Rimbaud traducido
Cintio Vitier fue un poeta, narrador, ensayista y crítico cubano, quien estuvo vinculado en sus inicios al grupo de la revista Orígenes (La Habana, 1954), junto con otros nombres destacados de la literatura cubana. Su obra dio un giro hacia el compromiso político a partir de los años 60, en parte debido a la influencia del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal. En el número 35 de la revista Orígenes fue publicada la traducción que Cintio Vitier hiciera de Iluminaciones del poeta galo Arturo Rimbaud (1854-1891) el genial adolescente que entre los 16 y 19 años de edad escribiera toda su literatura y después desapareciera para siempre de los círculos del París literario, presididos por su íntimo amigo Paul Verlaine, Rimbaud quien se internara por más de una década en calidad de aventurero, comerciante de cueros, oro, marfil, piedras preciosas y armas de fuego por los territorios bíblicos del desierto de Ogadén, la isla de Chipre y el mar Rojo hasta desaparecer.
Julio Pino Miyar, un poeta, ensayista y narrador cubano (Santa Clara, 1959) quien vive en los Estados Unidos desde 1987, y colabora en calidad de ensayista con prensa escrita de Cuba, EUA y países de América Latina, ha examinado el significado de la elección, de Iluminaciones, entre todos los poemarios y opúsculos de la literatura francesa, por parte de Vitier y considera que parece revelar un estrecho y singular vínculo entre el poeta traducido, vertido hermosamente al español, y el poeta traductor. De manera que Cintio Vitier, desde Orígenes, se nos ofrece como intencional “trasvertor” del poeta adolescente, y en el mismo prólogo del cubano Vitier, queda de esa manera inserto como parte importante del texto. Traductore también puede significar Creatore.
Aproximadamente la traducción sufre el mismo proceso de “trasversión” establecido secularmente por los monjes copistas de la Edad Media. En aquellos lejanos tiempos cualquier traducción estaba acompañada de comentarios y exégesis, los cuales proponían una muy peculiar manera de lectura y desciframiento; antiguo oficio de judíos y cabalistas que superponía, en la bella página de pergamino, traducida y comentada, los ilustrados diseños alegóricos de los maestros iluministas. Jorge Luis Borges expuso la curiosa humorada de un personaje capaz de volver a escribir, en el francés del siglo XX, en singular calidad de autor y en perfecta literalidad, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Si la miramos desde este punto de vista, la inteligente broma de Borges resulta una propuesta teórica no demasiado alejada del análisis social más ortodoxo: un Quijote literalmente reescrito en pleno siglo XX ya no sería en estricto el Quijote escrito en el siglo XVII; un Quijote literal y bufonescamente vuelto a escribir en francés del siglo XX, tendría que ser, sin lugar a dudas, El Quijote de Pierre Menard.
Pues bien, en el caso del poemario Iluminaciones, éste ha sido “transvertido” y vuelto a explicar por el maestro origenista en un contexto completamente distinto: la poética cubana de Orígenes. En la opinión de Julio Pino Miyar, Cintio Vitier logró, con su traducción y comentario introductorio, implicar directamente a Orígenes con una poética trascendental como la de Rimbaud, estrechamente vinculada a los apasionados debates que se realizaban en Europa en la época de las Vanguardias Artísticas, los cuales oscilaban entre la admiración sin límites a su extraordinaria figura o el rechazo más categórico.
La Cuba de Orígenes, en cambio, posa la mirada sobre el poeta francés y deriva hacia tonos y actitudes intelectuales más reposadas, amparado en una desprejuiciada visión de conjunto, dirigida más al concierto en pleno de la cultura occidental que concebida para reparar excesivamente en sus detalles; un tipo de interpretación y acercamiento a la cultura que sólo los artistas e intelectuales latinoamericanos, desde los tiempos de Borges y Lezama, saben realizar con éxito. De manera que es así, como Julio Pino Miyar ve como la poesía “trasvertora” del poeta cubano, nos muestra al francés Arturo Rimbaud, irreverente y camorrista, el perpetuo transgresor, el gran iniciado en los misterios de la alquimia del verbo, y el prófugo definitivo de Europa se quedó definitivamente entre nosotros, y puede vérsele caminando bajo las sombras de los antiguos portales, extraviado irremisible entre las calles de Peña Pobre y Jesús del Monte, buscando una dirección imposible que no aparece, que no puede aparecer, porque no se encuentra en los grandes catálogos de la civilización ni en la más osada de las exploraciones geográficas.
Relata Pino Miyar, que el pensador alemán Martín Heidegger escribió alguna vez como era que había escogido a Federico Hölderlin para ilustrar su pensamiento filosófico, no porque fuera el mejor de los poetas, sino porque era quien mejor pudo expresar “la esencia de la poesía”. Y en la opinión de Julio Pino Miyar, Rimbaud es ese poeta que mejor ha podido mostrarnos la esencia contradictoria de la vida. ¿Cuál fue la poderosa razón que condujo al joven a abandonar definitivamente el ejercicio de la poesía, el París de su amigo Verlaine y la hermosa Francia de sus ancestros, para marcharse sin nada en los bolsillos al Medio Oriente y al África y llevar allí una precaria y peligrosa existencia de aventurero?
La poesía de Hölderlin nos cuenta de una noche terrible “Como si el pensamiento, una vez pletórico de imágenes, colapsara ante el hundimiento irremisible de su universo afectivo, producto vacuo de una época hostil a toda empresa genuinamente artística en la que se expresa la crisis de valores de una sociedad como la capitalista prosaicamente organizada, donde al poeta ya no se le comprende ni se le quiere, ni se le asigna lugar alguno sobre la Tierra”. Es la noche absurda, como apuntaría en una ocasión el poeta galo, de la completa soledad, la locura y el escarnio, “...la alucinación se produce siempre por una mecánica de sustituciones y combinaciones que no pueden salir de la cámara cerrada del sujeto. Su relación con la locura patológica es comprendida por Rimbaud”.
De esta manera llegamos al humilde hospital de La Concepción en la ciudad mediterránea de Marsella, donde el poeta ha ido a recalar a sus 37 años luego de su infortunado regreso del Medio Oriente, con gangrena en una pierna, herido de muerte y su sufrimiento físico y su angustia son enormes. El cura que lo atiende espiritualmente ha quedado impresionado por la enorme fe mostrada por ese pobre hombre, de quien contaban que en su niñez se complacía en rayar los asientos de los parques de su ciudad natal, Charlesville, con el lema “mierda a Dios”, según Isabel Rimbaud, su hermano invocará, en su postrero lecho de moribundo, a una hermosa muchacha de ojos violeta a la que parece amó apasionadamente en los tempranos días de su corta y desgraciada vida. En la última noche de su prodigiosa existencia el poeta musitará afiebrado las más maravillosas y desconocidas imágenes verbales, nacidas de su profundo significado como hombre entregado al menester de una extraordinaria e innegociable vocación humana.
NOTA: Este artículo fue publicado antes en este blog el 4 de agosto 2018
Maracaibo. miércoles 28 de octubre, 2020, el año de la pandemia de Covid-19
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