“La peor soprano del mundo”
Regreso para hablar otra vez sobre el cine, y lo haré a propósito de un par de películas que nacieron alrededor de un personaje femenino tan real y verdadero que parece disparatadamente inventado. Ella sería conocida como “la peor cantante de ópera del mundo”. Existen dos películas y varias obras teatrales que narran la historia de Florence Foster Jenkins, una millonaria excéntrica estadounidense quien creía tener voz de “soprano” y se hizo famosa por su completa falta de habilidad musical en el canto.
La vida de Florence Foster fue llevada al teatro en 2001 en el Edinburgh Fringe donde se presentó una obra de teatro de Chris Ballance. En septiembre de 2005 en el West End de Londres, se estrenó otra obra sobre Jenkins, Glorious, protagonizada por Maureen Lipman, quien, en palabras del crítico del New York Times, aportó el requerido "canto terrible". Esta obra teatral de Quilter estuvo en producción con éxito en 24 países y en 14 idiomas. Ese mismo año 2005 otra obra sobre la vida de Jenkins, titulada Souvenir, se estrenó en Broadway en noviembre, protagonizada por Judy Kaye como Jenkins. En el cine, existe una primera película, la comedia francesa Madame Marguerite (2015), del director Xavier Giannoli, que es una adaptación libre de la vida de Florence Foster Jenkins, donde aparece como la baronesa Marguerite Dumont, quien al igual que la millonaria estadounidense, se dedica a ofrecer recitales de ópera a pesar de no poseer ningún talento. El filme se da en las afueras de París en 1920, y el personaje interpretado por Catherine Frot, se limitaba a cantar en eventos de caridad organizados frente a amigos. Más recientemente, en 2016 se estrenó la película Florence Foster Jenkins, dirigida por Stephen Frears, con Meryl Streep y Hugh Grant como Florence Foster y St. Clair Bayfield respectivamente, donde se plantea el hecho de que las apariencias sí importan, mucho más que la realidad. Pero lamentablemente ‘Florence Foster Jenkins’ se transformaría en una película para ver y olvidar ya que a pesar del trabajo actoral de sus dos protagonistas, resultó ser una experiencia frustrante al ser incapaz como filme, de aprovechar una historia real tan llamativa como lo que les relataré a continuación...
Nacida como Narcissa Florence Foster el 19 de julio de 1868 en Wilkes-Barre, Pensilvania, Jenkins recibió lecciones de piano en su niñez y era una excelente pianista quien a los 8 años daba conciertos en diferentes ciudades y se le conocía como “Little miss Foster”, pero al cumplir 17 decidió que quería irse a Europa y su padre un millonario en la industria ferrocarrilera se lo prohibió terminantemente; ella debería “casarse bien” y tocaría piano para su marido.
La joven contrariando la voluntad paterna se mudó a Filadelfia donde se enamoró y se casó con un médico, Frank Thornton Jenkins, quien según una versión, era un tipejo y por demás sifilítico. Ella, contagiada enfermó gravemente. Debido al exceso del tratamiento con mercurio quedó calva y se inutilizó una de sus manos por lo que no volvió a tocar el piano. Se divorciaron en 1909 y ella, muy pobre no fue auxiliada por su padre. Sin embargo regresó a vivir en Nueva York donde pasó penurias hasta que su madre decidió apiadarse de ella, cuando casualmente, murió su padre en 1909 por lo que pudo rehabilitarse y pasar de nuevo a ser muy rica.
Con deseos de codearse con la gente de su nivel y de ingresar en el mundo del arte y espectáculos, formó parte de la vida musical de Filadelfia donde se hizo socia de todos los Clubs femeninos de la ciudad y ella misma creo un “Euterpe Club” donde organizaba importantes muy concurridas veladas artísticas. Más tarde en Nueva York, fundó y financió “The Verdi Club”. Florence tomó lecciones de canto y empezó a dar recitales, siendo su primero en 1912. La muerte de su madre en 1928, cuando Florence tenía ya 60 años, le proporcionó mayor libertad y recursos adicionales a la hora de perseguir sus objetivos. Ella quería ser cantante de ópera y tenía dinero suficiente para estudiar y preparase para ello.
Existen grabaciones que demuestran evidentemente que tenía muy poco sentido del oído y del ritmo musical. Florence era incapaz de mantener una nota. Pero aun así se hizo muy famosa, ya que el público la adoraba por la diversión que proveía en lugar de por su habilidad musical. Los críticos a menudo eran tan crueles que le seguían la corriente, mientras la señora Jenkins estaba firmemente convencida de su grandeza y se consideraba ella misma a la altura de sopranos de renombre. Disculpaba las risas de la audiencia durante sus actuaciones como procedentes de rivales con “envidia profesional”. Una vez respondió: “La gente puede decir que no sé cantar, pero nadie podrá decir nunca que no canté”.
La música de los recitales de Jenkins era una mezcla del repertorio operístico estándar de Mozart, Verdi y Richard Strauss (todos ellos más allá de su habilidad técnica) e iba incluyendo obras de Johannes Brahms, y canciones compuestas por ella misma. La canción "Clavelitos" de Joaquín Valverde Sanjuán, era su partitura favorita que cantaba lanzando claveles al público, con grandes aplausos del público que llenaba las salas del teatro.
Ofrecía un recital anual en el auditorio del Ritz-Carlton de Nueva York. La asistencia a sus recitales siempre parecía estar limitada a su leal club de señoras y sus elegidos ya que ella misma se encargaba de distribuir las entradas. también ella costeaba las flores que recibía de supuestos admiradores. Jenkins finalmente “cedió a los deseos de sus admiradores” y fue contratada para actuar en el Carnegie Hall el 25 de octubre de 1944. Las entradas se agotaron con semanas de antelación. La crítica esta vez sí fue mordaz para con ella y Jenkins probablemente muy sentida por las opiniones de los críticos, fallecería en Nueva York, un mes después. en noviembre de 1944 a los 76 años.
Maracaibo, viernes 26 de febrero del año 2021
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