Diógenes
Según Laercio, Diógenes era natural de Sinope, donde su padre Icesias fue acuñador de monedas. Exiliado por el delito de adulterar las piezas, envió a su hijo a Atenas, acompañado de un sólo sirviente. Las fuentes indican que éste huyó, o bien que Diógenes le despidió rápidamente, aseverando que "si Manes podía vivir sin Diógenes, Diógenes puede vivir sin Manes". Resulta difícil hacerse una idea del carácter extraordinario de esta conducta en un miembro de la aristocracia; sin embargo, pone de manifiesto un ideal ascético que se vio pronto atraído por las enseñanzas del cínico Antístenes. Al principio, éste se negó a aceptarlo como alumno, llegando a golpearlo con una vara; Diógenes le respondió que ninguna vara sería lo suficientemente fuerte para apartarlo de un hombre cuya enseñanza era digna de oírse. Apaciguado por la respuesta, Antístenes lo acogió.
El rigor con que Diógenes hizo suyos los ideales de privación e independencia de las necesidades materiales parece haber superado con creces el de su maestro, llevando una dieta sencilla y austera, una vestimenta rústica y descansando en los pórticos y plazas públicas. Juvenal, Luciano y Séneca recogen la anécdota de que dormía en un tonel junto al Metroum, el templo de Cibeles; es probable que la medida fuera sólo temporal, puesto que otros autores que hablan del filósofo no la mencionan. Se dice también que, tras ver beber a un niño del cuenco de sus manos, destruyó el cuenco de madera que era su única posesión además de su capa, su zurrón y su báculo.
En un viaje a Egina, el barco en el que viajaba cayó preso de piratas, y la tripulación fue reducida a la esclavitud y vendida en Creta. Antes de subastarlo, los vendedores inquirieron acerca de su profesión; Diógenes afirmó que no tenía ningún otro oficio que el de conductor de hombres y pidió que lo vendieran a alguien que necesitara un amo. Un rico corintio llamado Jeníades, impresionado por la agudeza de la respuesta, lo compró. Fue manumitido al llegar a Corinto y encargado de la tutoría de los hijos de Jeníades y de sus asuntos domésticos, que dirigió el resto de su vida con gran habilidad. Sin embargo, no abandonó sus hábitos ascéticos ni dejó de predicar la doctrina de la autarkeia, y durante las congregaciones de los juegos ístmicos su audiencia era numerosa y dedicada
El poeta español Ramón María de las Mercedes de Campoamor y Campoosorio (1817-1901) considerado un poeta de poca relevancia, es conocido por sus Doloras y Humoradas. Campoamor publicó en un poema el encuentro entre las dos personalidades, Diógenes y Alejandro y lo tituló “Dos grandezas”. Se lo escuché varias veces a mi padre, y especialmente recuerdo aquello de: -“Yo soy Alejandro el rey. Y yo Diógenes el can. Vengo a hacerte más honrada tu vida de caracol. ¿Qué quieres de mí? Yo, nada; que no me quites el sol”. A Campoamor en 1913 se le dedicó una escultura en su lugar natal, Navia, en Asturias y después, en 1914 se le alzó un grupo escultórico de Lorenzo Coullaut Valera (1876-1932), que puede verse en el conocido parque madrileño del Retiro.
Es probable que la anécdota del encuentro entre las dos grandezas” sea apócrifa; en aquella fecha, Alejandro no tendría más de veinte años y no había aún adquirido el epíteto de Magno que recibió con la conquista de Persia (tras la cual ya no regresó a Grecia. Tampoco hay registros de que Diógenes volviese a utilizar un tonel como vivienda en Corinto, pero la imagen folclórica del filósofo es probable que se deba a un tocayo, Diógenes Laercio quien fue un importante historiador griego de filosofía clásica que, nació en el siglo III d. C., durante el reinado de Alejandro Severo. Su voluminosa obra “Diez libros sobre la vida, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres” tiene valor como compilación única de la época clásica sobre historia de la filosofía. La parte de mayor interés es la dedicada a los estoicos (libro VII) y a Epicuro (libro X) con una manifiesta simpatía por los escépticos y por Epicuro.
Muchos cuentos de Diógenes hablan sobre su comportamiento como el de un perro, y de sus alabanzas a las virtudes de los perros. Esto tiene su razón de ser en la palabra cínico. El nombre de cínicos tiene dos orígenes diferentes asociados a sus fundadores. El primero viene del lugar donde Antístenes, su maestro, fundó la escuela y solía enseñar la filosofía, que era el santuario y gimnasio de Cynosarges, cuyo nombre significaría kyon argos, es decir perro ágil o perro blanco. El segundo origen tiene que ver con el comportamiento de Antístenes y de Diógenes, que se asemejaba al de los perros, por lo cual la gente les apodaba con el nombre kynikos, que es la forma adjetiva de kyon, perro. Por tanto kynikos o cínicos sería similares al perro o aperreados. Está comparación viene por el modo de vida que habían elegido estos personajes, por su idea radical de libertad, su desvergüenza y sus continuos ataques a las tradiciones y los modos de vida sociales. Se supone que Diógenes murió en Corinto, en la época de la 114ava Olimpiada con unos noventa años de edad. Laercio asegura que murió el mismo día que Alejandro, en el año 323.
Maracaibo, lunes 1 de febrero del año 2021
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