miércoles, 5 de mayo de 2021

Regresar al pasado…

 Regresar al pasado…

 

Henry James dejó inconclusa una novela titulada The Sense of the Past la cual ha sido vista cómo una variación de The Time Machine. La novela “El sentido del tiempo, de Henry James según la opinión de expertos es una obra inacabada, pero ha apasionado a la crítica ya que por estar oscurecida por detalles autobiográficos, también ha sido considerada como su testamento. Henry James revive su pasado en el personaje de Ralph Pendrel, un historiador americano, quien a partir del retrato de un joven antepasado inglés, emprende una fantástica inmersión en el tiempo y regresa al pasado siglo XVIII.

El nexo entre lo real y lo imaginativo, en este caso no es una flor, como en el poema de Coleridge, (https://bit.ly/3e0CK24) es un retrato que misteriosamente representa al protagonista quien fascinado se encuentra con su antepasado de 1820, quien en realidad era un ser obsesionado por el futuro, mientras que el historiador de 1910 se encuentra sumido en el pasado y esta situación lleva a que ambos personajes se crucen en una especie de doble viaje en direcciones opuestas a través del tiempo, así el vínculo entre las épocas se rompe, y el historiador corre el peligro de encontrarse encerrado en el pasado, sin posibilidad de retorno.

Henry James creó un regressus ad infinitum. James quien era amigo de H.G.Wells quien posiblemente desconocía el texto de Coleridge, él, Hnry James sí que lo conocía y además admiraba el texto de su amigo Wells, de manera que puede aquí validarse la doctrina de que todos los autores son un autor, aunque finalmente Borges concluya opinando sobre este tema que tales hechos descritos son insignificantes ya que la literatura es lo esencial, y no los individuos, aunque algunas veces, pueden ser fenómenos del tiempo mismo los que lleven a pensar en el regreso al pasado…

El lunes, 12 de diciembre de 2016 escribiría un artículo en este blog con el título de “Parahelio al atardecer” con la idea de regrear a un episodio  acaecido dentro de La Guerra de las dos Rosas, mientras la reina Margarita de Anjou viajaba por el norte de Inglaterra con su hijo Eduardo de 16 años, permitiendo a los ejércitos logrados con el apoyo de Escocia pagarse con el saqueo de los pueblos del reino.  Eduardo er el nuevo duque de York, tras la muerte de su padre Ricardo en la batalla de Wawefield, y le tocaba  enfrentarse con el ejército de Pembroke que venía llegando de Gales.

Lo sucedido en aquel momento de la historia de Inglaterra dentro de la cruenta Guerra de las Dos Rosas, fue un fenómeno denominado parahelio y se dio en la llamada Batalla del Cruce de Mortimer en Herefordshire. Eduardo tras la supuesta visión de tres soles al atardecer (fenómeno conocido como “parhelio”) inspiró a sus soldados quien les dijo antes del combate a sus guerreros, que los soles representaban a los tres sobrevivientes de la Casa de York: él y sus hermanos, Jorge duque de Clarence y Ricardo duque de Gloucester. La resultante victoria seguramente influenciada por esta visión provocaría la adopción del sol en su esplendor como su emblema personal.

Los parhelios son fenómenos atmosféricos causados por el Sol, por lo que también se pueden considerar como fenómenos de origen astronómico. La palabra parhelio proviene del griego (para-helios) y se puede interpretar como "semejante al Sol". En realidad es un fenómeno óptico asociado con la reflexión/refracción de la luz. Se trata de dos pequeños resplandores que se forman a ambos lados del Sol cuando hay un cierto tipo de nubes o como producto de una gran cantidad de partículas de hielo en las nubes cirro, que son esas nubes con aspecto de "filamentos" o de "copos de algodón". Estas nubes contienen cristales de hielo que actúan como pequeños prismas que refractando los rayos del Sol, es decir, desviando parte de esos rayos a otro lugar, formando así los parhelios. Los parhelios aparecen exactamente a 22° del Sol, debido al ángulo con que son refractados los rayos luminosos. Estos se ven entonces como si fuera otro Sol tras las nubes, aunque menos brillante que el Sol real.

El 6 de diciembre el año 2015 en un texto “Sobre la lectura y la relectura en la literatura” publicaría en lapesteloca.blogspot.com, un artículo sobre el tema de la literatura y las premoniciones, que hoy quise traerlo de nuevo para ustedes.  Decía que en 2015 quise referirme a la novela de Paul Auster “La noche del oráculo” donde el autor hablaba de la literatura como premonitora de acciones futuras. En la novela de Auster, -quien siempre fue muy dado a creer en premoniciones-, él describió a un personaje llamado Sydney Orr quien recordaba haber conversado sobre un poeta que escribió sobre un niño ahogado, y unos meses después, al poeta se le ahogó su hija. El personaje Sydney, para quien era absurda la relación entre lo escrito y la realidad, explicaba lo sucedido diciendo que “vivimos en el presente, pero el futuro está siempre en nosotros”.

En la misma novela, Auster inventaría -es potestad de cualquier escritor- a otro tipo, un tal Nick Bowen, personaje, supuestamente que había sido creado por el escritor ficticio ya antes mencionado Sidney Orr, y quien se obsesiona con la lectura del manuscrito de una novela inédita de una autora famosa en los años veinte. La novela que se titulaba “La noche del oráculo”. En esa novela aparece Lemuel Flagg, quien es un moderno Tiresias (famoso vidente de la mitología griega), de manera que Flagg quien fuera soldado en la Primera Guerra Mundial y había quedado ciego cuando explotó un mortero en su trinchera, desde aquel aciago momento, adquirió el don de la profecía. Tal como se decía en la mitología de Tiresias, quien por insistir en que la mujer disfrutaba en el sexo más que el hombre, logró enfadar a Hera, que lo dejó ciego y aunque nada pudo hacer. Zeus para rectificar la crueldad de Hera, el supremo del Olimpo compensaría a Tiresias dándole el don de la clarividencia. Esta cualidad es la que en la novela de Auster caracteriza a Lemuel Flagg, y lo convierte en un personaje famoso. Cuando Flagg regresa a la Gran Bretaña conoce a Bettina Knott su futura esposa, pero antes de que se celebre la boda, tiene una visión en la cual Bettina lo traicionará antes de que acabe el año, lo que induce en Flagg en una obsesión vertiginosa a decidir suicidarse…

Paul Auster, creador de Sidney Orr y éste a su vez, inventor de Nick Bowen, quien a su vez lee una novela y es seducido por su protagonista Lemuel Flagg, todos se encuentran en una cadena de paradójicas consecuencias que no son más que ficciones literarias sin sustento real alguno, pura imaginación, como tiene que ser y en particular es, una característica resaltante en el escritor Paul Auster. Pero hablando de premoniciones, voy a The Time Machine (La máquina del tiempo), y muestro aquí la imagen de una de aquellas publicaciones (historietas que los españoles llamaban “tebeos”) en este caso está en inglés, pero fueron muchos los “Clásicos ilustrados” que leeríamos en español en nuestra infancia y juventud. 

 

Existió igualmente una película del año 1960 dirigida por George Pal, basada en la novela de H. G. Wells The Time Machine (1895). La película fue protagonizada por Rod Taylor, Alan Young, Yvette Mimieux y Sebastian Cabot y tiempo después, en el año 2002 se hizo un nuevo film, que estuvo dirigido por Simon Wells, un biznieto de HG Wells, el cual es en realidad un remake de la película de ciencia ficción de 1960. The Time Machine del 2002 fue protagonizada por Guy Pearce, Jeremy Irons, Orlando Jones y Samantha Mumba. Me veo obligado a  mencionar también el film Time After Time dirigido por Nicholas Meyer en 1979, con música de Miklós Rózsa con el título en español de “Escape al futuro” fue un filme protagonizado por Malcolm McDowell en el papel de H. G. Wells y David Warner como Jack el Destripador. Son todos regresos al pasado hasta que finalmente “Time After Time” fue también el título de es una canción escrita por Cyndi Lauper y el músico Rob Hyman que fue muy popularizada en la década de los 80.

Maracaibo, miércoles 5 de mayo, del 2021

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