Walter
Alvarez y el iridio
El miércoles 4 de marzo, el año pasado 2020 (https://bit.ly/3v2jPcK) en este blog y a propósito de, el Flysch, señalaba como en muchas de sus capas hay riqueza de fósiles y microfósiles, destacando que eran relevantes los anómalos niveles de concentración de osmio e iridio que se hallaban en el límite K/T que establece la separación entre el período Mesozoico y el Cenozoico. Hoy voy a conversar sobre una familia de científicos de origen español y ahora norteamericanos, los Álvarez.
Walter Alvarez (nacido el 3 de octubre de 1940) es profesor del departamento de Ciencias Planetarias y de la Tierra en la Universidad de California, Berkeley y es muy conocido por plantear la teoría desarrollada en colaboración con su padre, el físico ganador del Premio Nobel de Física 1968 Luis Álvarez, de que los dinosaurios fueron extinguidos por el impacto de un asteroide. Walter Álvarez, nacido en Berkeley, es también nieto del médico Walter C. Álvarez
y su bisabuelo, nacido en España, era también médico, el doctor Luis F. Álvarez, que trabajó como médico en Hawái y desarrolló un método para mejorar el diagnóstico de la lepra macular. Su tía abuela, Mabel Álvarez, fue una notable pintora de óleos californiana. Walter Álvarez se graduó en geología en 1962 por la Universidad Carleton de Minnesota, y se doctoró por la Universidad de Princeton en 1967. Trabajó para la American Overseas Petroleum Limited en los Países Bajos y en Libia, coincidiendo en este último país con la revolución del coronel Gadafi. Interesado por la geología arqueológica, dejó la compañía petrolera y pasó un tiempo en Italia, estudiando el vulcanismo en la época del Imperio Romano y su influencia en los patrones de poblamiento. Posteriormente se incorporó al Observatorio Geológico Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia, y empezó a estudiar la tectónica mediterránea a la luz de la nueva teoría de tectónica de placas.
Su trabajo sobre paleomagnetismo tectónico en Italia llevó a la realización de un estudio de las inversiones magnéticas registradas en las calizas de los mares profundos italianos. Álvarez y sus colegas fueron capaces de datar las inversiones en un intervalo de más de 100 millones de años de la historia de la Tierra, utilizando la biostratigrafía de foraminíferos. Álvarez y su padre Luis Álvarez descubrieron -con Franco Asaro y Helen Michel- que existe una capa de arcilla situada exactamente en la frontera Cretácico–Paleógeno (K-Pg), con altas concentraciones del metal iridio. La presencia de iridio es común en los asteroides, pero muy infrecuente en la corteza terrestre. Apoyándose en este hecho, postularon a partir de 1980 que la capa había sido creada por el impacto de un gran asteroide contra la Tierra; y que este acontecimiento de impacto astronómico era la causa probable de la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno.
Este enriquecimiento de iridio ha sido observado en muchos otros lugares alrededor del mundo. El iridio se identificó el gran cráter Chicxulub, actualmente considerado, como la evidencia definitiva de un gran impacto. Consiguientemente, una mayoría de los científicos aceptaron el escenario de impacto como la causa más probable del episodio de extinción Cretácico-Paleógeno, acontecimiento ocurrido hace 66 millones de años y que eliminó el 75% de todas las especies, incluyendo todo los dinosaurios no aviares. Su libro, T. Rex and the Crater of Doom, detalla el descubrimiento del acontecimiento de extinción Cretácico-Paleógeno.
Álvarez empezó a impartir un curso de macrohistoria en la Universidad de Berkeley en 2006, bajo el título "Macrohistoria: Cosmos, Tierra, Vida, Humanidad." Según Álvarez, la macrohistoria es el "intento de entender, de una manera unificada e interdisciplinaria, la historia del Cosmos, la Tierra, la Vida y la Humanidad." Esta definición fue posteriormente adoptada por la Asociación de Macrohistoria Internacional (IBHA por sus siglas en inglés).
El iridio es un elemento químico de número atómico 77 que se sitúa en el grupo 9 de la tabla periódica. Su símbolo es Ir, y se trata de un metal de transición, del grupo del platino. Es duro, frágil, pesado, de color blanco plateado. Es el segundo elemento más denso (después del osmio) y es el elemento más resistente a la corrosión, incluso a temperaturas tan altas como 2000 °C. Solo algunos halógenos y sales fundidas son corrosivas para el iridio en estado sólido. El iridio en polvo es mucho más reactivo y puede llegar a ser inflamable.
El iridio se encuentra en meteoritos en una abundancia mucho mayor que en la corteza terrestre. Por esta razón, la abundancia inusualmente alta de iridio en la capa de arcilla en el límite Cretáceo-Paleógeno dio lugar a la hipótesis de Álvarez de que el impacto de un objeto extraterrestre masivo causó la extinción de los dinosaurios y muchas otras especies hace 65 millones de años. Del mismo modo, una anomalía de iridio en muestras de núcleos del Océano Pacífico sugirió el impacto Eltanin de hace aproximadamente 2,5 millones de años. El iridio también se emplea en aleaciones de alta resistencia que pueden soportar altas temperaturas. Es un elemento poco abundante y se encuentra en la naturaleza en aleaciones con platino y osmio. Se emplea en contactos eléctricos, aparatos que trabajan a altas temperaturas, y como agente endurecedor del platino.
El iridio es uno de los elementos menos abundantes en la corteza terrestre; el oro es 40 veces más abundante, el platino 10 veces más, y la plata y el Mercurio unas 80 veces más abundantes que el iridio. El telurio es tan abundante como el iridio. Únicamente existen tres elementos tan poco abundantes como el iridio: el renio, el rutenio y el rodio; el iridio es 10 veces más abundante que los últimos dos. En contraste con su escasa abundancia en la corteza terrestre, el iridio es relativamente común en los meteoritos, con una concentración de 0,5 ppm o más.
El límite K-T de 65 millones de años, marca la frontera temporal entre los períodos Cretácico y el Cenozoico del tiempo geológico, fue identificado debido a una delgada capa de arcilla rica en iridio, la cantidad de esta capa de iridio podría contener 200.000 toneladas de ese metal. Dewey M. McLean y otros científicos argumentan que ese iridio podría tener orígenes volcánicos debido a que el núcleo de la tierra es rico en iridio, y aún hoy, volcanes activos como uno de los volcanes en la isla de Reunión de Hawái, el pitón de la Fournaise que es un “volcán de punto caliente”, volcanes que siguen liberando iridio.
Así que espero haberles distraído un rato con estos datos sobre nuestro planeta, ahora padeciendo por la pandemia del Covid-19.
Maracaibo viernes 23 de abril, del año 2021
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