Drama universitario
La destrucción sistemática de las universidades venezolanas de mayor prestigio como la UCV, USB, UDO, UC, LUZ y ULA, ha dejado al país sin futuro. Las agresiones a las universidades orquestada por el gobierno desde hace ya más de veinte años, han avanzado desde el estrangulamiento económico con la intromisión del ministerio en cada detalle de la vida académica, hasta la intervención en la designación de autoridades y migración de profesores calificados.
Como una consecuencia se ha producido el abandono de miles de estudiantes que han desertado por razones económicas o de otro tipo. En los últimos años el 60 % de los estudiantes han abandonado las aulas, datos estos que son ofrecidos por los rectores de distintas casas de estudios. Desde que comenzó la cuarentena en el país por la covid-19 las universidades han quedado desoladas y la pandemia del vandalismo ha avanzado sistemáticamente. La Universidad de Oriente (UDO) abarca cuatro estados del oriente de Venezuela, en una de las regiones más empobrecidas del país donde sus ciudades están sometidas a las reglas del narcotráfico que se ha apoderado de esas costas. Hace un par de meses la biblioteca central de la UDO, sufrió un incendio a principios de junio 2021 en el que el 70% de los más de 120.000 registros bibliográficos de una institución con 61 años de historia, quedaron reducidos a cenizas.
Este es un ejemplo más en una cadena de ataques que han sufrido universidades públicas venezolanas, asfixiadas económicamente por el Gobierno. Cuando solo se puede dar clases de día, cuando hay sol, porque no tienen ni bombillos, o se caen a pedazos las paredes como ocurrió la semana pasada con uno de los pasillos cubiertos de la Universidad Central de Venezuela, en la mera Ciudad Universitaria de Caracas, máxima obra del arquitecto Carlos Raúl Villanueva y patrimonio de la humanidad, es poco lo que se puede esperar de quienes algo deberían rectificar.
Lo cierto es que las universidades de Venezuela viven una etapa muy oscura, enfrentándose a la realidad mientras observan cómo pueden ocurrir impunemente toda una ola de robos y desvalijamientos, desde equipos de laboratorios, microscopios, computadoras e incluso materiales como el cableado eléctrico, puertas, ventanas, vigas y techos son substraídos impunemente. El Instituto Anatomopatológico (IAP) de la UCV que llegó a ser Centro Nacional de Referencia y modelo internacional para la formación de personal y en la producción de trabajos de investigación en patología, hoy día representa una muestra triste de este desenfreno. El IAP de la UCV dejó de funcionar hace mucho tiempo y los años de productividad allí transcurridos son ahora tan solo un triste recuerdo del pasado.
Desde hace más de once años que las universidades como otras instituciones públicas reciben el mismo presupuesto en una obsesión por controlarlas, y como es lógico, los presupuestos se han hecho insignificantes en la economía hiperinflacionaria que rige el país. Las universidades mantienen una reducida nómina de profesores que ganan menos de 20 dólares al mes. Benjamín Scharifker, explicaría hace poco tiempo, como el sueldo que perciben los profesores no alcanza para adquirir los productos de la Canasta Básica que ha sobrepasado los 100 millones de bolívares.
En una supuesta búsqueda de un nuevo modelo formativo, “el proceso” iniciado hace 22 años por Hugo Chávez acordó con Cuba, la Misión Barrio Adentro y se habló de la Universidad "Barrio Adentro" que habría de garantizar un nuevo paradigma en la formación del médico integral comunitario. Desde que en el 2005 se propuso formalmente la creación de otro sistema de enseñanza de Medicina fuera de las universidades tradicionales. Con el paso de los años y tras graduarse e intentar llevar a estos nuevos médicos a los hospitales, las fallas en su desempeño han demostrado ser una triste muestra de la improvisación.
Existe un documento “Educación Médica”, firmado por 11 expertos en la materia, titulado: “La enseñanza de la medicina fuera de las escuelas universitarias formales: la Medicina Integral Comunitaria”. Entre enero y abril de 2012, los médicos integrales comunitarios que se desempeñaban en hospitales de Distrito Capital y Miranda fueron evaluados y los resultados concluyeron que los médicos integrales no están capacitados: “A ellos se les crearon unos posgrados a su medida y su desempeño no es satisfactorio, no tienen la solidez como en un posgrado asistencial o universitario. Ellos no pueden hacer diagnósticos clínicos, ni saben hacer correctamente exámenes físicos”.
Recientemente por decisión del Colegio de Médicos del Perú, 40 ciudadanos de ese país, que se graduaron en la Universidad Bolivariana de Venezuela como médicos integrales comunitarios (un convenio entre los gobiernos de Ollanta Humala y Hugo Chávez) fueron inhabilitados por no cumplir con el perfil exigido por las leyes de su propio país para ejercer la profesión como médicos cirujanos. Esta es la realidad de nuestras universidades de “el proceso”.
“Estamos preocupados por el futuro de los médicos y la salud de los venezolanos", señaló León Natera, presidente de la FMV. Los responsables de esto no son los estudiantes. La denuncia busca hacer del conocimiento público esta grave situación, explicó, "está dirigida a quienes los están formando para que corrijan los errores". Actualmente son 24.000 los estudiantes de Medicina Integral -de los cuales se espera que 8.500 se gradúen este año… La situación actual conlleva un grave riesgo y complica tanto al ejercicio de la profesión como al sistema de salud en el país. Pero si los pobres jóvenes estudiantes y sus familiares que creyeron ser médicos al finalizar su formación han sido engañados, los más afectados serán los pacientes venezolanos.
Maracaibo, martes 21 de septiembre del año 2021
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