Oxígeno para vivir
“Cómo quisiera poder vivir sin aire/Cómo quisiera calmar mi aflicción/Cómo quisiera poder vivir sin agua/Me encantaría robar tu corazón…”
Así decía una canción del grupo mexicano Maná, hace unos años… Pero resulta que los animales multicelulares de la Tierra necesitan del oxígeno para vivir. Este es un concepto que deberá repensarse desde que un grupo de científicos de la Universidad de Tel Aviv (Israel) han descrito y examinado a un ser que no depende del oxígeno. Es decir, que no respira. Este hallazgo, podría tener consecuencias, en nuestro planeta y en la búsqueda de vida en otros mundos.
Hace más de 1.450 millones de años según sabemos, la vida comenzó a desarrollar la capacidad de metabolizar el oxígeno. Sobre este tema ya hemos conversado en este blog (http://bit.ly/2jx2WSY). Cuando una célula arqueal envolvió a una bacteria, se estrenaría un nuevo equilibrio (https://bit.ly/37azXNY), lo que dio lugar a que estos dos organismos evolucionaran juntos. Las bacterias se convirtieron en mitocondrias, que habrían de ser la fuente de energía de las células y que utilizan el oxígeno. La evolución de esta simbiosis llegó tan lejos que hoy todas las células de tu cuerpo, salvo los glóbulos rojos, tienen mitocondrias que descomponen el oxígeno para impulsar los procesos celulares.
En la naturaleza existen adaptaciones que han permitido a algunos organismos vivir en condiciones de poco oxígeno e incluso en hipoxia. De forma paralela, algunos seres unicelulares han desarrollado orgánulos parecidos a las mitocondrias; pero el debate planteado es, si acaso puede ser posible la existencia de animales que no respiraran oxígeno. Así, el nuevo estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Science (PNAS) y dirigido por Dayana Yahalomi se centró en un animal parásito del salmón.
De la Henneguya salminicola, se sospechaba que podría tener una respiración anaeróbica. Se trata de un cnidario, que pertenece al mismo filo que los corales, las medusas y las anémonas y es un parásito que habita en la musculatura de los salmones sin hacerles daño. Los cnidarios (Cnidaria, del griego ''kníde'', ortiga) son un filo de animales diblásticos relativamente simples, que viven exclusivamente en ambientes acuáticos, mayoritariamente marinos, y agrupa alrededor de 10 000 especies.
Los investigadores sospecharon que este cnidario debía esconder algún secreto cuando observaron su capacidad de supervivencia dentro del entorno hipóxico que presenta el interior del salmón. Pero, sin un análisis del ADN de la criatura, nunca podrían averiguarlo, por lo que para desentrañar los misterios del Henneguya salminicola, un cnidario que pertenece al mismo filo que los corales, medusas y anémonas y decidieron empezar por ahí.
Utilizaron microscopía de fluorescencia y secuenciación profunda sobre el parásito, que posteriormente revelaron que había perdido su genoma mitocondrial básico para la respiración de las células. También observaron que estaban eliminados casi todos los genes nucleares involucrados en la transcripción y replicación de las mitocondrias.
La relación del Henneguya salminicola con estos parientes se puede apreciar al observar la cola del parásito, que resulta semejante a los tentáculos de los cnidarios, utilizados para aferrarse a los músculos de los salmones que infectan. Los quistes blancos inocuos que crean en la musculatura del pez, al estallar, emanan un líquido banco cremoso que contiene esporas, las cuales normalmente, se liberan cuando el pez fallece. Después son consumidas por pequeños organismos, como los gusanos, que, posteriormente, sirven de alimento para salmones, finalizando así el ciclo.
Algunos otros organismos como hongos, amebas o de linajes ciliados en entornos anaeróbicos, han perdido la capacidad de respirar con el tiempo. Como sustituto, los científicos descubrieron que el Henneguya salminicola había desarrollado una especie de órganos parecido a las mitocondrias que se caracterizan por poseer unos pliegues en la membrana interna que, normalmente, no se aprecian en las mitocondrias convencionales. Una vez con los datos sobre la mesa, el equipo verificó su hallazgo a través del análisis de un parásito similar, el Myxobolus squamalis, que a diferencia del diminuto cnidario, si mostraba genoma mitocondrial. El siguiente paso del equipo, según aclaran, es descubrir cómo extraen estos parásitos la energía.
Maracaibo, sábado 22 de agosto, 2020
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