Análisis de una novela
El análisis hecho por Teresa Cabañas,
una joven venezolana que es Profesor
Asociado de Literatura en la
Universidad Federal de Santa Maria. en Rio Grande do Sul, Brasil, es de hace unos años (2017), cuando le hice llegar
el texto de “LaPesteLoca” (Maracaibo, 1978) pidiéndole su opinión sobre el
mismo. Para este blog, copio una parte de su correspondencia.
Hola
Jorge, ¿cómo estás? Bueno, ¡qué peste! Comencé por esa y recién la termino. Me
fue absorbiendo y cuándo me di cuenta estaba aplazando otras cosas para
continuar leyéndola, Sólo lamento un poco no tenerla en su formato libro, la
leí en el tablet, pero nosotros de la vieja guardia necesitamos palpar el libro
de papel en las manos. A ver cómo hago para tenerla en libro. No quiero pasarte
una opinión “académica” antes de mi impresión de lectora. Es un mosaico agudo
de la historia contemporánea de Venezuela y bastante sombrío por cierto, lo que
le da todo su dramatismo real. Por un lado, te digo que la novela me conmovió
bastante y me apesadumbró porque me reiteró sin ninguna piedad los momentos tan
sombríos que todavía vivimos y muchos sin siquiera darse cuenta de eso.
Los varios
paneles de la novela, donde se tratan experiencias diferentes, consiguen
ligarse de una manera perfecta al fundamento principal de nuestra fallida
condición humana, y digo humana, porque lo que trata la novela transciende el
caso venezolano, que claro puede tener sus particularidades, pero a partir del
cual se ilustra una condición que la vamos a encontrar en tantos lugares. Toda
esa problemática de la investigación dentro de la universidad la conozco muy
bien, aunque sin el grado de dramatismo que aparece en la novela, motivo por el
cual te reitero aquello de depararnos con la peste que es la condición humana
(y no es el título de Malraux o el de Arendt), sino esa con la que nos
tropezamos todos los días de manera fehaciente en cualquier instancia de poder por insignificante que
sea.
Así pues
la novela me reafirmó muy a mi pesar que hace mucho la universidad dejó de ser
aquel lugar de luchas que, aunque con las presencias malignas de siempre,
mantenía su rebeldía. Debes saber que desde que se fueron las ilusiones, y se
instaló esta ideología neoliberal, pragmática y productivista, la universidad
entró en una derrocada, que seguro algunas más y otras menos, pero el proyecto
es a largo plazo y terminará venciendo. Como dice uno de tus narradores, esto
no es el imaginario de Spielberg, sino la pura realidad. La universidad
brasileña olvidó lo que es laborar para la comunidad y entre pulposos contratos
con empresas privadas, salarios nada despreciables para los profesores y las
exigencias en muchos sectores casi nulas, se fueron comprando las conciencias y
hoy en el área de las humanas se ha instalado el monstruo baudelairiano del
tedio. Ya son algunas generaciones de descerebrados que se producen en este
terreno que se suponía tener una función clara, promover el fortalecimiento de
la conciencia crítica y la producción de “minerales” como yo los llamo continua
viento en popa.
He pasado
por rabietas iracundas y rebeldías feroces que nos llevaron una vez a la
suspensión del contrato que teníamos en una universidad pública en la época que
el gobierno del famoso sociólogo Fernando Henrique Cardozo estrangulaba la
educación en todos los niveles e impedía la apertura de concursos públicos. Te
cuento esto sólo para que tengas un ejemplo que se suma a todo lo que esta
peste tuya expone, o sea, la cosa pica y se extiende. Yo soy hoy una pesimista,
nihilista que lucha todavía para no caer en el conformismo pero que reconoce
cada día más que no encuentra alternativa ni en que palo ahorcarse. De modo que
tu novela en lo existencial me aplastó más de lo que estoy y ciertamente me
dejará por varios días sumida en un caldo de cabeza, al final la buena
literatura, como el buen cine, tiene esa función. Y yo me presto a este
ejercicio masoquista sólo para no olvidar mi propia condición humana.
La novela
no es nada complaciente, es de una lúcida crueldad que no salva a nadie, por
eso entiendo por qué su publicación en Venezuela no ha sido nada fácil, a
muchos sujetos reales les deben servir los sayos que visten muchos de sus
personajes y sobre todo ahora con el clima paranoico que se ha instalado las
referencias pueden resultar alegóricas a posteriori. Así, fíjate que la cosa
con la novela es bien peliaguda porque diseña un proceso que sólo podría
terminar en lo que hoy es el país. ¿Premoniciones? o el ojo del escritor…
Pero como
Uds escritores saben y los buenos críticos idem, el tema o contenido es nada si
no se expresa en una forma idónea y competente, o, como yo digo, el contenido
es la forma que és. La novela tiene entonces un buen contenido porque la
estructura es buenísima; la opción de esos múltiples puntos de vista, con voces
narrativas diferentes, que muchas veces no se sabe bien de quién es, pareciendo
en algunos momentos una suerte de coro griego, que se expresa al son de una
rima-ritmo casi, o de por sí, rapero (rap), es de lo mejor que he leído (y mira
que leo bastante).
Así
también en algunas partes la elección del narrador en segunda persona, que no
es muy común en literatura (y que le
gustaba a Carlos Fuentes, como lo usa en Aura o en La muerte de Artemio Cruz)
está muy bien explorada, así como las
intervenciones del repertorio musical a
lo largo de todo el texto, que me agradaron mucho y que van un poco más allá o
reactualizan ciertos experimentos ya hechos con ese recurso, como la novela.
Pero sigo siendo el rey, del colombiano Rafael Sánchez Julio, o la Guaracha del
Macho Camacho, del portorriqueño Luis Rafael Sánchez, o Bomba Camará de Umberto
Valverde, también colombiano.
Esta
estructura en paneles de voces narrativas diferentes, contribuye para que la
narración sea percibida por el lector desde varios puntos de vista, o sea, que no
tenemos un único narrador omnipotente dirigiendo la óptica de interpretación,
que siempre está en los subterráneos de cualquier escrito, no podemos escapar a
ella pero sí fragmentarla de modo que eso crie sobre la interpretación un mejor
efecto, pues deja trasparentar los posibles diversos modos de vivir una misma
cosa, lo que sin duda enriquece el relato pues permite mostrar las dudas,
contradicciones y conflictos de algunos de los personajes.
Esto que
digo en tu novela se junta, en el plano estructural, a otras dos buenas
implementaciones: esa del repertorio musical y una fundamental que es la jerga
popular (sea la regionalista maracucha o la usada por sectores subalternos de
la sociedad), todo lo cual me parece propicia uno de los efectos principales de
la novela, esa atmosfera de distanciamiento que crea. Me explico: los
acontecimientos que narra son terribles. Desde aquellos que se refieren a la opciones
personales, que llevan a los individuos a traicionarse a sí mismos (como lo que
se ilustra en la primera fase de la vida de Emigdio y después Lucidio), hasta
los que muestran la sordidez maquiavélica de los subterráneos del poder.
O sea, el
mundo particular va y viene al son de la marea social, ésta lo atropella, se le
impone pero también, y es lo que la novela muestra, los destinos son producto
de las decisiones personales, y cada una tiene un costo, para el honesto y para
el sinvergüenza (aunque a este último no le pese nada). Con eso el panorama que
se tiene es el de la buena y vieja dialéctica, a partir de la cual se podría
explicar lo enmarañado del sistema que se echó a rodar (y que es el mismo que
comanda nuestras vidas insignificantes) y que ahora parece que anduviese sólo,
con vida propia, lo que parece hacerlo inexpugnable.
Dicho
esto, vuelvo a lo que me interesa, el plano de la composición, de donde sale
eso que llamo distanciamiento. La jerga y la interposición del repertorio
musical causan en la novela una gracia leve, no diría propiamente humor, más sí
algo que gira en su órbita. A ver, la
intervención de esos dos elementos es una irreverencia en relación a la
norma culta, porque se burla de ella y la insistencia con la que estos dos
recursos son usados en la novela además de darle protagonismo a registros
“menores” dentro de la jerarquía social del lenguaje, introduce una marca
propia de la acidez irónica (sobre todo a través de ese uso que haces de la
jerga) que si por un lado expone la vileza extrema de la situación narrada,
porque la torna casi hiperbólica, trae también el efecto contrario, la torna
casi irreal, de tan abyecta, de eso último me parece, entonces, que procede ese
distanciamiento narrativo, de una voz (o voces) que parece tan más real porque
como el ojo de una cámara parece que filmase lo que está.
Por otro
lado, entiendo lo que es lidiar con la indiferencia. Creo que el ambiente de la
crítica literaria en Venezuela no debe ser el mismo en el que yo me formé, en
un momento en que gente como Ángel Rama, Nelson Osorio y otros profesores nos
empujaban a fijarnos en lo nuevo que estaba apareciendo o en aquello que la
crítica tradicional no había querido estudiar. Si fuera en ese contexto, ésta,
tu peste, ya habría sido tema de investigación
de maestrías y doctorados. Tampoco sé si has establecido algún contacto
con editoras de fuera (imagino lo que hoy debe ser Monte Ávila), o si tienes un
agente literario. Sabes cómo suelen moverse esas cosas, hoy la literatura es
más que nunca una mercancía y así se la trata independientemente de su calidad
estética o por su calidad estética. Esta es otra batalla a enfrentar, en tu
suelo patrio dudo que puedas, la salida es buscar una buena editorial de afuera
que garantice la distribución, pues no adelanta editar para que el libro no
llegue al público.
Aquí, parte de la carta de Teresa Cabañas, hoy en el blog lapesteloca.blogspot.com
Teresa
Cabañas Mayoral: graduada en la
Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela (1981), con Maestría
(1993) y Doctorado (1999) en Teoría Literaria de la Universidad Campinas de Sao
Paulo, Brasil, y Postdoctorado en la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina
(2009), es actualmente Profesor Asociado de Literatura en la Universidad Santa
María de Rio Grande do Sul, Brasil, especialista en poesía brasileña e
hispanoamericana contemporánea y moderna.
Maracaibo, jueves 9 de Julio, 2020.
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