martes, 30 de julio de 2024

Cigarras promiscuas

Cicada es un género de cigarras del viejo mundo de la familia de los cicádidos. Hay al menos 60 especies descritas en este género. Los cicádidos (Cicadidae), conocidos  como cigarras, chicharras, chiquilichis, cocoras, cocorrín, cogollos, coyoyos, coyuyos, ñakyrã, ñes,  campanero, tococos o totorrones, son una familia de insectos del orden Hemíptera.

 

Las cigarras pueden vivir tanto en climas templados como tropicales y tienen un desarrollo vital completo que dura de dos a diecisiete años, según la especie. Las ninfas viven enterradas mientras que los adultos viven sobre vegetales, alimentándose de su savia. La frecuencia de la vibración o canto que emite una cigarra puede llegar a los 86 Hz.

 

Es notorio el canto entonado por los machos para atraer a las hembras, producido por un aparato estridulatorio situado en los costados del primer segmento abdominal, que consta de membranas quitinosas llamadas timbales y de sacos con aire que funcionan como cajas de resonancia, emitiendo cada especie un sonido propio característico. Los órganos auditivos están ubicados en el tórax. Aunque el sonido es emitido a cualquier hora del día, es más frecuente e intenso al anochecer y al amanecer y pueden emerger hasta 1.5 millones de cigarras por acre (0,4 hectáreas).

 

En este blog lapesteloca, he relatado como en una noche cualquiera me acompaña siempre el zumbido permanente de mi tinitus, y he dicho que es “como si estuviese bajo un inmenso baobab de los de El Principito, pero cuajado de chicharras”, las cigarras, o en guaraní las ñakyras, que chirrían, con sonoridad brillante… Después en 2020 volví a conversar sobre las cigarras (https://tinyurl.com/yhpm8sda) y hablé más detalladamente sobre el tinitus…

 

Pero esta historia que les relataré trata sobre hongos alucinógenos, anfetaminas y orgías que protagonizan insectos zombis… Cuando miles de millones de cigarras emerjan del suelo en la primavera en los Estados Unidos, muchas tendrán la desgracia de ser huéspedes involuntarios de un hongo, la Massopora, que las devora por dentro y las convierte en zombis enloquecidos por el sexo. Existen muchos parásitos de animales, incluidos virus, protistas y hongos, que modulan el comportamiento de sus huéspedes, frecuentemente para favorecer la transmisión de plagas.

 

Un grupo de científicos estadounidenses ha presentado nuevos detalles sobre este hongo que obliga a sus hospedantes, las cigarras, a unos escalofriantes simulacros de apareamiento. Fungal Ecology revela que Massospora cicadina utiliza un par de compuestos químicos que modifican el comportamiento de las cigarras hasta convertirlas en enloquecidos zombis sexuales. En una fotografía se puede apreciar como los conidios blancos de Massospora cicadina han destruido los segmentos abdominales terminales de un ejemplar de la cigarra Magicicada septendecim.


 

Muchos parásitos de animales, para favorecer la transmisión de las plagas pueden modular el comportamiento de los mismos, y cada parásito posee rasgos adaptativos que maximizan la dispersión de sus esporas en un proceso que se interpreta como un “fenotipo extendido” del propio parásito. Un ejemplo de fenotipo extendido entre los hongos entomopatógenos es el comportamiento de “transmisión activa al hospedante”.  El término entomopatógenos se refiere a los microorganismos capaces de causar una enfermedad al insecto plaga, conduciéndolo a su muerte después de un corto período de incubación. Existen varios tipos, entre ellos hongos, bacterias, nematodos y virus y este es el caso que decribimos, donde el hongo mantiene o acelera una actividad “normal” del parasitado durante su esporulación, lo que permite una dispersión rápida y generalizada antes de la muerte del huésped.

 

La naturaleza es un campo de batalla”, escribió una vez Darwin. Su sensibilidad y su educación religiosa se enfrentaban cuando le buscaba un sentido a la crueldad del mundo natural. La naturaleza puede ser cruel, extremadamente cruel. En la revista Fungal Ecology, hay un artículo sobre Massopora y las cigarras, donde leeremos como un grupo de científicos estadounidenses han presentado nuevos detalles sobre este hongo que obliga a sus hospedantes, unas cigarras, a unos escalofriantes simulacros de apareamiento en los que los cuerpos momificados de los insectos, terminan desprovistos de sus genitales por el ataque del hongo,

 

Los entomoftorales (Zoopagomycota) se cuentan entre los hongos más importantes que atacan hasta la muerte a los artrópodos (insectos y no insectos) e incluyen todas las especies conocidas con trastornos del comportamiento. Hemos mencionado a la Massospora, pero hay otro género estrechamente relacionado, Strongwellsea, en los que se observan modificaciones del comportamiento. Massospora contiene más de una docena de especies patógenas transmisibles que infectan al menos veintiuna especies de cigarras (Cicadidae) en todo el mundo. Una de esas especies, Massospora cicadina, es una de las pocas especies de hongos entomopatógenos que mantiene vivos a sus hospedantes mientras continúa esporulando, un proceso que optimiza la dispersión de las esporas y así dispersa con gran eficacia las esporas del parásito.

 

Los espectáculos de terror que implica la difusión de las esporas del hongo M. cicadina aparecen en libros especializados desde 1879, cuando se describió por primera vez en el informe anual del Museo de Historia de Natural de Nueva York. Poco a poco se han acumulado detalles de cómo se contaminan los insectos y de cómo, una vez infestados, transmiten las esporas de su infectante mediante unas cópulas desenfrenadas y estériles para ellos, pero esenciales para que el parásito complete su ciclo de vida. Se desconoce el mecanismo por el cual Massospora induce comportamientos femeninos en cigarras masculinas infectadas. Los machos con infecciones productoras de conidias exhiben comportamientos sexuales dirigidos a ambos sexos al aletear adicionalmente en respuesta a las llamadas de otros machos”, escribieron los autores en el informe de la investigación publicada en la revista PLOS Pathogens.

 

La vida de las cigarras no es envidiable. Cuando las ninfas sexualmente maduras se preparan para emerger después de pasar 17 años bajo tierra, las esporas latentes del hongo, los conidios, se fijan sobre su exoesqueleto. Se supone que el cuerpo de la cigarra emite unas sustancias químicas hasta ahora desconocidas que actúan sobre las esporas  recordándoles que es hora de despertar y germinar. Es el conocido como estadio I, que afecta aproximadamente a un 5 % de las cigarras estadounidenses. Las que soportan este estadio pueden considerarse unas cigarras afortunadas, porque su infección se limitará a servir como transporte de las esporas del hongo adheridas a su exoesqueleto.

 

Pero esa no es la única forma que tiene el patógeno de moverse de un sitio a otro. En unas cuantas cigarras la infección es muy severa cuando las esporas se fijan en el abdomen, tanto de los machos como de las hembras. Enseguida, los machos comienzan a comportarse anormalmente. Además de los comportamientos normales de apareamiento, los machos comienzan a agitar las alas tal y como hacen las hembras. Este comportamiento femenino atrae otros machos que intentarán aparearse con ellos, en una cópula inane de la que salen cargados con las esporas del hongo. Los despechados y sexualmente enardecidos machos van en busca de hembras verdaderas. Se aparean y les transmiten los conidios que ellas, a su vez, transmitirán a los machos no afectados que intenten fecundarlas.

 

Comienza entonces el estadio II: las esporas se multiplican una y otra vez en el interior de todas las cigarras infectadas hasta llenar poco a poco la cavidad del abdomen donde se encuentran los órganos sexuales. Llega un momento en el que el abdomen se colmata por completo y, se darán, explosiona liberando una nube de esporas del hongo que emergen como una masa blanquecina.

 

Massospora cicadina utiliza un par de compuestos químicos que son las que modifican el comportamiento de las cigarras hasta convertirlas en enloquecidos zombis sexuales. Tras analizar la bioquímica de mil compuestos químicos presentes en poblaciones infestadas, el equipo encontró un alcaloide típico de plantas y una sustancia química psicoactiva que se encuentra en los hongos alucinógenos. El alcaloide derivado de las plantas es la catinona, un compuesto similar a la efedrina, el precursor bioquímico de las anfetaminas. Es interesante porque este podría ser el primer ejemplo de una catinona producida dentro de un organismo que no sea una planta. En cuanto al alucinógeno, se trata de psilocibina, el compuesto psicodélico en los hongos mágicos mexicanos.

 

La psilocibina (también conocida como 4-PO-DMT o 4-fosforiloxi-N,N-dimetiltriptamina) es un alcaloide triptamínico que en el cuerpo se metaboliza en psilocina, un compuesto psicodélico responsable del efecto psicoactivo que puede estar presente en ciertos hongos comestibles. En el planeta hay más de 180 especies de hongos que contienen sustancias que actúan sobre el sistema nervioso, como la psilocibina. Se los suele llamar erróneamente “hongos alucinógenos” u “hongos mágicos”, aunque lo correcto es que se trata de hongos psicoactivos, ya que no generan alucinaciones, pero modifican en parte la percepción.

 

Además, han detectado que pese a no tener órganos sexuales los machos desarrollan conductas hipersexuales, intentando aparearse con todo lo que encuentran a su paso. "Son zombies en el sentido de que el hongo tiene el control de sus cuerpos. Los adultos infectados mantienen o aceleran la actividad normal del huésped durante la reproducción del hongo, lo que permite una dispersión rápida y generalizada antes de la muerte del huésped", según Matt Kasson, uno de los autores del estudio. Las cigarras se encuentran con el hongo en el subsuelo, donde pasan de 13 a 17 años hasta salir a la superficie como adultos. Una vez fuera, tras 7 o 10 días, el abdomen se les comienza a desprender, lo que es un primer síntoma de que están infectados. Después terminan muriendo. 

Maracaibo, martes 30 de julio del año 2024 

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