miércoles, 14 de julio de 2021

La Santa Reliquia

 

La Santa Reliquia

Gibraltar fue una de las primeras poblaciones establecidas en el estado Zulia. Ubicada al sureste del lago de Maracaibo y en la falda de los Andes se convertiría en una ruta obligada para los productos que venían del virreinato de la Nueva Granada y de los Andes de Venezuela para sacar sus bienes como exportación. Esta situación, trasformó a Gibraltar en una ciudad puerto, que hasta renombre adquiriría al ser blanco del ataque de numerosos piratas que hostigaban constantemente las colonias españolas en América.

Gibraltar existió como puerto desde el siglo XVII con el nombre de Carvajal y se ha dicho que allí por la presencia de los padres jesuitas sería que se desarrolló el cultivo del cacao, logrando su comercio con México y Europa. El cacao en el siglo XVII tenía el apoyo de la Corona en lo que se refiere a la extensión de los cultivos, lo que originó la necesidad de mano de obra barata, haciendo su aparición los esclavos negros en la zona de Gibraltar y Buena Vista. Gibraltar también era el puerto de embarque para el comercio legal del tabaco "Varinas" que se transportaba mediante recuas de mulas a través de los Andes venezolanos. 

 

Sería a comienzos del siglo XVII, cuando se sabe del encomendero Rodrigo de Argüelles quien abusaba de los pobladores de Gibraltar, hasta el amanecer del 22 de julio de 1600 cuando el pueblo sería atacado por los indios “Quiriquires”. Descontentos por varios motivos, en particular por los malos tratos del encomendero Rodrigo de Arguelles, los indígenas se confabularon y se reunirían en grupos de varias tribus lacustres de modo que en la madrugada del 22 de julio amanecieron sobre el pueblo. Sus habitantes divisarían más de 140 canoas con más de 500 indígenas, que tomarían por sorpresa al pueblo de Gibraltar. Ante la iglesia, empezaron los indios a incendiarla, y como era de palma, el fuego la devoró completamente. El gran Cristo que se encontraba en su altar mayor, fijado en un tronco de nogal y al  ver que no se incendiaba, los indios le lanzarían flechas, y cinco de ellas quedarían clavadas en el crucifijo ennegrecido por el humo. Al pueblo lo saquearon e incendiaron, cometiendo asesinatos y llevándose un buen botín.

Cinco flechas quedaron clavadas en la imagen del Santo Cristo, una en una ceja, dos en los brazos, otra en el costado y en una pierna y las marcas de otras en muchas partes del cuerpo. Los indios le habían pegado fuego al techo de la iglesia que  por ser de palma, como los demás de las casas del pueblo, cayó ardiendo gran parte sobre la cubierta del Cristo, pero de ninguna manera se quemó ni el cuerpo ni la cruz donde estaba, lo que provocó fe y piedad y se dice que los indios lo llamaron “El Cristo de los Milagros”.

La imagen del Cristo ennegrecida y flechada, sería posteriormente trasladada por los españoles a Maracaibo y como lo ha narrado detalladamente Jesús Ángel Semprúm Parra, mientras se reconstruía Gibraltar, los vecinos de Maracaibo se llevaron la Santa Reliquia a su ciudad, pero dejaron la Cruz en el Convento de San Agustín de Mérida; la Reliquia fue colocada en la iglesia Parroquial de San Pedro y San Pablo, donde tenía su altar propio, como lo demuestra un documento de 1632 cuando el Pbro. Simón de Bolívar, llamado el Mozo, hizo una visita a Maracaibo. También el religioso y escritor español Juan Talamanco, afirmó que reconstruida Gibraltar se pidió al instante la devolución de su Cristo, pero los maracaiberos se negaron a entregarlo.

Se recurrió entonces al Supremo y Real Consejo de India y éste dio una solución salomónica: “Que la resolución la diese el mismo Cristo, embarcando la imagen, cuando apuntase el aire hacia Gibraltar (por parecer tener mayores derechos) y donde fuese el divino pasajero, serían los dueños de este tesoro deseado”. La Sagrada imagen fue colocada en una nave sin embarcación sobre las aguas del lago de Maracaibo, pues se esperaba que, guiada por el viento y la fe, la sagrada imagen decidiera el lugar donde quería morar, retornaría milagrosamente a las costas de Maracaibo (según lo descrito por fray Pedro Simón en sus Noticias Historiales).

La documentación publicada por Mons, Silva la recoge Luis Alberto Unceín Tamayo, quien destacó como que el mismo Cristo se fue a Punta Santa Lucía y quiso quedarse en Maracaibo, “donde se le ha protegido contra las incursiones de los corsarios”; esto que se pensó, iba a pasar desapercibido, causó sorpresa por lo que denominaron “la viveza maracucha” con buenas críticas del Dr. Nectario Andrade Labarca, David Belloso Rosell y otros a favor del hecho, aunque las había adversas como la de Unceín Tamayo. “Se puede afirmar que no fue un milagro sino “una viveza de los maracuchos” diría Fernando Campo del Pozo, en defensa de la Orden de San Agustín, quien al comentar la frase, recordó la escena del Quijote, en las bodas de Camacho, cuando el pueblo decía:“¡Milagro, milagro! Pero Basilio replicó: ¡No, milagro no, sino industria y argucia”.

Cuando se publicó todo este revuelo en 1958 y en 1961, contó con la aprobación de Mons. Domingo Roa Pérez, quien se alegró de conocer el caso, pero se armó gran zaperoco, y el venerable párroco de la iglesia catedral de Maracaibo, Mons Olegario Villalobos, pediría que no reclamasen la Santa Reliquia porque era el centro de la espiritualidad que ayudaba a vivir la Pasión y la Semana Santa en Maracaibo, especialmente el Viernes del Concilio o de Dolores. Fernando Campo del Pozo, de la Orden de San Agustín aprovecharía para destacar que él sólo trataba de demostrar que la imagen procedía del convento agustiniano de Gibraltar (CAMPO DEL POZO, F., “Semana Santa en El Carmelo y Ciudad Ojeda, dos poblaciones del Lago de Maracaibo”).

El Santo Cristo de Gibraltar o la Santa Reliquia de Maracaibo y el Cristo de Aricagua han sido señalados por F. del Pozo, para demostrar la evangelización cristológica y mariana de los agustinos, sin embargo, Pedro Barnola sj, en 1962, afirmaría que él no sabía quién habían adoctrinado la zona de los Andes y sur del Lago de Maracaibo, ni del origen de la Santa Reliquia de Maracaibo.

El año 2007, una réplica de la Santa Reliquia estuvo peregrinando en los distintos templos de Maracaibo y al finalizar estas peregrinaciones, fue llevada a Gibraltar, permaneciendo esta réplica de la Sagrada imagen en la actualidad en este pueblo gibraltareño. En la Catedral de Sevilla existe un altar dedicado al Cristo Negro de Maracaibo donde se venera un cuadro pintado al óleo por el artista sevillano Joaquín Bilbao.

En los años setenta y ochenta Roberto José Lovera De Sola, Marco A. Osorio Jiménez, Luis Alberto Unceín Tamayo y Pascual Venegas Filardo, fueron miembros de la Academia Nacional de Historia, fecundos investigadores  dada su activa participación y detallados análisis que se señalan en La crítica historiográfica en el Boletín de la Academia Nacional de la Historia: Valoración desde la Reseña Bibliográfica (1912-2007) -Universidad de Los Andes. Facultad de Humanidades y Educación. Escuela de Historia. Se decía que: “Unceín Tamayo jamás obviaba en sus reseñas la presentación tipográfica de los libros, e incluso tiende a hacer llamados de atención para corregir las erratas.  Cabe destacar que incluir índices en las obras, es esencial para que éste crítico las valore positivamente”. Luis Alberto Unceín Tamayo: “La llave de las Indias.-Nicolás del Castillo Mathieu.”, 272, (Caracas, octubre-diciembre de 1985), Luis Alberto Unceín Tamayo: “Los orígenes venezolanos.- Humbert Jules.”, 238, (Caracas, abril-junio de 1977),  Luis Alberto Unceín Tamayo: “The birth of yankee doodle.-Ferenz Fedor.”, 258, (Caracas, abril-junio de 1982), pp. 523-524. Luis Alberto Unceín Tamayo: “Libros y Bibliotecas en Venezuela Colonial, 1633-1767.-Estudio preliminar de Ildefonso Leal.-Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, 1978, Nºs 132-133.-Tomo I: CXLVIII.-40 ps.-Tomo II: XIII.-517 ps.”, 249, (Caracas, enero-marzo de 1980), p. 173. Cartas anuas de la provincia del nuevo reino de granada, Años 1684 a 1698   Jul 10, 2018   Colección Archivo Histórico Javeriano Editores: José del Rey Fajardo, S.J. - Alberto Granados, S.J.

Maracaibo, miércoles 14 de julio del año 2021

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