Crónica,
diario, blog…
Quien escribe puede hacer dos cosas: dar testimonio de lo que sucede a su alrededor o imaginar mundos e inventar fábulas. Hay fabuladores puros, y puesto que hay
diversas maneras de “fabular” quienes lo hacen no necesariamente tienen que ser
escritores de ciencia ficción... Así como hay narradores que solo relatan aquello
de lo que han sido testigos, pudiendo hacer un periodismo casi de crónica, que
pude ser de lo más serio, los hay también que mezclan las dos cosas, realidad y ficción. Estos son en particular los
novelistas. En el gran reino ambiguo de la ficción las palabras de Rosa Montero
valen como ejemplo de lo que significa “escribir novelas”. “Es una actividad increíblemente íntima que te sumerge en el fondo de
ti mismo y saca a la superficie tus fantasmas más ocultos, los fantasmas del
escritor que representan aquellos personajes o situaciones que perseguirán al
autor como perros de presa a lo largo de todos sus libros”…
Claro está que el testigo, también puede ser un
fabulador y hay muchos ejemplos de quienes han mezclado la realidad con la
ficción. Imre Kertész, es uno de tantos novelistas quien, en su caso particular tardaría años en
hacer frente a sus recuerdos de lo vivido en el campo de concentración de Auschwitz,
y cuando logró esclarecer todos aquellos crueles hechos, los fue engranando y los
convirtió en una novela. La novela como género híbrido es proteiforme y ya
previamente he dicho que escribir novelas, en general no debe
tener mucho que ver con la verdad, y por el contrario: “es un reto a la imaginación y puede parecerse a componer música, pues
la novela debe poseer un tono, y un ritmo, al final deberá acoplarse todo en
palabras como si fuese una sinfonía, solo que el instrumento no viene a ser
otro sino, el lenguaje”.
En principio, escribir realidades de actualidad y relatar
sucesos de ficción son dos formas de hacer literatura, y no porque una sea de
ficción y la otra se atenga a lo sucedido desmerecen la una de la otra. Ambas son importantes porque la primera
podemos verla como la escritura de la inmediatez y la otra es fundamentalmente
una escritura de retrospección donde la imaginación será siempre fundamental. Una, usualmente está escrita en presente y
la otra habitualmente en pasado, aunque ambos tiempos pueden ser fijados a
conveniencia por quien escribe. En principio deberíamos aceptar que la
escritura del presente es lo que denominamos la crónica, y es el día a día en
la labor del periodista. También puede ser una escritura personal la que es llevada
en un diario. El diario, por
definición, es privado, incluso íntimo, a diferencia de la crónica que es
pública, aunque ambos relaten la inmediatez.
Como parte de las ya no tan nuevas formas de
comunicación escrita, también existe “el blog”. El blog, es lo uno y lo otro, y
por lo tanto ha venido a establecer un nuevo tipo de información escrita, cada
vez más apreciada, que es por demás específica de nuestro tiempo. La intimidad del diario se puede multiplicar
en un blog en la atención al interés de sus lectores o dependiendoe de la
decisión de quien escribe y dejará de ser íntima para difundirse a través de
las denominadas “redes sociales”. Se ha dicho que no se escribe igual lo que se sabe
no va a leerlo nadie, o lo que por razones relacionadas con las dificultades de
impresión y distribución del material escrito, quien lo hace está consciente de
que tal vez lo leerá un número limitado de personas. Hace una gran diferencia,
entender que lo escrito a través de un blog podrán leerlo miles o millones de
personas desde el momento mismo cuando termina de escribirse, para lo que bastará
tan solo con pulsar la tecla de publicación, y lo hará conscientemente quien redacta
su blog, la persona que escribe, quien sabe que se tardará, para informar lo
escrito, el mismo instante que puede durar el cerrar la tapa de un libro o de
un cuaderno, ya que el efecto de las comunicaciones escritas en un blog puede
ser vertiginoso.
Escribir en un blog bajo regímenes
dictatoriales, puede que implique la libertad, y en ocasiones hasta la vida del
“bloquero”.
Pero las dictaduras en la modernidad buscan no perder el control de la gente y saben
cómo modificar sus recursos tecnológicos. La policía política ya no necesita supervisar
personalmente, o instalar micrófonos ocultos, ni robar cuadernos o manuscritos.
Censurar clausurando el Internet puede resultar lo más efectivo, y así todo lo
escrito desaparecerá en el ciberespacio. Lo que le suceda al escritor a
posteriori son variaciones sobre el tema de las dictaduras. En un régimen
dictatorial la labor del testigo es peligrosa y hasta puede llegar a ser heroica. La célebre escritora china Fang
Fang, quien a sus 64 años documentó la vida en la ciudad china durante la
cuarentena por el coronavirus, era una bloguera
y la publicación de su libro, el ‘Diario de Wuhan’, localizable actualmente en
las librerías españolas, le ha valido ser tratada de traidora por el régimen de
su país. ¡Cest la vie!
Maracaibo,
jueves 2 de julio, 2020
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