Para escribir una novela (recomendaciones)…
Estas serán mis personales instrucciones para quien quisiera iniciarse en la escritura de novelas; las publiqué en el blog hace ya un par de años (2019), por lo que puede que no te interese releerlas o que las enfrentes imaginándote “un refrito”… Debo repetir que “para escribir bien hay que leer bien”: es un axioma, sí. Es por ello que te recuerdo, inicialmente, que es importante haber leído, bastante... Es decir, leer algo más allá de la prensa diaria que por demás ya no existe en este país: leer lo que consideres es literatura. Releer eso, por ejemplo… ¡Pero es para escribir una novela! Así, con una idea ya germinando en la mente, tu pregunta puede ser… ¿Cómo comenzar?
Existe la famosa historia de enfrentarse a la hoja de papel en blanco; dicen que aquí, se puede producir un frenazo que te corte la inspiración. El asunto es proponerse a escribir una historia pensada ya, y puede ser apremiante, pero como seguramente serán varias las situaciones que se crucen en tu argumento, habría que buscar la forma de ordenarlas... Te recomiendo que inicies como primera tarea, organizar tus ideas, para luego poder expresarlas, por escrito. No será fácil y por ello, mirar tus papeles con borradores y esquemas, que debes tenerlos a la mano, nunca estará de más. Decir algo que inicialmente impacte y que finalmente desvelará una verdad, siempre será un buen inicio, pero ¿desde cuándo darás un comienzo real a tu historia? Sí, esa que ya conoces y que quieres escribir… Nuevamente… ¿Cómo hacerlo?
¿Un narrador omnisciente? ¿Escribir en futuro imperfecto? ¿Utilizando la primera persona del singular? ¿Incorporando una correspondencia? Como ya has leído bastante, puedes hacer quizás como lo hizo Carlos Fuentes en “La silla del Águila”… ¿Puede ser una idea interesante? ¿Cómo olvidar el diario de la obsesionada Alina Reyes? …aquel personaje de Cortázar en “Lejana”. ¿Recuerdas a Beatriz Viterbo, la joven que tenía el Aleph de Borges en su sótano? Puedes pensar hacerlo cual si lo hubiese escrito María Eugenia Alonso, o como lo hiciera Laura, en “Solitaria Solidaria”, un texto redactado a dos tiempos… Quizás intentarlo como si fueses un biógrafo. ¿Qué tal uno importante? Tipo… ¿Stefan Zweig? Podrías optar por escribir yendo en tu historia de atrás hacia adelante, como lo hizo Sergio Ramírez en “Sombras nada más”, y así desarrollar los acontecimientos en una secuencia ya prevista. Esto te resolvería la pregunta del “desde cuándo”.
Siempre, la técnica de usar historias dentro de otras historias resulta muy efectiva. ¡Seguro! Nunca ha sido una mala táctica, y Ednodio la utilizó magistralmente en “Mariana y Los Comanches”. Pudieras hacer como Auster quien es un campeón en esto de relatar historias simultáneas, y así puedes revisar “El Oráculo de la Noche”, donde maneja unos cuadernos garrapateados y llega hasta el atrevimiento de crearles pie de páginas, e ir sobre diversos temas, y relatarlos cual si quien lo hace, fuese un prisionero. Como quien narra una película, con la precisión de querer detallársela a otro preso… ¿Te acuerdas de Puig y su mujer araña? Tal vez recuerdas la película… Ayuda, sí. Pero hay que escribir y deberás hacerlo desde dentro de ti. El maestro Oswaldo Trejo decía que lo menos que se le puede pedir a un escritor es que escriba bien. Mantente firme, siente que llevas el control, es importante y no deberás dejar las cosas al azar, tú creaste la idea, pero déjame decirte que algunas veces van a ser tus personajes quienes decidan el rumbo de lo que escribes, aunque no lo creas, pero, ya lo verás…
Siempre al pensar en el azar, recuerdo a Conrad, y no es porque era un despistado el marinero escritor polaco, más bien creo que es por aquella, su única novela protagonizada por un personaje femenino, “Azar”. Se me ocurrió al mencionar lo del personaje femenino, pensar en palabras que escuché una vez en boca de Anabella, una joven nacida en mi novela, “Escribir en La Habana”… Ella dijo…“Un libro, se puede leer dos o más veces, la literatura es para releerla, inténtalo. Lo que cada uno encuentre en los libros depende más del lector que del autor, sobre todo del lector que sea capaz de releer. Preocupada debería estar yo por saber cómo escribir bien, por aprender a narrar, a escribir verdadera literatura, no sólo para terminar mi tesis sobre el barroco. ¿Sabes? No quiero ser escritora para escribir la verdad, esa es la que sale en los periódicos, yo quisiera escribir cuentos, relatos, transformarme en una verdadera narradora. ¡No te imaginas cuánto deseo poder escribir con un nivel de excelencia! Quiero ser una escritora, yo en mi juventud y con toda mi inexperiencia quisiera poder escribir desde mi condición de mujer joven y no soportaría hacerlo enmarcada por contraseñas, asfixiada por los tabúes y los remilgos que ahogan la femineidad tradicional de los míos. Quiero ser yo misma, yo verdadera, yo sencilla y a la vez muy amplia y permisiva. Es que, ¡chico!, yo no creo que el ser auténtica tenga ver con estar inventando grandes conflictos. Para escribir, yo no quisiera intentar plagiar la realidad. Esa está en la prensa, ya te lo dije y además sé que te parezco loca, porque precisamente me estoy graduando de periodista, pero es así. Dime, ¿conoces acaso si existe un límite entre la ficción y la mentira? Yo no escribiré para relatar mis vivencias, yo creo que una debe escribir para inventar la vida”.
Voy regresando a mis recomendaciones… ¿Es que acaso las cosas suceden por azar? En las novelas, puede que si… Pero… ¿Suceden realmente?, o se inventan. Como ocurre en los sueños y estás dormido y el portazo revienta o, acaso el disparo en el sueño es simultáneo y entonces te despiertas, sin que sea fácil entender cómo llegaste hasta allá y luego se te difumina todo, como niebla en el viento… Ese otro yo onírico, que es terriblemente activo, está relacionado con tu subconsciente y quizás es una gran verdad que en los sueños habitan los fantasmas ocultos, esos que debes sacar a relucir en tu novela. Bien lo dijo la excelente escritora Rosa Montero, “Los sueños y las novelas nacen del mismo substrato de la conciencia”. Supongamos otra novela que has leído ya hace tiempo, como “El halcón Maltés”… Diría yo que seguramente por culpa de Bogart, el escritor Dashiel Hammett te parecerá más cinematográfico que redactor de novelas policiales, y es que el cine, como sucede con la música, en general con todo lo leído y lo vivido, puede ser el origen de importantes factores causales de ese supuesto azar de las novelas…
¿Qué te puedo decir? Siempre que pienso en el inspector Maigret de Georges Simenon es el actor Jean Gabin quien viene a mi mente, y con este recuerdo, rememoré una charla sostenida con un viejo compañero de estudios en el colegio, cuando él me decía… “Estoy seguro de que vos te acordabas como yo, de la película de Sabú, en colores, El Libro de las Tierras Vírgenes, tan reales parecían que, según me contaste, te llevaron a leer con atención a Rudyard Kipling. Habías llegado al grado de imaginarte vos mismo siendo Mowgli, o también, algunas veces dizque soñabas con ser un Gunga Din, ¡en blanco y negro claro está!, pero con el casco de explorador, como el que usaban los fusileros ingleses… Vos queriendo ser uno de Bengala, en un desierto, con dunas y en la fortaleza, tipo Legión Extranjera, ser otro de ellos, tal vez avisando con la corneta, especie de Beau Geste, como el propio legionario”…. Ese tipo de disparatada imaginación, nacida de las películas, también vale, y mucho, para escribir una novela.
Finalizo estas que he denominado “Recomendaciones”, con unas breves palabras del laureado escritor Javier Marías: “Tengo para mí que cuanto más libre es una novela en su concepción y en su ejecución, cuanto más desenvuelto es quien la escribe cuando la escribe, cuanto más se atreve con control de su atrevimiento, cuanto más dispuesto está a contar a su manera, con más probabilidades contará su novela de durar y de ser releída una y otra vez, porque en ella habrá siempre algo nuevo o cambiante que descubrir o comprender”.
Maracaibo, viernes 30 de julio del año 2021
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