sábado, 4 de julio de 2020

Malva Marina


Malva Marina

María Antonia Hagenaar, “Maryka” era hija de unos colonos holandeses, quienes llevaban un par de siglos instalados en el sudeste de Asia y posiblemente ella tenía algún ancestro malayo. Maryka medía más de un metro 80 de estatura y lucía elegante aunque las vicisitudes de la vida en Malasia la habían dejado sola con su madre. Su padre y sus dos hermanos varones habían muerto antes de que ella conociera al escritor Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, para la época disfrutando de un cargo diplomático, quien sin duda la deslumbraría. Tras conocerse en un partido de tenis celebrado en uno de los clubes más refinados de Java, Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, quien sería a la postre mejor conocido como el poeta Pablo Neruda y Maria Hagenaar Vogelzang conocida en Java como Maryka, se casaron. Sería una luna de miel corta. Regresarían a Chile y luego se irían a Europa, en lo que había de ser un matrimonio con un final traumático. La primera esposa del laureado escritor, fue la madre de Malva Marina, su única y malograda descendiente. 

La flamante esposa Maryka, recién casados en Java, aceptaría el llamado de la aventura y  seguirá a su marido de regreso a Chile, pero ya de vuelta en Santiago, Neruda regresó a sus grandes farras con sus amigos juerguistas del pasado, y resultaría un infierno para su mujer de habla inglesa, al vivir donde ella sentía que no encajaba. Luego se fueron a Buenos Aires, donde Pablo Neruda llegó con el cargo de agregado y le facilitarían contactos clave con los españoles, como el poeta Federico García Lorca. En junio de 1934, apenas ocho meses más tarde, Neruda con su esposa embarazada, sería enviado en reemplazo de su predecesora la poeta Gabriela Mistral en el Consulado chileno de Madrid. Dos años antes de que estallase la Guerra Civil española, en un hospital madrileño el 18 de agosto de 1934 nacería Malva y la bautizaron como Malva Marina Trinidad Reyes Basoalto. Malva Marina era idéntica a su padre y él debió darse cuenta del parecido, pero era hidrocefálica...

El nacimiento de una hija enferma sorprendió al poeta. Primero la ocultó “es un ser perfectamente ridículo” llegó a decir, -“es una especie de punto y coma”- y después decidió borrar de su vida a la niña, a quien denominaría, la “vampiresa de tres kilos”, abandonándola para siempre. El hombre que encarnaba la vanguardia poética, el intelectual militante convertido en dirigente político, una figura que por décadas fue un imán para el socialismo en Sudamérica, se olvidó de su hija, y le negó a su primera esposa a quien el poeta rebautizará como Maruca, no solo la ayuda económica para sostener a la niña enferma, a la que no quiso volver a ver desde sus dos años, también les negaría el salvoconducto de canje de ciudadanos que las habría rescatado de una Europa sumida en las penurias de la Segunda Guerra Mundial. Maryka, quien solo se comunicaba con él en inglés: “My dear pig”, lo llamaba ella en sus cartas una vez separados, cartas que escribiría para reclamarle -sin éxito y durante años y, aun así, tratado con inaudita cortesía, -la cuota alimentaria para la hija.

Ahora, cuando ya han pasado 84 años, la poeta neerlandesa Hagar Peeters ha sacudido el manto de misterio que durante ocho décadas cubrió la vida de Malva, la niña con hidrocefalia. Malva Marina, ocultada y repudiada por su propio padre, uno de los más grandes poetas de la historia. Malva quien vino al mundo en Madrid en 1934 y murió a los ocho años en Gouda, la ciudad holandesa famosa por su queso. Ella fue el fruto de su matrimonio con María Hagenaar Vogelzang con la que Neruda se había casado en Java cuatro años antes, desapareció para el mundo. Lo cierto es que la verdad sobre la hija discapacitada que tanto avergonzaba al escritor, comenzó a trascender a cuentagotas hace menos de quince años... 

En 2008 no se conocían imágenes de su tumba, en el Oude Begraatplats, un viejo cementerio católico en las afueras de Gouda, y Malva Marina ha tenido la reivindicación de unas pocas fotos familiares tomadas por Hendrik Julsing, su padre de adopción en Holanda y conservadas por su hijo Fred Julsing, quien creció como hermano de la niña. El chileno Antonio Reynaldos, emigrado a Holanda en los años 80 es uno de los periodistas que difundió la ubicación de la tumba de Malva Marina, pero él no quisiera aceptar ver a Neruda desprestigiado, ya que según él, es un error juzgarlo por los parámetros de nuestra época. Es su opinión personal.  Hoy en 2020, existen dos novelas, Es tan largo el olvido (En het vergeten so lang), de la holandesa Pauline Slot, sobre “Maryka” Hagenaar, y ahora a aparecido Malva, la primera novela de la poeta Hagar Peeters, un monólogo donde la niña interpela al padre majestuoso en una suerte de diatriba amorosa. Malva acaba de traducirse al castellano, editada por Rey Naranjo en España.

La novela “Malva” en su confección y sinceridad, es contundente para desmontar un mito erigido sobre su propia contradicción; existen padres que abandonan a sus hijos, que los olvidan, padres quienes los hacen desaparecer de sus vidas, como si les estorbasen, y para las criaturas debe ser una sensación muy dolorosa. Hagar Peeters dice haber sufrido la misma percepción con el alejamiento con su propio padre, y la novela implanta con precisión poética la figura también de la madre, quien debe asumir además de la pobreza y el olvido, el cuidado total de su hija como misión de vida ante el abandono de su compañero. 
Maracaibo sábado 4 de julio, 2020

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