viernes, 13 de agosto de 2021

José Zorrilla, el poeta

 
José Zorrilla, el poeta

En este siglo XXI, puede sonar disparatado si les cuento que cuando éramos niños, uno se aprendía las tablas de la aritmética rítmicamente y además cantando, y que utilizara como costumbre aprenderse todo memorizándolo, y así, desde los verbos irregulares del inglés, hasta el monólogo de Marco Antonio ante el cadáver de César de William Shakespeare, o aquellos versos que decían de una “moza tan fermosa yo vi en la pradeira” del Marqués de Santillana, o cualquier poesía de Becquer o de Bello y mil cosas más que están por allí, flotando en los recovecos de mi memoria y que surgen así, de repente, como recuerdos...

 

Era así , y por eso mismo les cuento, nuevamente, algo que me ocurrió hace unos años cuando me dije: ¿De dónde saldrá esto que está indeleblemente inscrito en mi memoria?... Así recomenzaba el verso…“¿Qué quieren esas nubes que con furor se agrupan del aire transparente por la región azul? ¿Qué quieren cuando el paso de su vacío ocupan  del cénit suspendiendo su tenebroso tul?... y luego… ¿Quién será su autor? … “¡Señor, yo te conozco! la noche azul serena me dice desde lejos: “tu Dios se esconde allí”. Pero la noche oscura, la de nublados llena, me dice más pujante, “tu dios se acerca a ti”. Te acercas, sí; conozco las orlas de tu manto en esa ardiente nube con que ceñido estás; el resplandor conozco de tu semblante santo cuando al cruzar el éter relampagueando vas”.

 

Ahora cuando todo está flotando en el espacio, anda envuelto en la maraña de la red cibernética, ilusión ininmaginada no ha mucho tiempo atrás, y a la cual afortunadamente es Googleosamente fácil de acceder, sin escaleras grande o chiquita, subí al espacio y pude enterarme de que el verso en cuestión era parte de un todo y que el autor en una época decimonónica era el señor José Zorrilla. El cuento o leyenda lo había escrito en verso el poeta, y le dio el nombre de “Las píldoras de Salomón” de las cuales, además, ya había hablado yo en este blog lapesteloca hace cinco años, a comienzos del 2017. 

 


 

 

José Zorrilla y Moral había nacido en Valladolid el 21 de febrero de 1817. Con sus padres mantuvo una relación complicada y difícil que afectó notablemente su vida y que se reflejó en sus escritos; estudió en el Seminario de Nobles regentado por los jesuitas, donde comenzó a leer a Chateaubriand, a Fenimore Cooper y a Walter Scott, de moda entonces. Escribiría sus primeros versos en Toledo (1833) y luego en Valladolid (1834) hizo estudios de Derecho por dos años y en el verano de 1836 llegó a Madrid donde su coterráneo y amigo de la infancia Miguel de los Santos Álvarez, le presentó a Espronceda... En febrero de 1837 se suicidó el escritor y poeta Mariano José de Larra y de riguroso luto, artistas y literatos de Madrid, en el cementerio de Fuencarral despidieron con versos al desventurado “Fígaro”… “Ese vago clamor que rasga el viento es la voz funeral de una campana; vano remedo del postrer lamento de un cadáver sombrío y macilento que en sucio polvo dormirá mañana. Fue así como los versos de Zorrilla impresionaron de tal manera que, al salir del camposanto, el joven poeta sería festejado por todos y así comenzó desde entonces una carrera vertiginosa. 

 

Aquel mismo año publicó sus Poesías. En 1840 estrenó con éxito su primer drama importante, “El zapatero y el rey”, al que le sigueron otros hasta 1844 cuando se estrenó “Don Juan Tenorio, su obra teatral más famosa. Años más tarde, Zorrilla diría que la falta de verosimilitud era el gran pecado de “Don Juan Tenorio”, obra de la que don Miguel de Unamuno  afirmó que su rima era infantil y vacía. La obra, era una parodia clásica, y resultaba ser una refundación de  El Burlador de Sevilla”, de Tirso de Molina y de El Convidado de piedra”, de Antonio Zamora, obras estas del Siglo de Oro que reviven la figura del libertino don Juan. En 1850 Zorrilla daría a la imprenta la mayoría de sus mejores obras, El zapatero y el rey,  Cantos del Trovador en 1840, El puñal del godo y El caballo del rey don Sancho en 1843, Don Juan Tenorio en 1844, y Traidor, inconfeso y mártir en 1847.

 

A los veintidós años, se casó con doña Florentina O'Reilly, viuda irlandesa, que era dieciséis años mayor que él. Los celos de ésta le hicieron abandonar el teatro y abandonar España para vivir, más sosegadamente en París (1850) donde trabó amistad con Alejandro Dumas, Alfred de Musset, Víctor Hugo, Théophile Gautier y George Sand. Viajaría a México a partir de 1855. Florentina fallecería en México donde el poeta se casó nuevamente con doña Juana Pacheco, una joven de gran belleza. José Zorrilla haría una triunfal recepción en la Real Academia Española en 1885 y su coronación solemne como poeta nacional se dio en Granada en 1889.

 

¿Podría su vida ser comparable a las aventuras de un don Juan Tenorio? Sabemos que tuvo un temprano amor con una prima, y tuvo amores en París y en México, tendría oficialmente dos esposas, pero si hacemos una lista, su personalidad parece estar lejos de la de Don Juan, aunque podría orientarse en esa dirección ya que el amor fue sin duda uno de los ejes fundamentales de toda su producción. Zorrilla se inventó un doble, que era un loco (Cuentos de un loco, 1853), que aparecerá casi obsesivamente después. En su autobiografía, Recuerdos del tiempo viejo, habla también de sus alucinaciones y de sonambulismo y cabría peguntarse si acaso pudo influir un tumor cerebral en su comportamiento. Esta pregunta que no deja de tener lógica, quedará sin una respuesta.

 

José Zorrilla murió en Madrid en 1893 como consecuencia de una operación efectuada para extraerle un tumor cerebral. Sus restos fueron enterrados en el cementerio de San Justo en Madrid  y en 1896, cumpliendo la voluntad del poeta, fueron trasladados a Valladolid.

 

Maracaibo, viernes 13 de agosto del año 2021, de Sputniks, Sinovares, Pfizeres y Modenas…

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