viernes, 9 de abril de 2021

Protocolos y un cementerio

 

Protocolos y un cementerio

Los protocolos de los sabios de Sion fue un libro publicado por primera vez en 1902 con la idea de justificar ideológicamente los pogromos que sufrían los judíos en la Rusia zarista. El texto, sería la supuesta transcripción de unas reuniones de los “sabios de Sion”, detallando los planes de una conspiración para el controlar la masonería y los movimientos comunistas, en la Tierra, para hacerse con el poder mundial. 

“Los Protocolos” son la publicación antisemita más famosa que existe. Ya Hitler los tomaba como una demostración ilustrada de la existencia de los designios ocultos de los judíos. Todavía hoy, el texto sigue circulando, en particular dentro de las redes islamistas y aunque es parte de la propaganda antisemita en Internet, todavía es capaz de entusiasmar a los partidarios de una eterna y permanente a teoría de la conspiración.


 

El viernes, 19 de febrero de 2016 en este blog (lapesteloca) hablé sobre El cementerio de Praga, la novela de Umberto Eco quien había nacido el 5 de enero de 1932 y fallecería precisamente ese mismo día, el 19 de febrero del año 2016  a la edad de 84 años. La famosa novela El cementerio de Praga de Umberto Eco precisamente gira en torno a Los protocolos de Sion, ya que quien escribe la novela supuestamente conoce a personas como Maurice Joly (1829-1878) el escritor satírico francés que escribiera el Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu, para satirizar el gobierno de Napoleón III y también a Hermann Ottomar Friedrich Goedsche (1815-1878) un escritor alemán recordado por su furibundo antisemitismo.

El cementerio de Praga fue la sexta novela de Eco quien utilizaría el artificio habitual de emplazar sus personajes en un contexto histórico, pero a raíz de su publicación (2010), El Osservatore Romano criticó severamente la novela, cuestionando incluso su validez literaria ya que el libro depara una imagen desfavorable de Papas y católicos. Su motivo principal son los llamados Protocolos de los sabios Sión y sus textos plagiados para demonizar al pueblo judío. La buena intención de Eco tampoco convenció a la comunidad hebrea italiana y el mismo periódico del Vaticano publicó la reseña de una historiadora judía, disconforme con el tratamiento dado por el novelista a la cuestión peliaguda de los Protocolos.

El capitán Simone Simonini participa en todos los acontecimientos relevantes de su tiempo, asumiendo diferentes identidades, y veremos a Simonini como alumno de los jesuitas, oficial del ejército, conspirador, falsificador, terrorista y convivirá con el misterioso abate Dalla Piccola. Umberto Eco juega con el desdoblamiento de la personalidad para mostrar la impostura y la confusión, un recurso que evoca la figura del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Stevenson y las alucinaciones de Wilkie Collins escritor inglés creador de novelas policiacas.

Umberto Eco en su novela recorre medio siglo de intrigas, conspiraciones, escándalos y revueltas políticas. Nos habla del ascenso de la burguesía, la aparición del proletariado, la influencia de las logias masónicas, las peripecias de la comunidad judía, la experiencia revolucionaria de la Comuna y del caso Dreyfus. Los pogromos y la gestación de Los protocolos de los sabios de Sión, el panfleto que se publicaría por primera vez en la Rusia zarista en 1903, pero que dirá que sólo ha de ser una copia del Diálogo en los infiernos entre Maquiavelo y Rousseau de Maurice Joly.

Muestro aquí una sinopsis del libro “El cementerio de Praga” de Umberto Eco:

El autor comienza en un juego con el lector que no se resolverá hasta el final de la novela; Simonini comienza a escribir pero tiene fallos en la memoria y el diario estará plagado de lagunas hasta que interviene el abate Dalla Piccola, que se introduce en el diario “desbloqueando su memoria y revelándole lo que Simonini se niega a recordar”. Nacen dos relatos muy diferentes y surgen múltiples preguntas, ¿quién es Piccola?, ¿cómo sabe tantos secretos? Simonini, piamontés de nacimiento, con un abuelo, paranoico y racista que le inculcó el germen antisemita, acusaba a los judíos de conspirar para conquistar el mundo. Hay todo tipo de complots en los que también participarían jesuitas, templarios, iluminati y masones. Simonini, crecerá como un ser hipócrita, ruin, mezquino, egoísta, sin escrúpulos, lleno de odio hacia toda la humanidad. Comenzará realizando falsificaciones de testamentos, después en intrigas políticas y servirá a diferentes gobiernos será un maestro de delitos y falsificaciones, participando en episodios del siglos XIX, como la revolución de Garibaldi, la Comuna de París o el caso Dreyfus. Suplantará identidades, ejecuta asesinatos o fabrica documentos falsos, en una historia donde también hay sangrientas sectas satánicas. El capitán Simonini no sólo es antisemita, odia a toda la humanidad. Se ensaña con los judíos, pero su odio no tiene fronteras, es misógino, y reparte insultos descalificando a los españoles, croatas, ingleses, alemanes, italianos y franceses La novela denuncia todo tipo de racismo, especialmente el antisemitismo, presentando personajes enfermos, despreciables, defensores de la raza aria.

Comprendiendo la naturaleza de los personajes en la novela, se entenderá cómo surge el germen del antisemitismo, pero lo alarmante, dice Eco, es que, no estamos ante personajes de ficción, son personas que pusieron en práctica sus delirios en el Holocausto y aún siguen entre nosotros…Además, el libro ofrece una curiosa teoría sobre el origen de “Los Protocolos de los Sabios de Sión”, y muestra cómo una mentira repetida constantemente termina siendo aceptada como verdad. También es una muestra de cómo la literatura tiene poder para influir en la realidad, aunque sea de forma negativa a través de su protagonista.

Umberto Eco no jugó a ser Stendhal ni Gustave Flaubert, sus personajes carecen de la profundidad psicológica de Emma Bovary o de Julien Sorel. En realidad, todos rebosan la personalidad de su autor lo que lejos de ser un defecto, es un mérito en la novela. Umberto Eco no disimula su flirteo con Eugène Sue o con los Dumas, y El cementerio de Praga, colocado ante El nombre de la rosa (1980) queda demasiado lejos. La prosa situaría al propio Umberto Eco en el centro de la narración y al margen del aspecto policial de la trama, prevalece  “un egotismo autocomplaciente con dosis de terrorismo emocional e intelectual”. Umberto Eco no necesitó excusarse. No pretendió enseñar nada. Estaba en la cumbre y en el tramo final de su dilatada carrera académica y literaria.

La literatura de Umberto Eco sería un bombardeo indiscriminado que no respetó ningún protocolo de guerra. Los alemanes aparecerán como “el más bajo nivel de humanidad concebible”; los franceses “orgullosos más allá de todo límite y matan por aburrimiento”; los italianos “arteros y taimados”;  “los curas “repiten que su reino no es de este mundo, pero ponen las manos encima de todo lo que pueden mangonear”; los jesuitas son “masones vestidos de mujer”; las mujeres “meretrices que propagan la sífilis”; pero todos los agravios, los más intolerables están reservados a los judíos. El pueblo deicida “desprende un olor nauseabundo”. Los judíos no enferman porque son los portadores de “una peste permanente que los defiende de la peste ordinaria”. Es falso que Jesús fuera judío. “Jesús era de raza céltica, rubio y de ojos azules”. Los judíos son cada vez más peligrosos, pues se han convertido en “los agentes de la subversión anarquista y comunista”.

La publicación de El cementerio de Praga en 2010 levantaría ampollas en la Iglesia católica y en la comunidad judía. Aunque detrás de su prosa erudita, cuidadosamente elaborada pero sin filigranas estilísticas, Eco juega ser un niño que se ríe de los prejuicios de su tiempo. Los mismísimos prejuicios que ahora se disfrazan de retórica democrática, escamoteando su peligroso lastre de intolerancia. ¿Se atreve alguien a decir en voz alta que la Lolita de Nabokov tenía 11 años o que Anaïs Nin vivió un apasionado idilio con su padre? Ahora cuando la humanidad está acogotada por una terrible pandemia atemoriza usar el término de maricón o de negro, porque cualquiera podría ser llevado a los tribunales hasta por menos, y todo el mundo se apresuraría a criticarle por atreverse a decir cosas que están a la vista, pero que deben silenciarse… Son los tiempos que vivimos en este siglo XXI. Antes eran los protocolos, ahora solo hay, un cementerio, más grande que el de Praga…

Maracaibo, viernes 9 de abril, del año 2021

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