sábado, 22 de agosto de 2020

Remembranzas del Sur…

Remembranzas del Sur…

Mi tío Fernando C. Tamayo escribió el “Romance del camarada muerto” en un lugar de Francia, después de haber sobrevivido a “la guerra de las trincheras” tras una de las últimas batallas, la de Meuse-Argonne (https://bit.ly/3iYiL3Z). Él comenzaría su poema escribiendo  “Extraño que en mis recuerdos/ de esta madrugada fría/ no se agiten torvos cuervos/ de pasiones agresivas; / sino que en fugaces giros/ las alegres golondrinas/ de mi añoranza, pincelen/ en raudas policromías,/ paisajes inolvidables / de mis lejanas campiñas.” Así, en mi estridente tinitus de esta madrugada fría -¡aire acondicionado había!-, hoy decidí escribir, sobre aspectos agradables, desechando las terribles ideas que sobrecogen mi espíritu como el de muchos otros venezolanos que sobrevivimos en la que Colon denominara “Tierra de Gracia” pero donde las desgracias no cesan de ocurrir, en un país colonizado y en manos de una despiadada cáfila delincuencial que controla el poder irremisiblemente desde hace más de 21 años, y ahora, en medio de la pandemia del Covid-19…

He querido titular como “Remebranzas…” a una serie de escritos (3) que se inician mirando al sur, y es que en ellos, espero comentar detalles sobre recuerdos -preferiblemente de aspectos agradables-,  vividos en los países de nuestra América, al Sur de Venezuela, para más adelante intentar hacer lo mismo con la América Central y quién sabe si hasta con México…

Destaco que serán breves, remembranzas sobre situaciones nunca antes relatadas y que renacen gratas, gratuitamente en mis pensamientos, pero quiero acotar desde ya, que a pesar de una invitación de mi colega Antonio Cubillas y de tener muchas referencias guaraníes, nunca pude visitar el Paraguay ni tampoco la República del Uruguay, fallando con esto en la asistencia a un importante Congreso de Patología. Por esta razón, no mencionaré a estos dos países ni a las vecinas orientales, las Guayanas.

Comienzo por el sur, con detalles de hace, poco más de 60 años cuando viajamos varios maracuchos al Congreso de la Sociedad Latinoamericana de Patología (SLAP) el año 1969, en el mismo avión de Aerolíneas Argentinas donde viajaba el famoso Sandro. Eran los tiempos de las minifaldas y en mayo se había dado “El Cordobazo” que marcó el inicio del fin de la dictadura de Onganía; lo digo ya que quizás eso me explica ahora, y lo sé -gracias a la nube de internet- por qué no entendíamos los patólogos maracuchos el por qué ni de Perón, ni del morocho del Abasto, ni del lunfardo, querían escuchar nada, ni volver a saber nada, los patólogos argentinos…  Inolvidable la reunión y los trabajos presentados a media luz en el Anfiteatro de la Universidad de Buenos Aires; allí escuché por vez primera a Ruy PérezTamayo. No sé cómo llegué hasta el hospital Malbrán-me imagino que tomaría un taxi-pero fui a visitar al patólogo, el doctor Lascano un señor mayor quien me recibió y amablemente conversó conmigo, tan solo un “pichón de patólogo” quien había leído su trabajo sobre el virus Aura en J.of Viroloy y estaba yo interesado, le dije, en mirar el virus de la EEV con un recién estrenado microscopio electrónico. También inolvidable resultó un almuerzo en “El Tigre” la carne humante y un mesonero –demasiado parecido al personaje de “La fiesta inolvidable” de Peter Sellers- que iba circulando entre las mesas atestadas de patólogos con sus familiares y se dirigiría a una señora que me pareció “muy encopetada” para decirle frescamente “!Che, sos flaca, pero morfás que da miedo!”… y ¿Que más querés que te diga? Es suficiente…

De la vecina Chile guardo gratos recuerdos del Mercado con su multitud de gente comiendo y charlando y la incontable variedad de especies marinas, los frutos de mar, para mí bichos increíbles, y no puedo olvidar al doctor Henry González, compañero para comer papas fritas con salsa de tomate al regresar al hotel, más de un par de veces, ya en la madrugada…  Con él,  visitamos a Valparaíso y la casa de Neruda en Isla Larga; pero el mejor recuerdo de aquel septiembre del año 1995 fue sin duda alguna volver a encontrarme con Vilma Isabel ya transformada en una famosa sueco-noruega citopatóloga, a quien había conocido años atrás siendo una residente luchadora militante del sandinismo, en Nicaragua en medio de “la guerra de los contras”. Años después, ahora, ya en Chile, Vilma era, un ser libérrimo y feliz. ¡Me alegró mucho verla!

 

El año 1981 visitamos La Paz, en Bolivia y no nos pegó “el soroche” (mal de páramo) a pesar de los 3.640 metros de altura. Posiblemente por haber estado antes en el Perú en Cuzco que está casi a 3.400 metros, algo más que el páramo de Mucuchíes, (sitio de visita casi obligado para los maracuchos que viajábamos frecuentemente a Mérida). En fin, de Bolivia recuerdo caminar las calles  de La Paz etre una abigarrada población indígena muy característica, también entre las llamas, y desde luego, la visita al Lago Tititicaca con Totoño Estévez, González, Michelena y Julio Martínez acompañado de una de sus pequeñas hijas. En 1999 asistí invitado al XX Congreso Boliviano de Patología en Oruro y con Arfilio Martínez, recorrí el altiplano andino, en medio de la inclemencia del frío; estaba nevando, vimos vacas peludas y la vegetación paramera característica. La recepción en un salón con las imágenes de Bolívar y de Sucre fue inolvidable, y es que fui nombrado “¡Hijo ilustre de Oruro!” Para ese entonces no imaginaba que muchos años más tarde, en 2013 asistiría al XXX Congreso de la SLAP en SantaCruz de la Sierra, de nuevo en Bolivia y allí me volvería a encontrar con mis amigos, los cuates mexicanos de Guadalajara, Vilma, Arfilio y muchos otros amigos patólogos.

Debo pasar al Perú, pues ya mencioné que estuve en el Cuzco y en MachuPichu, el mismo año 1981 del evento de la SLAP en Bolivia. Años más tarde, regresaríamos al Perú, al XXII Congreso de la SLAP en octubre del año 1999. Los peruanos a pesar de la incomodidad de la política seguían creyendo en “el chino” por haberlos liberado de Sendero Luminoso y la violencia, Debo decirlo, el doctor Javier AriasStella organizador del evento con Rui Pérez Tamayo y Pelayo Correa me invitaron con Saudy, quien venía “guapeando” contra el cáncer después de soportar varias intervenciones quirúrgicas y rudas quimioterapias y nos sentaron en la mesa principal, donde se me dijo, ocuparía el puesto que por Venezuela le correspondería a mi estimado maestro Luis Carbonell. Ese año Hernando no pudo acompañarnos, porque estaba también sobrellevando la leucemia, pero aunque dije que solo quería hablar de recuerdos amables, la vida, ya lo sabemos, es dura y cruel. También recuerdo que nos alegró aquellos días MarioArmando con sus “cuentos del padre Bruno”…

Estuve de visita en Quito un par de veces; la primera en noviembre de 1997. Me acompañó Arfilio y con él supe del pintor Kingsman y sus hermosos cuadros; también padecí por un problema gastrointestinal que me tuvo fuera de combate, pero daría varias charlas sobre la inmunohistoquímica que estaba comenzando a imponerse como técnica diagnóstica en patología. Años después, en 2003, y de nuevo en un Congreso de la SLAP (el XXIV), asistí acompañado por Julia y con AnaRita. Allí volvería a encontrarme con AriasStella y con Eduardo Zambrano quien estaba visitando su tierra y conocimos el mero medio gravitacional de la tierra… Me tocó decirle a Israel Borrajero-el comandante- que Venezuela estaba invadida por Cuba y que a pesar de las invitaciones y de mis previas visitas colaboracionistas, no volvería jamás a la isla hasta no verles fuera de mi país. No fue agradable, pero para mí aquella fue una trascendental decisión que aún sostengo.

En el viaje del año 1969 hacia Buenos Aires estuve en Rio de Janeiro unos días y Brasil resultó como en “Los tres caballeros” de Disney, paisaje, música y vivencias que por años me parecieron irrealmente maravillosas; desde Copacabana sonando la muchacha de Ipanema al “el Brasil brasileiro” en el recuerdo de una samba, hasta que en el año 1987 regresé al Brasil. Fue para el XVI evento de la SLAP en Salvador-Bahía y aquel realmente, sería un Congreso para nunca olvidar, en: ¡Bahía, la de Jorge Amado!. Repleto de vivencias originales, que les sucedieron a los muchos patólogos venezolanos que estuvimos presentes. Las diapositivas de Jorge AlboresSavedra por el suelo y él rabiando histérico, la voltereta que de bañista me dio el Atlántico que casi que me ahogo, las aventuras de tantos amigos colegas venezolanos y, entre muchas, ningunas como las protagonizadas hasta en la prensa por el genial jalisqueño MarioArmando Luna…

El mismo año del primer evento de la SLAP en Buenos Aires, (1969) por donde inicié este relato, organizaríamos desde la SVAP el Primer encuentro Colombo-Venezolano de Patología en SanCristóbal y en Cúcuta. Fue nuestra primera conexión con los brillantes patólogos del “hermano-país” (Pelayo Correa-Restrepo-Salazar) y resultó todo un éxito. Luego, después de haber invitado a Julio Ospina en 1971 en Maracaibo para el 1er Simposio Venezolano de Patología Ultraestructural, evento donde también traeríamos al joven patólogo colombiano Gerzaín Rodriguez quien nos habló sobre los virus, Julio Ospina me invitó a visitarlo en Bogotá y estuve en el Instituto de Cancerología que él dirigía. En febrero de 1995 regresé invitado a un evento internacional sobre Microscopía Electrónica y allí en Bogotá, volvería a ver a Gerzaín, quien unos meses más tarde nos hablaría en Caracas de nuevo sobre los virus y su ultraestructura. En 2006 gracias a las gestiones de Enrique López Loyo presidente de la SVAP se dio en Cartagena de Indias el, “¡Primer Congreso Ibero-Colombo-Venezolano y del Caribe!”, donde nos reunimos grades amigos canarios, venezolanos y colombianos en una gran fiesta que resultó ser por demás de un muy buen nivel científico. Finalmente, ya viviendo en Maracaibo, por invitación de Simón Peraza empleado en aquellos días en la Universidad de Pamplona (Colombia), y estimulado nuestro amigo Blasco Olaetexea con la idea de poder trabajar allá, estuvimos con el Rector de la Universidad y Simón, mi prima Sandra(patóloga), Eduardo, y mi esposa Julia en una visita esperanzadora que resultó muy interesante, pero que terminaría finalmente por no cuajar, ya estábamos presintiendo que el país venía en un cuesta abajo indetenible y buscar otra fuente de trabajo resultaba una vana ilusión… Después… Ya todos saben cómo estamos…

Cierro así estas remembranzas sobre pequeños detalles vividos en las visitas que me tocó hacer a las naciones al sur de nuestro país. Más adelante, espero en otra ocasión poder relatar  recuerdos de viajes por Centroamérica (¿Remembranzas del Centro?).

Maracaibo, sábado 22 de agosto, 2020

 

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