Juan Liscano
Juan Liscano nació el 7 de julio de 1914, en Caracas, Venezuela. La temprana muerte de su padre marcó su infancia. Su madre volvió a casarse y la familia se instaló en Europa donde se educó en escuelas de prestigio. Regresó a Venezuela en 1934 donde inició los estudios universitarios de letras. En 1939 se instaló en la Colonia Tovar y allí empezó su labor como poeta y folklorista. Creó las primeras instituciones modernas dedicadas al conocimiento de la cultura popular, y organizó la Fiesta de la tradición en la toma de posesión como presidente de Rómulo Gallegos. Tras la caída de este, se estrechó su relación con Acción Democrática y su postura contraria a la dictadura militar lo llevó al exilio.
Liscano se instaló en Francia, y al estallar la lucha armada a comienzos de los años 60, tomó partido en contra y entró en disputa con los sectores culturales de izquierda que practicaban la subversión literaria. En este contexto polémico fundó en l964 la revista Zona Franca que concibió como un espacio libre de dogmatismos estéticos. Publicó en estos años libros de poesía y de crítica literaria: Panorama de la literatura venezolana actual (1973), obra capital de referencia. Participó en las tareas de creación del Consejo Nacional de la Cultura y fue director Literario y luego presidente de la editorial Monte Avila.
Juan Liscano como intelectual hurgó y reflexionó en diversos ámbitos del conocimiento dejando una honda huella en la ensayística venezolana del siglo XX. Liscano intentaría una primera aproximación a la propuesta filosófica de su horizonte intelectual, específicamente con el discurso ético presente en Reflexiones para jóvenes capaces de leer (1985) con dibujos de Francisco Massiani (https://bit.ly/3kt52Vb), donde Liscano criticaría el modo de vida de la modernidad occidental asumiendo una postura ética que iba aparejada con la exigencia de un modo diferente de pensar para poder habitar y discurrir en el mundo de su entorno. Sus postulados fueron vistos por algunos como centrados en la filosofía de Martin Heiddeger y Teilhard de Chardin.
A fines de la década de 1930 con sus 8 poemas, iniciaría una obra cumplida amplia, constante, perseverantemente escrita, al menos con cuatro instancias que podemos hallar en su poesía. La primera toca asuntos íntimos, la segunda se refiere a lo telúrico hispanoamericano, el tercer tema es el erótico y el cuarto su búsqueda personal de la videncia espiritual interior. La obra poética de Liscano puede ser seguida a través de los volúmenes Cármenes (1966), Nombrar contra el tiempo (1968), Fundaciones, vencimientos y contiendas (1991) y Antología poética (1993).
La crisis personal y de conciencia de Liscano, tras profundizar su interés por las doctrinas orientales y oponerse a la tecnología y al progreso de la materialista sociedad del capitalismo rechazada y denunciada por él con tanto énfasis como lo hiciera contra la opresión del sistema comunista. A lo largo de la obra ensayística de Juan Liscano se capta el deseo doloroso que caracterizó su aspiración por abrir los ojos (las ventanas del alma) del lector venezolano.
“Fue de los pocos escritores venezolanos verdaderamente interesados en el tema del espíritu, la religión y la psiquis. También respecto a la vinculación entre el erotismo y la espiritualidad. Fue uno de los primeros en acercarse a la obra de Carl Gustav Jung”, diría el profesor Arráiz Lucca al hablar sobre el epicentro de los aportes de Liscano y la conciliación entre la literatura y la espiritualidad.
En agosto del 2015 con el título de el “Pensamiento gnóstico en Juan Liscano (1915-2015)” escribió Lorenzo Davalos en su blog refiriéndose a La Tentación del Caos (1993), como un libro emblemático en los ensayos tardíos de Liscano, donde desarrollaría argumentos de crítica al capitalismo, de las consecuencias nefastas de este sistema sobre el ambiente, y de los riesgos de que el deterioro ambiental sea irreversible y conjuren el apocalipsis. Sostengo, diría Davalos, que la forma como Liscano planteaba los problemas y las soluciones que propuso son la expresión y la consecuencia de haber adoptado una visión gnóstica del mundo, del ser humano y de su relación con lo divino.
En la revista “Del día y la hora”, Liscano publicaría polémicos artículos acerca de su postura ante la civilización y la política, cuestionando que se le diese prioridad al asunto económico para la formación del "hombre nuevo". Si bien admitiría la necesidad de reformas sociales, insistió en que para llegar el hombre nuevo “no basta con comer mejor”, siendo el único camino “la literatura y la cultura al servicio de ese cambio”. Respuesta que contiene verdades, pero que requiere de otras condiciones, como el enfrentamiento a los factores de disolución de la espiritualidad y la bondad humana: la maquinaria del capitalismo.
Se enfrentó duramente los llamados “textualismos” que fomentaban movimientos como el estructuralismo, a los que respondió con Espiritualidad y literatura: una relación tormentosa, publicado en 1976. En la década de los ochenta publicó Fundaciones (l981), Myesis (l982), Vencimiento (l986), Los mitos de la sexualidad en Oriente y Occidente (l988). Creó también una pequeña editorial alternativa, Mandarla. En los noventa mantuvo su ideario político a través de sus combativos artículos de prensa y en libros dedicados a la temática política. En 1991 se unió a los llamados “notables” y particularmente junto con Arturo Uslar Pietri realizó una seria reflexión acerca de los problemas institucionales que sufría el país. Murió el 17 de febrero de 2001 en Caracas.
Maracaibo, viernes 27 de agosto del año 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario