domingo, 16 de mayo de 2021

Alirio

 

Alirio

El texto de este trabajo preparado para el blog lapesteloca, fue parcialmente extraído de un artículo de la brillante periodista Milagros Socorro, titulado “Vida y muerte de Alirio Ugarte Pelayo”.

Alirio Ugarte Pelayo había nacido donde no debía; fue alumbrado en la Hacienda Palmira, estado Lara, el 21 de enero de 1923. Romelia Tamayo Anzola, su madre,  era viuda de un señor de Boconó, e iba a casarse con otro, de apellido Calderón en 1923 cuando le tocó parir en la Hacienda Palmira a el hijo del general José Rafael Gabaldón quien para ese entonces tenía 41 años, y estaba casado con María Teresa Márquez Carrasquero (una nieta de Victorino Márquez Bustillos, -presidente “provisional” de Venezuela entre 1914-1922, mientras Gómez tenía el rango de “presidente electo”). En 1923, Romelia parió y el bebé quedó en la Hacienda Palmira hasta cuando tenía seis meses, y el general Gabaldón decidió buscarle un hogar adoptivo...

En julio de 1924 se vio entrar en Acarigua a un hombre a caballo, con un bulto inquieto en los brazos. Al llegar al pueblo, el jinete amarró la montura frente a una farmacia. Al ser inquirido por la pareja de farmaceutas acerca de aquella situación, -que detenía a un caudillo y a un bebé en las inclemencias del camino-, el general Gabaldón les dijo a los dueños de aquella botica, quienes no habían tenido hijos, Luis Horacio Ugarte Macías y Ercilia Pelayo Gil, que estaba buscando quien le criara al muchacho.

La historia relata que el general Gabaldón nunca se desentendió de su responsabilidad paterna ni le negó al hijo su cariño y apoyo. Pero entre 1929 y 1935, Alirio, crecería solo con sus padres adoptivos, quienes le dieron su nombre y mucho amor. Cuando en 1928, el general Gabaldón trató de convencer al general Gómez de que liberara a los estudiantes de la llamada Generación del 28, Gómez le envió su jauría al atrevido, General quien optó por entregarse y fue enviado al castillo Libertador de Puerto Cabello, donde permanecería hasta la muerte de su verdugo, en diciembre de 1935.  En esos años, Romelia Tamayo, fue a Acarigua a conocer a Alirio, y el general Gabaldón, a la salida de la cárcel, también fue a visitar a su hijo Alirio, quien ya tenía 12 años y poseía una inteligencia excepcional, Sus compañeros del colegio se burlaban y lo llamaban “el bastardo” y algún maestro llegó a decir que el niño tenía “sangre de bandido en las venas”… 

Alirio estudiaría  bachillerato entre Acarigua, Barquisimeto y Guanare. A los 14 años ya sería delegado a un evento nacional en San Cristóbal; y en 1935 representaría a Guanare en el Congreso Nacional Estudiantil, en Caracas. Alirio Ugarte Pelayo era escritor. Escribió su primera novela a los 8 años, y en 1942, cuando tenía 19 años, y ya estudiaba Derecho en la UCV, Caracas, publicó su poema “Historia”… En 1943, ya era miembro directivo del PDV (Partido Democrático Venezolano) fundado por Isaías Medina Angarita, y al graduarse de abogado en 1947, se desempeñó como profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad Central de Venezuela (UCV).


En 1945, con la llamada revolución de octubre (el golpe contra Medina), Ugarte Pelayo iría a parar a la cárcel con otros dirigentes pedevistas. En 1948, en el gobierno de Rómulo Gallegos, cuando es derrocado, Alirio colabora en la redacción del Acta Constitutiva de la Junta Militar, y luego acepta el cargo de director de Política del Ministerio de Relaciones Interiores de manera que en 1949, lo nombrarán gobernador del estado Monagas. En 1948 Alirio se casará con Caridad Sperandío Rodríguez, con quien va a tener a sus hijos: Alirio, Luis, Alejandro, Dudali, Luis Horacio y Claudia Ugarte Sperandío.

En 1952, Alirio se va al exilio. Estaría entre Europa y los Estados Unidos hasta 1956, cuando regresa a Venezuela con un contrato de la Creole Petroleum Corporation. Unos días después del 23 de enero de 1958, la Junta de Gobierno Provisional, presidida por el contralmirante Wolfgang Larrazábal lo nombrá secretario general, con rango de ministro, cargo en el que durará poco ya que renuncia y en el mismo año 1958 se suma a las filas de URD y asume la dirección nacional de doctrina del partido.

Entre 1959 y 1961 se va a México como embajador y en las elecciones de 1963 sale electo diputado por el estado Lara. En 1964 ya es subsecretario general de URD. En mayo de 1965, en el Consejo Nacional de URD, Alirio encarna la tendencia opositora a Acción Democrática y las fuerzas antagónicas a AD ven en él un adalid que interpreta su rechazo a aquella potencia que era el partido de Betancourt. Pero, el Directorio de URD lo suspende de toda actividad militante. A lo que él responde con una renuncia formal. Era el año 1966.

El día 19 de mayo de 1966 a eso de las 11 de la mañana, antes de que empezara la rueda de prensa convocada, Veitía se acercó a Ugarte Pelayo y le pidió un adelanto de lo que iba a anunciar. Pero este se negó. Le dijo que solo hablaría cuando hubieran llegado todos los reporteros, y solo logró que Ugarte Pelayo le dijera: “Este es un país urgido del sacrificio de sus mejores hombres, para poder realizar ese gran cambio que todos los venezolanos desde los más poderosos hasta los más humildes esperan”.  Después de decir esto, y de posar para una foto, la última, Alirio se disculpó para ausentarse. Dijo que iría por un momento a su biblioteca a atender una llamada telefónica.

Uno de los hijos de Alirio a preguntar por su padre. Alguien le indicó que se había ido a su despacho. El niño trató de entrar, pero la puerta estaba cerrada con llave, entonces salió de la casa y se asomó a la ventana, desde donde vio a un hombre tendido en el suelo. Cuando lograron abrir la puerta lo encontraron. En el escritorio se enfriaba una taza de café, bajo la cual “se medio-escondía” el recorte con el artículo donde un dirigente juvenil de URD lo acusaba de estar a sueldo del perezjimenismo. Era el 19 de mayo de 1966. Al día siguiente, la prensa nacional abrió con la noticia de su suicidio.

Ocho meses más tarde la viuda de Alirio Ugarte Pelayo convocó a la prensa a la quinta Claudalí para denunciar lo mismo. “Alirio no se suicidó, mi esposo fue asesinado”, para el momento en que doña Caridad hizo el inesperado anuncio el caso estaba a punto de ser cerrado por el Juzgado Segundo de Instrucción de Petare.

A la denuncia de la señora Caridad se sumaron otras de miembros y amigos de la familia que profundizaban las dudas y se constituyeron muchos acusadores indicios.

1) Según el Dr. Orlando Tovar, hermano del finado, el director de PTJ para el momento del suceso, Rodolfo Plaza Márquez trató de hacer firmar a la familia un documento en el que aceptaban como “veraz, genuina y legítima” la versión del suicidio; con esto evitarían tener que pasar por una posible exhumación posterior. Esto a pesar de que la familia en ningún momento se opuso a la exhumación del cuerpo de ser necesaria. Orlando Tovar recomendó a la viuda no firmar esa carta, consejo que ella siguió.   2) El mismo Tovar denunció que al cuerpo de Ugarte jamás se le practicó la autopsia a pesar de tratarse de una muerte violenta.   3) Por su parte Jesús Yerena y Luis Rosas Bravo, dos de los médicos que atendieron a Ugarte a su llegada a la clínica revelaron a la familia, luego del sepelio, varios detalles sospechosos; el primero de ellos estaba en el hecho de que la bala que acabó con la vida del líder larense no coincidía con el calibre de las que estaban en el tambor del revolver que supuestamente usó para matarse. Esa arma, según Yerena, tampoco podía haber sido la que lo mató pues el cañón estaba completamente limpio, sin vestigios de sangre ni cabello, que era lógico estuvieran adheridos. Otro detalle que hizo discrepar a los médicos de la versión del suicidio fue el de la trayectoria de la bala; según la PTJ, esta había sido ascendente, cosa que ambos desmintieron. “La bala entró por la región parietal derecha y salió por la apófisis mastoidea izquierda (debajo de la oreja)”, esta trayectoria según los galenos hacía literalmente imposible que Alirio se hubiese disparado pues para hacerlo tendría que haber levantado mucho la mano derecha y dispararse hacia la frente, ladeando de antemano la cabeza, estando con la muñeca doblada.   4) El mismo doctor Rosas Bravo, quien además de ser amigo de Alirio era uno de los médicos que lo atendían con frecuencia, declaró lo siguiente: “Yo, como amigo y compañero de ruta política y a la vez como médico de la plena confianza de Alirio Ugarte, puedo testimoniar bajo fe de juramento que él se encontraba antes, durante y en el mismo momento en que iba a realizarse la rueda de prensa en condiciones físicas y mentales completamente normales.”  5) En un primer momento el director de PTJ afirmó a la prensa que la prueba de parafina había dado positivo pero el informe que presentaron los técnicos de ese cuerpo, Leopoldo Osío Mariño y Sosa Caro al Juzgado Segundo de Instrucción del estado Miranda contradecía esa versión y daba negativo. Dicho informe estaba anexo al expediente Nro. 4963.  6) Según la viuda, días antes de la muerte, una emisora difundió la noticia de que Alirio Ugarte se había envenenado.   7) Los otros elementos presentados como sospechosos por la viuda el 24 de febrero que fueron: el resultado negativo de la prueba de la parafina y la ausencia de tatuaje en la herida trataron de ser explicados tanto por el Fiscal General como por los comisarios Villavicencio y Carlos Olivares Bosque de la siguiente manera: “La prueba de la parafina no es ciento por ciento confiable, la misma puede resultar alterada si no se aplica correctamente o los químicos que intervienen en ella han sido preparados con más de dos días de antelación” En cuanto a la ausencia de tatuaje que deja un disparo a quemarropa, explicaron que el tipo de herida de Ugarte pudo haber sido el conocido con el nombre técnico de “boca de mina de Hoffman”, o sea la que se produce cuando el arma está firmemente pegada al cuerpo, cuando el cañón toca la piel y no deja espacio para la deflagración, esta ocurre dentro del arma; esta hipótesis fue rebatida por el Dr. Yerena explicando que las heridas llamadas “boca de mina de Hoffman”, presentan siempre bordes irregulares y lo que tenía el doctor Alirio era un orificio limpio.

Caracas recordará siempre el sepelio de Alirio Ugarte Pelayo en 1966, como recuerda el de Renny Ottolina en 1978. Ante la noticia de la muerte de Alirio, el pueblo se volcó a las calles aledañas al Capitolio, no sin que antes algunos sectores protagonizaran actos de violencia llevados por el dolor que le producía la trágica pérdida de su líder. En esos días hubo mucha confusión en torno a que podía haber llevado a Alirio a pegarse un tiro; acto que no encajaba con su personalidad moderada. Unas semanas de la muerte los analistas coincidieron en dos probables motivos: Que se encontrara sumido en una fuerte depresión al ver el maltrato recibido de parte de Jóvito, su Maestro por quien sentía gran admiración y respeto y que cometiera suicidio como un último acto ejemplarizante contra la mezquindad; para dar una lección a sus adversarios enanos y egoístas. Estas fueron las conclusiones que quedaron para la historia, pero como en la muerte de Renny que ocurriría 12 años después, el amargo sabor de la duda quedaría instalada para siempre en el recuerdo de los venezolanos.

Maracaibo, domingo 16 de mayo, del año 2021

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