Constantino, el último emperador
El Imperio Romano de Oriente,
denominado también Imperio Bizantino se mantuvo varios siglos como el
representante de lo que fuera el poderoso Imperio Romano, y cuando el imperio
otomano invadió definitivamente a Bizancio en el siglo XV, Constantino XI
Paleólogo, natural de Constantinopla, fue su último emperador.
Constantino, era el señor y dueño
del señorío de Morea en la península del Peloponeso, y recibía el título
honorífico de “déspota”, reservado generalmente a los miembros de la familia
imperial. En sus tierras formó un duro ejército que aplastó a una levantisca
familia que gobernaba, mientras hábilmente aceptó casarse con la hija de su
líder Magdalena rebautizada como Teodora, quien falleció antes de un año
mientras su marido que habría de ser un viudo pertinaz, extendió sus dominios
por todo el Peloponeso.
Al llegar a Beocia, Constantino
se encontró con los otomanos, quienes ya invadían los territorios imperiales
desde siglos atrás, y fue entonces cuando su hermano Juan marchó a Roma para
participar en un concilio que trataba de reunificar las iglesias Católica y
Ortodoxa, buscando un nuevo aliado estratégico y entretanto dejó a Constantino
como regente. El concilio empezó en 1431 y se prolongó hasta 1445. Juan regresó
en 1440, Constantino retomó su señorío de Morea, y fue entonces cuando tomó una
nueva esposa, Catalina Gattiluiso, hija del gobernador genovés de Lesbos. Pero
Constantino volvió a quedar viudo en un año.
Demetrio, hermano de Constantino,
con Lucas Notaras, el megaduque del Imperio, habían pactado con los otomanos un
ataque para derribar a Juan y usurpar el trono, pero la conspiración fracasó y
los otomanos fueron derrotados en el verano de 1442. Demetrio tuvo que huir y
Constantino aprovechó para casarse una vez más, ahora con Catalina Notaras,
familiar del megaduque, pero increíblemente ella también murió al cabo de un
año. Constantino ampliaría una vez más sus dominios de Morea con la conquista
del Ática y territorios otomanos del centro de Grecia como Beocia y Focia.
Constantino
necesitaba con apremio una emperatriz a su lado para asegurar la descendencia,
y la buscó entre las princesas de Iberia (región que corresponde a la actual Georgia y
Trebisonda en la periferia del Mar Negro). En 1451 llegó la noticia de que
Murad II también había fallecido y se planteó el matrimonio de Constantino con
la viuda del sultán, quien era ortodoxa por su origen, pues era hija del
déspota de Serbia Đurađ Branković, pero ella, uno supone que prudentemente, se
negó y prefirió retirarse a un convento.
Se decidió entonces Constantino
el pertinaz viudo a aceptar a una princesa ibera, quien vendría acompañada de
una fabulosa dote, pero entonces se supo que el nuevo sultán, Mehmed II,
preparaba un gran ejército para conquistar el Imperio Bizantino y no estaba
interesado en negociar. Constantino destacaría entre los emperadores bizantinos
por los aspectos novelescos de su vida como aventurero y proscrito, donde fue
encarcelado y exiliado en diversas ocasiones. Era un hombre elocuente, además
de enérgico y valiente, destacaría siempre como gran general y hábil político. Los otomanos iniciaron su campaña construyendo
una fortaleza en el continente que les serviría de base para el traslado de
tropas a través del Bósforo. Y empezaron los ataques...
Tres meses después los otomanos
llegaban al pie de las murallas de Constantinopla y ponían sitio a la ciudad
gracias a una flota de cientos de barcos que la bloqueaban por mar mientras por
tierra, más de ciento cincuenta mil hombres iniciaban el asedio. Los bizantinos
apenas podían oponer una treintena de naves y contaban con alrededor de siete
mil efectivos. En la madrugada del 29 de mayo de 1453, Constantino luchaba aun con
las defensas de Constantinopla convertidas en escombros, Mehmed II ordenó el
ataque final que se realizó en tres oleadas sucesivas. Los bizantinos todavía resistieron
cinco horas…
Constantinopla, y lo que quedaba
del imperio, pasaría a ser conocida como Estambul. No se sabe cómo murió
Constantino, se dice que se identificó su cuerpo por las vestiduras que llevaba
y los soldados musulmanes lo profanaron, colgándolo de una columna para hacer
escarnio de él. Decapitaron el cadáver y llevaron la cabeza al sultán, que la
conservó embalsamada. Sus restos mortales no fueron enterrados acorde a su
rango sino en una fosa común para propiciar su olvido, pero curiosamente siglos
más tarde, su figura sería el modelo utilizado por los griegos en su guerra de
independencia, porque, al fin y al cabo, Constantino había sido el último
emperador del Imperio Romano.
NOTA: Incluyo
imagen del último cuadro de mi “Historia del Mundo en la Edad Media”, que espero
sea legible…
Maracaibo, viernes 17 de julio, 2020
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