sábado, 25 de enero de 2025

Caral

 

Hace 25 años Ruth Shady anunció el descubrimiento de Caral, una ciudad con una antigüedad promedio entre 3.000 y 1.500 a.c. En su investigación sobre Caral, publicada en 1997, Ruth Shady la denominaría La Ciudad de las Pirámides que la arqueóloga identificó que el ambiente del Valle de Supe, un medio desértico con dunas en medio del verde del valle, le daba el carácter sagrado que tuvo la civilización hace más de 5 mil años.

 

En realidad, desde los años 40, el antropólogo norteamericano Paul Kosok (1896-1959) ya había reconocido la existencia de una serie de complejos arquitectónicos monumentales en el Valle de Supe en el Perú al norte de Lima y a cuatro de estos complejos se les denominó Chupacigarro. Desde 1938 enseñó diversos cursos de historia de la ciencia en Long Island University. Kosok incursionó en la música llegando a la dirección de la Orquesta Filarmónica de Brooklyn en la Brooklyn academia de música, y compuso The Andean Rhapsody inspirada en sus viajes al Perú.


Kosok fue el primero que llamó la atención sobre las ruinas arqueológicas de Chupacigarro, luego rebautizadas como la Ciudad Sagrada de Caral. En 1949 visitó el lugar junto con el arqueólogo estadounidense Richard Schaedel, y en su informe, publicado en el libro Life, Land and Water in Ancient Peru (1965), mencionó que Chupacigarro debía ser muy antiguo, pero no pudo mostrar cuánto. Paul Kosok

 fue el antropólogo norteamericano que investigó también las líneas de Nazca desde la década de 1930 hasta fines de los 50.

El año 1994, cuando la doctora Ruth Shady Solís y un equipo de arqueólogos realizaron una prospección arqueológica en el valle de Supe; identificaron, entre los numerosos asentamientos arqueológicos, previamente registrados por el arquitecto Carlos Williams y el arqueólogo Francisco Merino. En el año 1996 se iniciaron las excavaciones en el asentamiento arqueológico de Caral, elegido, por la distribución ordenada que mostraba su traza urbana y por su variada arquitectura monumental. En el año 2001, por los resultados logrados, el Estado declaró de interés nacional la investigación, registro y conservación de la Ciudad Sagrada de Caral, principal asentamiento de la Civilización Caral.

La prospección arqueológica conducida a lo largo del valle bajo y medio de Supe, entre 1994 y 1995 bajo la dirección de Ruth Shady, hizo posible la identificación, entonces, de 18 asentamientos pertenecientes al Arcaico Tardío. Se determinaron sus características y se plantearon interpretaciones preliminares sobre el patrón de asentamiento y el sistema social.

A partir de los resultados de esta investigación, se diferenció la “Ciudad Sagrada de Caral” de los otros tres asentamientos ubicados dentro de la antigua hacienda Chupacigarro, en atención a las características arqueológicas singulares de cada uno. Se aplicó el nombre quechua tradicional del lugar: Caral, al asentamiento que mostraba un trazado urbano más organizado; y se mantuvo Chupacigarro para el siguiente asentamiento ubicado al oeste. Se aplicaron los nombres de Miraya y Lurihuasi a los otros dos sitios, de la misma época, ubicados a continuación, en la misma margen izquierda del río Supe.


Cada año se denuncian, en promedio, 4 intentos de invasión en la Ciudad Sagrada de Caral, según el Ministerio de Cultura. Arqueóloga Ruth Shady denuncia a las familias del Valle de Supe de afectar la Zona Arqueológica, entonces se iniciará una mesa técnica de diálogo para mediar en conflicto.


El sitio de Caral está registrado desde los 70. En el plano se ven las riquezas arqueológicas que existen. El señor Rosario Solís invadió un sitio arqueológico y todos los verdaderos agricultores pacíficos que viven en el área se han beneficiado luego,  agricultores que a través de la reforma agraria hicieron su cooperativa, recibieron sus 2 a 4 hectáreas como máximo. Los verdaderos agricultores tienen título de propiedad.

 

Pero se reporta que: “hay señores que han estado por ahí merodeando, que no viven ahí, pues todos tienen domicilio en Barranca. Esos terrenos inclusive no son buenos para la agricultura porque no forman parte de los canales permanentes que tienen agua todo el año. Ellos por su permanente tarea de arado y de riego están destruyendo los sitios arqueológicos. Por esa razón a los investigadores no se les permite investigar porque tienen miedo de que se pongan en evidencia esos elementos”; así lo denunció el arqueólogo Machacuay al diario El Comercio.

 

“Si el país no protege el patrimonio cultural nos pueden quitar esa denominación”, alerta la reconocida arqueóloga y protectora de la ciudad más antigua de América, Ruth Shady. No es la primera vez que Shady ha levantado la voz para llamar la atención sobre estos hechos.

Maracaibo, sábado 25 de enero del año 2025

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