Hans
Küng ha muerto
Hans Küng fue un intelectual suizo, cuyas obras ha sido traducidas a medio centenar de idiomas y leídas en todo el mundo. Hans Küng nació en Sursee (Suiza) en 1928. En sus primeros años, cuando era niño, Hitler en Alemania ya estaba amenazando la libertad nacional y personal y en 1934, tenía 6 años cuando supo la noticia radiofónica del asesinato del canciller austriaco Engelbert Dollfus, víctima del nacionalsocialismo. Tenía diez años cuando el ejército alemán invadió Austria y en 1939, al comenzar la II Guerra Mundial, mientras que el alemán Ratzinger –futuro Papa- iba a ser llamado a las Juventudes Hitlerianas, por el contrario, Küng se convertiría en un patriota activo contra los nazis.
Küng fue profesor de Teología en la Universidad de Tubinga y marcó con sus primeros escritos la agenda reformista del Concilio Vaticano II. En 1962 fue nombrado oficialmente teólogo conciliar por el papa Juan XXIII y en calidad de tal participó activamente como perito del Concilio Vaticano II(1962-1965). Juan XXIII, lo protegió como el más “joven teólogo rebelde” del concilio, junto al ahora emérito Benedicto XVI. Tras la muerte del papa Juan, en 1963, Roma y Küng sostuvieron tempestuosos desencuentros de resonancia mundial. Finalmente, fue castigado a no poder usar el título de “teólogo católico”. En marzo de 2017 en este blog (https://bit.ly/3fVQf4J), me referí a Hans Küng y su relevante papel dentro de la Iglesia Católica.
Muchos de los escritos de Küng son de combate, en defensa de unas reformas de la Iglesia romana que, muchas veces, retrocedieron hacia el interminable concilio de Trento, entre 1545 y 1563. Los artículos de Hans Küng se han publicado en los mejores periódicos del mundo. La palabra libertad aparece en todos sus libros, como si necesitase repetirla para avanzar. Su repercusión era siempre notable. El recibimiento estelar que le hizo en la Casa Blanca el presidente Kennedy en pleno concilio, y el apoyo de la ONU a su programa para una Ética Mundial, son precisamente los que Francisco ha asumido ahora.
Las obras de Hans Küng son enciclopédicas. La publicada en España en 1975 con el título Ser cristiano nos recuerda que, cuando Juan Pablo II corrigió en 1999 las ideas tradicionales sobre el más allá, afirmando que ni el cielo ni el infierno son un lugar físico, sino algo así como estados de ánimo, se comprobó que eso, casi con esas palabras, lo había escrito Küng en Ser cristiano.
Hans Küng era sin duda alguna, el teólogo más importante de la Iglesia católica romana contemporánea, donde nadie, salvo el Papa, había tenido más voz en el cristianismo romano que Küng, el intelectual suizo, cuyas obras, traducidas a medio centenar de idiomas, han sido leídas en todo el mundo, cuando en 1979 y con gran parafernalia, el Vaticano le retiró a Hans Küng el título de “teólogo católico”.
El día 9 de marzo de 2016 se publicó en diferentes países una carta de Küng titulada “mi Llamamiento al papa Francisco” rogándole que hiciera posible un debate abierto, imparcial y libre de prejuicios sobre la cuestión de la infalibilidad. Küng relataría en esos días… “Me alegró mucho recibir, inmediatamente después de Pascua y a través de la nunciatura de Berlín, una respuesta personal del papa Francisco fechada el Domingo de Ramos (20 de marzo 2016).
De ese escrito, Küng consideró que varios aspectos eran importantes: -Que fuera él mismo quien respondiera, y no su secretario privado o el cardenal secretario de Estado; -el carácter fraternal de su carta en español el encabezamiento en cursiva y en alemán “lieber Mitbruder” (“querido hermano”); -que haya leído con atención mi Llamamiento…con la intención de que la Iglesia del siglo XXI, semper reformanda, profundice en un diálogo constructivo con la ecúmene y la sociedad postmoderna. Finalmente confiaba que era importante que: -El papa Francisco no fijase limitación alguna y este nuevo espacio de libertad debe ser aprovechado para avanzar en el esclarecimiento de las declaraciones dogmáticas controvertidas en la Iglesia católica y la ecúmene.
No podía yo imaginar diría Küng entonces, el gran espacio de libertad que, pocos días después abriría el papa Francisco en su exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia, y ya en la introducción declararía que “no todos los debates doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltos con intervenciones magisteriales”. Diría Küng lo que entonces pensó y así los escribiría: Este es el nuevo espíritu que siempre esperé del Magisterio. Estoy convencido de que, por fin, también el dogma de la infalibilidad, una cuestión fundamental y decisiva de la Iglesia católica, se podrá debatir con espíritu libre, abierto y alejado de todo prejuicio. Estoy profundamente agradecido al papa Francisco por ofrecernos esta posibilidad…
Sin embargo, comenzaron a transcurrir los años y aunque se habían cruzado cartas muy elogiosas y amistosas desde el comienzo del pontificado del cardenal argentino, pasó el tiempo y hace tan solo unos días, Hans Küng ha muerto sin haber recuperado el título de “teólogo católico”. Cuando parecía que Francisco iba a devolvérselo… Pero aparentemente: Roma locuta, causa finita est, es decir, lo que un Papa da por terminado, no lo desmiente su sucesor…
Que el Vaticano se haya negado a rehabilitar a Küng es un baldón que tendrá que soportar por siglos, porque muchas de las reformas emprendidas por la Iglesia a partir del Vaticano II tuvieron como inspiradores al teólogo suizo, y al alemán Ratzinger, ambos llamados por Juan XXIII para ejercer como “peritos” (ese era el nombre que se les daba a los obispos). En aquellos días, ellos penas superaban los 30 años. Pero el tiempo transcurriría y ahora, con la muerte del teólogo suizo el 6 de abril, el cristianismo pierde a una de las mentes más lúcidas y creativas del siglo XX y de las dos décadas del siglo XXI y a un librepensador ―figura poco frecuente― dentro de la Iglesia católica.
Maracaibo, sábado 10 de abril, del año 2021
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