Artrópodos y El Bosco
El Departamento de Zoología y Antropología Física de la Facultad de Biología de la Universidad Complutense de Madrid (España), ha publicado una investigación con comentarios sobre los artrópodos presentes en la obra de Hieronymus van Aken (“El Bosco”). Se ha analizado la intencionalidad del pintor y el significado de insectos y diferentes “bichos” en su obra que pareciera reflejar la impotencia ante la desquiciada época por la que pasaba el mundo occidental en los siglos XV y XVI.
En septiembre del año pasado 2019, había hablado en este blog sobre Jheronimus van Aken, (https://bit.ly/2ULek1P) conocido también como El Bosco (1450-1516), y llamaba la atención sobre la vida de este pintor holandés de finales de la Edad Media, autor de “El jardín de las delicias” al que me referí en el blog como “Las delicias del jardín” en abril 2020 (https://bit.ly/3ivIv6S). Destacaba igualmente, que su vida está recreada en mi novela “Para subir al cielo…” (https://bit.ly/2kqHrJN) reeditada en 2016, hoy día a la venta en la Librería Europa del Centro Comercial Costa Verde en Maracaibo.
Hieronymus van Aken dibujaba y pintaba seres fantásticos. Designados en la investigación antes mencionada cómo “artrópodos” (insectos, arácnidos, miriápodos y crustáceos), pueden también calificarse como bichos. Bien fuesen imaginarios o asignables al concepto medieval de araña, escorpión, o simplemente “otros bichos” o a sus colmenas, telarañas, y demás detalles de su hábitat, estos curiosos seres creados por Hieronymus, destacan en toda aquella su obra pictórica, realizada en Hertogenbosch (en el “Bosque del Duque de Brabante, Borgoña”), la pequeña ciudad fundada en 1318, que era asiento de una próspera burguesía acomodada, inmovilista, cerrada la cual por lo que vemos, parecería estar cargada de desconcierto y desencanto espiritual.
Además del condicionante geográfico y de lo tradicional que en medio de la piadosa religiosidad del arte flamenco que seguramente influiría en la obra de El Bosco, en ella se vislumbra la insostenible situación socio-política, de crisis religiosa y moral generalizada que sacudía la Europa de finales del siglo XV. Estas preocupaciones fueron descritas por Erasmo en su Elogio de la locura y por Brandt en La Nave de los locos. Todos esos eventos conducirán a La Reforma y a la primera fractura de la identidad occidental en 1517, precisamente un año después de la muerte de El Bosco cuando Lutero clavaba sus 99 tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg dando inicio al fin del antiguo orden establecido.
El Bosco creó la visionaria aparición de multitud de seres demoníacos y fantásticos que sobrepasan cualquier cosa anteriormente pintada, siendo por ello el artista que más arquitectura, flora y seres fantásticos ha generado proporcionalmente y más representaciones de artrópodos o de seres artropodianos llevó a sus obras.
La maduración de El Bosco como artista en el tránsito de aquellas épocas difíciles, mostraría como sus “bichos” también tienen importancia, ya que desde los primeros “monstruitos/ demonios” de sus épocas tempranas en las que eran animales (no humanoides) más o menos monstruosos los que aparecían en sus cuadros, veremos cómo los “bichos” se harán progresivamente “más bichos”, más reales y se fusionarán con elementos humanos adquiriendo una significación menos abstracta y más simbólica.
Ejemplo sobre la utilidad de “sus bichos”, los escorpiones y los insectos en su obra pueden ayudar a datar algunas de sus pinturas o a rechazar su autoría en otras. Sobre la pintura de El Bosco a través de su tiempo, insisto en que puede revisarse mi novela “Para subir al cielo…” reeditada por AstroData en Maracaibo, 2016.
En la obra de El Bosco el tránsito entre los bestiarios y hechicerías del submundo medieval al mundo más racional y delicado de la belleza renacentista los mantienen como símbolos heredados del Medioevo. En el “Das Rosenkranzfest” en el Museo de Praga y en la copia del Kunst Historische Museum de Viena, donde la Virgen en su manto muestra una mosca allí posada y otras moscas que aparecerán en las Madonnas (Vírgenes con Niño Jesús) principalmente en el Renacimiento de las Escuelas Italiana y Alemana son sin duda remanentes medievales, contrapuestos símbolos del pecado y del demonio.
En el Palacio Ducal de Venecia, puede admirarse la obra “El infierno de Il Civetta” (1480 – 1550) con numerosas referencias artropodianas entre sus fabulosos diablos de marcada influencia bosquiana. En esta tabla (de 86, 5 x 39, 5 cm) en caótica armonía con otros muchos seres salidos de su desbordante imaginación, se incluyen libélulas leyendo, mariposas tipo Melanargia (Insecta, Lepidoptera: Satyridae) de rostro picudo, un escarabajo tipo Lucanus (Insecta, Coleoptera: Lucani-dae) que lleva un abejorro tipo Bombus (Insecta, Hymenopte-ra: Apidae) a cuestas, un escarabajo tipo Meloe (Insecta, Coleoptera: Meloidae) que mira a unas “cosas” parecidas a estafilínidos y una oruga anillada.
La mariposa Aglais urticae que aparece en la tabla central de “El Juicio Final” (1466–1471) de Hans Memling en el Museo Narodowe de Danzig, sobre la espalda de uno de los diablos a la izquierda del arcángel San Miguel y sobre una especie de demonio a su derecha, parecen poseer influencias entomológicas, de las que aparecen en el Jardín de las delicias bosquiano, como si fuesen herederas de una tradición medieval tardía.
El Bosco aparece por doquier ya que una pléyade de artistas y grabadores imitaron su estilo, incluso firmaron con su nombre, hasta el punto de complicar enormemente la labor de dar autenticidad a numerosas obras. Aun en vida tres composiciones llenas de demonios fueron grabadas por Alart du Hameel en 1509 difundiendo su quehacer y su fama. Su estilo y sus elementos artropodianos se mantendrán entre otros muchos de sus seguidores, frecuentemente anónimos, como puede apreciarse en la obra “Cristo descendiendo a los infiernos” del Metropoli-tan Museum of Art de Nueva York y la imaginación de muchos de ellos acaban por generar imágenes de animales artropodianos fantásticos o de marcada influencia y cierta semejanza, como es el caso de “Las tentaciones de San Antonio” del Staatliche Museen de Berlín, una de cuyas tentaciones es marcadamente “escorpiónida”.
La influencia de El Bosco se refleja en autores flamencos consagrados. Uno de los que mayor atención demostró hacia los artrópodos, fue Pieter Brueghel, el Viejo (1525–1569) de quien ya hemos hablado en este blog, a propósito de la historia de Andrés Vesalio. Le tocó a Brueghel, el Viejo, vivir en el mismo mundo trastocado y agonizante de El Bosco, y compartió una visión apocalíptica de enormes paralelismos. Años después de muerto El Bosco a quien Brueghel también holandés admiraba, él colaboraría en la extensión de su fama (https://bit.ly/2SpNcEZ) al aceptar de Pieter Coecke van Aelst, considerado decano del gremio de artistas, pintores y arquitectos, la realización de grabados “al estilo Bosco”, entre 1555 y 1560, siendo el único que supo mantener la intencionalidad original de lo grotesco de El Bosco en algunas de sus obras.
Maracaibo, lunes 5 de octubre, 2020.
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