Pintura y esquizofrenia
El arte pictórico de las mentes enfermas puede contener una extraña fuerza, e incluso se han fundado corrientes artísticas enteras bajo la influencia del arte esquizofrénico, pero hemos de aceptar un hecho incontrovertible, las teorías psicológicas de Sigmund Freud lo cambiaron todo. La locura durante siglos era una condición maldita considerada quizás como una posesión diabólica que provocaba incomprensión y rechazo, pero Freud le mostró al mundo que las ideas aberrantes no necesariamente eran una maldición y que existe un subconsciente irracional dentro de todos nosotros.
Existía una explicación científica para la locura, y esta noticia fue bien recibida por literatos y pintores pues ofrecía un nuevo concepto en el arte sobre lo que antes era una grave enfermedad. Los artistas empezaron a sentirse atraídos por los símbolos y las temáticas que residen en el subconsciente. No tardaron en descubrirse enfermos mentales con habilidades artísticas capaces de producir imágenes originales e impactantes, tales como las del mundo onírico del sueño o escenas que podían llegarle a los artistas como resultado del consumo de estupefacientes.
Los esquizofrénicos fueron el principal objeto del interés entre los artistas que buscaban llevar los productos del subconsciente a sus lienzos. No todos los pacientes mentales son capaces de dibujar o pintar, pero no cabe duda de que los esquizofrénicos tienen una imaginación florida que pareciera no pueden controlar. Dibujar o pintar es relajante, y sirve a muchos esquizofrénicos para centrarse y expresar sus obsesiones y fantasmas.
El mundo empezó a descubrir que los pacientes mentales producían toda clase de dibujos y cuadros tan fascinantes como los de ciertos grandes artistas y que los grandes surrealistas como Max Ernst, Giorgio de Chirico o Salvador Dalí ofrecían, una versión más elaborada del surrealismo, más cercana al mundo onírico que a la pseudorrealidad de la esquizofrenia. El fauvismo de Henri Matisse y el apogeo del expresionismo y el surrealismo fueron atraídos por las produciones del subconsciente.
El alemán Paul Gösch, un esquizofrénico que pintaba composiciones coloristas muy complejas, aprovechaba rincones de la pintura para incluir escenas en miniatura, algo que algunos esquizofrénicos, especialmente los más hábiles artísticamente, hacen algunas veces. Gösch murió en un campo de exterminio del régimen nazi. Adolf Wölfli fue un psicótico de turbulenta vida y personalidad agresiva cuyos dibujos a lápiz mostrando las habituales obsesiones esquizoides por los ojos y las caras. En su edad adulta fue acusado varias veces de abusos sexuales y terminó recluido en un sanatorio mental, no obstante Adolf Wölfli es considerado un artista influyente considerado una de las figuras claves del Art Brut.
Willem Van Genk era un holandés diagnosticado de esquizofrenia y autismo, cuyas composiciones sobre ciudades, estaciones abarrotadas de gente, dirigibles, aviones, barcos o puentes estaban llenas de colorismo y complejidad. La mayoría de los pintores esquizofrénicos fueron descubiertos cuando ya se había diagnosticado su enfermedad y su obra conocida ya estaba marcada por la misma. Lo ideal para observar la influencia de los estadios más graves de la esquizofrenia sobre el arte sería el que el individuo hubiese empezado a pintar mucho antes de declararse el trastorno mental. Louis Wain fue un artista normal, metido en los círculos comerciales antes de caer mentalmente enfermo. Gran amante de los gatos, durante años dibujó simpáticas ilustraciones que tenían muy buena aceptación entre el público victoriano. A principios del siglo XX se le diagnosticó una esquizofrenia progresiva que empezó a minar su estado mental. La enfermedad le hizo cambiar radicalmente, volviéndole paranoico y de conducta imprevisible, hasta que ingresó en un sanatorio. Los dibujos de Wain empezaron a mostrar la progresión de su enfermedad. Sus gatos, antaño retratados como figuras plácidas y simpáticas, aparecían con expresión de alarma, pintados con colores más chillones y con algunas figuras geométricas en el fondo. A medida que el artista perdía el contacto con la realidad, las obsesiones geométricas se apoderaban de su obra y los rostros de los gatos se fueron descomponiendo en intrincadísimas celosías fractales.
Un equipo de 30 investigadores psiquiatras e historiadores, analizando algunas de las cartas de Van Gogh llegaron a la conclusión que este sufría de episodios de psicosis intermitentes que eran síntoma de varias enfermedades. Los relatos de Van Gogh en las cartas analizadas muestran episodios recurrentes de alucinaciones y delirio correspondientes a las psicosis.
Según las cartas recopiladas, la completa recuperación del artista de sus episodios de psicosis llevaría a los científicos a pensar que podía padecer un desorden bipolar, epilepsia o, incluso, sífilis. Para ellos, la esquizofrenia estaba descartada pues "es duradera, crónica" y no concordaba con el perfil del pintor. Son muchos los estudios que se han adelantado para explicar las condiciones médicas que afectaron a este genio de la pintura. Se ha considerado intoxicación por plomo, trementina y digital, alcanfor, bromuro de potasio, sífilis, trastorno afectivo bipolar, síndrome de Meniére y epilepsia.
Señalábamos en julio 2019 (https://bit.ly/2XVKE5C), que la absenta era el licor que se consumía en los entornos bohemios que frecuentaban los artistas en aquella época, y por ello se pensó que esta bebida alcohólica por su contenido de tujona podría provocar visión con halos de colores en Vincent van Gogh (1853-1890). Sobre su obra pictórica, dijimos que entre los años 1886 y 1890, estuvo dominada por el color amarillo cromo, hasta el punto de que se puede hablar del “periodo amarillo” y ampliamos detalles sobre el color de sus girasoles. Ferdinand Gachet (1828-1909), su psiquiatra parisino, le prescribió de forma regular digital o dedalera, a Vincent, para paliar sus crisis maníaco-depresivas.
Maracaibo, martes 18 de agosto, 2020
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