Los sueños
Los sueños son manifestaciones mentales de imágenes, sonidos, pensamientos y sensaciones, usualmente relacionadas con la realidad, las cuales se dan en un individuo mientras está dormido. El proceso de soñar se describe como, “sueño”. Se usa también el término de “ensueño” aunque en realidad lo que describe el “ensueño” es algo que antecede al sueño, que es conocido también como la duermevela, o el trasueño. Al hablar de soñar, de tener un sueño, puede la persona referirse a cualquier anhelo o ilusión capaz de movilizar a una persona. Trataré de referirme a soñar, durmiendo…
Soñar es un proceso mental involuntario y lo que se produce es una reelaboración de información ya almacenada en la memoria. Recordemos que nuestra memoria y los recuerdos sabemos que están en el sistema límbico conectado con los núcleos del complejo amigdalino (https://bit.ly/3AZ25mn), y los sueños generalmente, aunque no necesariamente, están relacionados con experiencias vividas por el soñante quizás el día anterior. Se ha comprobado que puede haber sueños en cualquier fase del dormir humano, sin embargo, se recuerdan más los sueños si ellos son elaborados en la llamada fase REM (siglas en inglés de Rapid Eye Movement) o, en español, MOR (movimiento ocular rápido), que tiene lugar en el último tramo del ciclo del sueño.
Los recuerdos que se mantienen al despertar pueden ser simples (una imagen, un sonido, una idea, etc.) o muy elaborados con escenas, personajes, escenarios y objetos que en ocasiones parecieran ser disparatados. En psicología, se cree que los sueños son estímulos esencialmente anímicos y representan manifestaciones de fuerzas psíquicas que durante la vigilia han sido reprimidas o se hallan impedidas de desplegarse libremente. El acto de soñar no solamente ha sido confirmado en el Homo sapiens, ya que otros animales también pasan por la fase de sueño REM. Los mamíferos son los animales con mayor probabilidad de soñar debido a que su ciclo del sueño es similar al humano. El animal que más tiempo pasa en fase de sueño REM es el armadillo.
Por analogía con el ensueño, fase en la cual se cumplen a menudo fantasías del durmiente antes de entrar en fase REM, también se ha planteado si acaso el sueño pudiese anticipar eventos futuros o si un sueño pueda exhibir eventos pasados que pueden ser desconocidos para el durmiente y de ser ese el caso se podría plantear que exista alguna premonición a través de lo soñado. En muchas culturas se atribuye un valor profético al sueño, concebido como un mensaje cifrado de origen divino que es necesario desentrañar.
El adjetivo correspondiente al ensueño-sueño es “onírico” y el cerebro, es el generador de los estados oníricos. Cuando se activan las regiones implicadas en los sueños, se desencadena información que el cerebro trata de ordenar a través de un proceso fisiológico. Las células nerviosas de la protuberancia anular o puente de Varolio son cuarenta veces más activas cuando una persona sueña. La protuberancia es una porción del rombencéfalo que conecta la corteza cerebral con el bulbo raquídeo. También sirve como centro de comunicación y coordinación entre los dos hemisferios del cerebro.
Como parte del tronco encefálico, la protuberancia ayuda en la transferencia de mensajes del sistema nervioso entre varias partes del cerebro y la médula espinal. En la protuberancia se localizan los núcleos del nervio facial, la mayor parte del núcleo motor y sensitivo del trigémino, los núcleos vestibulares superior y lateral, el núcleo coclear, núcleo salivatorio superior e inferior y núcleo lacrimal. Se ha propuesto que estas neuronas son las responsables de iniciar el conocido MOR (Movimiento Ocular Rápido) o REM (en inglés) y las imágenes oníricas llegarían a través de la activación de los centros visuales del cerebro. La protuberancia participa en el control de los ciclos del sueño y la regulación del sueño profundo. La protuberancia activa los centros inhibidores en la médula para inhibir el movimiento durante el sueño. La lesión de la protuberancia puede provocar trastornos del sueño, problemas sensoriales, disfunción de la excitación y coma.
A principios del siglo XX, Sigmund Freud retomó la cuestión de los sueños desde una perspectiva racionalista con su obra La interpretación de los sueños (1900). Esta obra se convirtió en uno de los libros más influyentes del siglo XX. Al principio tropezó con una enconada resistencia, pues el psicoanálisis representaba un enorme reto. Los trabajos de Freud llamaban la atención sobre la irracionalidad y el sexo, al mostrar que es el inconsciente y no la conciencia, la parte de nuestra psique que ordena todo nuestro pensar y sentir.
Carl Gustav Jung, discípulo heterodoxo de Freud, sostenía que los sueños eran un órgano de información y de control. Los símbolos oníricos serían transmisores de mensajes instintivos a las partes racionales de la mente, y es necesario interpretarlos para comprender el lenguaje de los instintos. Tras estudiar unos ochenta mil sueños, Jung, quien a diferencia de Freud, no creía que los sueños fueran un ropaje que oculta otras cosas, llegó a la conclusión de que estos ofrecerían información y comunicación de ideas expresadas dentro de los límites del medio relativo a la vida del observador.
Desde una perspectiva distinta a la terapéutica, el surrealismo preconizó también la observación de los sueños. En su obra Los vasos comunicantes (1932), André Breton expuso su visión del fenómeno y, aunque reconoce la aportación de Freud, polemiza con él por encontrarla insuficiente. Soñar con jirafas podía tener diferentes significados, especialmente después de encontrar símbolos de este animal en diferentes culturas se asociaba dicho suceso a la concurrencia de diversos sucesos negativos en la vida de la persona, enfermedades sin importancia, alteraciones sexuales y sobre todo un tiempo indefinido de mala suerte…
Si estudiamos la actividad eléctrica del cerebro de un sujeto mientras duerme observaremos 5 fases bien definidas: Fase I: Somnolencia. Apenas cerramos los ojos y nos quedamos dormidos, el cerebro entra en esta primera fase, una especie de zona intermedia entre el estar despierto y dormido. La tensión muscular decrece y la respiración se suaviza. Si se despierta al dormido durante esta etapa, reaccionará con rapidez. Fase II: Sueño superficial. Las ondas del cerebro se alargan y regularizan. Se bloquean todos nuestros sentidos; el sueño en esta etapa todavía no es del todo reparador. Fase III: Sueño medianamente profundo. Las ondas cerebrales aumentan en tamaño y lentitud. Las funciones de todo el organismo son cada vez más lentas. En caso de despertarnos en esta fase, nos encontraríamos ciertamente desorientados. Fase IV: Sueño profundo. Se entra en la total inconsciencia. El electroencefalograma revelará ondas cerebrales extremadamente largas y suaves. Es donde logramos un sueño más profundo, y nuestro organismo puede recuperarse tanto física como psíquicamente. En caso de haber sueños durante esta etapa, no serán como ver una película, sino juegos de formas y luces.
La Fase V: el sueño REM (rapid eye movement) y en español MRO (movimiento rápido del ojo). El sueño REM o MRO es tan característico que al resto de fases se les suele llamar sueño no-REM. REM se acompaña de sueños intensos y ricos en contenido, colores y sensaciones. Durante el REM o MRO, el flujo sanguíneo del cerebro se acelera y la respiración se hace también más rápida y entrecortada. El cerebro deja de emitir señales a la médula espinal y nuestra musculatura está quieta, lo que impide llevar los sueños a la acción. REM o MRO es el estadio de los sueños vívidos, donde sí se despierta a una persona, probablemente recuerde fragmentos de sus fantasías. Luego de 10 minutos de REM se vuelve a descender en los estados del Sueño Quieto (las cuatro primeras fases). Los cuales se irán turnando cíclicamente con las fases REM o MRO durante toda la noche.
En otra oportunidad comentaremos algo más sobre el sueño y sus conexiones con el cerebro, la memoria y la psiquis humana.
Maracaibo, lunes 30 de agosto del año 2021
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