martes, 31 de agosto de 2021

Nuevamente Juan Liscano

Nuevamente Juan Liscano


Hace unos días, cuando me refería (https://bit.ly/3sQ0dcf ) en este blog a la figura de Juan Liscano como el poeta y folklorista quien desde 1936 crearía las primeras instituciones modernas dedicadas al conocimiento de la cultura popular y luego fundaría la revista Zona Franca(1946) consolidando el Consejo Nacional de la Cultura.

Aproveché aquel resumen sobre la vida de este importante pensador venezolano para referirme a sus críticas sobre el modo de vida de la modernidad occidental exigiendo a la juventud (Reflexiones para jóvenes capaces de leer (1985)) un modo diferente de pensar, acorde quizás con su crisis de conciencia ya imbuida de su interés por las doctrinas orientales que le llevaron a oponerse a la materialista sociedad del capitalismo rechazada y denunciada por él con tanto énfasis como lo hiciera contra los sistemas totalitarios.

Ese mismo año 85, en El Nacional, Cristina Policarpo, recordaba como hablaba Liscano de los tiempos que se vivían de “perfección de los medios y confusión de los fines” por el mal uso de los medios de comunicación: “violencia, criminalidad patológica, frivolidad necia y fanatismo destructor”. Cuando Liscano arremete contra la izquierda, contra el capitalismo y el fenómeno del rock centrado en la juventud, se preguntaba si acaso… “El rock y su griterío… ¿brotará de una conciencia arcaica? No será un regreso al grito primario liberador para matar la realidad del mundo y crear un espacio propio fuera del mal?” Cristina Policarpo admiraría las reflexiones de Liscano como una polémica constructiva y dinámica que implicaba una esperanza y fe en la juventud… De otra manera no habría lanzado ese reto…

En enero de 1986, RJ Lovera De-Sola se refería a las opiniones de Liscano como “profundas meditaciones que deben ser leídas por todos-jóvenes o no”-. Consideraba que el reclamo del poeta era “un hondo llamado a la juventud para que tome conciencia de sí misma”. En Liscano, aquello no era nada nuevo pues él lo que hacía era “volver sobre los meandros de su periplo ideario”. No se opone a la juventud ni pretende erigirse en maestro cuando insiste en que “sin mejoramiento interior no hay progreso” y no lo hay “por las lacras apocalípticas de las drogas, la promoción indirecta del homicidio, la pornografía industrial, el transexualismo, el suicidio, el exagerado valor al dinero, los antivalores del lucro, el éxito, el fanatismo político-religioso, los comerciantes consumistas traficantes de drogas, falsos profetas”…

¿Era acaso Juan Liscano un visionario de este presente que ahora vivimos? Pues difícilmente se podría haber hecho una radiografía más certera de lo que está aconteciendo en este siglo XXI, en el mundo y ni hablar de lo que tenemos en nuestro destruido país... El jueves 25 de julio de 1985, y de eso hace ya 36 años, cuando en la Página Editorial de El Nacional, Liscano escribiría un artículo titulado “Lectura y Televisión”. Una década atrás, Eduardo Liendo Zurita (1941) en 1975 nos había relatado la historia de Ceferino Quiñones en “El mago de la cara de vidrio” y luego Marta Colomina (1938) al año siguiente hablaría de “La Celestina mecánica”(1976) para señalar ambos, lo alienante que resultaba ser nuestra televisión.

Decía Juan Liscano: “En Venezuela hoy como ayer hay pocos lectores, y mucho menos buenos lectores…en cambio, la cantidad de televidentes es enorme y ahoga a la de lectores”. El problema estriba en “el alfabetizado” o bien en el joven que sabe leer y escribir pero no cultiva ese conocimiento en aras de ver TV”… La reducción del espectador a ser un simple receptáculo… “Esa pasividad intelectual constituyen para mi uno de los factores negativos de ese medio de alelamiento y vacío mental”.

Al señalar que debería ser en la escuela donde se estimulase la lectura, como “decisión de leer”, señala Liscano que: “en la escuela ya no se prende ni la lengua”… Tres informes de la UNESCO, publicados en los años 1991, 1995 y 2000 y el informe UNESCO/Institute for Statistics/Education Sector (2002), destacarían que aunque nuestra última Constitución (1999) incrementa la obligatoriedad de 10 años a 18, precisamente la escolaridad efectiva de la población había ido en franco retroceso.

En este siglo XXI las circunstancias político-culturales y económicas del país, conducirían en Venezuela, a la educación actual, que se ha visto afectada terriblemente con un decaimiento enorme en comparación con todos años anteriores. En Venezuela han tratado de cambiar varias veces el pensum académico de los colegios, han tratado de incluir a los consejos comunales como parte de la comunidad educativa, se han propuesto eliminar la autonomía universitaria y se han empeñado en deslegitimar a todo estudiante o profesor que vaya en contra de las propuestas socialistas del gobierno. Mientras en Venezuela se mantenga una educación pública paupérrima, y alienante, con una educación privada cada día más deficitaria, no se podrá revertir el problema estructural de pobreza que impera en el país.

Estudios actuales (IESA2021) señalan que el sistema educativo venezolano enfrenta cinco desafíos críticos impostergables: 1) estancamiento de la cobertura, 2) incremento del rezago escolar, 3) déficit de personal docente, 4) déficit de infraestructura, equipamiento y dotación, y 5) bajo nivel de aprendizaje de los estudiantes. La pandemia ha sido la oportunidad del gobierno de quitarse de encima los montones de males en este sector. Hubo millones para usar las escuelas en las elecciones, pero no para que los estudiantes logren sentarse en sus pupitres en algún momento del año escolar, y que no que perdiesen el tiempo en jornadas que poco contribuyen a la construcción de aprendizajes. Con esos recursos se hubieran podido comprar cincuenta mil tanques de agua con capacidad de diez mil litros, para que cincuenta mil escuelas  tuvieran agua, al menos cuatro días por semana, pero ni eso…

Pero me he desviado del curso de este artículo que traía nuevamente la figura de Juan Liscano para destacar como sus “Reflexiones para jóvenes capaces de leer” todo lo que implique “la cultura” será cada día menos accesible para los habitantes que todavía subsistimos luchando por sobrevivir en un país dolarizado con una canasta alimentaria de 400US$ y un salario básico de 3,5 US$ por cabeza…

Quien tenga oídos, que oiga, ya que, la verdad no debe ofender a nadie.

Maracaibo, martes 31 de agosto del año 2021

 

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