Podríamos
continuar la historia de ayer sobre los Sindromes Literarios con “El
síndrome de Alicia”, referido hoy a la historia de Lewis Carroll que hacía volver a Alicia más y más pequeña,
o más y más grande, un fenómeno que resultaría en el origen de la denominada “micropsia”, un desorden neurológico verdadero que está relacionado
con la percepción visual de quienes lo padecen y donde ellos ven los
objetos más pequeños de lo que son en realidad. Este problema suele estar relacionado
con las migrañas y se ha dicho que incluso el propio Lewis Carroll lo sufría.
En el Síndrome de Alicia en el País de las Maravillas,
recordemos que era el ‘cómeme’ de la historia lo que hacía volver a Alicia más
pequeña en el libro Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carrol.
Cuando Charles Dogson
improvisó las aventuras subterráneas de Alicia, no sabía que la puerta que daba
acceso a millones de niños y adultos lectores a un mundo cargado de curiosos personajes,
irreverentes, con sátiras extravagantes y retos lingüísticos, pulsos paralelos a
la lógica extrema, era la misma que le conduciría a él, como Lewis Carrol, y a
su novela, al olimpo de las deidades literarias. Conocer al Gato de Cheshire,
de tomar el té con el Sombrerero Loco y la Liebre de Marzo, o jugar al croquet
con la mismísima Reina de Corazones es una experiencia que nadie, nadie,
debería perderse, o quizás sentir el temor de correr el riesgo de …“que le
corten la cabeza”.
Ahora, confieso que no he resistido la
tentación de transcribir parte de un dialogo de los personajes de “Escribir en La Habana” ya en su último
capítulo:
“ Alicia se dio vuelta en la cama y buscó algo en el piso. Metió la mano en el bolso grande de Anabella que estaba en el suelo al pie de la cama y extrajo de él un libro de tapas rojas. Volteó a mirar a Marcelo con el libro en la mano y con un brillo extraño en sus pupilas azul claro le dijo.
Si te cuento una cosa, ¿la creerás por muy loca que te suene? La creerás Marcelo, sí, porque no tienes más alternativa. Escúchame. Yo he soñado esta semana un sartal de disparates. En dos oportunidades me he visto como Alice in Wonderland o como Alice through the looking glass. En estos sueños, recuerdo que he tenido que enfrentarme un par de veces con los mellizos Tweedledum y Tweedledee... Primero, en sueños claro está, creo que visité su casa aquí en La Habana, después, fue ayer, era una pesadilla donde se me revolvieron los mellizos con escenas que parecían sacadas de las narraciones extraordinarias de Poe y casi me desperté gritando, iba perseguida por un condenado zamuro. Pensé al principio que esos sueños eran como consecuencia de los comentarios de Anabella sobre mi visita a La Habana en el rol de Alicia, en el país de las maravillas socialistas, pero el cuervo era horrible y los mellizos eran unos espadachines con unas capas rojas y había sangre. Lo que quiero mostrarte está en el libro. Es una vieja edición en español del Alicia de Lewis Carroll que me ofreció mi sobrina Anabella para que la leyera hace unos días. Lo dijo y le alcanzó el libro. En la primera página escrito a mano estaba el nombre de su dueña, Anabella Montiel. Busca, tú mismo lo que yo te digo, es en la página 195.El barón Münchhausen, es el gran mentiroso por excelencia de la literatura, y está inspirado
en la historia de un oficial de caballería alemán famoso por las disparatadas
historias que inventaba. Pero, aunque pueda parecer algo estrafalario y hasta
divertido, la realidad no es tan cómica ya que esta ficción literaria ha dado
origen al Síndrome de Munchhausen: quienes
lo padecen son embusteros exagerados y simulan
enfermedades con sofisticada habilidad para atraer la atención de
terceros, conocidos o de personal sanitario. Aunque saben que están mintiendo,
sus motivaciones para fingir son inconscientes, y suelen tener una historia
clínica de abusos, con problemas de identidad, y hasta episodios psicóticos
breves y relaciones interpersonales inestables.
En el Libro
Las sorprendentes aventuras del barón Münchhausen, aunque son atribuidas a Rudolf Erich
Raspe, quien tradujo al inglés una versión plagada de adiciones e
interpolaciones de dudosa calidad literaria, se considera que fue Gottfried
August Bürger quien supo darle a la obra ese algo indefinible que la convirtió
en un libro clásico y muy popular. El barón más embustero que imaginarse pueda,
narra aquí sus famosas aventuras y desventura, desde el hilarante episodio en
el que se lo traga un enorme pez, hasta su increíble viaje a la Luna en busca
de un hacha de plata perdida. Una historia a medio camino entre lo grotesco y
lo fantástico con un esperpéntico y desvergonzado protagonista que provoca
risas del lector.
Huckleberry Finn fue bautizado como un personaje
irreverente y escurridizo en la obra de Mark Twain, Las Aventuras de Huck
Finn. Este síndrome literario se asocia a un problema psicológico que se
caracteriza por la incapacidad
para tomar decisiones y asumir responsabilidades. No se trata de
que quienes lo sufren se nieguen a madurar, como el síndrome de Peter Pan, sino que durante toda su vida eluden
cualquier tipo de responsabilidad. Los expertos aseguran que es un mecanismo de
defensa ligado al rechazo parental, así como a una baja autoestima.
A pesar de haber sido considerada
tradicionalmente como una obra de literatura juvenil, la famosa novela, “Las aventuras de Huckleberry Finn",
según Samuel Langhorne Clemens, alias Mark Twain, podría parecer una obra donde
se recrea la vida de un joven y por tanto, literatura "de muchachos"
o para muchachos", pero es un relato denso que resulta tan divertido e
irreverente como cautivador. Huck, un huérfano vagabundo y pendenciero, y Jim,
un muchacho negro que huye de la esclavitud, remontan el Mississippi en busca
de libertad y aventuras a bordo de una barcaza. Una delicia literaria para lectores
de cualquier edad.
Existe otro Síndrome Literario muy conocido y es el Síndrome de Cenicienta, el cual se da en niños y se relaciona con falsas acusaciones de maltrato o negligencia de los padres. Se ve como una llamada de ayuda y puede ser una pista de comportamiento ante un caso real de abuso hacia el pequeño, ya sea físico o psíquico. Puede incluir desde sentimientos negativos hacia una madrastra, a idealización de una madre biológica ausente o una rivalidad extrema con los hermanos.
En el Síndrome de Rapunzel, el personaje femenino de los hermanos
Grimm inspira una condición por la que la persona como consecuencia de su
ingesta tiende a acumular una bola de cabello en el estómago hasta el duodeno
(tricobezoar). Tiene su origen en la
tricotilomanía, un trastorno que lleva a arrancarse compulsivamente el
cabello. El síndrome de Rapunzel es una enfermedad muy rara
y compleja en la que la situación
de cabellos en la cavidad gástrica puede
extenderse al duodeno e intestino delgado, aumentando el riesgo de
complicaciones como obstrucción, perforación y peritonitis.
El Síndrome de Pickwick en realidad es un trastorno respiratorio que
afecta a las personas con obesidad, llamado también síndrome de hipoventilación
que padecen igualmente quienes tienen la denominada “apnea de sueño”. También
conocido históricamente como síndrome de Pickwick, Samuel Pickwick es el personaje protagonista
de Los papeles del Club Pickwick (1836),
la primera novela de Charles Dickens, donde
Pickwick es un exitoso empresario retirado, fundador y presidente del Club
Pickwick. Uno de sus protagonistas secundarios representa la figura de un
sirviente gordo y somnoliento llamado Joe, que tiene un pequeño y breve rol en
el capítulo 54 de sus “Pickwick Papers”, caricaturizando a
un individuo obeso, un caso clásico de apneas del sueño: el síndrome de
Pickwick o más precisamente, el síndrome Pickwickiano, que 120 años más tarde
Burwell y sus col, hallaran una explicación fisiopatológica al niño gordinflón,
rosado y roncador con la respiración entrecortada, eternamente somnoliento, describiendo
así, la presencia del síndrome apneas-hipopneas del sueño e hipoventilación
alveolar en el sujeto obeso.
Finalizo así y aquí esta doble
tanda de Síndromes Literarios.
En Maracaibo el viernes 31 de enero del año 2025
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