viernes, 14 de mayo de 2021

Del cine mexicano, en Maracaibo…

 Del cine mexicano, en Maracaibo…

“La época de oro del cine Mexicano en Maracaibo”, es el título de un libro de Antonio Soto (Serviluz, Kuruvinda Edt, 2005) cuyo contenido revisado por Ileana Morales Gollarza en el No.1 de la desaparecida Revista Kuruvinda, en Maracaibo el mes de noviembre del año 2007. El tema fue ya conversado en un artículo publicado en este blog lapesteloca en diciembre hace dos años, en el 2019.

 

También con motivo de la presentación del libro el año 2006, Edixon Caldera destacó el hecho de que durante varias décadas en la segunda mitad del siglo XX las películas mexicanas tenían gran preferencia por parte del público maracaibero y de cómo fue que a través de ellas serían transmitidos pautas y valores asumidos por gran parte de la población.

 

Diversos aspectos comunes surgían de los temas de la cinematografía mexicana, como ejemplos destacaba el papel de la mujer ante los hombres, en hogar y en la sociedad; el culto a la madre como eje de la familia, el acendrado machismo y también lo que parecía ser una apología del medio rural, hecho que se destacaría fundamentalmente en las regiones andinas por las características del campesino y el gusto por la música mexicana. Quizás por ello, regresé a recordar algo escrito en mi novela del año 1978 “La Peste Loca”, donde en el Capítulo 1, hablando de una población del piedemonte andino dice:

 

“En la noche de "Aquí está el detalle", sin lluvia ni luna, el doctor Ferrer se carcajeó hasta más no poder con las interminables reláficas de Cantinflas... Mascada y salivazo sepia que se arropa de arena. El comentario sano de la gente del campo en alpargatas. ¡Tantas cosas vistas en las sábanas de la mujer de Argimiro! Otra vez a discutir sobre "El peñón de las ánimas", tres semanas en eso y ni los chistes de Cantinflas daban fin a la contienda. Inquebrantable posición, sin tregua, los extrapoladores insistían, aquellos eran hechos calcados de la vida del pueblo... …Rancheras, huapangos y corríos lo atestiguaban, una historia real para una gente de carne y hueso… …Era un pueblo de machos, Jorge Negrete estaba bien respaldado… …En la rockola de Brinolfo Morales se escucha De piedra ha de ser la cama, de piedra la cabecera... Las hembras en los botiquines de las carreteras, las mujeres del pueblo en sus casas. ¡No me joda no joda, si viene busté y me jode yo lo rejodo, no joda! … …Venidos del lejano piedemonte, muchos de ellos eran muy andinos en el fondo, en el decir de Don Rafael emigrado de las montañas muchos años atrás, la explicación radicaba en la identificación de la idiosincrasia cordillerana con todo aquello que cantaban las rancheras y los corríos mexicanos… …los valores fundamentales de sus vidas, el honor, el amor por la tierra, la defensa de sus mujeres y el suspirar por las hembras. ¡Por ellas aunque mal paguen y nos echamos el otro! Cariño por el aguardiente. Sombrero de paja de ala ancha, mascada de tabaco, en las malas y en las piores… …En una choza muy humilde llora un niño y las mujeres se aconsejan y se van…”

 


 

 

La época de 1935 a 1940 ha sido revisada en el Capítulo III, del libro de Antonio Soto, en la presidencia de Lázaro Cárdenas que también coincide con el inicio de la época de oro del cine mexicano. Allá en el Rancho Grande una película que podría catalogarse como un “drama romántico”; fue rodada en 1936, y dirigida por Fernando de Fuentes; protagonizada por Tito Guízar y Esther Fernández es considerada como la cinta mexicana que dio inició al “cine industrial mexicano” que llevaría a la llamada “época de oro del cine mexicano”.

Ya he comentado que al escuchar “vamos a cantar”, lo que acude a mi mente es la frase de… “Cantar el ranchero, duelo de guitarras por una bella mujer”. El cine Landia en Bellavista a una cuadra de mi casa era uno de los cines de Maracaibo donde la gran mayoría de sus películas eran mexicanas; era un cine al descampado, sin techo con sillas de madera que se podían mover en la platea. No sé cuántas veces siendo niño, vería yo “Allá en el Rancho Grande”, la película es de 1936. Es aquella donde Tito Guizar en una disputa con Lorenzo Barcelata arrancaba cantando “Soy charro de Rancho Grande y hasta el amor bebo en jarro”… Todavía recuerdo toda la pendencia coral aquella… ¡Calcule usted cuantas veces la cantaría siendo niño o adolescente! Era el mismo pleito musical cantado en 1952 con otra letra, por Jorge Negrete y Pedro Infante en “Dos tipos de cuidado”.

La película “Allá en el Rancho Grande” daría inicio a la denominada “comedia ranchera” cuyas bases parecen haber sido tomadas de las zarzuelas creando un cine muy musical que se extendería hasta los años 40 con Las cuatro milpas, Amapola del camino, Bajo el cielo de México, Alma jarocha, Nobleza ranchera, La tierra del mariachi, Adiós mi chaparrita,  y El charro Negro”. Será en esta época precisamente cuando harán su aparición los cómicos en el cine; Cantinflas, Tintán, y Chaflán. 

El libro de Antonio Soto ofrece también detalles poco conocidos, como la inauguración del Cine Vallejo en 1939, con la presentación de la película Nobleza ranchera, con Alfredo del Diestro como director y actuando igualmente con Daniel Armengol. Fue luego cuando se popularizaría la figura del deslenguado “policía del Vallejo” que controlaba con su pintoresco léxico la entrada de adolescentes a películas prohibidas para para ellos. Vendrían después nuevas películas de 1940 en adelante y algunos de sus títulos me llegan, por el recuerdo del Cine Landia de Bellavista a una cuadra de mi casa y podríamos comenzar por la emblemática Ay Jalisco no te rajes, hasta las famosas aventuras de Fu Man Chú (https://bit.ly/39fxF3Z), con el curioso detalle del libro de tener registradas las fechas de cada película estrenada.

El Peñón de las Ánimas  (https://bit.ly/3aaGOeQ) es una película mexicana de drama romántico estrenada en 1943, dirigida por Miguel Zacarías y protagonizada por Jorge Negrete y por María Félix. La película marcó el debut cinematográfico de quien con los años se convertiría en una figura legendaria del cine: La Doña. La película fue considerada como una versión tropicalizada de Romeo y Julieta calificada por la prensa especializada como un western mexicano. Carlos Monsiváis opinaría que El peñón de las ánimas era un “melodrama que llegó para quedarse”. Mostró el encuentro de que la sonorense María de los Ángeles Félix, una veinteañera que debutaba en el cine con el estelar Jorge Negrete. María Félix, la futura diva de México, y Jorge Negrete, el Charro Cantor con sus interpretaciones de María y Fernando, cuyo amor surgió con divergencias iniciales.

Los nervios de María Félix, que debutaba hacían la situación ingobernable, mientras que Jorge era ya una figura famosísima, María Félix no estaba ni siquiera segura de continuar en el cine y el set de rodaje se convirtió en un campo de batalla.-“Tengo una curiosidad. ¿Con quién se acostó usted para que le dieran el estelar?”, le preguntó Jorge Negrete mientras ensayaban la escena del baile de El peñón de las ánimas. -“Usted tiene más tiempo en este negocio, así que debe saber bien con quién hay que acostarse para ser estrella”, le respondió la actriz con la misma altanería que se lo había preguntado su pareja en el film (1993). Acababan de empezar a trabajar en esta cinta de Miguel Zacarías y la cosa no podía ir peor. -“Quiero advertirle algo: yo no necesito hablar con usted para nada. Me resulta muy antipático y no quiero que me dirija la palabra fuera de escena. Déjeme trabajar en paz”, le pidió la inexperta intérprete quien sólo necesitaría dos películas más, María Eugenia y Doña Bárbara, ambas de 1943, para erigirse en el gran mito femenino de la época de oro del cine mexicano. 

La perla es una película mexicana inolvidable, fue filmada en 1945 y dirigida por Emilio "Indio" Fernández; es la primera película en lengua hispanohablante en ser galardonada con un Globo de Oro. Sin lugar a dudas, Pedro Gregorio Armendáriz Hastings, simplemente conocido como Pedro Armendáriz, fue otra de las figuras más importantes en la historia de la cinematografía mexicana.  Desde 1945, las películas de Cantinflas se harían cada vez más populares y sus dichos y reláficas disparatadas serían repetidas durante mucho tiempo por mucha gente. Hoy sin ir más lejos, estaba mirando por la televisión El señor fotógrafo y capté varios disparatados comentarios (como decirle a una señora no muy agraciada que llegó tarde a la repartición de caras) que desde la infancia, están en presentes en mi subconsciente. Ni sangre ni arena, El circo, El gendarme desconocido, Allí está el detalle, Un día con el Diablo, El sietemachos  y muchas otras que hicieron reír al público maracaibero; luego comenzarían a llegar las películas de Tintán, (https://bit.ly/35SXdiK) como Músico, poeta y loco (1947), El niño perdido (1947), Hay muertos que no hacen ruido (1946), Con la música por dentro (1946), El hijo desobediente (1945), y Hay muertos que no hacen ruido y otras muchas.

Ya entre 1946 y 1952 comienza a verse el cine mexicano de las rumberas y ambientes de cabarets con actrices que ganaron mucha fama como María Antonieta Pons y Ninón Sevilla. Después las sentidas epopeyas del pueblo mexicano con las casa de vecindad y los barrios con su población sufrida, como “Nosotros los pobres” y “Ustedes los ricos”. Nosotros los pobres la película mexicana de 1948, corresponde a un género situado en el melodrama urbano. El argumento cinematográfico fue de Ismael Rodríguez y Pedro de Urdimalas. Este último interpreta en la cinta a un cargador de apodo el "topillos", es el autor de una serie radiofónica de gran popularidad Una tumba para llorar donde se narraba la historia de una niña apodada "Viruta", hija de un carpintero simpático, muy pobre, pero trabajador y honrado. El personaje de "Viruta" fue el que interpretó Evita Muñoz "Chachita" en la película (Nosotros los pobres), cambiándole el apodo y así la radionovela sirvió de base al argumento cinematográfico de la cinta cuya última frase la dice "Chachita" contestando una pregunta de otro personaje: “No señora, ahora ya tengo una tumba donde llorar”. 

Ismael Rodríguez representa en su filme la realidad de un submundo compuesto por personajes que muestran el amor, la alegría y la desgracia de la pobreza en México, desventaja notable para muchos con respecto al resto de la sociedad. Vale la pena mencionar, a Cuando lloran los valientes (1945), cuyo título parece un resumen de su personaje arquetípico; Soy charro de Rancho Grande y Nosotros los pobres, ambas fueron estrenadas en 1947, y fueron los filmes en los que comenzaría a brillar Pedro Infante (1917-1957) renovando con su interpretación a un emblemático personaje mexicano. En la novela de Eduardo Liendo “Si yo fuera Pedro Infante” (1999), Perucho Contreras narra su vida imaginando ser un, Pedro Infante, ya figura célebre e ídolo latinoamericano de multitudes por sus canciones y películas. Pedro Infante llegó a grabar más de trescientas canciones que siguen gozando de gran popularidad en toda Latinoamérica y su muerte, en un accidente de aviación en las proximidades de Mérida (Yucatán) en 1957, provocó un dolor y manifestaciones semejantes a las vistas en desaparición del mítico argentino Carlos Gardel.

Ya en el Capítulo VI del libro el autor se refiere a películas como “La doncella de piedra”, “Santo contra el cerebro del mal, “Dinamita Kid” y “Ando volando bajo”, pero ya me salí de los cines de Maracaibo y además estoy repitiendo cosas que ya antes dije, aunque no hay que olvidarse de que al re leer uno puede regresar hasta detalles inadvertidos en una lectura previa y como esta historia se me hace que ya está “retelaarrga”, “¿a poco no?, así que creo que por hoy será suficiente. Gracias por leerme

Maracaibo, viernes 14 de mayo del año 2021

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