Podomorfos
Las huellas de pies humanos encontradas recientemente en el Parque Nacional White Sands en Nuevo México, se han considerado como la evidencia más temprana de actividad humana en las Américas. Según la Universidad de Cornell, y según Europa Press el hallazgo este mes, es una muestra inequívoca de la primera actividad humana detectada en suelo americano, una evidencia que dataría de hace más de 23.000 años, milenios antes de lo ya hasta ahora conocido.
Las huellas se formaron en lodo blando en las márgenes de un lago poco profundo, en White Sands. Investigadores del Servicio Geológico de EE.UU. han datado estas pistas utilizando radiocarbono en las capas de semillas por encima y por debajo de los horizontes de la huella. Las fechas varían en edad pero confirman la presencia humana durante al menos dos milenios; estas serían las huellas más antiguas que datan de hace unos 23.000 años, y corresponden a la altura del último ciclo glacial. Este dato las convierten en las huellas humanas más antiguas conocidas en América.
El equipo que investigó el sitio fue pionero en técnicas geofísicas no invasivas dirigidas por un científico investigador de la Facultad de Artes y Ciencias del Laboratorio Cornell Tree Ring, de la Universidad de Bournemouth, el Servicio de Parques Nacionales, el Servicio Geológico de EUA y de la Universidad de Arizona. La investigación que fue publicada en Science, trajo a mi memoria los podomorfos de Tindaya la montaña sagrada de Fuerteventura.
Estas huellas de pies, justo en estos días cuando los habitantes de la isla canaria de Las Palmas están padeciendo una severa erupción volcánica, me han traído el recuerdo de huellas pedestres grabadas en piedras volcánicas. y pensé que podía ser relevante recordar los podomorfos de Fuerteventura, que por otra parte, son de particular interés ya que no son sencillas huellas dejadas en el suelo por primitivos pobladores de la tierra; estos podomorfos son trabajos cincelados en las rocas de Tindaya la montaña sagrada de los majoreros y guardan características similares a marcas dejadas por primitivos habitantes de Galicia y de Portugal en las piedras de la península ibérica que quizás estuvieron relacionadas con la cultura celta...
Antes de la conquista castellana se conocía a Fuerteventura como Erbania, que proviene de “Ar-Bani”, en el idioma aborigen de Canarias significaba La Pared, y se refería a un muro defensivo construido en la Península de Jandia que separaba la isla en dos reinos enfrentados en guerras. Su isla “Mahoh”, que para los habitantes de Fuerteventura significaba “Mi País” fue conquistada por un corsario y empresario francés Jean De Bethencourt, junto a su socio Gadifer de la Salle, en 1402 tras obtener el permiso real de Enrique III, Rey de Castilla. Hemos conversado ya sobre este tema en el blog, (https://bit.ly/2SjSfrl) por lo que no ahondaré en detalles.
Los podomorfos, también llamados grabados o petroglifos podomorfos, son inscripciones generalmente en la roca en forma de pie o de dos o más pies unidos y cuyo significado exacto todavía está abierto a distintas interpretaciones. Los podomorfos son propios de la cultura aborigen de Canarias, relacionada con los de la cultura bereber del norte de África. El mayor número de ellos están grabados en la montaña de Tindaya, aunque también han sido encontrados en otras islas bajo diferentes formas, como la Piedra del Majo en Lanzarote, los yacimientos de El Julan en El Hierro, el Barranco de Balos en Gran Canaria y El Roque de Bento y El Roquito en Tenerife.
La Montaña de Tindaya se encuentra situada en el término municipal de La Oliva, en el pueblo homónimo de Tindaya. Su altura máxima es de 400.48 m desde el nivel del mar, y se trata de un pitón traquítico que sobresale en medio del Llano de Esquinzo. Por su gran valor paisajístico y geológico, cuenta con un grado de protección especial en la Ley de Espacios Naturales de Canarias adquiriendo la categoría de Monumento Natural en 1994. No obstante, a nivel cultural, los grabados rupestres con motivos podomorfos, atribuidos a la cultura aborigen de la isla, es el elemento más relevante y singular de la montaña, y ellos son merecedores de la máxima protección legal. Los grabados rupestres de la Montaña de Tindaya constituyen un espacio cultural único y uno de los yacimientos arqueológicos más espectacular y enigmático del archipiélago canario.
Los podomorfos han sido declarados por ministerio de la ley, Bien de Interés Cultural con la categoría de Zona Arqueológica, de Patrimonio Histórico de Canarias, se localizan alrededor de la cima de la montaña, entre la cota 300 metros y la cúspide. Según informe-inventario realizado por el Cabildo Insular de Fuerteventura, en la Montaña de Tindaya dichos grabados se presentan de forma individual, formado por un solo podomorfo, o bien formando conjuntos de dos o más podomorfos, registrándose, según dicho inventario, un total de 111 grabados existentes en la Montaña, que contienen aproximadamente un total de 244 podomorfos y 8 incisiones en forma de líneas, concentrados alrededor de la cima, excepto dos grabados situados en la dorsal de la ladera sur de la montaña.
Los grabados rupestres de La Montaña de Tindaya se localizan, fundamentalmente, en las paredes verticales de las rocas, en bloques sueltos y en paneles horizontales u oblicuos del propio suelo rocoso. En la zona de los grabados de la cima existe material arqueológico compuesto por restos de cerámica, atribuida a la etapa aborigen, líticos, óseos y malacológicos, con perfiles estratigráficos muy deteriorados y alterados por el paso de los visitantes a los grabados. La mayoría de los investigadores admiten su relación con el mundo mágico-religioso de la cultura preeuropea de la isla, aunque con diversas interpretaciones: impartir justicia, forma de posesión de un territorio, celebración de rituales de carácter mágico y astronómico, etc. Desde la cima del Espigón de La Mesa, a 600 metros de altitud, se abre de par en par todo el valle y montaña de Tindaya, un domo sagrado venerado por los antiguos moradores de la isla de Fuerteventura, los Majos.
“El podomorfo” era también un punto de referencia en El Puerto del Rosario, capital de la isla canaria de Fuerteventura. Me estoy refiriendo a sitio que hace ya unos años a finales del siglo XX o a comienzos de este XXI era un restaurante con un ambiente personalizado, en parte al aire libre, uno de esos sitios para cantar folías y disfrutar del folklore canario. Estoy hablando de finales del siglo XX cuando con Eduardo Blasco escuchábamos cantar al señor Navarro “esta noche no alumbra la farola del mar” y se cerraba la casa mucho después de medianoche. Creo que todavía existe “El podomorfo” ya que promocionan su música, y su comida con singulares hamburguesas americanas, tiernas gambas, y tartas de plátano…
Como han pasado los años, como han cambiado las cosas así recuerdo en la voz inconfundible de Rocío Durcal (1944-2006) la canción del productor argentino Roberto de Ciria-Livi (1942-2019) y de Rafael Ferro García (1943), compositor español autor también de "Me olvidé de vivir", y lo memorizo interpretado por Karina, por Mocedades, o Julio Iglesias, respectivamente. Así musicalmente con folías, malagueñas y polkas amén de un infaltable toque latinoamericano, todos los sábados por la tve nos llega “El Tenderete” y los canarios se conectan con el mundo para impactarnos con su folklore. Doy por terminada esta “podomórfica” actualización de hoy con recuerdos mientras los habitantes de Las Palmas continúan padeciendo una muy grave crisis tectónica.
Maracaibo, domingo 26 de septiembre del 2021
1 comentario:
Excelente texto. Me encantó, gracias por compartirlo.;)
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