domingo, 9 de mayo de 2021

Renato Rodríguez

 

Renato Rodríguez

Estando en Mississauga, Ontario, en Toronto, Canadá, el jueves 17 de julio del 2019 escribí un artículo para este blog intitulado Al sur del Ecuanil”. Lo hice para hablar sobre nuestro escritor Renato Rodríguez. Hoy día, regreso diciendo algo más sobre este personaje que volcó sus experiencias en su quehacer literario de una manera que resultaría poco usual entre quienes en Venezuela se dedican al oficio de escribir.

El escritor venezolano, René Augusto Rodríguez Morales (conocido comúnmente como Renato Rodríguez) nació en Porlamar en la Isla de Margarita, Estado Nueva Esparta, el 3 de julio de 1927.  Sobre su familia, se dice que era una de las más prestigiosas de Margarita. Su abuelo, fue el general José Asunción Rodríguez, un caudillo insular que, con el rango de teniente de milicias, levantó el oriente en época de montoneras a fines del siglo XIX. Llegaría a ser General de Brigada durante el gobierno de Andueza Palacios y luego obedeció a Cipriano Castro. Durante la larga dictadura del Gómez, se retiró, pero su nombre llegó a oídos del Benemérito, enredado con el de los cabecillas de una conspiración en la que se había negado a participar. Los últimos años padeció sin quejarse las privaciones del exilio en Trinidad. Cuando regresaba a morir a Venezuela, en 1923, su hijo, padre de Renato el escritor, envió desde el barco un cable al ministerio de Guerra y Marina anunciando que el viejo general volvía muy enfermo a su tierra. Por orden del tirano, Tobías Uribe, ministro de Guerra y Marina, hizo que Asunción Rodríguez fuese atendido por los mejores médicos y que le fuesen rendidos honores militares en el entierro.

Cuando Renato cumplió los cuarenta días de nacido, su padre se lo llevó a vivir a Cumaná. Dos años después, la familia se instaló en La Guaira, Estado Vargas, y​ Renato estudió bachillerato en el Liceo San José de los Teques. Allí pensó dedicarse al sacerdocio, pero su superior, el padre Ojeda, lo hizo desistir y lo motivó a escribir, momento que recordaría él como crucial en su decisión de convertirse en escritor. Tras finalizar el bachillerato, viajó a Colombia donde se inscribió en una academia militar para obtener el bachillerato superior. Conoció a un joven cantante, y decidió convertirse en su representante, de manera que así comenzó a viajar con él al sur. Una vez en Quito, Ecuador, se separó del cantante. Se trasladó a Lima, y de ahí a Santiago de Chile. En 1950 regresó a Venezuela, donde entre Caracas y Cumaná trabajó como productor de leche, agricultor y oficinista. 

Durante estas estadías en Venezuela trabajó en el manuscrito de su primera novela, Al Sur del Equanil (Novela, 1963). El título de la novela tiene su historia. Renato se encontraba bebiendo en un bar de Bello Monte con algunos amigos, cuando alguien le preguntó que qué hacía. “Soy novelista”, respondió. Las palabras circularon por la mesa donde se encontraba, entre otros, el escritor Salvador Garmendia. Alguien más preguntó cómo se llamaba su obra. “Al sur del Ecuador”, respondió. Pero Garmendia, ya medio curdo, escuchó “Al sur del Equanil”. Equanil es el nombre de una droga ansiolítica muy popular en la época, especialmente en los grupos de la bohemia. El techo de la ballena, aprobó y celebró el título como una ocurrencia de alto vuelo literario. Luego de publicarla, Renato recibiría comentarios negativos tanto de la crítica como de sus amigos escritores -fenómeno nada extraño entre denominados “críticos literarios” venezolanos-.

Renato decidió irse a Nueva York, donde trabajó en un restaurante italiano. Luego se mudó a Los Ángeles donde en un hotel trabajaba recogiendo platos sucios. Se mudó a San Francisco para luego de una breve estadía, regresar a Nueva York, donde trabajó en la Westinghouse Broadcasting Company, en el show de Merv Griffin. Luego viajó a Europa, y vivió en París. Allí sostuvo amistad con el escritor peruano Julio Ramón Ribeyro. También conoció a Julio Cortázar, a Mario Vargas Llosa y a Alfredo Bryce Echenique. Visitó Bélgica, Suiza, Italia y vivió en Alemania trabajando en una fábrica de piezas para automóviles. Renato Rodríguez fue una figura controversial dentro del ámbito literario venezolano, sus textos representaron una rareza en la narrativa del país.

De la obra de Renato Rodríguez destaca su primera novela “Al sur del Equanil, y resultó ser un libro que le llevo a ser comparado con grandes nombres de la literatura como Henry Miller, o Kerouac. La novela narra las vivencias de David en el proceso de convertirse en escritor. A través de las más diversas experiencias en Venezuela, Colombia, Ecuador, Chile y finalmente en París, David -que cambia de nombre a Augusto y a Cirilo a través de la narración- encuentra su vocación e identidad en una compleja trama con los más diversos personajes y situaciones que van desde la sordidez hasta el humor. La novela, fue considerada autobiográfica, como parecen ser la mayoría de las obras de Renato, al contener muchas de las experiencias durante sus constantes viajes. A propósito de la complejidad del texto, los cambios de identidad y los viajes de Renato, en el prólogo de Al sur del Equanil, Carlos Noguera escribió: No son sólo las etiquetas y las identidades las que rotan y viajan, la metáfora del viaje, de la peregrinación, subtiende el sentido mismo de la novela toda al expresar la vida en construcción como un espacio que sucede a otro y como un tiempo que muta, transfigurando a su vez al cuerpo que lo atraviesa”.

La escritura de Renato Rodríguez fue objeto de severas críticas por parte de sus contemporáneos, las cuales él mismo plasmó en la contraportada de su segunda novela El Bonche (Novela, 1976). También publicaría: ¡Viva la pasta! o Las enseñanzas de Don Giuseppe (Novela, 1984); La noche escuece (Novela, 1985); Ínsulas (Novela, 1996); Quanos (Relatos, 1997); y El embrujo del olor a huevos fritos (Novela, 2008).

El Bonche narra las aventuras de José, inmigrante venezolano en una comunidad de latinos en Nueva York. La narración en primera persona, insiste en algunos temas de Al sur del Equanil, como, las reflexiones del personaje en cuanto al propósito de la vida, la experiencia de la pobreza y la búsqueda de identidad ya no como escritor, sino a través de sus disímiles oficios: carpintero, cocinero y empleado de una fábrica, entre otros. El relato alterna las experiencias de José en diversas fiestas (bonches) con sus viajes a París y Alemania, recuerdos de la infancia, y particulares relaciones sexuales en una sucesión de historias que se entrelazan. La novela, continúa el carácter autobiográfico de muchas de las obras de Renato.

Cuatro relatos componen a Quanos: En el Chaparral, No hay como el aire de la montaña, Tan solo un sueño y La presa. Apartándose de sus novelas, tanto el tema como el estilo de estos relatos no son ni autobiográficos ni una sucesión de historias entrelazadas. Acercándose más al relato tradicional y omnisciente, los cuentos de Quanos poseen matices costumbristas, también crímenes o elementos fantásticos con un tono irónico, que los hacen más próximos a la novela negra y a ciertos relatos de Horacio Quiroga y de Kafka. Como advierte en el prólogo el mismo autor, la palabra «quanos» es una contracción de “quasi” y “novelas”, idea que tuvo luego de leer Introduction to science de Isaac Asimov y descubrir que Quasar era la contracción de “quasi” y “star”. El relato En el Chaparral está dedicado a Julio Ramón Ribeyro, de quién admite haber tomado el tema del cuento Mar Afuera


 

Renato Rodríguez regresó a Venezuela, dónde desde 1997 vivió aislado en una montaña en la población de Tasajera, ubicada en el municipio José Rafael Revenga del estado Aragua. Su obra se vio reconocida en 2006, cuando recibió el Premio Nacional de Literatura de Venezuela, pocos años antes de fallecer. Anciano, padeció de glaucoma, sordera en un oído y una artritis que lo obligaba a caminar con dificultad. ​Falleció a los 84 años de edad en El Consejo (estado de Aragua) el 22 de junio de 2011.

Maracaibo, domingo  9 de mayo del año 2021

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