viernes, 17 de julio de 2020

Constantino, el último emperador


Constantino, el último emperador
El Imperio Romano de Oriente, denominado también Imperio Bizantino se mantuvo varios siglos como el representante de lo que fuera el poderoso Imperio Romano, y cuando el imperio otomano invadió definitivamente a Bizancio en el siglo XV, Constantino XI Paleólogo, natural de Constantinopla, fue su último emperador. 

Constantino, era el señor y dueño del señorío de Morea en la península del Peloponeso, y recibía el título honorífico de “déspota”, reservado generalmente a los miembros de la familia imperial. En sus tierras formó un duro ejército que aplastó a una levantisca familia que gobernaba, mientras hábilmente aceptó casarse con la hija de su líder Magdalena rebautizada como Teodora, quien falleció antes de un año mientras su marido que habría de ser un viudo pertinaz, extendió sus dominios por todo el Peloponeso. 

Al llegar a Beocia, Constantino se encontró con los otomanos, quienes ya invadían los territorios imperiales desde siglos atrás, y fue entonces cuando su hermano Juan marchó a Roma para participar en un concilio que trataba de reunificar las iglesias Católica y Ortodoxa, buscando un nuevo aliado estratégico y entretanto dejó a Constantino como regente. El concilio empezó en 1431 y se prolongó hasta 1445. Juan regresó en 1440, Constantino retomó su señorío de Morea, y fue entonces cuando tomó una nueva esposa, Catalina Gattiluiso, hija del gobernador genovés de Lesbos. Pero Constantino volvió a quedar viudo en un año. 

Demetrio, hermano de Constantino, con Lucas Notaras, el megaduque del Imperio, habían pactado con los otomanos un ataque para derribar a Juan y usurpar el trono, pero la conspiración fracasó y los otomanos fueron derrotados en el verano de 1442. Demetrio tuvo que huir y Constantino aprovechó para casarse una vez más, ahora con Catalina Notaras, familiar del megaduque, pero increíblemente ella también murió al cabo de un año. Constantino ampliaría una vez más sus dominios de Morea con la conquista del Ática y territorios otomanos del centro de Grecia como Beocia y Focia.

Constantino necesitaba con apremio una emperatriz a su lado para asegurar la descendencia, y la buscó entre las princesas de Iberia (región que corresponde a la actual Georgia y Trebisonda en la periferia del Mar Negro). En 1451 llegó la noticia de que Murad II también había fallecido y se planteó el matrimonio de Constantino con la viuda del sultán, quien era ortodoxa por su origen, pues era hija del déspota de Serbia Đurađ Branković, pero ella, uno supone que prudentemente, se negó y prefirió retirarse a un convento.

Se decidió entonces Constantino el pertinaz viudo a aceptar a una princesa ibera, quien vendría acompañada de una fabulosa dote, pero entonces se supo que el nuevo sultán, Mehmed II, preparaba un gran ejército para conquistar el Imperio Bizantino y no estaba interesado en negociar. Constantino destacaría entre los emperadores bizantinos por los aspectos novelescos de su vida como aventurero y proscrito, donde fue encarcelado y exiliado en diversas ocasiones. Era un hombre elocuente, además de enérgico y valiente, destacaría siempre como gran general y hábil político. Los otomanos iniciaron su campaña construyendo una fortaleza en el continente que les serviría de base para el traslado de tropas a través del Bósforo. Y empezaron los ataques...

Tres meses después los otomanos llegaban al pie de las murallas de Constantinopla y ponían sitio a la ciudad gracias a una flota de cientos de barcos que la bloqueaban por mar mientras por tierra, más de ciento cincuenta mil hombres iniciaban el asedio. Los bizantinos apenas podían oponer una treintena de naves y contaban con alrededor de siete mil efectivos. En la madrugada del 29 de mayo de 1453, Constantino luchaba aun con las defensas de Constantinopla convertidas en escombros, Mehmed II ordenó el ataque final que se realizó en tres oleadas sucesivas. Los bizantinos todavía resistieron cinco horas… 

Constantinopla, y lo que quedaba del imperio, pasaría a ser conocida como Estambul. No se sabe cómo murió Constantino, se dice que se identificó su cuerpo por las vestiduras que llevaba y los soldados musulmanes lo profanaron, colgándolo de una columna para hacer escarnio de él. Decapitaron el cadáver y llevaron la cabeza al sultán, que la conservó embalsamada. Sus restos mortales no fueron enterrados acorde a su rango sino en una fosa común para propiciar su olvido, pero curiosamente siglos más tarde, su figura sería el modelo utilizado por los griegos en su guerra de independencia, porque, al fin y al cabo, Constantino había sido el último emperador del Imperio Romano.
NOTA: Incluyo imagen del último cuadro de mi “Historia del Mundo en la Edad Media”, que espero sea legible…
Maracaibo, viernes 17 de julio, 2020

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