sábado, 13 de febrero de 2021

Sancho Martín

 

Sancho Martín

En 1187,  pocos meses de la caída de Jerusalén en manos sarracenas, Sancho Martín viajó a Tierra Santa para participar en la III Cruzada y le plantó cara al gran sultán, episodio este que está relatado en una novela titulada “El Caballero Verdede Javier Lorenzo, que recibió el Premio de Narrativa Ciudad de Logroño 2019.

Javier de Lorenzo Martínez, (1939) es un filósofo-matemático español, Catedrático Emérito de la Universidad de Valladolid experto en Historia y Filosofía de la Matemática y de la Ciencia, que estudió periodismo y ha trabajado en prensa escrita, radio y televisión. En lo literario, publicó su primera novela en 2005 bajo el título El último soldurio, obra que obtuvo gran acogida por especialmente en la provincia cántabra, donde superó en ventas al best-seller El código Da Vinci. En 2007 publicó Las guardianas del tabú, como continuación a la saga de El último soldurio y, cuatro años más tarde, El error azul, que versa sobre la Guerra Civil española. En 2020 Lorenzo publicaría El caballero verde, galardonada con el Premio Logroño de Narrativa.

La novela premiada está basada en la vida de Sancho Martín, un nombre que aparece tanto en las crónicas cristianas como en las musulmanas por sus actos de valor y su estrategia. Era un aragonés que en el siglo XII que cruzó el Mediterráneo para llegar hasta Tierra Santa, a combatir en Las Cruzadas y quien pudo entrevistarse con Saladino. El sultán pidió hablar con aquel caballero Sancho Martín que siempre vestía de verde por lo que se le conocía como “el caballero verde”.

La novela es un thriller de aventuras, que permite tratar otros temas como la unión del Reino de Aragón con el Condado de Barcelona, el nacimiento de Cataluña, y lo que acontecía en la tercera y cuarta cruzadas, dentro de una trama de tráfico de reliquias. Es cierto es que hace más de 900 años, hubo un caballero español que luchó en Tierra Santa y consiguió que su nombre quedara para siempre grabado en la memoria de los hombres por su llamativa indumentaria y gracias a sus actos de valor se ganó el sobrenombre de El Caballero Verde. Su apasionante historia, está recogida en la novela de Javier Lorenzo.

 Las fuentes cristianas de la época no dan cuenta del origen de Sancho Martín. Bien pudo haber sido aragonés, navarro o castellano, pues el nombre de Sancho era muy común en todos estos territorios. Una fuente árabe dice que él era de Qastila, aunque no se puede tener absoluta certeza. En los albores de la Tercera Cruzada (1187), a pocos meses de la caída de Jerusalén en manos sarracenas y cuando sólo unos pocos enclaves de la costa siria permanecían bajo el estandarte de la cruz, todo parecía perdido para los caballeros cruzados, entonces surgiría de la nada aquel caballero llegado desde el otro extremo del Mediterráneo que despliega bravura y dotes de mando, y que además viste todo de verde. Por si fuera poco, luce una cornamenta de ciervo en el yelmo. No sólo lo dicen las crónicas, así también se aprecia en la miniatura que ilustra el texto, una obra que el iluminador de manuscritos francés Jean Colombe hizo en el siglo XV.

En estrecha colaboración con otro gran protagonista de las cruzadas como fue el piamontés Conrado de Monferrato, Sancho Martín se enfrentó en la ciudad de Tiro a las huestes del sultán Saladino, llamando la atención de aliados y enemigos. De este modo, según  lo narra la Continuación de la Historia de Ultramar, no pasaba un día sin que los cristianos hicieran dos o tres salidas comandados por un caballero de España llamado Sancho Martín que lucía armas verdes y cuando aparecía, los sarracenos se precipitaban para verlo. Los turcos lo llamaron el Caballero Verde y llevaba una cornamenta de ciervo sobre el yelmo.

 

Tiro se salvó y el mérito de ese triunfo en buena parte se debió a este caballero quien a buen seguro, ya tendría la experiencia de haber combatido a los moros en la Península Ibérica y por ello se supone que estaría al tanto de algunas de sus tácticas y añagazas. El fervor religioso era un elemento muy poderoso en aquellos tiempos y dicen que antes de partir viajó a Santiago de Compostela para hacer una ofrenda al apóstol. Es posible hacerse una idea de nuestro personaje y de los motivos por los que adoptó una indumentaria tan singular y hasta extravagante si a ello si se le une el ideal caballeresco, la implantación de los escudos nobiliarios  y el vigor del amor cortés y de los cantares de gesta que difundían trovadores y juglares. Aunque si este voto o juramento estuvo dedicado a Dios o a una hermosa dama es algo que hoy ya no podemos dilucidar.

Al año siguiente de su retirada de Tiro, Saladino volvió a lanzar una ofensiva. Su objetivo en esta ocasión fue Trípoli, pero cuál sería su sorpresa cuando a poco de comenzar el asedio sus hombres le comunicaron que había una amenazante figura verde en el campo enemigo. Así lo supo el sultán que había conseguido unificar el Islam y reconquistar Jerusalén, el hombre que había apresado reyes y se había apoderado de la santa cruz, el militar que había aniquilado ejércitos enteros y ejecutado a miles de templarios, y decidió entonces entrevistarse con aquel guerrero que tanta fama había ganado en el campo de batalla. De este modo lo relata la novela.

Después de que hubieran llegado (a Trípoli) y descansado un poco, hicieron una salida contra el campamento sarraceno. El Caballero Verde los comandaba y cuando los sarracenos lo vieron, le comunicaron a Saladino que estaba allí, y este le envió un mensajero rogándole que le visitara bajo la garantía de su salvoconducto. Fue Saladino quien le regaló un caballo, oro y plata y le recibió con grandes aspavientos. Le dijo que si decidía permanecer en Tierra Santa, él le daría grandes extensiones de tierra pero el caballero le contestó que no había venido para vivir con los sarracenos, sino para poner todo su empeño en destruirlos y lastimarlos tanto como pudiera. Después se despidió y regresó a Trípoli.

Hay quien asegura que en la entrevista, Saladino le propuso convertirse al islam e incluso que le ofreció a una de sus hijas para que la desposara. Otras fuentes hablan de que Sancho Martín habló de las intenciones de los cruzados de resistir hasta el final. Y en la novela se aventura que jugaron una partida de sitrang -ajedrez-, juego entonces muy en boga. Pero no son más que especulaciones, pues en cualquier caso, la conclusión fue que el Caballero Verde volvió a vencer. Saladino tuvo que retirarse y Trípoli siguió siendo cristiana durante cien años más.

Después de este encuentro, Sancho Martín desapareció de la faz de la tierra y nunca más se volvió a saber de él. No quedó ningún rastro, pero a través de su figura, podemos sumergirnos en otros episodios notables de lo que fue la Cuarta Cruzada, la más paradójica de todas pues se dirigía en un principio hacia Alejandría y acabó con la conquista de Constantinopla con la consiguiente creación del Imperio Latino. Históricamente se produjo una especie de saturación de reliquias antes y después de este hecho, hasta el punto de que el concilio de Letrán (1215/1216) estableció normas para detener aquella verdadera avalancha de falsificaciones. Aunque, al parecer, con escaso éxito.

En el ámbito español, Sancho Martín tuvo que ser conocedor de la unión de La Casa de Aragón con el condado de Barcelona mediante la boda de la reina Petronila y el conde Ramón Berenguer IV. Fiel reflejo del hombre de su tiempo, aguerrido hasta la extenuación, imbuido de espíritu caballeresco, cautivo de un juramento que de algún modo tuvo que ser sagrado, Sancho Martín, el Caballero Verde, es rescatado ahora del olvido para devolverle con todo lustre al panteón de los héroes hispanos. Una novela para el hombre que venció en dos ocasiones a Saladino, el guerrero que ayudó a detener la marea del islam en Tierra Santa, es lo mínimo que se merece.

Maracaibo, sábado 13 de febrero del año 2021

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