éxito. Conocí algo, muy poco de aquella ciudad que estaba comenzando a crecer hacia arriba, con grande edificios…

Geográficamente debo destacar mi muy temprana visita a Costa Rica en diciembre del año 1970. En el 69, me enteré por Luis Carbonell del 2do Congreso Centroamericano y Mexicano de Patología organizado por el incansable doctor Rodolfo Céspedes. Esta fue mi segunda oportunidad de establecer contacto personal con muchos patólogos latinoamericanos, Pérez Tamayo y Arias Stella entre otros, y allí conocería al famoso patólogo venezolano doctor Alberto Angulo experto en micosis pulmonares. En 1985 regresaría a San José para el XV Congreso de la SLAP y recuerdo que el volcán Irazú estaba humeando peligrosamente. Para ese entonces la microscopía electrónica (ME) se estaba iniciando en Costa Rica y sobre este tema estuve hablando pues recién compraban el primer ME que iba a funcionar en la universidad...

 En 1988 por primera vez estuve en Managua-Nicaragua, para el XXVI Congreso Centroamericano de Patología y he recordado mi entrevista con Israel Borrajero y MarioArmandoLuna desde una azotea donde veíamos la ciudad que todavía lucía parcialmente arrasada por el terremoto de diciembre del 72. Conocí al sueco Franzen, experto citopatólogo con quien años más tarde se formaría Vilma PérezValle. Ante la desamparada situación de los patólogos y los jóvenes que se estaban preparando, inventaría con mis colegas venezolanos “un curso en Nicaragua” para el año siguiente y así, en 1989 durante toda la semana santa, asistimos seis patólogos y los nombraré: MariaElena, Gilberto, Henry, Atahualpa y dos Arturos, quienes les llevamos libros y les dimos un curso intensivo de patología, que fue muy provechoso. En los dos años siguientes, patólogos nicaragüenses vinieron para su entrenamiento al IAP de la UCV. En otras ocasiones y a través de VilmaIsabel entrevisté personalmente al laureado escritor Sergio Ramírez (quien era vicepresidente de su país cuando viajáramos en Avensa con los patólogos rumbo a Nicaragua en el 89). Visité a Nicaragua desde el lago hasta el volcán Masaya y conocería detalles sobre historia del “Mamotombo” y de Walker hasta la gesta de Sandino. Comería “gallo pinto” y supe de muchas cosas aprendidas por las memorias de papá de VilmaIsabel. Estas y ella misma, habrían de sumarse a vivencias que incorporé en mi novela “La PesteLoca”(1998).

Estuve en Nicaragua otras veces. El año 2001 en el evento de la SLAP llevamos a mis histotecnólogas Ayarit y AnaRita que dictaron “Cursos para tecnólogos” y en aquel evento hicimos nuestro primer contacto con Eduardo Zambrano quien estaba decidiendo su futuro para finalmente quedarse en Norteamérica y ser un gran patólogo. En 2009 en la ciudad de Granada se organizó un evento para honrar la memoria del Dr Luna fallecido el 2008 y luego en noviembre del 2014 regresé con Julia a Managua, invitados por VilmaIsabel y con grandes amigos patólogos, cantando, celebraríamos haber llegado a mis 75 años de edad…

Visité la Ciudad de Guatemala a finales de la década de los 90 cuando recién se iniciaba la inmunohistoquímica diagnóstica y Arfilio quien se afianzaba como el distribuidor de DAKO, nos llevó a esa hermosa tierra de volcanes que me era familiar por las fotografías de Chicaztenango que había visto en La Alquería, la casa vecina de mi tío José. Visitamos el abigarrado mercado indígena y en el templo católico percibiríamos la magia misteriosa del sincretismo religioso; luego visitamos Antigua, y así, dando charlas sobre la inmunohistoquímica conocí a Víctor Leonel Argueta, patólogo amigo quien años más tarde (2009) sería presidente de la SLAP en otro evento que se dio en Guatemala al que no pude asistir. A pesar de conocer y ser muy amigo de HernanMolinaKirsh, el brillante patólogo linfomaníaco guatemalteco, no tuve la suerte de volver a visitar su hermoso país.

 

Queda tan solo por nombrar a El Salvador, país que me tocó visitar recientemente, es decir, el año 2018, cuando asistí con Julia a otro Congreso Centroamericano de Patología, donde nos veríamos nuevamentecon muchos colegas amigos. Aquel evento, para mí se daba luego de un par de intervenciones quirúrgicas en febrero de 2017, simultáneas y en ambas piernas, por lo que subir hasta la cima de uno de sus volcanes,-uno de los muchos porque el Salvador tiene muchísimos volcanes-, fue para mí superar una prueba de esfuerzo. Todo esto pude lograrlo gracias a Julia y a una gran amistad florecida y consolidada en Canarias por Eduardo Blasco entre muchos patólogos mexicanos (el taco-team de MarioArmando) con quienes espero continuaremos en lo posible, como con tantos otros patólogos hispanoamericanos, honrando la memoria del Dr MarioArmando Luna con nuestra asistencia a estas reuniones.

Esta crónica tiene un final que tiene que ser esperanzador pues estamos viviendo la pandemia de Covid-19 y cada vez vemos más remota la posibilidad de volver a viajar por los países de nuestra América y del mundo en general. Confiemos en que en los meses por venir, la situación habrá de mejorar y que tal vez podré relatar entonces, algunas otras aventuras. 

Maracaibo, miércoles 14 de octubre del 2020

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