domingo, 26 de julio de 2020

Monteiro Lobato: literatura infantil.


Monteiro Lobato: literatura infantil.

Quiero comenzar esta crónica informándoles que tuve la gran suerte, con mis hermanos, de leer las obras de Monteiro Lobato en mi infancia, gracias a la importancia que mis padres reconocieron en la lectura para nuestro desarrollo y la lectura de estos libros del escritor brasileño me abrieron un universo de posibilidades donde nuestra imaginación volaba entre los detalles reales y los históricamente verdaderos que alternaban entre muchos extraños e inverosímiles personajes.

José Bento Renato Monteiro Lobato (Taubaté, estado de São Paulo;1882-1948) fue uno de los más influyentes escritores de literatura infantil en Brasil durante el siglo XX. Un pionero en este campo de la literatura en su país, que conforma la mitad del total de su producción literaria, ganó popularidad por el carácter educativo y divertido de las obras que dirigía a este público. Se destacan los veintitrés libros de la serie El Rancho del Pájaro Amarillo, donde se narran las aventuras de dos niños Perucho y Naricita, junto a Emilia una muñeca de trapo, entre otros personajes. La otra mitad de su obra literaria, se compone de numerosos cuentos, artículos, críticas, un estudio sobre la importancia del petróleo y una única novela, El presidente negro, donde expone sus ideas sobre eugenesia y superioridad racial y de géneros.
A pesar de su intensa actividad política, Monteiro Lobato fue básicamente conocido por las colecciones sobre folclore brasileño y por los libros para niños. Se dedicó a la literatura infantil en obras de gran imaginación, en las que se valió de recursos ficcionales como vehículos didácticos de diversas materias de enseñanza. En sus creaciones está presente su carácter moralista y su lucha por los intereses de Brasil, donde funde lo fantástico y lo pedagógico. El universo mágico es una especie de metáfora de su país, de las facetas y problemas del pueblo. El grupo de amigos de un lugar imaginario, el Sitio de Picapau Amarelo, aparece en todos sus libros infantiles; sus historias, siempre presentan conceptos completamente adelantados a su tiempo. La trama tenía como protagonistas a Naricita y Perucho, dos niños que vivían con su abuela doña Benita y la tía Anastasia, una mujer negra que se encargaba de las tareas domésticas. La historia se dispara cuando aparece Emilia una atrevida muñeca de trapo que habla y los chicos se ven envueltos en muchos enredos en la Quinta de Benteveo, ubicada en una zona rural de Brasil. Estas historias sitúan a Monteiro Lobato como uno de los escritores más importantes en el género de la literatura infantil escrita en portugués.

Después de mucho tiempo, la editorial Losada, en 2014, con el apoyo de la embajada de Brasil, volvió a editar en Argentina esta obra maestra de la literatura infantil latinoamericana: la saga de “Las travesuras de Naricita”, de Monteiro Lobato (1882-1948). Una serie de libros que marcó a varias generaciones de chicos entre las décadas del 1940 y 1970. Aprovecho para mostrar  la imagen de la portada de uno de aquellos libros y el listado de los 23 tomos que fueron un verdadero tesoro de nuestras lecturas infantiles.
Resulta imprescindible conocer bien la obra de Monteiro Lobato antes de manifestar juicios libremente sobre quien es un prócer de la literatura infantil, uno de los más grandes autores del género, junto con L.Frank Baum,  E. Nesbit y Roald Dahl.  Monteiro Lobato fue un auténtico pionero en trabajar en la década de 1920, desde la parodia y el humor, a los clásicos personajes de los cuentos de hadas; un estilo que 70 años después se vio plasmado en la primera película de Shrek. Los protagonistas se cruzaban con otros personajes literarios clásicos, y con los dibujos animados, como el Gato Félix, y personajes históricos.  En “Las nuevas travesuras de Naricita“, el segundo tomo de la saga se enfoca a pleno en la literatura de fantasía y los protagonistas se cruzan con los clásicos personajes de los Hermanos Grimm, de “Las mil y una noches” e inclusive figuras históricas como Esopo y La Fontaine. Los relatos estaban plagados de situaciones delirantes y absurdas. Elementos que Lobato también tomó de la saga de Oz, de L. Frank Baum, a quien el autor consideró entre sus referentes, al igual que J.M. Barrie (Peter Pan). Lobato creó además la industria editorial en su país y muchas escuelas llevan su nombre en Brasil.

Hace poco en Brasil volvió a estallar un debate en los medios a raíz del cuarto libro de la serie, “Las cacerías de Perucho”, donde el niño en un momento trata de mono a la tía Anastasia cuando se enoja con ella. Como el personaje es una mujer negra esto se consideró una ofensa grave. La saga de Naricita se lee desde hace décadas en las escuelas de Brasil. Hay profesores que creen que debería ser prohibida en los colegios, porque tienen contenido racista, pero la gran mayoría de los intelectuales y escritores de ese país sostienen que no se debe prohibir la obra de Lobato y que en todo caso los libros deben ser revisados y debatidos en las aulas. El tema con estas novelas es que tienen expresiones que hace 70 años atrás pasaban completamente desapercibidas en la sociedad y no generaban problema y hoy son cuestiones más sensibles, y tal vez algunos diálogos deberían ser revisados para los niños más pequeños que no tienen la capacidad de contextualizar las obras en el tiempo en que fueron escritas.

Algo muy similar pasó con los cómics de Tintín, de Hergé y las obras de Osamu Tezuka (Astroboy) que también tuvieron que ser revisadas por frases y estereotipos raciales similares, que hoy no están bien vistos. Es famoso el polémico Tintín en el Congo” que tuvieron que modificar porque era terriblemente racista y le cambiaron algunos dibujos y diálogos en las reediciones que se publicaron en los últimos años. Una situación parecida surgió el año pasado en Estados Unidos con el cómic de los Cuatro Fantásticos donde algunos lectores se quejaron porque modificaron la manera en que se conocían los protagonistas  Reed Richards y Sue Storm. En la serie actual de Marvel los personajes se conocen mientras son estudiantes universitarios. En la historia que se había planteado en 1985, Reed era un tipo de veinte y pico y la conocía a Sue cuando tenía 12 años. Hoy esa situación, que no causó polémica en su momento, sería totalmente inaceptable porque Reed sería visto como un pedófilo y por eso tuvieron que modificarlo.

La incursión de Horacio Quiroga en la literatura infantil no fue tan prolífica como la de Monteiro Lobato. Quiroga publicaría únicamente un libro de cuentos: Cuentos de la selva para los niños (1918), recopilación de cuentos publicados anteriormente en las revistas argentinas Fray Mocho, P.B.T., El Hogar y Caras y Caretas. Estos cuentos han tenido gran trascendencia, habiendo integrado libros de lectura para la escuela, y llegando a tener gran fama en varios países de América. Estos ocho cuentos que lo integran no fueron los únicos que escribió para niños, habiendo publicado otros doce en las revistas Mundo Argentino y Billiken entre 1922 y 1924, bajo los títulos ‘Para los niños” y “Cartas de un Cazador”. Este singular aspecto, resulta especialmente interesante en la obra de Quiroga, a quien generalmente se ha considerado un hombre tosco y extraño, rescatando la suavidad con que escribe estas obras para los niños.

Entre las características de la oralidad utilizada por Quiroga, se encuentra también muy marcada la referencia al lector. A diferencia de Lobato, quien incluía al lector en las figuras de los nietos e incorporándolos como personajes, utilizando la tercera persona. Quiroga utiliza la segunda persona en la serie “Cartas de un cazador”, para referirse a sus interlocutores directamente. Así, encontramos en Quiroga un acercamiento muy fuerte al lector, incluyéndolo en sus narraciones a cada momento, manteniendo de esta forma la atención constante, y utilizando además este recurso como hilo conductor de las distintas acotaciones que introduce en medio del relato. Es así como Quiroga introduce en sus cuentos -como comentarios a los niños lectores- tanto explicaciones didácticas como consejos, tal como lo hacía Lobato a través de sus recursos.

Monteiro Lobato en su primer elogio por escrito a Quiroga señalaba que: “El ilustre escritor, que es Horacio Quiroga, no desestima escribir para los niños. Es siempre el mismo artista, lleno de lo pintoresco e imaginación”. Sus características principales, por las cuales se inclinaba también Lobato, son el carácter local en sus escenarios y personajes –el de la selva misionera-, y la elección de su género preferido: el cuento. Además de mantenerse dentro de este género breve, Quiroga elige la simplicidad de las formas, tal como lo aconsejaba en su ya famoso Decálogo del cuentista. Así, en los cuentos para niños, Horacio Quiroga conserva esta misma característica de sencillez en su prosa, la cual  constituye otro de los puntos de contacto con la literatura de Monteiro Lobato, siempre muy relacionada con la idea de hacer de sus relatos una literatura cercana a la narración oral, presente en las fábulas que conforman sus Cuentos de la selva, como en las “Cartas de un cazador”.

La idea de Lobato sobre lo que debía ser la literatura infantil, coincide en varios aspectos con lo que se percibe en Quiroga. Con Lobato, es necesario tener en cuenta que ante todo, su ideología correspondía a la de un ferviente nacionalista. Para lograr esta idea de identidad cultural, su literatura debía contar con rasgos propiamente brasileños y para él resulta imprescindible dotar a la literatura infantil de características autóctonas: escenarios y personajes locales, pero ésta debe ser simple y comprensible para cualquiera. En 1920 aparecen los personajes que le darán fama a Lobato como autor de literatura infantil, al publicar A menina do narizinho arrebitado, y a partir de allí comienza una larga serie protagonizada por los mismos personajes, con unas características bien definidas, a lo largo de las distintas obras, hasta completar la serie con un espacio donde pudieran convivir no sólo sus propios personajes, sino también aquellos clásicos de la literatura universal.

En 1939 con la saga de O Picapau Amarelo, creará un sitio que se convierte en la residencia de todos los personajes que un niño quisiera conocer. Dona Benita y sus nietos, Narizinho y Pedrinho, la muñeca Emilia y muchos otros de sus amigos conocidos en libros anteriores, invitan a vivir con ellos tanto a personajes de distintas mitologías y clásicos de la literatura universal, como así también a los populares personajes de Disney, logrando crear una armonía entre todos ellos, y así dotar de un sentido de cercanía a estas grandes creaciones universales. Será de este modo como Monteiro Lobato logró montar un pequeño mundo donde sus personajes cobrarían una existencia real, y al que los propios niños de carne y hueso son invitados a participar a través de la imaginación.

NOTA: Publicado en este blog desde Mississauga, Ontario, en marzo, y abril en 2019.

Maracaibo, hoy domingo 26 de julio del 2020 lo renuevo para saludar a mis amigos de la “cartonera” Vento Norte en Rio Grande do Sul, Brasil.

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